¿Cómo podemos saber si nuestra adoración agrada a Dios? Una forma segura es evitar con mucho cuidado lo que la Biblia considera adoración falsa. Las Escrituras sugieren al menos cuatro categorías de adoración corrompida. Hoy veremos dos de esas categorías.
Adorar al dios equivocado
Una forma de adoración falsa es la adoración a dioses falsos. No hay otro Dios sino el Dios de la Biblia y Él es un Dios celoso que no tolerará que se adore a otro. En Isaías 48:11, Dios dice: “Mi honra no la daré a otro”. Éxodo 34:14 dice: “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”.
Sin embargo, la mayor parte del mundo adora a dioses falsos. Romanos 1:21 acusa a toda la humanidad de esta tendencia: “Pues habiendo conocido a Dios”, escribió Pablo, refiriéndose a la raza humana caída, “no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”.
Pablo luego describe la historia del descenso de la humanidad hacia formas más profundas y perversas de adoración falsa. Es significativo que la esencia misma de la depravación humana, tal como la describe Pablo, esté ligada a la adoración falsa, comenzando con la resistencia a adorar a Dios como debemos. Aquellos que se alejan del Dios verdadero invariablemente crean sus propios ídolos para adorarlos y eso conduce inexorablemente a expresiones cada vez más abiertamente perversas de religión falsa. Pablo lo resume en pocas palabras: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (vv. 22–23).
El versículo 24 describe las amargas consecuencias de adorar a dioses falsos: “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”. El versículo 26 dice: “Dios los entregó a pasiones vergonzosas”. El versículo 28 añade: “Dios los entregó a una mente reprobada”.
Así que el resultado de la adoración inadecuada es que Dios simplemente entrega a los idólatras a su pecado y a sus consecuencias. ¿Se le ocurre algo peor? Su pecado se convierte cada vez más en el factor dominante en sus vidas y, en última instancia, en Romanos 1:3‒2:1, aprendemos que se enfrentan al juicio sin excusa.
Somos criaturas espirituales y el impulso de adorar es una de las necesidades humanas básicas que Dios diseñó en nuestros corazones. Todo el mundo adora. Cuando las personas rechazan a Dios, invariablemente adoran a dioses falsos. Eso es cierto incluso para un ateo. Él se adora a sí mismo. Eso, por supuesto, es lo que Dios prohibió en el primer mandamiento (Éx. 20:2‒3).
Los dioses falsos pueden ser objetos materiales o seres míticos, entre otras cosas. Los dioses materiales pueden ser adorados incluso sin la conciencia de que son deidades. Job 31:24‒28 dice:
“Si puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi mano hallase mucho;
Si he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna cuando iba hermosa,
Y mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano;
Esto también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano”.
Job rechazó la inclinación a adorar su riqueza material. Si usted adora lo que posee, si centra su vida en sí mismo, en sus posesiones o incluso en sus necesidades, ha negado a Dios. En efecto, ha convertido sus posesiones en su dios.
Habacuc 1:15‒16 describe la falsa adoración de los caldeos explicando que los caldeos “Sacarán a todos [los justos] con anzuelo, los recogerá con su red, y los juntará en sus mallas; por lo cual se alegrará y se regocijará. Por esto hará sacrificios a su red, y ofrecerá sahumerios a sus mallas”. “Su red” era su poderío militar y el dios al que adoraban era el poder armado, un ejemplo clásico del tipo de adoración falsa en la que caen con frecuencia algunas naciones.
Otros crean deidades personales imaginarias como sus dioses falsos. Eso también es inaceptable. Primera de Corintios 10:20 advierte que las cosas sacrificadas a los ídolos se ofrecen en realidad a los demonios. Por lo tanto, si los hombres adoran a seres falsos, en realidad pueden estar adorando a los demonios que se hacen pasar por esos dioses falsos.
Darle una forma falsa al Dios verdadero
Un segundo tipo de adoración inaceptable es la adoración al Dios verdadero de una forma incorrecta. Éxodo 32:7‒9 registra la respuesta de Dios cuando los israelitas hicieron un becerro de oro para adorarlo:
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”.
Observe que rendían homenaje con sus labios a Jehová, el que los había liberado de la esclavitud egipcia. Creían que estaban adorando al Dios verdadero, pero lo habían reducido a una imagen.
Años más tarde, según se registra en Deuteronomio 4:14‒19, Moisés dijo a los israelitas reunidos:
“A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos”.
En otras palabras, cuando Dios se reveló a los israelitas, no se encarnó en ninguna forma distinta. Hubo manifestaciones de Su gloria y poder —las columnas de fuego y humo, los milagros y la gloria reflejada en el rostro de Moisés—, pero no hubo ninguna representación tangible o visible de Dios. Eso es una verdad que afirma toda la Escritura. ¿Por qué? Porque Dios no desea ser reducido a ninguna imagen.
Si usted piensa en Dios como un anciano con barba sentado en un trono, eso es inaceptable. La idolatría no comienza con el martillo de un escultor, comienza con la mente. Cuando pensamos en Dios, ¿qué debemos visualizar? Absolutamente nada. Quizás por eso se describe a Dios como luz. No es posible hacer una estatua de luz. Ninguna concepción visual de Dios podría representar adecuadamente Su gloria eterna.
En la próxima oportunidad, continuaremos analizando otras dos formas de adoración inaceptables que se describen en las Escrituras.

(Adaptado de Adorar: ¡La máxima prioridad!)