Si realmente creemos que la verdad objetiva y racionalmente entendida de la Escritura es a la vez autoritaria e incompatible con el error - ya que la Biblia es la Palabra singular del Dios viviente - no sólo debemos estudiarla y enseñarla, sino también debemos vivirla. No es suficiente hablarla. Si realmente creemos que la Biblia es la verdad divina, debemos permitir que impregne nuestra vida y ministerio. Vivir de otra manera equivaldría a negar la verdad. Las personas que piensan de otro modo pueden ser de los que "profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tito 1:16).
Esdras, el sumo sacerdote en el tiempo de Nehemías, es el prototipo de lo que cada ministro piadoso debe ser. "Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y ordenanzas" (Esdras 7:10, énfasis añadido).
Aprendí esta lección de mi padre, que como pastor de toda la vida ha sido mi modelo de integridad, al igual que su padre para él. Empecé a apreciar lo difícil que puede ser la lucha cuando comencé en el ministerio siendo hombre joven. Yo había estado en el pastorado por apenas un mes cuando se me pidió realizar una boda de una chica en nuestra iglesia que planeaba casarse con un incrédulo. En una reunión de la junta de la iglesia, algunos de los líderes me instaron a llevar a cabo la boda porque el padre de la niña era un hombre influyente. Había mucho en juego, dijeron. Podríamos perder esa familia de la iglesia si me negaba.
Yo dije: "Pero yo no puedo hacer eso. No puedo hacer lo que la Biblia claramente prohíbe. Los creyentes no deben estar en yugo desigual con los incrédulos. Segunda de Corintios 6:14."
Ellos ya estaban preparados para eso. Respondieron: "Bueno, está bien. Entendemos sus sentimientos. Conocemos un pastor de otro lugar que va a venir a hacerlo para que esta chica se case en la iglesia".
Les pregunté: "Pero, ¿qué iglesia es esta? ¿Es esta su iglesia para ser utilizada a su discreción o es la iglesia de Cristo?"
Ellos respondieron reconociendo: "Tienes razón, no podemos hacerlo. Esta es la iglesia de Cristo."
Ese fue el Rubicón de Grace Community Church. Ese fue el momento en que se decidió el futuro de nuestra congregación. Sí, toda la familia se fue y también varias otras personas retiraron su membresía durante el incidente. Pero como ancianos, ese día decidimos que no sólo predicábamos la palabra de Dios; esperaríamos que fuera vivida en la vida social de la iglesia.
Esa misma expectativa se pone en todos los que claman el nombre de Cristo, tanto en la iglesia como fuera de ella. Somos los que hemos sido mandados a caminar de una manera digna. Esto significa que la autoridad de la Escritura debe ser algo más que lo que proclamamos. Debe ser algo que vivimos.
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