Pablo concluye sus comentarios acerca de la oración destacando un segundo aspecto, una aplicación específica. Esto encaja con el modelo habitual del apóstol de primeramente enseñar y, luego, hacer una correlación práctica de la enseñanza. En este contexto Pablo añade a los “todos” de Efesios 6:18 un mandato preciso:
“Y [oren] por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar" (vv. 19–20).
¡Qué gran hombre era Pablo! Primero formula el fundamento, y luego dice: “¡Yo soy la persona por la que pueden comenzar!”. Observe, además, que el apóstol no pedía por necesidades físicas, como muchos harían.
Por muy grandes que fueran sus necesidades materiales y emocionales, el apóstol pedía oración para que se le concediera el mensaje de Dios y él tuviera la valentía de comunicarlo. Así que Pablo no pedía oraciones de modo egoísta, sino para que su ministerio pudiera continuar sin obstáculos, aunque él estuviera en la cárcel en ese momento. Se pone, pues, a sí mismo como ejemplo vivo, haciendo a sus lectores partícipes de su vida para que oren por él.
Eso establece un modelo de oración para nosotros. Debemos preocuparnos, primordialmente, por la dimensión espiritual. Esto significa que, en vez de orar simplemente para que las personas sean liberadas de las pruebas o los males físicos, debemos orar pidiendo que tengan una buena relación con Dios, a fin de poder afrontar la prueba con la debida actitud.
No sea usted tan corto de vista como para dejar de orar por las necesidades materiales, aunque lo que a Dios le interese principalmente sea el bienestar espiritual de las personas. Nuestras pruebas tienen el propósito de hacernos crecer espiritualmente. De modo que no se conforme con pedir que dichas pruebas se acaben, sino ore para que se produzca el crecimiento que Dios desea. Las oraciones de Pablo perseguían siempre objetivos espirituales; las metas físicas no eran nunca el centro de atención.
A medida que aprenda a orar como nos enseña el apóstol, irá tomando más conciencia de Dios y será menos egoísta. Y a medida que se humille, pase más tiempo con el Espíritu Santo y ore bajo Su supervisión, descubrirá que su vida se va conformando a la misma imagen de Jesucristo. ¡Ese es el propósito de la oración!

(Adaptado de Llaves del crecimiento espiritual)