Este artículo también está disponible y se vende como un folleto.
Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
Por favor, contacte a la casa Editorial para obtener copias de este recurso.
Información de la EditorialCon ello no pretendemos decir que el cielo se vea sujeto a los parámetros habituales de tiempo y espacio. Hemos visto que las Escrituras enseñan claramente que el cielo es un lugar real que se puede ver y tocar y que está habitado por seres con cuerpos físicos. Afirmemos esta verdad de modo inequívoco.
Pero las Escrituras también revelan que el cielo es un reino que no está limitado por las dimensiones de altura, largura y anchura. El cielo, al parecer, sobrepasa las tres dimensiones del espacio. Cristo habla en el mensaje a la iglesia de Filadelfia, por ejemplo, del reino eterno como “la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios” (Ap. 21:20).
Se muestra cómo el cielo nuevo y la tierra nueva se unen para formar un gran reino conjunto, De este modo se nos revela el paraíso eterno como un admirable reino en el que va más allá de los límites de la imaginación humana y de las dimensiones terrestres.
Así, el cielo no se limita a un lugar concreto rodeado por unas fronteras que se pueden ver y medir; desborda los límites de las dimensiones espaciotemporales. Puede que esto sea, en parte, lo que las Escrituras pretenden decir al afirmar que Dios habita la eternidad (Is. 57:15).
No tenemos por qué hacer conjeturas sobre cómo puede ser posible; basta con saber cómo describe la Biblia el cielo. Se trata de un lugar real habitado por seres físicos que vivirán para siempre en presencia de Dios; un reino que rebasa con creces la concepción finita de lo que es un “lugar”.
Extraído del libro, “La gloria del cielo” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.