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Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
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Información de la EditorialEl suicidio es un pecado grave equivalente a la muerte (Éxodo 20:13; 21:23), pero puede ser perdonado como cualquier otro pecado. Y la Escritura dice claramente que aquellos que han sido redimidos por Dios han sido perdonados por todos sus pecados – pasados, presentes y futuros (Colosenses 2:13-14). Pablo dice en Romanos 8:38-39 que nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús.
Entonces si un verdadero cristiano cometería suicidio en un tiempo de debilidad, él será recibido en el cielo (Judas 24). Pero debemos cuestionar la fe de aquellos quienes toman su vida o que lo estén considerando seriamente – puede ser que ellos nunca fueron salvos verdaderamente.
Eso es porque los hijos de Dios son definidos repetidamente en la Escritura como aquellos que tienen esperanza (Hechos 24:15; Romanos 5:2-5, 8:24; 2 Corintios 1:10, etc.) y propósito en la vida (Lucas 9:23-25; Romanos 8:28; Colosenses 1:29). Y aquellos que piensan en cometer suicidio lo hacen porque no tienen esperanza ni propósito en sus vidas.
Además, uno que repetidamente considera el suicidio está practicando pecado en su corazón (Proverbios 23:7), y 1 Juan 3:9 dice que “la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. Y finalmente, el suicidio es a menudo la última evidencia de un corazón que rechaza la soberanía de Jesucristo, porque es un acto en donde el pecador está completamente tomando su vida en sus propias manos en vez de someterse a la voluntad de Dios para ella. Ciertamente muchos de aquellos que se han quitado la vida oirán esas horrendas palabras del Señor Jesús en el juicio – “Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23).
Entonces aunque fuera posible que un verdadero cristiano cometa suicidio, creemos que es una ocurrencia inusual. Alguien que esté considerando suicidarse debe ser animado a examinarse a sí mismo para determinar si verdaderamente está en la fe (2 Corintios 13:5).