Según Hebreos 13:21, Cristo está obrando en usted. ¡No es eso maravilloso! Él es quien nos aparta del pecado, nos purifica y nos dirige para que le glorifiquemos para siempre.
Cuando usted ve a un cristiano en el pecado, estoy seguro que se siente preocupado por él. Usted quiere verlo libre del pecado. A veces cuando usted confronta a una persona, el proceso de la disciplina sigue y sigue. Cuando tiene en sus manos una situación así y su corazón está entristecido, el consuelo que tiene es saber que Cristo es el purificador de su iglesia.
Si la persona que usted está disciplinando es un cristiano, puede que Cristo purifique a su iglesia quitándole del compañerismo. Puede que cause la muerte de ese creyente infiel, que es de lo que habla Pablo en 1 Corintios 11:27-30 (cp. 1 Jn. 5:16).
En Juan 10:27 Jesús dice: “mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. Me gusta mucho eso. Somos de Él, le pertenecemos. Él es el edificador, el propietario, el comprador, la piedra angular y el fundamento de la iglesia. La iglesia es suya. Está siendo edificada y él ha prometido que no puede fallar. La oposición, las amenazas, la carnalidad, la ineptitud humana, la indiferencia, la apostasía, el liberalismo, el denominacionalismo no prevalecerán en contra de ella. Cristo está edificando su iglesia.
En Efesios 5:25-26 leemos: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. Cristo quiere que su iglesia sea pura a fin de “presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (v. 27).
Es muy consolador saber que Cristo no nos ha dejado con la responsabilidad de edificar su iglesia. Nosotros no estamos haciendo nada que Cristo no pueda hacer. Si Grace Community Church se desintegra hoy, la iglesia de Cristo Jesús seguiría adelante. Cristo no nos necesita para edificar su iglesia.
Entonces, ¿por qué trabajamos tanto y tan diligentemente? Porque no hay nada más maravilloso, emocionante, glorioso y satisfactorio que ser parte de lo que Cristo Jesús está edificando para su gloria eterna.
Extraído del libro, “El plan del Señor para la iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.