Grace to You Resources
Grace to You - Resource

Los invito a tomar su Biblia y abrirla en Filipenses, capítulo 2 –Filipenses, capítulo 2. Y quiero tomar como el texto para nuestro mensaje de Navidad los versículos 6 al 11. Filipenses 2:6 al 11. Ahora, antes de que leamos el texto y presentemos específicamente lo que el Espíritu de Dios ha dicho, permítame tan sólo colocar nuestros pensamientos en contexto. En Navidad, somos confrontados de nuevo, y estoy seguro que está consciente de esto, con la tarea que algunas veces es muy difícil de separar la realidad de la Navidad, de la basura que rodea esa realidad. Hay tanta confusión que a algunas veces usted se siente como si la historia real de la Navidad es como un diamante perdido en un pajar. Simplemente, parece imposible encontrarlo. La Navidad realmente se ha vuelto un lodo sin esperanza de confusión.

La humildad y la pobreza del establo de alguna manera están confundidos con la riqueza, y el egoísmo de dar regalos. La quietud de Belén está mezclada con el ruido de los centros comerciales y el tráfico en la autopista. La sobriedad de la encarnación de alguna manera está mezclada con la embriaguez de esta temporada. Las luces de colores que parpadean de alguna manera tienen alguna conexión con la estrella de Belén. El lugar en la posada, tan oscuro, tan sucio, tan sencillo, tan austero, de alguna manera abraza el pensamiento de una casa cálida, una chimenea y una fiesta opulenta. Los juguetes baratos de plástico para niños pequeños con los cuales juegan o expresan su torpeza están mezclados con el valor verdadero de los regalos dados por los hombres sabios. Los vendedores de alguna manera se mezclan con los pastores. Los ángeles se confunden con renos que vuelan, uno de los cuales incluso tiene una nariz roja.

El dolor del parto está mezclado con las fiestas. La suciedad del establo está confundida con la blancura de la nieve blanca. Y después están María, José, Perry Como y Bing Crosby. Y así sigue. La gran realidad de la Navidad, la cual es la gloria del Señor siendo revelado, es oscurecida por tanta actividad, y ruido y comercialismo; y creo que es verdad que Santa Claus se ha vuelto el enfoque de la Navidad para la mayoría de la gente. Y me he dado cuenta en los años en los que he estado ministrando, que más y más cada año, Santa Claus toma un lugar dominante. De hecho, es sorprendente, pero creo algunas personas tienen problemas confundiendo a Santa Claus con Jesús; si se puede imaginar eso.

Una de las confusiones más increíbles y blasfemas de Navidad que jamás leí, apareció en una publicación reciente de las noticias Episcopales, La Diócesis de Los Ángeles, escrita por un rector de la Iglesia de San Marcos, en la parte Norte de California. Escribió este artículo. Creo que podría apuntarle a usted algo de la confusión de Navidad. Escuche: “Hay unas cuantas causas con las que estoy tan comprometido y de manera tan apasionada que la de Santa Claus. Santa Claus merece no solo algún lugar en la iglesia, sino el lugar más alto de honor, en donde él debería ser colocado en un trono como el anciano de días de barba larga, el santo y divino a quien llamamos Dios.

“Santa Claus es Dios Hijo. ‘Más vale que tenga cuidado, más vale que no llore, más vale que no haga berrinche. Le digo por qué Santa Claus viene a la ciudad. Simplemente, se refiere a que Dios Hijo se metió en los secretos del corazón con la misma facilidad con la que se mete por la chimenea de la casa. Santa Claus es Dios Padre, el creador del cielo y de la tierra, en cuya mano está un paquete que está rompiéndose en las costuras por los regalos de su creación. Santa Claus es Dios el Espíritu Santo, quien viene con el sonido de la risa gentil, con la forma de un tazón lleno de dulces, para sembrar en la noche las semillas del buen humor. Santa Claus, de hecho, merece el lugar exaltado y más alto en la iglesia, porque él es Dios, Hijo, Padre y Espíritu Santo.

“Entonces ahí está él: Dios Hijo, Dios Padre, Dios Espíritu Santo. Lo he visto en la tienda de juguetes. Lo he visto en su auto en la autopista. Y cuando lo veo con su barba loca y su atuendo holgado rojo, veo más que el mercader de la temporada de juguetes plásticos baratos. Vi a nadie menos que al Dios trino”, fin de la cita. ¡Increíble! ¿Santa Claus es la encarnación? Qué confusión; y de nadie menos que el clero. ¿Qué tan lejos se puede usted perder la Navidad real? ¿Verdad? ¿Tan lejos que cree que Santa Claus es la encarnación del Dios trino? ¡Qué confusión!

Ahora, conforme enfrentamos la realidad de la Navidad, quiero que veamos la historia verdadera. Y en esta ocasión, no desde la perspectiva de Belén o de José o de María o los pastores o los que guardaban la posada o los hombres sabios o Herodes o los profetas del Antiguo Testamento. Pero quiero que veamos la historia de la Navidad desde el punto de vista del Espíritu de Dios, como es revelada al apóstol Pablo. Y creo que nos da la historia real de la Navidad. El escenario no está ahí. Belén no es lo que importa. Los pastores, y los hombres sabios, y José, y María, y los pesebres y los bueyes, no aparecen en esta perspectiva. Pero lo que está aquí es la realidad de la encarnación.

Este es uno de los textos más grandes en toda la Biblia. Quizás es la afirmación más profunda de la historia de la Navidad que se encuentra en la Palabra de Dios. Pablo Rees dijo: “El pasaje es oceánico, porque las profundidades son imposibles de alcanzar y las mareas no se pueden medir. En él, entramos a las profundidades”. F.B. Meyer dijo: “Es casi imposible de abordarlo en su majestad sin paralelos”.

Y, créame, es un desafío más grande del que puedo enfrentar tratar con su plenitud, pero si tan sólo puedo razgar su superficie, eso sería infinitamente satisfactorio por ahora. Observe los versículos 6 al 11. Y en estos versículos, veremos cinco pasos en la historia de la Navidad, cinco características conforme Dios entra al mundo, cinco grandes aspectos de la encarnación. En primer lugar, número uno, el Señor Jesucristo abandonó un lugar soberano. Él abandonó un lugar soberano. Versículo 6, comencemos: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Ahora, vamos a detenernos ahí.

Encontramos en el versículo 6 en particular, y después simplemente al comienzo del versículo 7, que el Señor cuando Él vino al mundo abandonó un lugar soberano. Ahora, en primer lugar, el Espíritu Santo establece ese lugar soberano. Observe el versículo 6. Comienza con el pronombre relativo “el cual”, y eso se refiere de regreso a Cristo Jesús en el versículo 5. “Cristo Jesús, siendo en forma de Dios”. Cristo Jesús, entonces, es el tema de este pasaje, el Señor Jesucristo. Ahora, ¿qué dice de Él? La primera frase: “siendo en forma de Dios”. Ahora escúcheme; esto sin duda alguna es el corazón y el alma de la fe cristiana. La afirmación de la deidad de Jesucristo es el sine qua non de todo lo que creemos. Esa es la razón por la que siempre está bajo ataque. Cristo es en forma de Dios. Es la deidad de Jesucristo, lo que es la afirmación sustantiva de la fe cristiana.

Ahora, veamos lo que esta frase significa. La palabra “siendo” es muy importante. La palabra “siendo” denota aquello que una persona es en su esencia misma; aquello que una persona es en su naturaleza. En otras palabras, aquello que es verdad de una persona que no puede ser alterado, no puede ser cambiado. Aquello que alguien posee de manera inalterable e incambiable que no puede ser quitado. Se refiere a la naturaleza y esencia innata, incambiable, inalterable de una persona. Por ejemplo, los hombres pueden verse diferentes, pero todos son hombres; esa es su naturaleza. Todos tienen los mismos elementos básicos de ser humanos: la función de respirar, y el corazón, los órganos, la mente, la voluntad, los pensamientos, la emoción. Estos son los elementos de la esencia humana.

Usted puede cambiar su ropa. Usted puede hacer cosas en la forma física. Pero usted nunca puede cambiar la esencia humana. Ese es el ser del hombre. Y ese es el significado de este término. Y dice de Cristo, que Él es en el ser de Dios. Él entonces es, de manera inalterable e incambiable, Dios en Su esencia, en Su ser esencial. De hecho, en Juan 8:58, Jesús dijo: “Antes de que Abraham fuera, Yo soy”. Y Él usó el “Yo soy” porque Él vive como un Dios eternamente presente. Él está en el modo eternamente de “Yo soy”, en el modo presente. Él es siempre y siempre será. Él no fue y será, Él simplemente es “Yo soy”. Esa es la base de nuestra fe. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era” –¿qué?– “Dios”.

Hebreos 1: “En estos postreros días ha hablado por el Hijo, quien es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su persona”. Primera de Timoteo 3:16: “Grande es el misterio de la piedad” –¿Cuál es?– “que Dios fue manifestado en la carne”. Esa es la sustancia de nuestra fe: que Jesucristo es Dios. Colosenses 1:15: “Él es la imagen del Dios invisible”. Entonces, la palabra “siendo”, tiene que ver con Su naturaleza esencial. Jesucristo, entonces, tiene Su ser –ahora vuelva a subrayarlo– en la forma de Dios. Ahora, ¿qué queremos decir con “forma”? En inglés o en español realmente no nos pueden ayudar con esta palabra griega. Tenemos que regresar y hablar del término griego por un momento.

No es “forma” en el sentido de lo que pensamos de forma material o apariencia. Es completamente diferente eso. La palabra en el griego es la palabra μορφή (morphe), y μορφή (morphe), tiene que ver con la naturaleza profunda, interna, esencial, permanente de algo. No es lo externo. Esa es la palabra σχῆμα (schema), σχῆμα (schema) significa: lo externo, lo pasajero, lo cambiante, lo temporal. Y, por cierto, vea el versículo 8; σχῆμα (schema) es usado en el versículo 8: “Estando en la condición de hombre”. Vamos a hablar de eso en un momento. Condición. Pero “condición” es lo externo, lo cambiante. “Forma” es μορφή (morphe), lo incambiable, lo interno.

Por ejemplo, si usted rastrea el uso de ese término μορφή (morphe) en sus diversas formas, usted descubrirá que es exactamente donde se encuentra el énfasis. Hay lugares en donde parece ser usado a manera de solapamiento, pero los usos específicos de μορφή (morphe) en textos muy importantes del Nuevo Testamento nos llevan a concluir que significa la naturaleza interna. Por ejemplo, en Romanos 8:29: “A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran conformados a la imagen de su Hijo”. Y es μορφή (morphe). Es una nueva naturaleza, un cambio interior. El interior del hombre es conformado a la imagen de Su Hijo. Está hablando de nuestra naturaleza. Segunda de Corintios 3:18, dice: “Conforme vemos la gloria del Señor somos transformados a su imagen”. De nuevo, es μορφή (morphe).

Somos cambiados en el interior, un cambio permanente que afecta nuestra naturaleza interior. Gálatas 4:19, Pablo dice: “Hijitos míos, sufro dolores de parto hasta que Cristo sea μορφή (morphe) en ustedes”, hasta que, literalmente, Él sea formado en ustedes. Él no está hablando de lo de afuera. Él no está hablando de lo externo, sino que la imagen de Cristo sea manifiesta en su naturaleza interna de hombre. En Filipenses 3:10, él lo usa otra vez; él dice: “A fin de ganar a Cristo, y ser conformado a su muerte”. Entonces, él está hablando de una representación interna profunda de la imagen de Dios.

Por otro lado, la palabra σχῆμα (schema), de la cual obtenemos esquema, es algo que tiene que ver con algo externo, pasajero, temporal. Por ejemplo, Primera de Corintios 7:31, usa σχῆμα (schema) de esta manera: “La apariencia del mundo pasa”. Segunda Corintios 11:14: “Satanás se disfraza de ángel de luz”. Él realmente no lo es, pero se viste de esa fachada. Primera de Pedro 1:14 dice: “Como cristiano, no se conformen a los deseos que antes tenían”. En otras palabras, tienen una nueva naturaleza, son una nueva creación, no se vistan de la vida antigua. Usted encuentra estas dos palabras juntas en Romanos 12:2: “Dejen de conformarse externamente conforme a este mundo, sino sean transformados en su hombre interior mediante la renovación de su mente”.

Entonces, una está profundamente relacionada a lo interno, y una a lo externo. Y la que está relacionada a lo interno es usada aquí. Es el ser en la μορφή (morphe) de Dios. Esto es, de manera substancial y esencial, siendo en Su hombre naturaleza interna más profunda, en la forma de Dios. Él es Dios. No deje que nadie niegue eso. Esa es la afirmación básica de la fe cristiana. Como consecuencia, observe el final del versículo 6: “No estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Ahora, ¿qué significa eso? Escuche esto. Satanás fue un ángel creado. Satanás fue creado por Dios, él era inferior a Dios, él era menos que Dios. Pero en Isaías 14, él dijo: “Subiré, subiré, haré, haré, haré, haré” cinco veces, y la sustancia de lo que él estaba diciendo fue: “Seré como” –¿quién?– “Dios”.

Satanás pensó que debía aferrarse para ser igual a Dios. Él pensó que debía apoderarse de eso, debía aferrarse a eso. Jesús no lo hizo. ¿Por qué? Él ya era igual a Dios. No había nada que Él buscara. No había nada a lo cual se aferrara Él. Él es lo opuesto a Satanás. Segunda manera de abordarlo, el verbo que es usado ahí significa arrebatar o agarrar o sostener con fuerza. Y también puede ser interpretado de esta manera: “Él no pensó que era algo a lo que debía aferrarse”; no tanto que Él no lo tenía y Él lo arrebató, sino que Él lo tenía y podría perderlo, y, por lo tanto, se aferró a eso. Pero Jesús no se aferró a esto temiendo que lo podía perder. ¿Por qué? Porque Él esencialmente era Dios, y nunca podría dejar de ser Dios.

Entonces, no era algo que Él tenía que arrebatar para conseguirlo, y no era algo a lo que tenía que aferrarse para mantenerlo, ¿lo ve? Es una afirmación clásica afirmando que Jesús es Dios en Su naturaleza interior; a tal grado que Él no lo buscó, y a tal grado que Él nunca temió perderlo. Él es Dios. Ese es el gran corazón y alma del Señor Jesucristo. Pero después esto, versículo 7: “Sino que” –una versión dijo– “se hizo de ninguna reputación”. El griego dice esto: “Él se vació a sí mismo”, κενόω (keno), de lo cual obtenemos el término teológico “la kenosis”, el vacío personal. Él se vació a sí mismo. El verbo significa derramar todo, hasta que todo se acaba. Él se derramó a sí mismo. Él se vació a sí mismo. Él se despojó a sí mismo. Él cedió todo.

Ahora, ¿qué está diciendo esto? Bueno, lo que señalé en la primera afirmación que hice, conforme usted comienza a avanzar a lo largo de los pasos de la encarnación, en primer lugar, el Señor Jesucristo abandonó un lugar soberano. El lugar soberano es afirmado en el versículo 6, y el abandono del mismo está en el versículo 7. Ahora, observe que no dije que El abandono Su deidad. Él no rindió Su deidad. Él no rindió Sus atributos divinos. Él abandonó Su lugar. Él nunca podía rendir esas cosas; son Su ser esencial, y si Él dejara de ser Dios, Él no sería nadie. Y Dios no podría dejar de ser Dios de cualquier manera, porque es eterno. Ahora, ¿qué es lo que Él entonces rindió? ¿Qué es lo que Él derramó? ¿De qué se vació?

Algunas personas han tratado de decir que Él vació Su deidad. Eso es ridículo, porque Él entonces dejaría de existir. Eso era lo que Él era; Él nunca podía perder eso. Algunos escritores, creo, lo dijeron de esta manera: “Él se despojó de su privilegio. Él rindió los indicadores de Su majestad y demás. Pero permítanme decírselo de manera muy simple. Puedo decirle en el Nuevo Testamento lo que Él rindió, porque el Nuevo Testamento nos dice exactamente lo que Él rindió.

En primer lugar, Él rindió Su gloria. Él rindió la manifestación de Su gloria. Él rindió la radiación de Su brillo y emanación eternos, la manifestación plena de todos Sus atributos en gloria. Esa es la razón por la que en Juan 17:5, Él dice: “Y ahora, Padre, glorifícate en mí y a ti mismo con la gloria que yo tenía contigo antes de que el mundo fuera”. Devuélveme la gloria que tuve una vez, lo cual significa que en ese punto no la tenía. Él veló Su gloria en carne humana. Él hizo a un lado la expresión completa de Su gloria.

En segundo lugar, Él rindió Su honor. Él rindió Su honor. Isaías 53 dice que Él fue menospreciado, Él fue rechazado. El Nuevo Testamento nos dice que Él fue odiado, Él fue objeto de burla, le escupieron. Le arrancaron la barba. Él fue difamado. Él fue deshonrado. Él fue desacreditado. Él fue acusado. Él fue asesinado. De manera clara, Él rindió su honor. El profeta Isaías dijo que en Su menosprecio y rechazo, no había belleza en Él para que los hombres lo desearan. En tercer lugar, Él rindió Sus riquezas. Segunda de Corintios 8:9 dice: “El que era rico por nosotros, se hizo” –¿qué?– “pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos”.

En cuarto lugar, Él rindió Su relación favorable con el Padre. Y Él hizo eso sólo una vez, en un momento en el tiempo, cuando Él murió en la cruz y dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Pero Él vivió con la ansiedad de llegar a ese punto a lo largo de toda Su vida.

Él también rindió el ejercicio independiente de su autoridad. Él dijo: “Sólo hago lo que el Padre me muestra. Mi comida es hacer la voluntad del Padre. Lo que el Padre dice, lo haré. Lo que veo hacer al Padre, lo hago”. En otras palabras, Él rindió el ejercicio independiente de Su autoridad divina. Él rindió Su relación tan especial con Dios. Él rindió Sus riquezas. Él rindió Su honor. Él rindió Su gloria. Él se vació de todas esas cosas, sin embargo, continuó siendo Dios. No fue que Él perdió alguno de Sus atributos divinos, es que Él escogió no usarlos; Él rindió la prerrogativa, o el privilegio, de usarlos. ¿Todavía era Dios? Sí, eso era Él.

Por cierto, es un misterio profundo y no puedo llegar a su profundidad total. Juan Milton escribió: “Esa forma gloriosa, esa luz que no podía sufrir, la hizo a un lado, y aquí con nosotros para estar, dejó las cortes del día eterno, y escogió con nosotros una casa oscura de arcilla mortal”. Él era Dios, pero Él rindió todos Sus privilegios. Hombre, ¿habla eso mucho de Su naturaleza? ¿Habla eso mucho de Su amor? Un reportero estaba entrevistando a un consejero exitoso que había colocado a la gente en diferentes lugares y había tenido tanto éxito. Él tuvo un porcentaje tan alto de éxito que el reportero dijo: “¿Cuál es tu secreto? ¿Cómo evalúas a la gente? ¿Cómo es que realmente puedes saber cómo es una persona?”.

Él dijo esto: “Si quiere saber cómo es una persona, no le des responsabilidades. Dale privilegios. Si le das responsabilidades, y la mayoría de la gente va a cumplir con sus responsabilidades, y vas a intimidarlos lo suficiente o les vas a pagar lo suficiente. Pero si quieres conocer realmente quién es una persona, dales un privilegio. Una persona con virtud real, y abnegación real, y liderazgo real va a usar sus privilegios para ayudar a otros y para construir la organización. Un hombre de menor virtud va a usar sus privilegios sólo para promoverse a sí mismo”. Jesús tuvo todos los privilegios de gloria, y Él no tenía ninguna obligación hacia nosotros. Él era igual a Dios. Sin embargo, dice tanto de Su virtud que Él escogió usar Sus privilegios para edificar el Reino del Padre y alcanzar a pecadores perdidos. Entonces, como un rey que se quita su túnica de majestad y se pone el atuendo de un mendigo, el Hijo de Dios abandonó un lugar soberano.

Segundo punto: Él aceptó el lugar de un siervo. Él aceptó el lugar de un siervo. De regreso al versículo 7: “Tomando forma de siervo”. Cuando se volvió hombre, Él no se volvió un rey como hombre o un gran gobernante o un gran líder o un gran amo, Él se volvió un siervo. El momento en que Él se despojó de Su túnica de majestad, Él se amarró el delantal de siervo. Esto es exactamente como el profeta del Antiguo Testamento había dicho, Isaías 52, versículo 13, que Él sería un siervo. Hebreos 10: “He venido a hacer tu voluntad, oh Padre”. Y observe de nuevo en el versículo 7, que Él no sólo estaba actuando como un siervo. Él no solo estaba pretendiendo ser un siervo. Él no solo estaba tomando la función de un siervo. Él realmente se volvió un siervo.

Versículo 7: “Tomando” –observe esto– “forma” o “habiendo adoptado sobre Él la forma” –y ahí está la palabra μορφή (morphe)– “Él adoptó la naturaleza esencial interna de un siervo”. Él se volvió un siervo real, un siervo verdadero, un siervo genuino. Lucas 22:27: “Yo estoy en medio de vosotros como uno que sirve”, Él dijo. Marcos 10:45: “El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate”. Juan 13, los discípulos tenían pies sucios, y Él tomó una toalla y lavó sus pies. Y después, Él dijo el siervo no es mayor que su señor. Lo vemos en servicio todo el tiempo. Y el acto definitivo de servicio es cuando Él murió en una cruz para salvar a los pecadores. Él sirvió a su Padre. Su Padre lo invitó a venir al mundo como un siervo para cumplir con el plan de redención, y Él de manera dispuesta se volvió ese siervo. Entonces, realmente, Él abandonó el lugar soberano y aceptó el lugar de un siervo.

En tercer lugar, Él se acercó a gente pecaminosa. Él se acercó a gente pecaminosa. En Su perfección, Él estuvo dispuesto a ser un siervo del Padre. En Su armonía perfecta con el Padre, Él estuvo dispuesto a ser un siervo. Ese servicio significó que Él tuvo que acercarse a gente pecaminosa. Él tuvo que entrar a este planeta maldecido por el pecado. Él tuvo que prestar Su servicio aquí en esta tierra. Él no podía hacerlo desde el espacio exterior. Él no podía hacerlo desde el borde del cielo. Él tuvo que venir a este mundo, y Él tenía que tocar al hombre pecador a su propio nivel, de tal manera que abandonar un lugar soberano y adoptar o aceptar el lugar de un siervo significó acercarse a gente pecaminosa. Observe de nuevo el versículo 7: “Fue hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre”. Esa era la única manera en que podía ser hecho. Tuvo que volverse un hombre.

Por cierto, dice en una versión: “fue hecho a semejanza de hombres”. La frase “fue hecho” probablemente no es la mejor traducción. Es un participio del verbo γίνομαι (ginomai), γενόμενος (genomenos), lo cual significa “volviéndose”. Él se estaba volviendo en la semejanza de hombres. Y la idea ahí no es que Él fue creado en ese entonces, sino que Él siempre era Dios, pero Él se volvió un hombre. Él preexistió eternamente como Dios es eterno. Él no fue hecho en ese momento. Él entonces se estaba volviendo un hombre. Él siempre había estado existiendo. Entonces, el uso apropiado de ese verbo indica un cambio, volverse algo, y está diciendo que Jesús, quien siempre fue en forma de Dios, estaba volviéndose a semejanza de hombre. Y fue un proceso; Él nació, y Él creció en sabiduría y estatura. Él estaba volviéndose a semejanza de hombres.

Por cierto, la palabra “semejanza” es tan importante. La primera parte de la palabra es la palabra homo, que significa “lo mismo”, homogéneo, algo que es igual. Y lo que está diciendo es que Él se estaba volviendo lo mismo que los hombres. Él en todo sentido era igual a los hombres. Era un hombre genuino. Él tenía los atributos esenciales de humanidad. Él no era simplemente Dios en una concha; Él era plenamente hombre, en toda parte y dimensión, un hombre genuino con una humanidad real. Él tenía todo lo que los hombres tienen, excepto por una cosa –¿qué fue?– Pecado. Pero eso no significa que no era un hombre. Adán fue un hombre antes de que fuera un pecador. Y usted y yo seremos hombres glorificados a lo largo de toda la eternidad cuando nuestro pecado sea colocado detrás de nosotros. Y hay ocasiones en nuestras vidas cuando no estamos pecando.

Entonces, era un hombre, no necesariamente significa que usted debe pecar. Y Cristo no pecó. La Biblia es clara: Él fue sin pecado, pero Él no fue menos que un hombre. De hecho, me atrevería a decir que Él era todo lo que un hombre podría ser, que nunca conoceremos que un hombre sea debido a Su ausencia de pecado. Entonces, Él era un hombre genuino. Él Él era plenamente hombre en la esencia de Su humanidad, en el punto más profundo. Él era un hombre. Pero vaya al versículo 8. Él también estuvo en la condición de un hombre. No sólo Él fue un hombre genuino, y profunda y verdaderamente en Su naturaleza todo lo que un hombre es, sino que Él también adoptó la forma externa de un hombre. Y ahí está la palabra σχῆμα (schema), la forma de hombre. Él no vino al primer siglo con un atuendo del siglo XX hablando con palabras del siglo XX. Él no se apareció como algún visitante del espacio exterior.

Él nació de una madre judía. Él vivió en una pequeña aldea de Nazaret. Él comió como comían. Hablaba como hablaban ellos. Se transportó como ellos se transportaban. Él usó la ropa que ellos usaban, se cuidó a sí mismo de la manera en que se cuidaban a sí mismos. Comía lo que comían. Bebía lo que bebían. En otras palabras, Él tomó el esquema de su vida, las costumbres de su cultura. Entonces, mediante experiencia personal, Él se adaptó a la manifestación exterior del tiempo en el que vivió. Él fue hombre en la parte más profunda de Su naturaleza. Y Él se adaptó al hombre en ese clima, y en esa cultura y en ese tiempo; y experimentó todas sus experiencias, plenamente Dios, plenamente hombre, el misterio de la encarnación. Y en todo esto, sin pecado.

No piense en Jesús como si fuera menos que plenamente humano. Él fue plenamente humano. ¿Acaso la gente vino a este mundo mediante el proceso natural de nacimiento, mediante el vientre de una madre? También Él. ¿Acaso otros habrían sido envueltos como Él fue envuelto cuando Él fue recién nacido? También Él. ¿Otros habían crecido? También Él. ¿Acaso otros tuvieron hermanos y hermanas? Él sí. ¿Acaso otros aprendieron un oficio y trabajo? También Él. ¿Acaso otros hombres en ocasiones tuvieron hambre y sed y estuvieron cansados y durmieron? También Él. ¿Acaso otros se entristecieron y se enojaron? También Él. ¿Acaso otros lloraron? También Él. ¿Acaso otros se regocijaron? También Él. ¿Acaso otros fueron destinados a morir? También Él. ¿Acaso otros sufrieron dolor? También Él. ¿Acaso otros fueron amados y odiados? También Él. Él era un hombre, en la forma y apariencia.

Creo que es el coro Navideño “Allá en el Pesebre” que dice: “Los animales están haciendo ruido y el bebé, se despierta, pero el pequeño Señor Jesús, no llora”. ¿Me quieres decir, que debido a que Él era Dios, Él no lloró? Todos los bebés lloran. No necesariamente es una señal de pecado. Él lloró cuando era un hombre, ¿por qué no puede llorar cuando es un bebé? “¿Acaso has tenido hambre, hijo mío? Yo también he necesitado pan. Durante cuarenta días no lo comí, hasta que fui alimentado por los ángeles. ¿Has tenido sed? En la cruz padecí sed por ti. He prometido suplir tu necesidad, hijo mío, ven a Mí. Cuando estés triste y lágrimas caigan rápido, me conmuevo de compasión por ti, porque lloré por Jerusalén, el lugar que es tan querido para Mí. Y cuando vine a la tumba de Lázaro, lloré. Mi corazón estaba triste. Te consolaré cuando llores, hasta que todas tus tristezas se acaben”. Claro que lloró. Él era humano, en toda la plenitud de la naturaleza humana.

Entonces, Él abandonó el lugar soberano. Él tomó el lugar de un siervo. Se acercó a gente pecaminosa. Él se volvió uno de nosotros. Pablo Harvey cuenta una historia muy hermosa que ilustra esta verdad. Era Nochebuena en la parte del Medio Oeste en Estados Unidos. Había un hombre que había estado en una familia en la que su esposa y sus hijos eran cristianos, pero él no lo era, y él lo rechazó. Él se sentó esa Nochebuena frente al fuego. Estaba frío afuera y la nieve estaba cayendo. Su esposa y los pequeños se habían ido a la capilla en la aldea cercana para un servicio de Nochebuena para honrar al Cristo que amaban. Él se sentó junto al fuego leyendo el periódico. De pronto, Él oyó golpes fuertes y repetidos.

Él pensó que alguien estaba tocando la puerta. Él fue a la puerta y la abrió, pero no encontró a nadie ahí. Para cuando él regresó a su silla, lo volvió a oír y otra vez. Y él estaba sorprendido, no sabía lo que estaba causándolo, hasta que se dio cuenta de que algo parecía estarse golpeando contra la ventana. Y entonces, él corrió a las cortinas, y él hizo a un lado las cortinas, y para su sorpresa, un grupo de aves estaba chocando contra la ventana. Debe saber que una tormenta de nieve estaba cayendo y las aves habían sido atrapadas lejos de su refugio y no podían encontrar su lugar de regreso. No podían pelear contra el viento. Vieron la ventana con luz, y la calidez de la luz y los atrajo, y literalmente estaban tratando de volar hacia el cristal, tratando de llegar a la luz para conseguir calidez. Se congelarían hasta la muerte, como puede ver, si no encontraban algún refugio.

Bueno, el hombre que no había querido ir con su familia al servicio de Nochebuena, porque no tenía interés en el Cristo de Navidad, de pronto se sintió con mucha compasión por estas pobres aves. Y entonces, él se preguntó cómo podía ayudarlos. Y entonces, abrió la puerta, y salió en el frío, y trató de alejarlos, para que no se mataran contra la ventana. Y después, él corrió al granero y abrió las puertas, y él chifló, y les hizo señales e hizo lo que pudo para que volaran hacia el granero; y no lo hacían. Llego al punto de tomar algo de maíz, y algo de pan y hacer un camino largo desde la ventana al granero, pero no lo seguían.

Frustrado, se dijo a sí mismo: “Si tan solo pudiera comunicarme con ellos. Si pudiera decirles que no quiero lastimarlos, que hay calor y refugio, y que necesitan dejar de golpearse a sí mismos hasta la muerte contra el cristal. Pero soy hombre y son pájaros, y no hablamos el mismo idioma. Oh, si tan solo pudiera volverme un pájaro, creo que podría decirles”. Y después, lo entendió. Y en ese momento, dijo Pablo Harvey, el significado de la Navidad fue entendido por ese hombre. La humanidad se ha estado golpeando a sí misma hasta la muerte contra la barrera que lo mantenía alejado del calor del amor de Dios, hasta que alguien se volvió hombre y nos mostró el camino. Esa es la historia de la Navidad. Aquel que era plenamente Dios no se aferró a Sus privilegios, sino que los dejó a un lado, se volvió un siervo y se acercó a gente pecaminosa.

En cuarto lugar, habiendo abandonado el lugar soberano, habiendo aceptado el lugar de un siervo, habiéndose acercado a gente pecaminosa, Él entonces adoptó una actitud abnegada. Él adoptó una actitud abnegada. Versículo 8: “Se humilló a sí mismo”. Hombre, qué afirmación. Qué afirmación. ¿Alguna vez piensa en la humildad de Cristo? Digo, lo veo, y ahí está como un niño pequeño, un joven, y Él está ayudándole a José para hacer un yugo ahí en el taller de carpintero, para colocarlo sobre unos bueyes que él había creado. Digo, Él estaba lavando los pies de 12 discípulos, y Él fue el que diseñó sus cerebros. Él tiene hambre, y Él fue el que creó el universo. El lugar de humildad; Él adoptó una actitud abnegada –totalmente abnegada.

Por nosotros lo hizo. La humildad es el tema de la Navidad: humildad. Establo sucio. Nuestra familia estuvo en uno este verano, en la parte de abajo de un granero, estábamos hundidos en el lodo y la suciedad hasta el tobillo, en donde nunca la luz del día ni del sol brillaba, un olor terrible que le causaba náuseas, casi hacía que se ahogara –humillación. Agustín escribió de manera tan hermosa de Su humildad, de manera tan hermosa: “El Verbo del Padre –dijo él– por quien todo el tiempo fue creado, fue hecho carne y nació en el tiempo por nosotros. Aquel, sin cuyo permiso divino ningún día termina su curso, quiso que uno de esos días fuera para su nacimiento humano. En el seno del Padre, Él existió antes de todos los ciclos de las edades. Nacido de una madre terrenal, Él entró en el curso de los años en ese día mismo.

“El hacedor del hombre se volvió hombre, para que Él, el gobernante de las estrellas, pudiera ser nutrido en el pecho, para que Él, el pan, pudiera tener hambre, para que Él, la fuente, pudiera tener sed, para que Él, la luz, pudiera dormir, para que Él, el camino, pudiera cansarse en el viaje, para que Él, la verdad, pudiera ser acusado por testigos falsos, para que Él, el juez de los vivos y de los muertos, pudiera ser traído a un juez, un juez mortal, para que Él, la justicia misma, pudiera ser condenado por los injustos, para que Él, la disciplina personificada, pudiera ser azotado con un látigo, para que Él, el cimiento, pudiera ser colgado en una cruz, para que Él, la valentía encarnada, pudiera ser débil, y Él, la seguridad misma, pudiera ser herido, y Él, la vida misma, pudiera morir.” Humildad.

¿Y qué tan humilde? Regrese al versículo 8: “Se humilló a sí mismo”. ¿Qué tan lejos llegó? Bueno, ciertamente se volvió mortal, pero fue más allá de eso. Él también se volvió obediente hasta la muerte. Como puede ver, fue un acto de obediencia. Él aprendió la obediencia, Hebreos 5:8 y 9, por la muerte. El acto más grande de obediencia al Padre fue al morir; esa fue la voluntad de Dios. Incluso en el huerto, cuando dijo: “Padre, que esta copa pase de mí”, la humanidad estaba clamando contra morir, la deidad estaba clamando en contra de llevar el pecado y, sin embargo, Él dijo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Él fue obediente hasta la muerte. Él no sólo se volvió mortal, Él murió. Eso es lo peor que el hombre, jamás, jamás podría soportar –hasta la tumba. Y Él no solo murió nada más. Observe el final del versículo 8: “Muerte de cruz”.

Una cosa es morir; es infinitamente más allá morir la muerte de cruz. Los escritores antiguos solían decir que morir en una cruz es morir mil veces antes de que usted exhale por última vez. El dolor es inconcebible. La opresión de los órganos cuando el cuerpo es colgado por cuatro grandes heridas es más de lo que usted puede creer. El dolor, el dolor ardiente, pulsando por todo el cuerpo, es más de lo que podemos concebir. Una muerte dolorosa y fue una muerte vergonzosa. Estaba reservada para los criminales más viles y más impíos. Y usted estaba colgado, suspendido en el espacio, desnudo ante una multitud que lo humillaba, y lo avergonzaba y se burlaba de usted. Una muerte maldita. Dios mismo había dicho: “Maldito el que colgare en un madero”. Fue una muerte solitaria. No había compañero.

Y me pregunto con frecuencia conforme oigo las palabras: “Todavía, oh alma, la señal de la maravilla de todas las edades ve; Cristo tu Dios, el Señor de la gloria, está en la cruz por ti”. Humildad incomprensible. Pero lo que es tan maravilloso es que incluso en Su muerte, incluso en Su muerte, incluso en una profundidad como esa de sufrimiento humano, todavía ejercía el poder de Dios para redimir a la raza humana. En Su muerte, Él pudo hacer eso.

Hubo una batalla que se libró hace mucho tiempo atrás. La historia regresó al rey de un soldado que tuvo una espada, quien destruyó con una mano al enemigo. Y el rey le dijo a uno de sus soldados: “Tráeme esa espada. Quiero ver una espada que puede causar tanto daño”. El soldado consiguió la espada y la trajo. Se la dio a su majestad y él la vio y le dijo: “Llévala de regreso. Esto no es más que una espada común y corriente”. El soldado dijo: “Su majestad, usted debería ver el brazo que la mueve”. Usted ve a Jesucristo y usted ve Su humanidad. Usted dice: “Pero, ¿cómo podía un hombre redimir a la raza humana?”. “Esto no es más que una espada común y corriente”. “Ah, pero lo que usted debiera ver es el brazo de Deidad que movió esa humanidad; incluso en la muerte, Él redimió a la raza humana; gran, gran verdad.

Entonces, ¿qué vemos? ¿Cuál es la historia de la Navidad? El Señor Jesucristo abandonó un lugar soberano, aceptó el lugar de un siervo, se acercó a gente pecaminosa, adoptó una actitud abnegada. Esa es la historia de la Navidad. Pero hay un pensamiento más.

En quinto lugar, Él ascendió como un príncipe supremo. Él ascendió como un príncipe supremo. ¿Cuál fue la reacción de Dios a esto? ¿Y cuál debería ser la nuestra? La reacción de Dios, en primer lugar, en el versículo 9: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre” –o título o lugar o rango– “Que es sobre todo nombre” –o título o lugar o rango. Dios lo levantó; y escúcheme: esa es una gran verdad espiritual clásica. Jesús mismo lo dijo, en Lucas 14:11, “El que se humillare a sí mismo, será” –¿qué?– “exaltado”. Y esa es la verdad espiritual que debemos aprender. Cuando nos humillamos a nosotros mismos, Dios nos levantará y exaltará. Y eso es exactamente lo que pasó. Él se humilló a sí mismo y Él fue exaltado. Él entonces se vuelve la ilustración suprema de este principio del Reino: usted se hunde hasta las profundidades de la humillación abnegada y sacrificial, y Dios lo va a levantar a usted a las alturas de gloria.

Vemos eso en las Bienaventuranzas. Vemos eso a lo largo de la enseñanza de Cristo y los apóstoles. La humildad, después, la exaltación. Humildad, después, la exaltación. Jesús en Su bautismo es humillado. Él es bautizado por Juan. Y en humildad, Él se identifica con los pecados de Su nación. Pero en la exaltación, la voz de Dios irrumpe desde el cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Lo vemos en la tentación. Él es humillado, 40 días sin comer. Él está siendo golpeado por Satanás. Él está ayunando en arrepentimiento, de nuevo identificándose con los pecados de la nación. En humildad, Él confía en que el Padre cuide de Él, y nunca usa Su poder para satisfacer Sus propias necesidades. Y después, en exaltación gloriosa, cuando el tiempo se acaba, el Padre envía a los ángeles, que vienen y lo alimentan.

En humildad, Él proclamó públicamente a Sus discípulos que Él iba a morir. Y un momento después, Él está en un monte con ellos, y Él hace a un lado Su carne y ven Su gloria. Lo vemos en la cruz en humildad, y después, Él irrumpe de la tumba en exaltación. Ese es el patrón. Humildad, después glorificación. Dios lo exaltó. Esa fue la reacción de Dios. Dios lo exaltó, y Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre. ¿Por qué? Versículo 10: para que “en el nombre de Jesús toda rodilla se doble” –toda rodilla– ahora llegamos a nosotros, y a todas las demás criaturas. Toda rodilla se doblará. Toda rodilla en el cielo –¿quién sería ellos? Esos serían los ángeles santos, y los santos redimidos que ya se han ido al cielo. Todos en la tierra. Eso serían todos los que viven. Y debajo de la tierra –los demonios, y Satanás, y todas esas huestes.

Todas las criaturas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, todas ellas deben postrarse ante ese nombre exaltado. “Él está”, dice Efesios 1, “sobre todo principado y potestad, sobre todo otro nombre”. Se le ha dado un lugar supremo, el príncipe de Dios. Observe que se le da un nombre, sobre todo nombre. Dice usted: “¿Cuál es ese nombre?”. Muy claro, en el versículo 10: “el nombre de Jesús, para que todo lo que está incorporado en ese nombre, todo lo que esté incorporado en quien Él es, Él es sin paralelo, el Salvador y el Señor del mundo y el universo. Y ante ese nombre toda rodilla se doblará. ¿Y sabe una cosa? Toda rodilla se doblará. Es correcto. Toda rodilla se doblará. Si no en adoración, en juicio, ¿verdad? Si no en adoración, en condenación. Toda rodilla se doblará; incluso Satanás será arrojado al pozo para siempre. Él doblará la rodilla a la autoridad de Cristo.

Pero observe el versículo 11, y llévelo a una respuesta personal. El versículo 10 incluye el panorama general: “toda rodilla se doblará”. El verso 11 llega al individuo: “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Todo ser vivo, toda criatura viviente en este mundo, confesará a Jesucristo como Señor. Los demonios y los condenados, los redimidos, los ángeles santos, todos doblarán la rodilla, todos confesarán, tarde o temprano. El asunto es cuándo. Si usted se espera hasta el juicio, es demasiado tarde. Pero si ahora usted confiesa a Jesús como Señor, usted entra a Su Reino, Su salvación. Romanos 10:9 y 10 dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás” –¿qué?– “salvo”. Este es el mensaje del Evangelio.

Jesucristo es el Señor. Eso es lo que estamos diciendo. Él es Dios. Él es en forma de Dios. Él es Dios mismo, con todos los atributos de Dios, vino al mundo con toda la plenitud de la humanidad. Él se volvió el siervo. Se humilló a sí mismo. Él murió, incluso en una cruz; y en medio de esa muerte, compró nuestra salvación. Dios lo aprobó, y Dios lo levantó de regreso y lo exaltó, y después, Dios llama a todo el universo creado, y dice: “Doblen la rodilla y confiesen Su Señorío”. Y si no lo hace ahora, lo hará algún día; pero entonces, será en juicio y condenación. Ahora o más tarde; la decisión es de usted. Usted puede doblar la rodilla ahora en adoración y amor. Usted puede confesarlo como Señor ahora, y entrar en el gozo de la salvación para siempre.

O puede resistir y decir “no”, y algún día usted va a doblar la rodilla porque usted será forzado y no tendrá alternativa, y será condenado. Nuestra oración es que usted confiese a Jesús como Señor. ¿Qué regalo más grande de Navidad hay que ese? Y recibir vida eterna. ¿Por qué ser un necio? ¿Qué tipo de necio rechazaría eso? Incomprensible. ¿Pero hay un mensaje para los cristianos aquí? La mayoría de nosotros somos cristianos. ¿Hay un mensaje para nosotros? Seguro. ¿Quiere saber algo? Este pasaje fue escrito para cristianos. Es correcto. El pasaje no fue escrito para incrédulos. Fue escrito para cristianos. ¿Cómo sabe usted eso? Porque este pasaje entero es simplemente una ilustración de otro principio. Regrese al versículo 5. El pasaje entero simplemente ilustra otro principio.

¿Y cuál es el principio? Versículo 3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa que aferrarse”. Y usted entra al pasaje. ¿Qué está diciendo Pablo? Sé humilde. Sé abnegado. Y si usted necesita una ilustración, entonces haya en usted este sentir, esta manera de pensar que estuvo en Cristo, quien era algo, y se volvió nada para que Dios lo volviera a ser algo otra vez. Él es una ilustración viva para el creyente. Si usted se humilla, Dios lo exaltará.

Sabe una cosa, la gente con frecuencia en torno a al tiempo de la Navidad, pregunta, me imagino: “¿Qué es lo que el Señor está tratando de decirme? ¿Cuál es el punto de la Navidad? Creo que el punto de la Navidad está aquí. La Navidad –no hay mejor momento en el año que enseñarnos la ilustración de la lección de humildad. La naturaleza de Cristo, Él era abnegado. Él era humilde. Él condescendió. Y Pablo está desafiando a la iglesia a que tenga esa perspectiva; una actitud y una disposición a sufrir, a ser humillado, a ser abnegado, a sacrificarse, para que Dios nos pueda levantar. Y lo que necesitamos aprender, es no siempre estar defendiéndonos a nosotros mismos, empujándonos hacia arriba a nosotros mismos, sino humillarnos y ser abnegados. Ese es el mensaje de la Navidad para nosotros.

Escuche las palabras de Pablo Rees: “Para nosotros cristianos”, dice Pablo, “no hay lugar en el que el principio de hacernos a un lado a favor de otros aparezca de manera tan clara como en Jesucristo. Él es Dios, entregándose, sin embargo, permaneciendo como Dios. Él es Dios, haciendo a un lado la vestimenta soberana por los trapos de un mendigo. Él es Dios, levantándose de su trono en donde se sienta como juez y va a la horca por el criminal. Él es Dios, empobreciéndose a sí mismo, llegando a ser un mendigo, exponiéndose a la maldad, al menosprecio, a la humillación, sin protegerse a sí mismo, en ningún momento, hasta que Él ha hecho la cruz dura en el monte de Jerusalén, la señal y la suma de su abnegación absoluta”. Gran afirmación.

¿Y qué nos está diciendo? “Haya, pues, en vosotros este sentir”. Ese es el mensaje. Sea humilde esta Navidad. Sea abnegado. Ayude a alguien más que tenga necesidad. Jesús lo hizo. Benjamin Warfield, el gran teólogo, dijo esto: “Lo vemos entre los miles de Galilea, ungido por Dios con el Espíritu Santo y poder, haciendo el bien, sin orgullo de nacimiento, aunque era un Rey; sin orgullo de intelecto, aunque la omnisciencia moraba dentro de Él; sin orgullo de poder, aunque todo el poder en el cielo y la tierra estaba en Su mano; sin orgullo por su estatus, aunque la plenitud de la Deidad moraba en Él corporalmente; sin orgullo por una bondad superior, sino con una humildad en su manera de pensar, estimando a todos mejor que Él mismo.

“Él curó a los enfermos. Él expulsó demonios. Él alimentó a los hambrientos. Y adondequiera que Él iba, les rompió a los hombres el pan de la vida, aunque Él mismo se abstuvo de eso. Lo vemos en todos lados ofreciendo a los hombres Su vida por la salvación de sus almas. Y cuando finalmente las fuerzas de la maldad lo rodearon, caminando por igual, sin desfile y sin desmayo, el camino del sufrimiento designado para Él, y entregando su vida en el calvario, para que mediante Su muerte el mundo pudiera vivir”. Abnegado, abnegado. Ese es el mensaje para nosotros, el mensaje de humildad. Oremos.

Enséñanos, Padre, a ser abnegados. En dondequiera que los hombres sufran, que estemos ahí para consolar. En dondequiera que los hombres luchen, que estemos allí para ayudar. En dondequiera que los hombres caigan, que estemos ahí para levantarlos. En dondequiera que los hombres tengan éxito, estemos ahí para regocijarnos. Enséñanos que no podemos estar conscientes de nosotros mismos, para olvidarnos de nosotros mismos. No podemos estar orientados de manera egoísta. Enséñanos a caminar de manera humilde como Cristo caminó; a caminar por el camino del sacrificio personal, el cual es el caminar por el camino de la gloria. Que aprendamos eso; y oh, Padre, también, que aquellos que no conocen al Señor vean en Su humillación el amor abundante y sean atraídos a Él. Te alabamos, Señor, por el regalo de Tu Hijo.

Hacemos eco de las palabras del poeta que dijo: “Oh, en gloria de resurrección, Tú estás en el trono en el cielo arriba, en donde moras en la plenitud del amor incambiable del Padre. El amor concedido sobre Ti sin medida, donde los cielos comenzaron. El amor de Dios eterno para su Hijo eterno. Ahora, por todos los siglos coronado con honor, serás Tú. Todas las huestes celestiales de manera incesante gloria te dan. Sin desvanecerse, Tu esplendor real, comprado por Tu sangre preciosa, Tuya es la alabanza de toda criatura, Hijo santo y Cristo de Dios”. Te ofrecemos nuestra alabanza. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
DERECHOS DE AUTOR © 2022 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros.

 

Series (Alta Calidad) Series (Alta Calidad)

Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:

Por favor, contacte a la casa Editorial para obtener copias de este recurso.

Información de la Editorial
Desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez
Desde 1969

¡Bienvenido!

Ingrese su dirección de correo electrónico y le enviaremos instrucciones de cómo restablecer su contraseña.

Volver a Ingresar

Desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez
Desde 1969
Minimizar
Ver la lista de deseos

Carrito

No hay productos en el carrito.

Subject to Import Tax

Please be aware that these items are sent out from our office in the UK. Since the UK is now no longer a member of the EU, you may be charged an import tax on this item by the customs authorities in your country of residence, which is beyond our control.

Because we don’t want you to incur expenditure for which you are not prepared, could you please confirm whether you are willing to pay this charge, if necessary?

ECFA Accredited
Desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez
Desde 1969
Regresar al Carrito

Compre como invitado:

No ? Salir

Ingrese para acelerar el proceso de pago.

Desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez
Desde 1969
Minimizar