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Información de la EditorialLas Escrituras no dicen nada sobre los modos en que se deben enterrar los cuerpos de los creyentes. La práctica estándar en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento fue el entierro. Saúl y Jonatán fueron incinerados por los Israelitas después de sus muertes, pero no era una práctica normal en Israel. Sus cuerpos fueron mutilados por los Filisteos, así que la decisión fue incinerarlos, y después enterrar sus cenizas (1 Samuel 31:8-13). Acán, y su familia, fueron incinerados después de su ejecución por haber pecado contra Israel, cuál otra vez parece ser una excepción a las prácticas de los entierros normales entre los Israelitas.
Cuando nos damos cuenta que todos los cuerpos eventualmente se pudren, ¡un cuerpo que ha sido incinerado no está peor! Y por supuesto, sabemos que Dios nos dará nuevos cuerpos glorificados, hayan sido sepultados, incinerados, decapitados, o hundidos en el mar. Una cosa positiva del entierro sin cremación es el cuadro de la muerte, entierro y resurrección de Jesús que es significativo en describir nuestros cuerpos nuevos (Romanos 6:3-5; 1 Corintios 15:3-4). Sin embargo, no es un asunto correcto o incorrecto. La preocupación sobre el costo de funerales es entendible, entonces tenga la seguridad que es parte de su libertad cristiana poder escoger cualquier opción que decida.