Jesús quiere que seamos felices. Lamentablemente, no todo el mundo entiende o cree realmente eso. De hecho, muchos cristianos no están seguros de experimentar realmente la verdadera felicidad. El primer sermón del que se tiene constancia que fue predicado por Jesucristo comienza con el tema de la felicidad, y su verdad reformadora sacudió las mentes de los que lo escucharon.
La verdad del Sermón del Monte irrumpió en las mentes de los oyentes originales porque muchos de ellos eran reacios a que su posición delante de Dios fuera evaluada por los estándares estrictos de Jesús. Tal aversión se encuentra presente también entre muchos de los que profesan ser cristianos en nuestros días. En la actualidad, existe un ambiente de “creencia cómoda” que permite experimentar una felicidad inicial al descubrir el evangelio, pero no un gozo profundo y duradero como resultado de la obediencia diligente a los mandamientos de Cristo.
Nuestro Señor reconoció el problema que podía plantear ese tipo de creencia fácil, tal y como se menciona en Juan 8:30-31: “Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. Jesús afirma que una creencia cómoda o fácil es errónea.
Este concepto de creencia fácil es contrario al mensaje de la salvación y la seguridad de las epístolas del Nuevo Testamento. La vida del creyente genuino nunca se presenta como débil, que hace sólo aquello que le apetece. El creyente es llamado a una vida de obediencia en la cual su fe se ve confirmada por su conducta. Una vida de obediencia es algo que debería fluir de alguien que tiene una relación con Cristo.
La Cena del Señor ilustra la profundidad de una verdadera relación con Jesucristo. Esto se debe a que es el acto de adoración más maravilloso, sagrado y único que la Iglesia de Jesucristo, la cual fue comprada por Su sangre, podrá experimentar. Sirve como un recordatorio sagrado de la cruz y un tiempo de revisión personal. El pan nos habla acerca del cuerpo de Cristo y la copa, acerca de su sangre; los dos elementos apuntando a la cruz donde Él fue crucificado.
Pero además de eso, es una comunión con el Cristo viviente. Jesús dice en Lucas 22:19: “haced esto”, de modo que es un acto de obediencia. Yo acudo a la Cena del Señor tan seguido como sea posible, tomo estos elementos sencillos y en mi corazón, se convierten en símbolos del cuerpo y de la sangre de Jesucristo.
Hay cristianos que rara vez o nunca participan de la Cena del Señor, así como tampoco obedecen la ordenanza del bautismo. En algunos casos, simplemente son ignorantes y no entienden la importancia de la Cena del Señor o el bautismo. A veces, son cristianos sencillamente desobedientes, que actúan de manera carnal. Sin embargo, es posible que las personas que no tienen deseo de dar testimonio a través del bautismo o de su participación en la Cena del Señor no sean realmente cristianas. Ellos pueden creer serlo, pero no lo son.
¿Sabe usted qué es peor que no participar nunca de la Cena del Señor? Participar de esta sin arrepentimiento. Hacer esto implica comer y beber de manera indignamente y ser “culpado del cuerpo y de la sangre del Señor”, como leemos en 1 Corintios 11:27. Y los versículos 28-29 dicen: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”.
Es algo grave cuando un cristiano participa de la Cena del Señor sin arrepentimiento y deseo de justicia y santidad por encima de todo. Pero lo que es más grave aún, es participar de la Cena del Señor y beber indignamente cuando la persona no es realmente cristiana. Por favor, no piense que esto no se aplica a usted porque la cantidad de años que lleva de ser cristiano. En las Bienaventuranzas, es claro que Jesús requiere que nos examinemos a nosotros mismos. Es a esto a lo que Pablo se refiere en 2 Corintios 13:5 cuando dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe”. Demuéstrelo, es lo que Pablo está diciendo. Si resultase fácil apuntar a una experiencia en el pasado para demostrar su salvación, ¿por qué Pablo le pediría que se examinara a sí mismo? Tiene que haber algo más aquí.
Puede que usted esté diciendo: “Bueno, pero yo soy cristiano. Yo creo. He tomado una decisión por Cristo”. Muchas personas apuntan al pasado para verificar su salvación, pero ¿sabía usted que la Biblia no hace nunca mención de eso? Nunca las Escrituras nos dirigen al pasado, siempre basan la prueba de la salvación verdadera en su vida ahora. “Examine” (como dice la Biblia), es un verbo en una acción en presente continuo: “examinaos a vosotros mismos continuamente”.
Dice usted: “Pero, ¿cómo puedo examinarme a mí mismo y saber si soy realmente un cristiano?” Bueno, en las siguientes semanas, estaremos destacando los criterios que Jesús identificó en las Bienaventuranzas, los cuales espero le ayuden a entender lo que Jesús espera encontrar en un creyente genuino.
(Adaptado de El único camino a la felicidad)