Como creyentes somos llamados a una comunión íntima con Dios por medio de la oración. El apóstol Pablo dice en Efesios 6:18: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ella con toda perseverancia y suplica por todos los santos” (énfasis añadido). Como aprendimos en el último blog, el apóstol repite cuatro veces el adjetivo “todo” en este versículo. Estos conforman cuatro aspectos de la oración, los cuales he llamado: Los “todos” de la oración. En el último blog cubrí los primeros dos, comenzando con “la variedad de la oración” y “la frecuencia de la oración”. En este blog me enfocaré en: Las actitudes de la oración.
En Efesios 6:18, Pablo examina las actitudes apropiadas de la oración: “Velando en ello con toda perseverancia y súplica”. “Perseverancia” significa “constancia”, persistir en la tarea. Cuando oramos por alguna cosa, hemos de ser constantes hasta que recibamos la respuesta. Como el hombre de Lucas 11:5–8, que siguió golpeando la puerta de su vecino hasta que le abrió y le proporcionó el pan que necesitaba para sus inesperados huéspedes. Dios nos dice, en efecto, que Él responderá de esa misma manera. Su oído está siempre atento a la oración continua y perseverante.
Para perseverar en la oración, es importante que estemos “velando”. No podemos orar inteligentemente a menos que seamos conscientes de lo que está sucediendo. Muchos cristianos olvidan o pasan por alto la exhortación de Pedro en cuanto a ser “sobrios y velar en oración” (1 P. 4:7). El apóstol nos insta a que mantengamos una oración despierta, incesante, perseverante y vigilante.
¿Está usted al tanto de lo que pasa con su familia? ¿Con su esposa? ¿Ora por ella fielmente y sin cesar? ¿Pide constantemente a Dios que la haga el tipo de mujer que debería ser? ¿Ora con regularidad para que Dios la bendiga, enriquezca su vida y la lleve a la madurez espiritual?
¿Y con su esposo? ¿Ora usted para que el Señor le haga un hombre de Dios en todos los sentidos? ¿Pide que pueda ser como Cristo en la dirección espiritual de su hogar? ¿Suplica a Dios que le capacite para tomar las decisiones correctas? ¿Ora para que el Señor le ayude en su trabajo? ¿Es usted consciente de los problemas y conflictos a los que se enfrenta y, luego, ora por ellos?
¿Y con sus hijos? ¿Le pide a Dios que los edifique en el Espíritu, que se fortalezcan en el Señor y sean guardados del maligno? ¿Y con sus vecinos? ¿Con la gente que le rodea? ¿Con los niños del colegio? ¿Con los enfermos? ¿Y con otros que necesitan sus oraciones? Cuando alguien le cuenta una necesidad, ¿de verdad ora o tan solo dice que va a orar y se olvida?
En nuestra iglesia solíamos tener a un hombre que llevaba en su maletín un montón de cuadernos con todas las peticiones que había hecho a Dios y que Él le había contestado a través de los años. Cuando supe lo que hacía, ya iba por su decimoquinto o decimosexto cuaderno. ¡Él “velaba” de veras! Cuando se enteraba de alguien que tenía una necesidad, la escribía y oraba por ella; un buen ejemplo para seguir. Luego anotaba cuándo había llegado la respuesta. Sus cuadernos eran testimonio visible de la fidelidad de un Dios que contesta las oraciones.
Que esa también sea nuestra actitud en la oración. Que seamos fervientes y constantes. Velando persistentemente en oración. En el próximo blog cubriremos el último de los cuatro “todos” de la oración.
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(Adaptado de Llaves del crecimiento espiritual)