John MacArthur
La idea de un nacimiento virginal no era extraña a la comprensión de los judíos de la Escritura. A pesar de que la mal—interpretaron, muchos de los rabinos explicaron Jeremías 31:22 (“la mujer rodeará al varón”) de una manera que sugiere que el Mesías tendría un nacimiento inusual. Su explicación extravagante de ese versículo ("el Mesías no tendrá un padre terrenal"; y "el nacimiento del Mesías será como el rocío del Señor, como gotas sobre la hierba sin la acción del hombre") conservaron por lo menos la idea general que el nacimiento del Mesías sería único.
En realidad el Libro de Génesis nos da la primera indicación que el nacimiento de Cristo sería especial: "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya" (3:15). Técnicamente, la semilla de la mujer pertenece al hombre, pero impregnación de María por el Espíritu Santo es el único caso en la historia en el que una mujer tuvo una semilla dentro de ella que no se originó de un hombre.
La divina promesa posterior a Abraham afectaba a sus "descendientes" (hebreo, "semillas"; Génesis 12:7), una forma común del Antiguo Testamento de referirse a la descendencia. La excepcional referencia en Génesis 3:15 a “su semilla” va más allá de Adán y Eva, a María y a Cristo. Las dos semillas de ese versículo pueden tener un énfasis doble. En primer lugar, puede referirse principalmente a todas las personas que forman parte de la descendencia de Satanás y todos los que forman parte de Eva. Los dos grupos constantemente en guerra espiritual uno contra el otro; con el pueblo de la justicia finalmente derrotando al pueblo del mal. En segundo lugar, la palabra traducida "semilla" puede ser singular y referirse principalmente a un producto final, glorioso de una mujer; el Señor Jesús mismo, nacido sin semilla humana. En ese sentido la profecía es sin duda mesiánica.
Mateo 1:22–23 identifica claramente el nacimiento virginal de Jesús como un cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento: "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. La cita de Mateo de Isaías 7:14 confirma que el profeta predijo el nacimiento virginal de Jesucristo.
El profeta Isaías hizo esta trascendental profecía durante el reinado de Acaz, rey impío e idólatra de Judá. A él lo amenazaban el rey israelita Peka y el rey sirio Rezín; los cuales querían derrocar a Acaz y reemplazarlo por un monarca más obediente. En lugar de buscar la ayuda del Señor durante esa crisis, el rey Acaz recurrió a Tiglatpileser, el cruel gobernante de los paganos asirios. Acaz incluso indujo su ayuda ofreciéndoles oro y plata robada del templo de Dios.
Acaz se negó a escuchar el informe de Isaías que Dios salvaría al pueblo de Peka y Rezín. Por lo tanto, el profeta habló la notable profecía de Isaías 7:14, que dijo a Acaz que nadie podría destruir al pueblo de Dios o la línea real de David. Y por supuesto, aunque Tiglatpileser destruyó el Reino del Norte (Israel), deportó a su población e invadieron a Judá cuatro veces, Dios finalmente conservó a Su pueblo tal como Él lo prometió.
Isaías dijo también que antes de que otro niño (Maher-Shalal-Hash-Baz) fuera maduro o consciente de los acontecimientos, los territorios de Rezín y Peka serían abandonados (Isaías 7:15–16). Una vez más, las palabras inspiradas por Dios del profeta fueron completamente precisas. Antes de que el otro niño, que nació a la esposa de Isaías, tuviera tres años, los dos reyes enemigos estaban muertos. Tal como Dios cumplió esa antigua profecía acerca de hijo de Isaías, de la misma manera estaba por cumplir la profecía sobre el nacimiento virginal de nuestro Señor Jesucristo. Ambos eran signos del Señor que Él no abandonaría a Su pueblo; pero la más importante de las dos era obviamente la segunda: que Su hijo realmente nacería de una virgen, viviría entre Su pueblo y moriría por sus pecados.
En su declaración en 7:14, Isaías utiliza la palabra hebrea ' alma para “virgen". Es un término significativo, y es importante entender por qué el profeta lo utilizó. ‘Alma se cita otras seis veces en el Antiguo Testamento (Génesis 24:43; Éxodo 2:8; Salmos 68:25; Proverbios 30:19; Cantar de los Cantares 1:3; 6:8) y en cada instancia denota "virgen". Hasta tiempos recientes, los estudiosos judíos y cristianos traducían siempre la palabra de ese modo.
Es interesante que en el hebreo moderno ' alma o betula puede significar "virgen". Sin embargo, Isaías no usó betula porque en el Antiguo Testamento hebreo puede referirse a una mujer casada que no es virgen (Deuteronomio 22:19; Joel 1:8). Por lo tanto, es evidente, que usó ' alma en el versículo 7:14 con la convicción clara y precisa que la mujer que llevaría al Mesías sería de hecho una mujer joven que nunca había tenido relaciones sexuales con un hombre.
El uso de Mateo de la profecía de Isaías continuó la ruta del profeta. Mateo dio al término el mismo significado que Isaías, demostrado por su traducción de ' alma con el griego parthenos, la misma palabra usada por los traductores judíos del Antiguo Testamento griego.
Aunque la credibilidad del nacimiento virginal no se basa únicamente en el uso de una palabra hebrea, una comprensión general del fondo y el uso de ' alma refuerza nuestra creencia en el nacimiento extraordinario de Cristo. También nos ayuda a ver que Mateo -bajo la inspiración del Espíritu Santo-, sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando él relacionó Isaías 7:14 con el nacimiento de Jesús y declaró nuevamente las verdades igualmente sorprendentes "una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel." En Su nacimiento virginal, Cristo era, en el sentido más literal, El hijo que era "Dios con nosotros".
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