Hoy en día, muchas personas creen que la forma y el método de adorar son simplemente una cuestión de preferencia. Pero la Escritura enseña sistemáticamente lo contrario.
Dios juzgó repetidamente a aquellos que no le adoraban adecuadamente. Cuando el pueblo de Israel adoró al becerro de oro, Dios mitigó misericordiosamente Su justo juicio, que habría sido la destrucción total de la nación. En cambio, solo mató a tres mil de ellos (Éx. 32:7‒28). Esto es una ilustración gráfica de cómo ve Dios la adoración falsa.
Cuando la adoración es incorrecta
Levítico 10 describe la ordenación al sacerdocio de Nadab y Abiú, hijos del sumo sacerdote Aarón. Ellos habían esperado durante toda su infancia y juventud para convertirse en sacerdotes, preparándose y formándose para el sacerdocio. Ahora, iban a ser ordenados.
Pero en su primera función real como sacerdotes, ofrecieron “fuego extraño” (Lv. 10:1). La falta exacta que cometieron no se explica con detalle. La expresión hebrea habla de “fuego no autorizado”. Quizás ofrecieron un tipo de incienso extranjero (Éx. 30:9). Quizás hicieron la ofrenda después de beber vino (cf. Lv. 10:8–9). En cualquier caso, no hicieron lo que se les había prescrito hacer como sacerdotes que guiaban al pueblo en adoración. Actuaron independientemente de la revelación de Dios con respecto a la adoración adecuada y Dios los mató a ambos al instante.
Fue un día triste. Después de anticipar toda su vida que guiarían al pueblo en adoración, lo perdieron todo con un solo paso en falso el primer día. Desobedecieron y fueron muertos en el acto.
El rey Saúl fue culpable de un pecado similar. En 1 Samuel 13:8‒14, leemos:
“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó”.
Saúl decidió usurpar el papel de sacerdote. Se apartó del método de adoración prescrito por Dios y eso finalmente le costó el trono a sus descendientes.
Uno de los relatos más reveladores del Antiguo Testamento es la historia de cómo Uza perdió la vida. Al parecer, Uza era un coatita. Los coatitas tenían una tarea y era transportar el arca del pacto. Uno de los principios básicos que aprendieron fue no tocar nunca el arca. Se transportaba mediante palos que se introducían en unos anillos y los coatitas la llevaban sobre sus hombros de la manera explícitamente prescrita en Números 4:5‒6. El versículo 15 dice que debía cubrirse con cuidado: “No tocarán cosa santa, no sea que mueran”.
Ese era el método de Dios. 2 Samuel 6:3, 6‒7 describe el método de Uza:
“Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, para que la pudieran llevar de la casa de Abinadab que estaba en la colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo… Pero cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo porque los bueyes casi la volcaron. Y se encendió la ira del Señor contra Uza, y Dios lo hirió allí por su irreverencia; y allí murió junto al arca de Dios” (NBLA).
Uza, desobedeciendo el método divinamente ordenado, estaba permitiendo que el arca fuera transportada en un carro, aunque fuera uno nuevo. Cuando el carro dio un bache en el camino, casi se volcó. Uza, que había sido entrenado toda su vida para proteger el arca del Pacto, extendió la mano para evitar que se cayera del carro. La tocó y Dios lo mató en el acto.
Uza seguramente tenía buenas intenciones. Puede parecer que solo estaba tratando de hacer su trabajo protegiendo el arca, pero estaba actuando de manera incorrecta. Se esforzaba por cumplir con una responsabilidad ante Dios de una manera que no estaba de acuerdo con la revelación que Dios había dado. Uza pudo haber visto su acto como uno de adoración, como un intento de preservar la santidad de Dios, pero profanó el arca con el toque de su mano y eso le costó la vida.
Todos estos incidentes nos enseñan que Dios no acepta la adoración corrompida. Algunos insistirían en que cualquier tipo de adoración sincera es aceptable para Dios, pero eso simplemente no es cierto. La Biblia enseña claramente que aquellos que ofrecen una adoración a su manera son inaceptables para Dios, independientemente de sus buenas intenciones. Por muy pura que parezca nuestra motivación o por muy sinceros que seamos en nuestros intentos, si no adoramos a Dios de acuerdo con Su revelación, Él no nos bendecirá.
Israel en el Sinaí, Nadab, Abiú, Saúl y Uza son ejemplos gráficos de esta verdad. Afortunadamente, Dios nos ha dicho claramente cómo y cómo no adorarlo. La próxima vez, veremos cuatro categorías de adoración falsa que están explícitamente prohibidas en la Escritura.

(Adaptado de Adorar: ¡La máxima prioridad!)