En la última serie, se estableció que la Biblia es inspirada por Dios y por esta razón es inerrante, infalible y es autoridad para todo hombre. En esta nueva serie, estaremos cambiando el enfoque para mirar a aquel en el que todo tiene su origen (Gn. 1:1), y contestaremos la importante pregunta: ¿Quién es Dios? Que también es el título de esta serie.
La importancia de esta pregunta
La adoración aceptable demanda que Dios sea conocido —la adoración no puede surgir en un corazón que no cree, honra y obedece al Dios verdadero. El objeto de nuestra adoración debe ser correcto para que nuestra adoración sea aceptable. Debemos tener en cuenta al Dios que adoramos.
La experiencia de Pablo con los filósofos religiosos en el Areópago, narrada en Hechos 17, lo llevó a la clásica confrontación en un caso de adoración inaceptable. Los griegos tenían un altar para “el dios no conocido”. Pablo usó ese ídolo como punto de partida para predicarles acerca de la adoración al Dios verdadero. Pablo les dijo básicamente: “Están adorando en ignorancia. Permítanme hablarles acerca de este Dios desconocido. Él puede ser conocido. No está mal preguntar quién es o cómo adorarlo”.
Dios se ha revelado tan claramente a nosotros en Su Palabra y por medio de Su Hijo, que el hombre no tiene excusa si persiste en la incredulidad. La fe, entonces —y específicamente la fe en Dios como Él se ha revelado a nosotros— es el requisito fundamental para la verdadera adoración. Hebreos 11:6 dice:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan”.
Este versículo declara dos hechos acerca de Dios —que Él existe, y que es posible conocer algo de Su naturaleza. Esto sugiere, entonces, que el verdadero adorador debe tener estas dos verdades presentes en su mente.
Aunque era incurablemente escéptico de toda religión, el historiador Will Durant luchó con la futilidad de toda cosmovisión que excluye a Dios. Él dijo: “La pregunta más grande de nuestro tiempo no es acerca del comunismo versus el individualismo. Ni de Europa versus América. Ni siquiera es de Occidente versus Oriente. Es si el hombre puede asumir su vida sin Dios”[1]Will Durant, On the Meaning of Life (New York, NY: Ray Long & Richard R. Smith, Inc., 1932), 23. Incluso como un reconocido ateo, él comprendía que la cuestión principal en toda la vida es la realidad de Dios.
¿El hombre creó a Dios?
Los escépticos dicen, simplemente, que los cristianos inventaron a Dios. La religión, dicen ellos, ha ideado explicaciones sobrenaturales acerca de lo que los hombres no entienden y ciertamente no hay una realidad sobrenatural —Dios es una creación humana.
Por ejemplo, Sigmund Freud dijo que el hombre inventó a Dios. Esto, por supuesto, es opuesto a lo que dice la Biblia: Dios creó al hombre (Gn. 1:26; 2:7). Freud dice en su libro El futuro de una ilusión, que debido a que el hombre necesita desesperadamente sentirse seguro, ya que tiene miedos profundamente arraigados, y debido a que vive en un mundo amenazador en el que tiene muy poco control sobre sus circunstancias, ha inventado a Dios para satisfacer sus necesidades psicológicas. El hombre siente la necesidad de un medio invisible de apoyo, pero Dios no existe salvo en la imaginación del hombre, dice Freud.
Esta idea fue engendrada en una mente corrupta. Es completamente insostenible, y aún hay un gran número de personas que la creen. Esto demuestra una visión simplista e ignorante sobre las religiones del mundo. Cuando el hombre inventa un dios, muy rara vez es un dios salvador y libertador. Los dioses inventados por el hombre no le ofrecen apoyo psicológico, sino que son dioses opresores que deben ser aplacados continuamente. En la India, cuando una mujer lanza su bebé al Río Ganges con la esperanza de apaciguar a algún dios, no ve a ese dios como a alguien que la va a librar de sus problemas. Su dios es un temible ogro. Los dioses falsos son inventos del hombre. Ciertamente, los dioses falsos son un invento del hombre, pero no son como el Dios verdadero, y de ninguna manera niegan la realidad del Dios verdadero.
El hombre no hizo a Dios. De hecho, si fuera por el hombre, el Dios de la Biblia no existiría. La mente no regenerada es hostil hacia Dios. Es “enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo” (Ro. 8:7). Por consiguiente, todo pecador hace todo lo posible por eliminar al Dios verdadero. Inventa dioses falsos. Postula ideologías para afirmar que Dios está muerto. Concibe filosofías y estilos de vida que afirman que la idea misma de un Dios es ridícula.
La mayoría de las personas niegan la existencia de Dios de alguna forma. Muchos de los filósofos que son ateos, son denominados como ateos pragmáticos. Aunque no rechazan el concepto de Dios, viven como si no existiera. Tito 1:16 describe a tales personas: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”.
Esta ha sido la norma desde Adán y Eva. Inmediatamente después de pecar se escondieron de Dios. Trataron de actuar como si Él no existiera. La humanidad ha seguido este patrón a lo largo de la historia. Romanos 1 nos dice que los hombres saben en su corazón que Dios existe. El versículo 19 dice: “Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó”. El versículo 20 dice: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo”. El versículo 21 dice: “Habiendo conocido a Dios”. Y el versículo 28 dice: “Ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios”.
Freud estaba equivocado. El hombre no ha inventado a Dios. El hombre restringe el conocimiento de Dios con injusticia (Ro. 1:18) en un intento vano de silenciar la verdad que él ya conoce. El hombre desearía que Dios dejara de existir, si pudiera. Ellos ignoran las muchas pruebas convincentes que Dios nos ha dado de Sí mismo a través de Su creación y dentro de nuestros poderes de razonamiento. Las cuales consideraremos en el próximo blog.
(Adaptado de Adorar: ¡La máxima prioridad!)