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Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
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Información de la EditorialLos dos deben reconocer que su matrimonio es un compromiso con Jesucristo primeramente y después con el uno al otro. Su mejor defensa contra las fuerzas que pueden destruir su matrimonio es que los dos mantengan una profunda y buena relación con Jesucristo y un compromiso a obedecer Su Palabra. Ser fiel y obediente en su caminar con el Señor les ayudara a no caer.
Aquí hay varios principios prácticos para seguir:
• Concéntrese en su corazón, no en su apariencia.
Su vida interna es más importante que su apariencia. El escritor de Proverbios dijo lo siguiente, “Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada” (Proverbios 31:30).
Pedro dio este principio a las esposas en 1 Pedro 3:3-4, pero también se aplica a los esposos: “Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios”.
Si usted se enfoca en desarrollar su amor por Cristo, sus cualidades internos de piedad maduraran, desarrollaran, y fortalecerán su matrimonio.
• Concéntrese en quien verdaderamente es su cónyuge, y no en un compañero ideal.
Muchos matrimonios fallan simplemente porque no toman tiempo para conocerse el uno al otro. Su cónyuge, tan maravilloso que parecía en el altar, no es perfecto. Si usted solo piensa en lo ideal que quisiera que fuera su cónyuge o su matrimonio, usted herirá su matrimonio. Abandone la idea de un cónyuge y matrimonio perfecto y empiece a aprender cómo entender y amar al cónyuge que tiene -como es él o ella hoy mismo. Esto es lo que Pedro quiso decir cuando le dijo a los esposos que vivieran con sus esposas “de manera comprensiva” (1 Pedro 3:7).
• Concéntrese en amar a su cónyuge, no en su compatibilidad.
No importa quién es su cónyuge, pueden aprender a amarse el uno al otro. En contraste con la idea prevaleciente que el amor es algo que solo pasa, Pablo manda a los esposos que amen a sus esposas (Efesios 5:25) y a las esposas que amen a sus esposos (Tito 2:4). La Escritura no reconoce la posibilidad de la incompatibilidad entre dos compañeros de matrimonio – Dios simplemente manda que los dos, el esposo y la esposa, se amen.