Los primeros años del siglo XXI han visto un redescubrimiento y avivamiento del interés en la Reforma protestante. Los jóvenes evangélicos han comenzado a adoptar y resaltar algunas de las doctrinas clave que dieron forma a ese movimiento. Por ejemplo, afirman los principios de sola fide (la fe como único instrumento de justificación), sola gratia (salvación por gracia, aparte de las obras meritorias del pecador) y solus Christus (Cristo como el único camino a Dios).
En los últimos años, ha habido un resurgimiento animador de la convicción de que Dios es soberano en la elección y salvación de pecadores; que (según indican textos como Hch. 11:18; 14:27) arrepentirse del pecado es obra misericordiosa de Dios, no fruto del propio libre albedrío del pecador y que Dios realmente “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” ( Ef. 1:11).
Más importante es que en la primera década del nuevo milenio vimos un énfasis renovado en las doctrinas de justificación, expiación sustitutiva y exclusividad de Cristo. Todas esas son verdades centrales del evangelio, que no necesariamente fueron negadas por anteriores generaciones de evangélicos, pero que, por lo general, se daban por sentado y, por tanto, se pasaron por alto durante décadas.
Todo el renovado interés en estas doctrinas cruciales ha resultado en un desarrollo bueno e importante, hasta el momento.
El título de un artículo de septiembre de 2006, escrito por Collin Hansen en Christianity Today, dio a esta tendencia un apodo que pegó: “Jóvenes, inquietos y reformados”. El artículo (ampliado luego en un libro) fue publicado con el subtítulo: “El calvinismo está regresando… y sacudiendo la iglesia”.[1] Collin Hansen, “Young, Restless, Reformed: Calvinism is making a comeback and shaping up the church”, Christianity Today, Septiembre 22, 2006, consultado el 22 de Agosto de 2019, https://www.christianitytoday.com/ct/2006/september/42.32.html. Christianity Today.
Sin embargo, algunas de las principales figuras en el desarrollo del movimiento no han podido separarse del pragmatismo craso que dominó el movimiento evangélico en la generación de sus padres. Los obsesiona cualquier cosa amena o de moda, se apropian de los caprichos y memes de la cultura pop, y justifican su pragmatismo diciéndose que están redimiendo las artes, participando en la cultura, contextualizando, siendo “misionales” o de la “encarnación”. Los evangélicos jóvenes e inquietos tienen gran cantidad de temas predilectos y metáforas como esas. La santidad no parece ser uno de tales temas, mucho menos el principal.
Tal enfoque a la reforma es uno que ninguno de los reformadores magisteriales reconocería ni tampoco sus herederos espirituales. Llamarlo “reformado” o considerarlo como una expresión legítima del calvinismo es una afrenta a la verdadera historia de la Reforma protestante.
En el 2011, en lugar de las doctrinas reformadas que dichos jóvenes e inquietos profesaban creer, la cerveza, los cigarrillos y los tatuajes se habían convertido en emblemas de facto de su movimiento. Su literatura, sus artículos de blog, sus transmisiones por la Internet y sus sermones apenas mencionaban la santificación, excepto para descartar toda mención de santidad como una forma peligrosa de legalismo.
Un conocido pastor del movimiento declaró incluso que la abstinencia de bebidas alcohólicas es un pecado del que es necesario arrepentirse. Escribí un artículo de blog en el que expresaba preocupación por la dirección que el movimiento estaba tomando, y fui burlonamente ridiculizado como un legalista senil por gran cantidad de voces dirigentes en el movimiento.
Mi preocupación era, y sigue siendo, que el movimiento en su totalidad ha resaltado y exagerado el principio de libertad cristiana sin el equilibrio necesario. Verdadera libertad cristiana significa liberación de la esclavitud del pecado y de la condenación de la ley, no libertad de los preceptos morales de la ley. Al haber sido liberados del pecado y la muerte, ahora estamos llamados a vivir como siervos de la justicia ( Ro. 6:18).
Las Escrituras expresan: “[Vivamos] como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” ( 1 P. 2:16). “Ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación” ( Ro. 6:22). “No uséis la libertad como ocasión para la carne” ( Gá. 5:13).
(Adaptado de Santificación)