Esta mañana, llegamos a nuestro último mensaje en la oración de los discípulos. Mateo 6, versículos 9 al 13. Digo nuestro último mensaje no porque crea que nunca volveremos a hablar de esto, pero el último en nuestra serie continua en esta porción, para esta ocasión en nuestro estudio aquí en Grace Community Church. Mateo, capítulo 6 y me gustaría leerle los versículos 9 al 13 nuevamente para prepararnos para lo que le quiero decir. Y después, concluiremos con este versículo 13 en esta mañana.
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Hemos estado aprendiendo a orar. Espero que hayamos estado aprendiendo bien nuestras lecciones. Nuestro maestro no ha sido ningún otro que el Señor Jesucristo, quien nos ha dado este modelo para orar. Me atrevo a decir que tenemos la obligación de escuchar bien y aprender bien y aplicar bien las cosas que el querido Señor mismo nos ha enseñado.
Sé que en mi propia vida, mi oración ha sido reformada para encajar con el patrón que el Señor nos ha dado aquí; porque esta oración conocida como la “oración del Señor” o la “oración de los discípulos” es un esqueleto para toda la oración. Incluye todas las oraciones en sus características, ya que los ingredientes de esta oración tocan toda área de necesidad y todo elemento de glorificar y alabar a Dios.
Es una obra maestra que abarca todo lo que es necesario y que es esencial de la verdadera oración. En un contraste claro, Jesús presenta a esta oración; en un contraste claro con la oración sub estándar, no adecuada, inaceptable que era común en Su época. Y si usted estuvo con nosotros cuando estudiamos la porción previa de los versículos 5 al 8 del capítulo 6, usted recordará que el Señor primero señaló lo inadecuado, las fallas de la oración que se llevaba a cabo en la cultura de Su época y la dividió realmente en dos grupos. Estaba la oración de los fariseos y la oración de los paganos. La oración de los fariseos, notará en el versículo 5, se caracterizaba por la hipocresía. Ellos oraban estando de pie en las sinagogas y en las porciones más visibles de las intersecciones en la calle, para ser vistos por los hombres. Eran farsantes espirituales. Estaban desfilando, no estaban orando para la gloria de Dios, por causa de Dios o por la expresión de la religión verdadera; sino que más bien, estaban orando para ser vistos. Era hipocresía en su peor manifestación.
Y después, en esa cultura estaban los paganos. Notará que en el versículo 7 dice que los paganos oran usando vanas repeticiones pensando que serán oídos por su mucha palabrería. Los fariseos, entonces, oraban hipócritamente y los paganos oraban mecánicamente. Para los fariseos, la oración únicamente era una fachada de supuesta piedad y para los paganos, era un ritual rutinario, incoherente, que tenía la intención de obligar a que Dios se las respondiera. Y entonces, el pecado de los fariseos era egoísmo y el pecado de los paganos era irracionalidad. Y si el pecado de los fariseos era hipocresía, el pecado de los paganos era ritualismo, oración mecánica.
Y Jesús, en contraste con esto, presenta de manera opuesta y absoluta y terminante el tipo apropiado de oración. Y entonces, desde el principio aprendemos que nuestra oración nunca debe ser hipocresía. Nunca debe ser simplemente mecánica. Nunca debemos orar como una farsa. Nunca debemos orar como un desfile de nuestra supuesta espiritualidad. Y nunca debemos orar como un ritual, como una rutina, como una forma.
Sin embargo, cuán sorprendente es que esta misma oración, la oración del Señor, la cual es presentada en contraste con ese tipo de oración, ha sido usada como un vehículo tanto como para orar de manera hipócrita, como para orar de manera mecánica. Cuántas veces la gente se ha puesto de pie y ha repetido la oración del Señor de manera hipócrita, con sus corazones no siendo puros y no estando bien delante de Dios. Cuántas veces usted en su pasado ha repetido la oración del Señor de manera mecánica al final de algún ritual o alguna rutina o alguna otra oración, de manera irracional, repitiendo palabras sin pensarlo.
Entonces, aunque el Señor presenta esto como un contraste ante la hipocresía y la mecánica, encontramos que esto inclusive puede caer en esa categoría cuando el corazón no está bien. Usted pregunta entonces cómo debemos enfocarnos para que el corazón esté bien.
Bueno, si usted ha estudiado la oración con nosotros, sabe que simplemente, y de manera única, nos enfocamos en Dios. Porque más que cualquier otra cosa esta oración exalta a Dios. Es una oración que en toda fase y en toda petición, al principio y al final, y todo lo que está en el medio de estos dos polos, se enfoca en Dios, en Su persona. Sus atributos y Sus obras maravillosas son el enfoque de esta oración.
Y entonces, para evitar que la oración se convierta en algo hipócrita o mecánico, debemos llegar orando con un enfoque en Dios. Y entonces, ahí está la muerte de uno mismo y el fin de la ausencia de comunión y la ausencia de contenido y la irracionalidad. La verdadera oración, entonces, es expresar en humildad, dependencia absoluta de Dios. Y eso es lo que nuestro Señor está buscando. Esta oración está centrada en Dios, no centrada en uno mismo. Está centrada en la Verdad, centrada en la mente, no centrada en la boca. Conforme pensamos en los pensamientos que son verdaderos acerca de Dios, hablamos una oración que tiene como su meta la propia gloria de Dios.
John Stott dice, al resumir los pensamientos que le acabo de dar, y cito: “cuando venimos a Dios en una oración, no venimos de manera hipócrita como actores en una obra de teatro buscando el aplauso de los hombres, ni venimos de manera mecánica como los paganos cuya mente no está en lo que repiten. Sino pensando humildemente y confiando como niños pequeños, venimos a nuestro Padre y ésa es la esencia de la oración.” Fin de la cita.
La realidad básica de esta oración, entonces, es la verdad acerca de Dios, porque hasta que conocemos la Verdad acerca de Dios, realmente no sabemos cómo orarle a Dios. Y entonces, debemos ser instruidos y después, orar en respuesta a esto. Los hipócritas oran porque tienen una perspectiva equivocada de Dios. Ellos creen que son más importantes que Él. Los ritualistas oran porque tienen un concepto equivocado de Dios. Ellos no entienden que Dios es un Dios de amor quien desea concederles cosas y entonces, ellos presionan a Dios con sus repeticiones interminables, como si Él tuviera que ser intimidado para que responderles.
Es una teología inadecuada en ambos casos que hace que sus oraciones no estén a la altura de lo que Señor presenta aquí. Y entonces, nosotros, cuando oramos, debemos ceñir y apoyar nuestra oración con un concepto de Dios que es verdadero y abarca todo. Entre más usted conoce de Dios, más rica y más significativa será su vida de oración. Entonces, para orar de manera apropiada, usted debe permitir que las Escrituras formen su conocimiento de Dios. Y me atrevo a decir que mi vida de oración en la actualidad es totalmente diferente de mi vida de oración hace quince años atrás o diez o cinco. Porque entre más conozco de Dios, más mi oración sigue el patrón bíblico y más veo la expresión apropiada y la respuesta apropiada de Dios en respuesta a esto.
Y permítame añadir como comentario al margen, conforme usted ve esta oración algo que conforme estudié esta oración una y otra vez, me impactó: toda petición en la oración promete algo que Dios ya nos garantiza. Toda petición ya es una promesa que Dios ha dado y entonces, no le estamos rogando a Dios que nos dé algo que Él se resiste a darnos sino que más bien estamos aferrándonos o reclamando algo que ya es nuestro. Por ejemplo, el nombre de Dios será santificado. Ése es Su deseo. El Reino de Dios vendrá. Su voluntad será cumplida. Él ya ha prometido darnos nuestro pan diario. Él ya nos ha concedido en Cristo perdón absoluto y total. Y Él ya ha prometido que nos guiará y nos dirigirá y nos alejará del pecado, de la maldad en el camino de la justicia. Entonces, cuando estamos orando amados, lo que estamos haciendo realmente es reclamar lo que ya se nos ha prometido. Por lo tanto, entre más entendemos las promesas de Dios, más ricas serán nuestras oraciones.
No le estamos rogando a Dios por lo que Él se resiste a darnos. Realmente, estamos reclamando la promesa. Es como si tuviéramos una póliza con Dios y queremos algo, le estamos pidiendo una petición a la cual tenemos derecho. Ya la prima sido pagado por Cristo, la póliza es nuestra, todos los beneficios ya nos han sido dados y lo único que tenemos que hacer es reclamarlos.
Y entonces, aquí estamos orando no de un modo en el que rogamos. Y creo que ésa es la razón por la que la oración es tan corta. Todo lo que tenemos que hacer es registrar la necesidad con Dios y habiendo con cumplido con las condiciones, Él responde. Ahora, hay condiciones. Hemos visto eso, ¿verdad? Una cosa es orar ‘santificado sea Tu Nombre’, pero si hay impurezas en mi vida y no hay santidad en mi vida y falta de virtud de mi vida y pecado en mi vida, el nombre de Dios no puede ser santificado a través de mí. Pero, si cumplo con las condiciones y mi vida es pura, Su Nombre es santificado. Y si mi vida es pura, Su Reino se manifiesta. Y si me someto a Su voluntad en obediencia, Su voluntad será cumplida. Y si estoy viviendo como debo vivir delante de Él, Él va a satisfacer mis necesidades diarias. Y si he hecho lo correcto con mis hermanos y hermanas y les he perdonado y me he encargado de esas cosas, entonces Él me limpiará y me perdonará. Y si tengo el deseo de caminar por el camino de la justicia, entonces Él me va a alejar de la tentación a las cosas que son correctas y buenas. En otras palabras, conforme yo cumplo con la condición, yo reclamo la promesa. Eso es la oración. Eso es la oración.
Y más allá de eso, amados, más allá de lo que es prometido por Dios en la Palabra, la cual reclamamos, tenemos que decir “Señor, Tú no hablas de esto en Tu Palabra, sino que estoy orando y simplemente, dispuesto a aceptar Tu respuesta." Pero en esta oración, reclamamos aquello que ya se nos ha garantizado. Ahora, como hemos señalado, todas las características de esta oración hablan de Dios. ‘Padre nuestro’, esa es la paternidad de Dios. ‘Santificado sea Tu Nombre’, esa es la prioridad de Dios. ‘Venga Tu Reino’, ese es el programa de Dios. ‘Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo’, ese es el propósito de Dios. ‘El pan nuestro de cada día’, esa es la provisión de Dios. ‘Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a los que nos deben.’ Ese es el perdón de Dios. Y ahora, esta mañana, ‘y no nos metas en tentación, más líbranos del mal’. Esa es la protección de Dios. Y después, termina con la preeminencia de Dios en la gran doxología que encierra esta oración. Seis peticiones: las primeras tres, relacionadas con Dios y Su gloria y las últimas 3 relacionadas con el hombre y su necesidad.
Llegamos, entonces al versículo 13. La sexta y última petición. Yo creo que es una, no dos. Es simplemente un pensamiento que continúa. ‘Y no nos metas en tentación’, de la adversidad, ‘más líbranos del mal’, está ligada como una. Esta es la protección de Dios. Pasamos, entonces, de nuestra necesidad física, nuestra necesidad espiritual a lo que usted podría llamar nuestra necesidad moral. Dios se encarga de nuestro pan diario, eso es sustento físico. Dios se encarga del pecado en nuestras vidas mediante el perdón. Y Dios se encarga del estándar moral de nuestra vida al alejarnos del pecado.
El versículo 12 trata con los pecados pasados. El versículo 13, con los futuros. Permítame simplemente decir algo aquí como un comentario al margen. Si usted es un verdadero cristiano, permítame decirle esto: si usted es un verdadero cristiano, yo creo en mi corazón que usted está tan preocupado por el hecho de evitar pecados futuros tanto como que sus pecados pasados sean perdonados. ¿Entendió eso? Todo el mundo realmente está contento porque el pasado ha sido perdonado; y si esa es una expresión genuina de fe salvadora, yo creo que estamos tan ansiosos porque seamos librados de los futuros.
Cuando alguien viene y dice: “bueno, estoy tan contento porque mis pecados del pasado ya fueron perdonados. Es tan maravilloso saber que Él continuamente me perdona todo, simplemente voy a seguir y hacer lo que yo quiera y vivir a mi manera. Voy a pecar para que la gracia pueda abundar y demás, de cualquier manera, ya está perdonado.” Yo cuestiono la legitimidad de alguien que dice ser salvo, porque un verdadero hijo de Dios, dice esta oración, no sólo está ansioso porque el pasado sea perdonado, sino porque los pecados del futuro sean evitados. ¿Por qué? Porque ser un creyente es tener una actitud cambiada hacia el pecado. Es, por un lado, gracias Dios por el perdón del pasado y por favor, Dios líbrame de los pecados del futuro. Estoy tan preocupado por el futuro y, no pecar como lo estoy por el pasado y lo que he hecho. El pecador cuyo pasado mal lo ha sido perdonado anhela ser librado de la tiranía del pecado en el futuro. Yo sé lo que el pecado hace en el pasado y entonces, no quiero involucrarme de nuevo en el futuro en el pecado. Dios ha mostrado tanta gracia al perdonar el pasado, que no quiero pisar Su gracia en el futuro.
Y entonces, la expresión de nuestro Señor es ésta: conforme tocamos el punto de la necesidad humana en su punto más profundo. No sólo necesitamos perdón, necesitamos más que eso. Necesitamos preservación. Necesitamos liberación. Necesitamos ser perdonados cuando pecamos, sí, pero necesitamos ser librados para que también no pequemos. Y ése es el clamor del versículo 13. El verdadero cristiano no busca licencia. No encuentra en la gracia una manera de pisar a Dios, una manera de abusar de Su amor, una manera de forzar a que Dios perdone de manera constante, sino que más bien busca santificación.
Ahora, algunas personas se han confundido con esta petición. Obsérvela en el versículo 13. Al principio, parece simple: “y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.” Cuando la decimos al principio, bueno, es claro. Guárdanos del problema, Dios. Guárdanos, protégenos del problema. Pero cuando usted lo ve más de cerca, varias preguntas surgen inmediatamente en su mente.
Número uno, ‘no nos metas en tentación’, ¿quieres decir que tenemos que pedirle a Dios que haga eso? ¿Acaso Dios nos mete en tentación si no le pedimos? ¿Puede un Dios Santo, justo, puro, incontaminado, irreprensible, virtuoso llevar a alguien a la tentación? Y pedirle a Él que nos libre del mal, digo, sino le pedimos eso ¿acaso eso nos va a meter al mal? Ese es el dilema. La gente dice si significa tentación, no nos metas en tentación, ¿acaso Dios haría eso? Por otro lado, la gente dice no. Usted ve la palabra tentación ahí significa prueba. Y la oración dice no nos metas en pruebas. Ahora, espere un momento. Espere un momento. Santiago dijo “tened por sumo gozo cuando os halléis en pruebas, porque la prueba de vuestra fe produce paciencia. Más tenga la paciencia su obra perfecta.” Ahora, si usted la toma como tentación, ¿tiene un problema porque acaso Dios nos tienta? Santiago 1:13 dice ‘cuando uno es tentado no diga que es tentado por parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni Él tienta a nadie.’
Entonces, ¿cómo es posible que podemos decir ‘Señor no nos tientes’ cuando la Biblia dice que Él de cualquier manera nunca nos va a tentar? Por un lado, si decimos ‘no nos metas en una prueba Señor’, entonces estamos negando otro versículo en Santiago capítulo 1 que dice “tened por sumo gozo cuando entren en una prueba.” Ahora, ¿ve algo del problema? No importa cómo usted enfrente la palabra aquí, parece dejarnos con un problema.
Veamos si podemos enfrentar el problema conforme avanzamos y creo que usted verá el punto. Permítame decir en este momento, que tiene que mantener algo en mente: básicamente, creo que Crisóstomo, el primer padre de la Iglesia, tiene razón cuando dice esto: “esta petición en particular es la apelación más natural de la debilidad humana conforme enfrenta peligro.” En otras palabras, no es tan cognitiva, no es tan racional como lo es emocional. Ese clamor del corazón y quizás no sea la afirmación más razonable en términos teológicos, pero es la expresión de un corazón que menosprecia y odia el potencial del pecado. Entonces, realmente no lo vemos en su marco preciso teológico de referencia tanto como lo oímos como el dolor del corazón que clama a Dios por ser liberado de la maldad que se infiltra.
Ahora, reconozco que la virtud cristiana es fortalecida por las pruebas. Me doy cuenta de que crezco en mis pruebas. Me doy cuenta de que mis pruebas tienen una obra perfeccionadora. También me reconozco que Dios no me tienta. Dios nunca tienta a nadie en ningún momento para hacer algo mal. Eso sería desafiar Su naturaleza misma. Usted dice: “lo que aquí tengo es una paradoja.” Es correcto. Pero no es una paradoja desconocida en otras partes de las Escrituras. Por ejemplo, en Mateo 5, si usted recuerda que la Biblia dice ahí “gócense cuando sean perseguidos.” Pero si usted va a Mateo 10:23 dice “huyan de la persecución”. Eso es una paradoja. Ahora, ¿qué debemos hacer? ¿Quedarnos ahí, regocijarnos o correr? Ahí hay una paradoja. Hay un sentido en el cual huimos de la persecución; pero cuando nos atrapa, podemos conocer gozo en medio de ella.
Hay un sentido en el cual resistimos una prueba. A nadie le gusta una prueba. Nadie busca una prueba. Huimos de una prueba. Hay un terror, un temor en nuestros corazones, por enfrentar ciertas pruebas. Pero sabemos que en medio inclusive de esas pruebas, se está fortaleciendo nuestra fe. Hay un ejercicio de músculo espiritual y somos mejores a través de ellas. Somos fortalecidos a través de ellas. Y no es diferente de nuestro querido Señor, quien dijo 'Padre, pase de Mi esta copa.’ Digo, había algo en Su humanidad que no quería eso. Y sin embargo, fue a través de eso que Él redimió al mundo. ¿Se da cuenta?
Y entonces, hay algo en el corazón humano que dice ‘Señor, si puedes librarme de la prueba, hazlo. Pero si tengo que atravesar la prueba, entonces libérame de la maldad, del potencial de maldad que está ahí.’ ¿Se da cuenta? Esa es la esencia de eso. Es una oración basada en una falta de confianza en uno mismo. Es la humildad de no confiar en uno mismo que crece a partir de la petición previa, porque sé que soy un pecador. Porque percibo mi deuda, porque he atravesado el dolor de la confesión tantas veces, porque estoy tan golpeado por un mundo caído que me rodea, que continúa golpeándome y le pido a Dios libérame de estas cosas. Yo no confío en mí mismo. Yo no sé usted, yo tengo que colocar a un guarda sobre mis ojos. Tengo que colocar a un guardia sobre mis oídos. Tengo que colocar a un guardia sobre mi lengua. Tengo que tener cuidado con los lugares a los que voy y lo que veo y con quién habló acerca de qué, porque no confío en mí mismo. Y cuando me meto en una situación de prueba, es en ese punto que corro a la presencia de Dios como un centinela que está cumpliendo su deber que no pelea con el enemigo él mismo, sino que corre a decirle al comandante. Me retiro a la presencia de Dios y digo ‘Dios, voy a hacer abrumado en esto a menos de que Tú vengas y me ayudes.’ Y entonces, es una oración basada en una ausencia de confianza en nosotros mismos. El hijo del Reino reconoce que él vive en un mundo caído y ese mundo caído, golpea en contra de él con tentaciones de gran fuerza que él, en su propia humanidad, nunca puede resistir.
Este es un mundo caído. Simplemente, vea la naturaleza misma. ¿Qué vemos? Los hombres enfrentan volcanes y terremotos, enfrentan incendios e inundaciones y pestes y accidentes y enfermedad y muerte. Simplemente, a nivel natural.
Observe el mundo intelectual. ¡Qué difícil es para el hombre encontrar la verdad! Sus juicios son parciales e injustos. El hombre enfrenta el caos del pensamiento relativista hasta llegar a una destrucción que es inevitable, motivada por su propia tendencia personal, habiendo determinado que él mismo es Dios. La lógica es gobernada por el orgullo, los intelectos son gobernados por la lujuria, la ganancia material hace que los hombres sean mentirosos, está la colisión constante de opiniones humanas. Y todas estas cosas nos hablan del estado caído del mundo intelectual.
Observe el mundo emocional. La tristeza y la preocupación y la ansiedad y la incapacidad de enfrentar las actitudes, abruman el espíritu del hombre. Su alma es atacada por la fricción de la vida con la vida. La envidia lo pica. La envidia lo ataca. El odio lo amarga. La avaricia lo corrompe. Sus deseos están en donde no deben estar. Su amor es pisado. Su confianza es traicionada. Los ricos pisan a los pobres. Los pobres buscan derrocar a los ricos. Las prisiones y los hospitales y las instituciones mentales y las cárceles marcan la moral, el área emocional del hombre.
Observe el mundo espiritual. Esa es la oscuridad más densa y profunda de todos. El hombre está fuera de armonía con Dios. La maquinaria de la naturaleza moral del hombre, de manera visible está fuera de armonía. No está sincronizado con el pan de Dios. Las tendencias malas dominan al hombre. Desde sus ancestros caídos, manchados por la maldad, él quizás quiere hacer el bien. Pero se siente jalado por una gravedad irresistible de la maldad; y desde donde usted lo vea, es un mundo caído. El hombre enfrenta la maldad que lo vence. El hombre está dividido. Se desmorona. Él es un monstruo, es uno que tiende a hacer cualquier cosa que sea mala, está consciente de su incapacidad de resistirlo. Entonces, vivimos en este conocimiento. Vivimos en este estado caído.
Y el clamor del corazón del creyente es: ‘Dios, sácame del potencial de maldad que está en mis pruebas’. Veamos la frase misma. Y no nos metas en tentación. ¿Acaso Dios de manera deliberada no va a meter en tentación? Observe Santiago 1 por un momento. ¿Haría Él eso? Santiago 1:13 dice: “cuando uno dice que es tentado no diga que es tentado por Dios, porque Él no puede ser tentado por el mal ni Él tienta a nadie.” Dios nunca tienta a nadie. Ahora, Dios puede permitir que Satanás traiga ciertas pruebas a la vida de Job. Pero Satanás lleva a cabo la tentación, no Dios. Dios puede permitir, 1 Corintios 5:5, que algún creyente malo en la Iglesia sea entregado a Satanás para la destrucción de la carne. Pero es Satanás quien lo hace, no Dios. Dios puede disciplinar como en Primera de Timoteo 1:20, entregar a alguno a Satanás para que aprenda a no blasfemar. Y Dios puede permitir que Jesucristo sienta los ataques del infierno en contra de Él en la cruz. Pero no es Dios quien lleva a cabo la tentación. Algunas veces, está dentro de Su voluntad, Él lo permite. Por cierto, amados, notará que Dios permite todo eso porque Él está en control de todo. Entonces, no es problema alguno para Su teología. Dios tiene que permitir todo lo que sucede, o de lo contrario, no podría suceder.
Y hay ocasiones en las que Dios permite que enfrentemos ciertas pruebas. Hay ocasiones cuando Dios le permite a Satanás que haga lo que quiere en nuestras vidas porque hemos sido desobedientes e infieles. Hay ocasiones como en el caso de Job, cuando Dios le permite a Satanás hacer ciertas cosas para probar lo justos que somos. Pero Dios no es el tentador. La maldad nunca es tocada Dios, al contrario. Santiago 1, dice en el versículo 14: “cada uno es tentado no por Dios, sino cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” Yo creo que cuando él es ‘atraído por su propia concupiscencia’, es esa atracción interna de la carne. Y atraído podría añadir en el paréntesis, por Satanás, está esa atracción externa por parte de Satanás. Los hombres pecan porque son tentados y son tentados internamente por su concupiscencia y externamente por la atracción de Satanás. “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Pero observe esto: “Amados hermanos míos, no erréis.” No cometa un error en este punto. Cuando el pecado viene, cuando la lujuria viene y cuando la tentación viene, recuerde esto: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”
Sepa esto: que toda buena dádiva que Dios jamás da es buena. Es un regalo bueno, perfecto, que nunca variará y nunca va a volverse de eso, de tal manera que cuando la maldad entra, no es de Dios. Y es importante entender esta verdad teológica. La gente lucha con esto todo el tiempo. Dios permite la maldad. Eso está en Su propia decisión y tenemos que esperar la eternidad, inclusive entonces, para saber por qué. Pero Dios permite la maldad. Dios no hace maldad o tienta a hacer maldad. Todo lo que procede de Dios es algo bueno y perfecto. Tiene que mantener esa atención en su mente. Dios permite ciertas cosas, pero no son la expresión de Su corazón, Su mente, Su voluntad o Su virtud, Su esencia.
De hecho, si usted quiere saber lo que Dios piensa acerca de la tentación, simplemente escuche a Jesús en Mateo 26:41: “Jesús le dijo a Sus discípulos: “velad y orad para que no entréis en tentación.” En otras palabras, Él quería que ellos la evitaran. ¿Y cómo es que Satanás nos tienta? Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y ¿Cuál es la tercera? En 1Juan 2: “la vanagloria de la vida.” Dice: “y estos son del mundo”, no son del Padre, ¿se da cuenta? Esas cosas no proceden del Padre, sino del mundo, la carne y el diablo. Ahora, el panorama total está dentro del marco de que Dios lo permita. Pero Él les ha dado a los hombres una opción. Él no nos hizo robots para amarlo y hacer lo correcto porque no teníamos alternativa. Y entonces, Dios no nos tienta a la maldad, sino que el deseo de Dios más bien es que velemos y oremos y no entremos en tentación.
Ahora escuche, cuando usted peca, no culpe a Dios. El deseo malo viene como los latinos serviría decirlo, ab intra, desde adentro o ab extra, desde afuera. De Satanás, pero no de Dios. No de Dios. Lo primero que debemos hacer, entonces, es regresar ahora a Mateo. Y apliquemos lo que acabamos de decir. ‘No nos metas en tentación.’
Ahora, vemos la palabra tentación. Escuche: vemos la palabra tentación y es algo muy importante detenernos y ver lo que la palabra significa. Es la palabra peirasmos y es usada una y otra vez en las Escrituras. Es una palabra neutral. No significa malo. No significa bueno. Es simplemente una prueba o examen. Eso es todo lo que significa.
Ahora, la palabra tentación en español significa seducción a la maldad. Pero la palabra tentación no siempre es la traducción correcta. Algunas veces, esta palabra se traduce prueba. Algunas veces, se traduce probar. Algunas veces, se traduce prueba. Algunas veces, se traduce tentación. Y eso es porque puede ser cualquiera de esas cosas. Es una prueba. Es una palabra neutral. Pensamos en la tentación como un acto seductor que nos lleva al pecado. Pero estoy convencido que aquí la palabra peirasmos sería mejor traducida prueba. Leámosla de ese modo. ‘No nos metas en pruebas.’ Pruebas.
Ahora, permítame darle un pensamiento aquí. En cualquier momento cuando hay un una prueba legítima, está la posibilidad de pasar, de aprobar o de fracasar. De reprobar. De lo contrario, no es una prueba. Tiene la posibilidad de pasar o de reprobar, de tener éxito o de no tener éxito.
Entonces, cuando Dios trae una prueba -escuche esto, subraye esto- siempre existe la posibilidad de que esa prueba pueda ser convertida en una tentación. José dijo en Génesis capítulo 50, versículo 20, con respecto a sus hermanos que lo vendieron a Egipto: “vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó para bien.” En toda vicisitud y lucha y prueba de la vida, Dios nos trae para probarnos, para ejercitar el músculo espiritual, para fortalecernos, para que crezcamos, para que seamos más maduros. Pero en medio de eso, sino lo percibimos a través de los ojos de Dios, comprometidos con Dios, fortalecidos en Su fuerza, Satanás la convierte en una tentación, apela a nuestra concupiscencia y nos lleva, nos atrae al pecado.
Entonces, subraye esto. La palabra es una palabra muy apropiada cuando la oración dice ‘no nos metas en prueba’, yo creo que la implicación de la oración es ‘Señor, nunca nos metas en una prueba que nos presentará una tentación tal que no podamos resistirla’. ¿Entiende eso? Nunca nos metas en algo que no podamos enfrentar. Nunca nos des una prueba que se va a convertir en una tentación irresistible, sino que más bien, líbranos de cualquier prueba que nos pueda llevar a la maldad con una consecuencia natural. No nos metas en una situación que no podamos enfrentar. ¿Y sabe una cosa? Eso es simplemente una reclamación de una promesa, como veremos en un momento. El término implica prueba, implica un proceso.
Y por cierto, cada vez que usted ve una palabra como peirasmos, con una terminación asmos, es un nombre griego. Y la terminación asmos implica un proceso. No nos coloques en un proceso, ningún procedimiento, ninguna serie de circunstancias, ninguna situación
que nos lleve a una pecado irresistible. Ahora Santiago está suponiendo, y yo pienso que se debe asumir aquí, que Dios no hará esto. Un Dios Santo, sin pecado, absolutamente justo, no va a incitarnos a pecar. Él no nos va a tentar para que pequemos. Él no nos va a seducir, llevamos a pecar, sino que Él va a traer cosas a nuestra vida que se van a convertir en pruebas para nosotros. Usted camina y pasa al lado de cierta revista, cierto libro, cierto cine, cierto programa de televisión. Esa es una prueba. Esa es una prueba. Puede ser una prueba para mostrarle su fortaleza espiritual y hacerlo crecer. O si usted fracasa, se convierte en una tentación e incita a su deseo pecaminoso y lo lleva a pecar. Usted es despedido de su trabajo. Podría ser una prueba. ¿Cómo lo va a enfrentar? ¿Positivo, gozoso, comprometido con el Señor? Usted aprobó. Pero en el medio de esto, Satanás dice ‘ese hombre tan terrible’, su jefe, ‘deberías hacer lo que puedas para arruinar su reputación. Habla mal de él, quéjate, dile algunas cuantas palabras también a Dios por presentarte esto tan difícil.’ Satanás está trabajando desde el punto de vista de la tentación a partir de la misma circunstancia, mientras que Dios está operando en la prueba.
Es algo así como Mateo, capítulo 4. Dice que el Espíritu se llevó a Dios a la tentación para ser peirasthēnai, para ser probado. Para Dios, era una prueba para probar la virtud de Él. Para Satanás, era una tentación para destruir la virtud de Él, ¿se da cuenta? Y entonces, así será en nuestras pruebas. Esa es la razón por la que las pruebas son de tanto valor. Usted debe tenerlas para crecer. Al mismo tiempo, tienen potencial para que pequemos.
Job dijo: “cuando me haya aprobado, saldré como oro.” Porque él vio a su prueba de la manera correcta. Santiago 1 dice: “tened por sumo gozo cuando entréis en una prueba, porque las pruebas tienen una obra perfeccionadora.” Pedro dijo: “en esto se regocijan, que por un tiempo tienen que sufrir varias peirasmos - pruebas - para que la prueba de vuestra fe, siendo más preciosa que el oro, pueda redundar para gloria y alabanza y honra en la revelación de Jesucristo.” En otras palabras, la prueba es para probar que su fe es oro genuino. Peirasmos es una prueba. El propósito de Dios es para bien, pero Satanás, trata de convertirlo en maldad.
Resumiendo, ¿qué estamos diciendo? Una prueba es una prueba para probar su fortaleza, ejercitar su músculo espiritual, desarrollar su fortaleza espiritual como Dios probó Abraham al ofrecer a Isaac en Hebreos 11:17 dice. Dios quería mostrar qué hombre tan virtuoso él era, fortalecer su fe. Pero Satanás quiere convertirlo en una tentación. Y el clamor del versículo es simplemente esto: “oh Dios, no nos metas, no permitas que seamos llevados o no nos causes a ser llevados. No permitas que seamos llevados en una peirasmos y que se convierta en una tentación irresistible que no podamos enfrentar.
¿Y quiere saber algo interesante? Esto significa que el Señor tiene que operar en su vida entera, porque hay ciertas cosas que es en las que usted necesita crecer. Pero si vienen a usted en el momento equivocado en su vida, mientras que usted es demasiado joven en la fe, usted no podría enfrentarlas. Y en lugar de crecer, usted fracasaría.
Por ejemplo, hay ciertas tentaciones que yo enfrento en la actualidad que nunca habría podido enfrentar cuando era joven en la fe. Nunca. Pero conforme he sido fortalecido, ahora puedo enfrentarlas más de lo que pude en ese entonces. El Señor tiene que ordenar entonces toda nuestra vida entera para que en ningún punto en nuestra vida seamos tentados en una situación en la cual no tenemos la fortaleza para resistir. Entonces Satanás y la carne entran a nuestras pruebas, pruebas que Dios trae para perfeccionarnos; pruebas que Dios trae para ayudarnos a fortalecer a otros; pruebas que Dios trae para enseñarnos a confiar en Él; pruebas que Dios trae para llevarnos a la Palabra de Dios y a ponernos de rodillas. Y en esas pruebas, viene Satanás con sus tentaciones y dependiendo de cómo usted responda, se mantendrá como prueba y la aprobará o fallará y se convertirá en tentación.
Entonces, esta petición, amados, es una protección contra la presunción y es una protección contra los sentidos falsos de seguridad. Cuando usted piensa que está firme, más vale que tenga cuidado para que no ¿qué? Caiga. Usted piensa que ha llegado al nivel más alto de espiritualidad, pero no es así. Una frase rica y simple. Por cierto, la palabra ‘no nos metas en’ es una palabra interesante. Es eis en el griego y algunos la han comparado al poder de o a las manos de. Entonces, lo que está diciendo es no causes que seamos guiados en las manos de la prueba. En otras palabras, si la prueba está alrededor de nosotros, eso es una cosa. Pero no nos dejes caer en las manos de esa prueba. Ahí es cuando se convierte en tentación. En otras palabras, siempre y cuando estemos en el barco, el mar puede sacudirnos, simplemente mantennos dentro del barco. No nos dejes salir al mar o nos ahogaremos. No nos dejes ser atrapados en el vórtice de la prueba. Mantennos en Tus manos en medio de esa prueba.
Por cierto, nuestro querido Señor oró en la misma oración en Juan 17:15 cuando le dijo al Padre: “Padre, no te pido que los saques del mundo, sino que mientras que están en el mundo, guárdalos del maligno.” No nos dejes caer en las manos de o en el poder del maligno. Martín Lutero dijo: “nosotros no podemos evitar el ser expuestos a los ataques, pero oramos para que no fracasemos, para que no caigamos y perezcamos debajo de ellos.” Fin de la cita. Esa es la esencia de esto.
Es una oración para que Dios nos defienda cuando Él nos pruebe, para que Satanás y la carne no conviertan las pruebas de Dios en tentación y que se conviertan en algo irresistible y que nos lleven al deseo pecaminoso. Y el deseo pecaminoso al pecado. Ahora, ¿cómo enfrentamos esto en medio de la prueba? Cuando comenzamos a sentir la tentación que viene, aquí estamos en la prueba, alguien que ha fallecido, la pérdida de un trabajo, estamos enojados contra nuestra esposa, nuestros hijos, hay conflictos con relaciones, enojados con la Iglesia, lo que sea, estamos en una prueba financiera o emocional, psicológica, social espiritual, estamos en esta prueba y estamos diciendo ‘Señor, este es un tiempo de crecimiento.’
Y Satanás comienza a golpearnos y quiere que estemos amargados y enojados; y entonces, ¿cómo enfrentamos esto? Creo que Santiago 4:7 nos da una palabra simple. No tenemos tiempo para entrar en mucho detalle. Quiero concluir nuestros pensamientos. Pero en Santiago 4:7 dice esto: “someteos pues a Dios.” Sometemos pues a Dios. Ahora, ¿cómo hace usted eso? ¿Qué quiere decir ‘sométete a Dios’? Bueno, eso significa colócate abajo del Señorío de Dios, ¿estaría de acuerdo con eso? Colócate debajo de Su Señorío.
¿Qué significa eso? Significa que si me voy a someter a Dios y a Su Señorío, significa que voy a hacer lo que Él dice. ¿Qué significa someterse a Dios, entonces? Significa vivir en sumisión a principios bíblicos. Él, lo acabo de citar en el versículo 5. “¿O pensáis que la Escritura dice en vano someteos pues a Dios?” ¿Cómo es que Dios ha revelado a sí mismo? ¿Cómo ha revelado Su voluntad? ¿Cómo ha revelado los principios de Su Señorío? ¿Cómo es que ha manifestado Dios aquello que quiere que hagamos? En Su Palabra.
Y entonces, conforme entramos en una situación de una prueba, lo que hacemos entonces es que comenzamos a ordenar nuestras respuestas a esa prueba según los principios de la Palabra de Dios y así es como nos sometemos a Dios. Y conforme ordenamos nuestra vida según los principios de la Palabra de Dios, encontramos que, de esa manera, resistimos al diablo y él ¿qué? Huirá.
Esa es una gran palabra, ¿no es cierto? Someterse a Dios no es algo esotérico. No es algún trauma emocional. Someterse a Dios es ordenar mi vida para responder de acuerdo con la revelación bíblica de la voluntad de Dios. Y entonces, en medio de una prueba digo: “Oh, Dios, necesito Tu fortaleza infundida en mí y me someto a las verdades de Tu palabra. Y mis palabras y mis actitudes y mis acciones y mis pensamientos y mis obras están todas en sumisión a Tu palabra.” Usted puede orar por someterse a Dios todo lo que quiera, pero hasta que usted ordene su vida, no le va a servir de nada orar de ese modo. Usted puede decir ‘me someto a Ti, Señor, protégeme’. Y simplemente, continúa pecando y simplemente, continúa reaccionando de manera equivocada y usted está violando aquello por lo que está pidiendo.
Someterse a Dios es someterse a Su Palabra. Es Su Palabra la que limpia las ramas en Juan 15. Es Su Palabra lo que está escondido en nuestro corazón para que no pequemos. Es Su Palabra lo que es esa espada que nos defiende en contra del ataque, Efesios 6. Y entonces, eso es lo que él está diciendo. ¿Cómo vamos a ser librados en medio de la prueba? Al someternos a Dios. Y conforme nos sometemos a las verdades de Su Palabra y tomamos la espada de la Palabra de Dios, nosotros comenzamos a ponerla en uso nuestras vidas. Y de esa manera, nosotros resistimos al diablo; y él huye. Y esa prueba se mantiene como prueba y nunca se convierte en una tentación irresistible.
¿Qué está diciendo esta petición amados? Escuche ahora, quiero que lo entienda. Enfrenta el peligro de vivir en un mundo maldecido en donde estamos siendo golpeados por la maldad que nos rodea. Confiesa nuestra incapacidad de enfrentar esa maldad. Confiesa la debilidad de nuestra carne. Confiesa la ausencia absoluta de recursos humanos. Considera el hecho de que somos impotentes y demanda la protección de un Padre amoroso conforme nos sometemos a Su Palabra.
Mi corazón quiere evitar las pruebas. A mí no me gustan las pruebas. No las busco. He orado los muchas veces en mi vida: ‘Señor, trae a mi vida lo que necesito para ser el hombre que quieres que sea’, pero cada vez que digo eso en mi mente pienso: ‘hombre, no sé lo que estoy pidiendo.’ Y no espero con gusto meterme en pruebas. Tan pronto como entro en una prueba, sólo puedo pensar en una cosa: ¡en salir! Y no pienso en quedarme ahí, pienso en salirme de eso. Y miro hacia atrás a las pruebas del pasado y de hecho estoy contento porque terminaron. A nadie le gustan.
No me gusta cuando muere alguien a quien yo amo o alguien es lastimado o cuando enfrento algún problema en mi vida. No me gusta eso en absoluto. Y entonces, no digo nada más “Señor, sólo quería que supieras que ¡es tan maravilloso! ¡Sigue mandándomelas!” Yo no oro así. Cristo no oró así. Él dijo “pase de Mí esta copa.” Pero cuando Él se dio la vuelta y dijo: “si esto es lo que es necesario, Señor, entonces, que así sea.” Así sea.
Entonces, clamamos con Cristo: “Padre, libérame de la prueba, pero si esta prueba encaja en Tu sabiduría y esta prueba encaja en lo que Tú quieres hacer y esta prueba encaja con Tu voluntad, encaja con Tu plan, entonces protégeme en medio de la prueba para que pueda salir como los tres amigos de Daniel, sin ni siquiera tener el olor del humo. De tal manera que pueda salir como Daniel lo hizo, de ese foso de leones sin ningún rasguño.” Daniel necesitaba protección en el foso de los leones y nosotros necesitamos esa protección también cuando entramos en esa prueba, ¿no es cierto? No podemos hacerlo solos. Tiene que ser un recurso divino.
Bueno, ¿cree que Dios va a oír esta oración? ¿Cree que Dios va a protegerlo de las pruebas que son tentaciones irresistibles que lo atraen a usted al pecado? Yo creo que sí. Y está basado en el versículo que quiero que vea. Primera de Corintios 10:13, uno de los grandes versículos de toda la Biblia. Y usted sabía que yo iba a llegar ahí tarde o temprano, ¿no es cierto?
¿Qué dice primera de Corintios 10:13? “No lo hagan en su propia fortaleza, versículo 12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” Después, el versículo 13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación” - ninguna prueba, ningún peirasmos de Satanás - “que no sea humana;” usted no va a enfrentar alguna que sea de alguna manera súper humana. Usted no va a enfrentar una que no sea algo que todo el mundo no haya enfrentado. Y en medio de esto, Dios es fiel. ¿Sabe que en toda prueba Dios es fiel? Él ha prometido que nunca lo va a dejar, nunca lo dejará y Él es fiel. Me da tanto gusto, ¿no le da gusto que Dios no dijera: ‘¿sabes una cosa?, vas a tener muchas pruebas en la vida y voy a tratar de estar en una de cada diez quizás para ayudarte.’ Eso sería bastante malo. Él dice que es fiel. Que estará en cada una de ellas. Dios es fiel. Él no va a permitir que usted jamás sea peirazō, sea probado, tentado más allá de lo que usted puede enfrentar. Nunca. Usted nunca puede decir ‘bueno, eso fue demasiado para mí’. Él nunca permitirá eso. Y Él siempre con esa prueba va a proveer la salida. Ekbasis. La salida. ¿Y sabe cuál es la salida? La salida es enfrentarla. Usted tiene que enfrentar, atravesar la prueba como por un túnel. La manera de salir es atravesarla.
Si usted se descarría en una tentación o pecado, usted falló. La manera de salir es atravesar para que usted pueda soportar. ¿Qué dice eso? Dios nunca, nunca permite que enfrentemos una prueba que sea más de lo que usted puede enfrentar. Esa es la respuesta a la petición “no nos metas en tentación, no nos metas en pruebas, sino líbranos del mal o del maligno” la carne o el diablo. Y Él dice muy bien, ‘Yo nunca te voy a dejar ser tentado más de lo que puedas enfrentar.’ En otras palabras, sólo estamos reclamando una promesa y si cumplimos con la condición, tenemos el derecho de reclamar la promesa.
¿Cuál es la condición? Que se someta el Señor y resista al diablo. Eso resume la oración. Cierra con una doxología. La doxología simplemente es esto: “porque Tuyo es el Reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Eso es una doxología. Usted simplemente la dice. Usted simplemente la piensa. Usted simplemente se la ofrece a Dios. No la diseccione.
Por cierto, hay evidencias de manuscritos de que Jesús nunca dijo esto. Esa es la razón por la cual no está incluida en alguna de sus versiones de la Biblia. No sabemos si Él la dijo o no. Algunos manuscritos la tienen, algunos no. Le voy a decir una cosa, es verdad. ¿Amén? Suyo es el Reino y la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Es verdad. Y me gusta ahí, parece ser un clímax apropiado.
Algunos comentaristas dicen que casi piensan que debió haber estado ahí, porque los judíos nunca habrían cerrado una oración en un tono negativo como ese. Y entonces, debido a que está ahí y debido a que es verdad, la decimos de manera hermosa y maravillosa. Es un eco de 1 Crónicas 29:11 que dice esencialmente lo mismo. Sea que Jesús lo dijo o sea que alguien más tarde lo añadió, ciertamente es verdad. Suyo es el Reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos.
¿Qué hemos aprendido en esta oración? Todo lo que necesitamos está disponible para nosotros. En primer lugar, Dios obtiene el lugar correcto, las primeras tres peticiones; y después, nuestras necesidades son traídas a Él y satisfechas en Su provisión maravillosa eterna. Oremos juntos.
Padre, hacemos eco de esta oración en nuestros con propios corazones. Líbranos del mal. Líbranos de la paga del pecado, del dominio del pecado, de la culpabilidad del pecado. Líbranos de las consecuencias del pecado que afecta nuestros intelectos y nuestras emociones. Libra nuestras voluntades de la esclavitud, nuestros juicios de la perversión, nuestra imaginación de la farsa. Libra nuestras memorias de recuerdos amargos. Libra nuestros instintos de desvíos pecaminosos. Libra nuestros deseos de lo que es terrenal. Líbranos de debilidad, para que podamos conocer la plenitud de Tu fortaleza.
Gracias por este tiempo, Padre, esta mañana. Bendecimos Tu nombre por él. Gracias por esta oración. Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad. Continúa dándonos tan abundantemente como lo has hecho en el pasado, nuestro pan de cada día. Ayúdanos a estar perdonando a otros para que conozcamos la plenitud de Tu perdón paternal.
Y gracias por la promesa de que nunca nos guiarás en algo que no podemos enfrentar. Pero Señor, no podemos enfrentar ninguna prueba a menos de que nos sometamos a Ti y resistamos al diablo. Ayúdanos a cumplir con las condiciones, a conocer la satisfacción de las promesas inestimables de esta oración y a orar como debiéramos orar para Tu gloria. Porque Tuyo es el Reino y el poder y la gloria por los siglos. Amén.
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