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En 1980, Grace Community Church sufrió una demanda judicial que alegaba que los pastores de nuestro personal eran negligentes porque habíamos intentado ayudar a un miembro joven suicida de nuestra congregación dándole la verdad bíblica. Fue el primer caso de negligencia en el clero del que jamás se haya oído en el sistema judicial estadounidense.
Los medios de comunicación seculares se deleitaron con el caso mientras que el mismo se prolongó por años. Algunos programas amarillistas emitidos a nivel nacional, incluso llegaron a sugerir que nuestra iglesia había animado al joven a suicidarse, enseñándole que el suicidio era un camino seguro al cielo. Por supuesto, eso no era verdad. Él sabía, por las Escrituras, que el suicidio está mal. Nosotros lo instamos a que le permitiera a la Palabra de Dios que lo guíe a un conocimiento íntimo y a la apropiación de los recursos disponibles en Aquel que quería sanar su mente atribulada. Trágicamente, él rechazó nuestro consejo, y se quitó su propia vida.
Una de las cuestiones claves que este caso planteó, fue el tema de si las iglesias deberían tener el derecho legal de aconsejar a personas con problemas usando la Biblia. Muchos dirían que dar consejos a alguien a partir de las Escrituras es un enfoque simplista de la consejería. La Biblia puede estar bien para dar ánimo a una persona en general, se dice, pero la gente que tiene problemas reales necesita la ayuda de un experto psicólogo.
Por lo tanto, la demanda sostenía que los consejeros de la iglesia están obligados a referir a personas seriamente deprimidas y con tendencias suicidas a profesionales de la salud mental. Intentar aconsejar con la Biblia a estas personas con problemas, equivale a irresponsabilidad y negligencia, por lo que los consejeros bíblicos deberían ser considerados moral y legalmente culpables.
La verdad que salió en la corte recibió poca o nada de cobertura en los medios. El testimonio demostró que este joven estaba bajo el cuidado de psiquiatras profesionales. Además de la instrucción bíblica que recibió de nuestro personal pastoral, él había buscado tratamiento psicológico.
Además, nuestro personal se había ocupado de que él fuera examinado por varios doctores para descartar causas químicas u orgánicas por su depresión. Él estaba recibiendo todo tipo de terapia disponible; pero, de todas maneras, eligió terminar con su vida. Hicimos todo lo que pudimos para ayudarle; él rechazó nuestro consejo y le dio la espalda a su suficiencia espiritual en Cristo.
Las tres veces que el caso fue escuchado, los jueces fallaron en nuestro favor, afirmando que la iglesia no faltó en su responsabilidad de darle el cuidado adecuado. Su fallo fue que nuestro personal había más que cumplido con su obligación moral y legal al tratar de ayudar a este joven que había buscado nuestra consejería.
Eventualmente el caso fue apelado ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. La Corte Suprema se negó a escuchar el caso, dando como válido el veredicto de la Corte Suprema del Estado de California, quien vindicó a la iglesia. Lo más importante de todo, es que el caso afirmó el derecho constitucional de toda iglesia de aconsejar con la Biblia, estableciendo un precedente legal para evitar que las cortes seculares invadan el área de consejería de la iglesia.
La profesionalización del Ministerio de Consejería
Desgraciadamente, el privilegio de aconsejar a personas con las verdades bíblicas, de todas maneras, puede correr peligro ––no debido a alguna barrera legal impuesta desde afuera de la iglesia, sino debido a la actitud hacia las Escrituras dentro de la iglesia. Durante el juicio, un numero de “expertos” fueron llamados a dar testimonio. Los que más me sorprendieron fueron los llamados psicólogos y psiquiatras cristianos, quienes testificaron que la Biblia por sí misma no contiene suficiente ayuda para satisfacer las necesidades personales y emocionales más profundas de las personas.
¡Estos hombres en verdad estaban refutando en frente de una corte secular, que la Palabra de Dios no es un recurso adecuado para aconsejar a la gente acerca de sus problemas espirituales! Lo que es realmente aterrador es la cantidad de evangélicos que están dispuestos a creer la palabra de estos “profesionales”.
En las últimas décadas, han surgido un gran número de clínicas psicológicas evangélicas. A pesar de que casi todas ellas aseguran ofrecer consejería bíblica, la mayoría apenas brinda psicología secular encubierta con terminología espiritual.
Lo que es peor, ellos eliminan el ministerio de consejería de su ámbito apropiado del cuerpo de la iglesia; y condicionan a los cristianos a pensar en sí mismos como incompetentes para aconsejar. Muchos pastores, sintiéndose inadecuados, están perfectamente dispuestos a dejar que los “profesionales” se hagan cargo de lo que antes se consideraba una responsabilidad pastoral vital. Muchos han creído la mentira de que existe un ámbito esencial de sabiduría fuera de Las Escrituras y de nuestra relación con Jesucristo, y que alguna idea o técnica perteneciente a esa esfera extra bíblica contiene la verdadera clave para ayudar a la gente con sus problemas profundos.
Verdadero trabajo del alma
La verdadera psicología (el estudio del alma) sólo puedo ser hecha por los cristianos, debido a que sólo los cristianos tienen los recursos para entender y transformar el alma. Los puritanos, mucho antes de la aparición de la psicología atea, identificaron a su ministerio con la gente como “trabajo del alma”.
La Escritura es el manual para todo el “trabajo del alma”. Es tan completa en el diagnóstico y tratamiento de cada tema espiritual que, energizada por el Espíritu Santo en el creyente, conduce al creyente hacia la semejanza de Jesucristo. Este es el proceso de santificación bíblica.
Es razonable que las personas busquen ayuda médica para una pierna fracturada, un riñón que no funciona, caries dentales o cualquier enfermedad física. También es sensato que alguien que es alcohólico, adicto a las drogas, con discapacidades de aprendizaje, traumatizado por una violación, incesto o que ha sufrido maltrato severo, busque ayuda tratando de sobrellevar su trauma.
También puede haber ciertos tipos de problemas emocionales o mentales donde las raíces causales son identificadas como orgánicas, o en donde la medicación puede ser necesaria para estabilizar a una persona que podría, de otro modo, volverse peligrosa. Estos son problemas relativamente raros, de todas maneras, y esto no debe ser usado como una justificación para el uso indiscriminado de las técnicas de psicología secular, cuando usualmente son problemas espirituales. ¡Tratar con asuntos físicos y emocionales de la vida de tal manera, no es santificación!
Ciertas técnicas de psicología humana pueden servir para disminuir el trauma o la dependencia y modificar el comportamiento en cristianos o no cristianos por igual. Pero dado que la disciplina secular de la psicología se basa en suposiciones ateas y fundamentos evolutivos, es capaz de ayudar a las personas únicamente en forma superficial, sin ninguna contribución hacia su crecimiento espiritual.
¿Psicología Cristiana?
La “psicología cristiana”, de la manera en que hoy es usado el término, es una contradicción. La palabra psicología ya no se refiere a estudiar el alma; en su lugar, describe una diversa variedad de terapias y teorías que son fundamentalmente humanísticas. Es decir, están principalmente en desacuerdo con una visión bíblica del mundo.
Las suposiciones y la mayor parte de la doctrina de la psicología no pueden integrarse con éxito a la verdad cristiana. Por otra parte, el aporte de la psicología a la enseñanza de la iglesia ha desdibujado la línea entre la modificación de la conducta y la santificación.
El verdadero camino a la integridad es el camino de la santificación espiritual. ¿Le daríamos la espalda neciamente al Maravilloso Consejero, la fuente de agua viva, por la sabiduría sensual terrenal y el agua estancada del conductismo?
Nuestro Señor Jesús resistió de una manera perfecta y santa a toda tentación, prueba y trauma en la vida ––y fueron más severas de las que cualquier ser humano jamás podría sufrir. Por lo tanto, debería ser claro que la victoria perfecta sobre todos los problemas de la vida debe ser el resultado de ser como Cristo.
Ningún “trabajador del alma” puede levantar a otro por encima del nivel de madurez espiritual en el que se encuentra. Por eso, la máxima cualidad para los psicólogos debería ser la semejanza a Cristo, no un título o una licencia estatal.
Si uno es un verdadero psicólogo cristiano, debe estar haciendo el trabajo del alma, en el ámbito de las cosas profundas de la Palabra y el Espíritu ––no engañando en las aguas poco profundas de la modificación de la conducta. ¿Por qué debería un creyente elegir modificar su conducta cuando tiene las herramientas para la transformación espiritual (como un cirujano, causando estragos con un cuchillo de mantequilla, en lugar de usar un bisturí)? El consejero más hábil es el que con más cuidado, en oración y con fidelidad, aplica la santificación divina, conformando a otro a la imagen de Jesucristo.
Tal vez no haya hoy en día una amenaza más seria para la vida de la iglesia, que la estampida para aceptar las doctrinas de la psicología secular. Son muchas ideas humanas que Satanás ha puesto en la iglesia, como si fueran verdades poderosas y transformadoras de vidas, provenientes de Dios. La mayoría de los psicólogos personifican el neo-gnosticismo, alegando tener la sabiduría secreta para resolver los problemas reales de las personas. Incluso, hay algunos psicólogos quienes afirman realizar una técnica terapéutica a la que llaman “consejería cristiana”, pero que, en realidad, están usando teoría secular para tratar con problemas espirituales, insertando referencias bíblicas.
El resultado es que los pastores, los eruditos bíblicos, los maestros de las Escrituras y los creyentes fieles que usan la Palabra de Dios son desdeñados como consejeros ingenuos, simplistas y totalmente inadecuados. La lectura bíblica, el estudio, la aplicación diligente y la oración son comúnmente subestimados como “respuestas fáciles y rápidas”, soluciones incompletas para alguien que sufre de depresión o ansiedad. La Escritura, el Espíritu Santo, Cristo, la oración y la gracia ––esas son las soluciones tradicionales hacia donde los consejeros cristianos dirigen a la gente. Pero el cristiano promedio de hoy en día ha llegado a creer que ninguna de ellas realmente ofrece la cura para los problemas de las personas.