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Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
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Información de la EditorialNo es tu responsabilidad como evangelista dar inmediata seguridad a las personas que traes a Cristo. El Espíritu Santo hará esa obra: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).
Hay, sin embargo, muchas promesas en la Escritura que puedes compartir que el Espíritu Santo usará para ayudar a los nuevos convertidos, para tener la seguridad de su destino eterno (Juan 3:16; 1 Juan 5:1). Esas promesas del evangelio ofrecen lo que se llama “seguridad objetiva” a creyentes genuinos. Hasta un nuevo creyente puede ver esas promesas y encontrar un medio de seguridad – el ladrón en la cruz lo tuvo cuando el Señor le prometió un lugar en el paraíso.
Hay otros pasajes en la Escritura que hablan sobre la seguridad subjetiva. Por ejemplo, 1 Juan 2:3 dice, “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos”. La seguridad crecerá y se profundizará conforme la persona vaya caminando constantemente con el Señor. Si un cristiano persiste en pecado por un tiempo, perderá ese aspecto de su seguridad mientras que esté contristando al Espíritu Santo.
Ambos medios objetivos y subjetivos son referidos en Romanos 15:4: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”. Ese proceso es parte del crecimiento espiritual en la vida de un cristiano.
No se obtiene nada darles a nuevos convertidos seguridad de su inmediata salvación. Ellos tendrán seguridad verdadera por medio de las promesas en la Escritura y por sentir y vivir la obra del Espíritu – el Espíritu Santo dará testimonio con sus espíritus que son hijos de Dios. No hay formulas que pueden traer esa clase de seguridad.