Pase conmigo, si es tan amable, al capítulo 9 de Mateo en su Biblia. Mateo, capítulo 9. Estamos de regreso en nuestro estudio de Mateo. He esperado con mucho, mucho gusto este regreso porque me encanta la narrativa del Evangelio. Nos detuvimos hace más de un mes atrás en el versículo 17 y hoy, comenzamos en el versículo 18. Los versículos 18 al 26 son realmente una unidad; y para que usted entienda la historia y la tenga en mente, permítame leer los versículos 18 al 26. Y pasaremos al menos un par de sesiones juntos estudiando este registro tremendo.
Comenzando en el versículo 18, Mateo escribe: “Mientras Él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante Él, diciendo: ‘Mi hija acaba de morir; mas ven y pon Tu mano sobre ella, y vivirá.’ Y se levantó Jesús, y le siguió con Sus discípulos. Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de Su manto; porque decía dentro de sí: ‘Si tocare solamente Su manto, seré salva.’ Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: ‘Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.’ Y la mujer fue salva desde aquella hora. Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, les dijo: ‘Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme.’ Y se burlaban de Él. Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.”
Me gustaría titular este pasaje de manera muy simple: “El poder de Jesús sobre la muerte.” De esto trata, la resurrección de los muertos y camino a esto, la curación de una mujer con un problema de sangre. Y si usted lee los otros Evangelios sabe que la razón por el interludio de la curación es retrasar a Jesús hasta que la pequeña niña esté muerta y el funeral ya haya comenzado. Los otros escritores nos dicen que cuando Jesús se acerca por primera vez, el padre de la niña le dijo a Jesús que su hija estaba muriendo. Y para cuando Él llega, ya está muerta y el funeral ya estaba en sesión. Entonces, el Señor coloca este interludio hermoso de la mujer con un problema de sangre como parte del retraso para traer la resurrección.
Entonces, vemos el poder de Jesús sobre la muerte. Y creo que este es un mensaje esencial que trata de un tema crítico. Vivimos en un mundo que se está muriendo, en el que todos enfrentamos la inevitabilidad de la muerte. Somos humanos en deterioro en un mundo que se está deteriorando. Nuestro mundo se caracteriza por la tragedia. Nuestro mundo se caracteriza por la tristeza. Nuestro mundo se caracteriza por la tristeza profunda. Nuestro mundo se caracteriza por la muerte y los que están muriendo. Desde la caída del hombre que se registra en Génesis capítulo 3, ha habido una maldición en la tierra; y esa maldición ha enviado a la tierra y a todos sus habitantes en un espiral descendiente de lágrimas y desastres y dolor y tristeza y muerte; y de hecho enfrentamos esas cosas de manera incesante.
Apenas en este mes, digamos en las últimas cuatro o cinco semanas, sé de un querido amigo que murió de cáncer. Y muchos otros amigos están siendo consumidos por el proceso mortal doloroso del cáncer. Sé de un joven quien en su auto mató a otro pequeño niño de ocho años de edad. Conozco a un hombre cristiano que estaba manejando un camión en la autopista cuando otro hombre frente a él chocó contra él; y he visto varios ataúdes en el mes pasado. La cara fría de un padre y de la madre. He oído el lloro y la tristeza. Sé de una joven con dos niños pequeños. Esa joven está muriendo de un tumor en el pulmón. He observado a un joven emerger de una cirugía para sentir el dolor conforme la anestesia iba desapareciendo. He caminado por los pasillos de varios hospitales. He oído los gemidos y quejidos de aquellos que tienen dolor y enfermedad. He visto a niños con leucemia.
Hablé con un amigo pastor por teléfono que me dijo: “¿Por favor, John, orarías por mi hija de 16 años? Ya le han realizado dos cirugías a corazón abierto y ahora tiene problemas con su corazón y casi la perdimos.” Este mes me acordé que hace un año atrás una querida esposa y madre de nuestra propia Iglesia murió quemándose hasta morir. El domingo pasado, conocí a un hombre que lentamente está perdiendo la vista y a una mujer que lentamente está perdiendo el oído. Hablé con un niño de nueve años de edad el mes pasado que perdió a su madre debido al cáncer y el domingo pasado oré por y con un hombre que está tan enfermo con un tumor cerebral que está en dolor constante. Eso es sólo parte de esto, pero así es la vida. Eso es lo que el pecado ha hecho a nuestro mundo. Esa es la maldición en acción.
¿Es sorprendente que Jesús reaccionó como lo hizo cuando llegó a la tumba de Lázaro? Y la Biblia dice en el capítulo 11 de Juan: “Cuando Jesús la vio llorando,” esto es a María, la hermana de Lázaro, “y los judíos también llorando y vino a la escena del funeral,” esto es a lo que vino, dice que “Él gimió en su espíritu y se vio turbado.” Había un dolor profundo. Había dolor y no fue tanto por lo que le había pasado a Lázaro sino que en la infinidad de Su mente, Él podía estirar su pensamiento a lo largo de todas las épocas del tiempo para congregar todas las consecuencias del pecado y sentir el dolor y todo lo que esto ha traído al hombre. Y a Él, como alguien que tiene una compasión que va más allá de lo que podamos concebir, le dolió profundamente.
Y dice: “Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: ‘Mirad cómo le amaba.’ Y algunos de ellos dijeron: ‘¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?’” Y Jesús, por lo tanto, volvió a gemir dentro de sí mismo. Y había un dolor profundo en Cristo porque podía ver el poder y el dolor del pecado. Y Dios no lo quiere así. Éste no era el plan. Todas las cosas en el mundo fueron creadas para el bien del hombre y la bendición del hombre, pero el hombre pecó; y entonces, los profetas del Antiguo Testamento dicen que el pecado correrá hasta seguir su curso y después Dios va a revertir la maldición. Y Dios lo va a invertir.
Llegamos al final de Apocalipsis, en el penúltimo capítulo y leemos que aquí Dios enjugará toda lágrima de sus ojos y no habrá más muerte ni lloro ni tristeza. Ni habrá más dolor porque las cosas pasadas habrán terminado. Y Juan tiene esta visión increíble de que habrá un día en el que la maldición terminará. ¿Quién puede hacer eso? ¿Quién puede revertir la maldición? ¿Quién puede destruir la enfermedad y el dolor y las lágrimas de la muerte? Los profetas dijeron que vendría un Mesías, vendría un Príncipe, un Rey; y lo haría. Él tendría el poder para traer de regreso esa totalidad de la vida.
Entonces, cuando Jesús vino al mundo, Él demostró ese poder. Aunque el cumplimiento de esas profecías todavía es futuro, Aquel que las cumpliría ha demostrado de manera suficiente Su capacidad de hacerlo de tal manera que cuando Jesús vino al mundo, como lo hemos visto, Él expulsó la enfermedad de Palestina. Él resucitó a los enfermos. Perdonó pecados. Todas esas cosas que serán una realidad del Reino grande y glorioso venidero, las demostró en Su primera venida.
Los milagros de Jesús fueron la verificación de Su poder de revertir la maldición, la verificación de Su poder de establecer el Reino porque Él había dicho en Juan capítulo 5, ustedes recordarán, que Él algún día resucitará de los muertos a todos los que están en las tumbas; y si Él va a hacer eso, tendrá que demostrar Su poder de hacerlo. Entonces, por medio de milagro tras milagro, Él verificó Su poder.
Y si usted fuera a seguir simplemente el pensamiento de Mateo, vería qué cosa tan importante es para Mateo indicar esto. Lo vemos, por ejemplo, no necesita ir a este pasaje, creo que va a entender el flujo, simplemente me puede escuchar. Regresando a Mateo capítulo 4 escribe que Jesús fue por toda Galilea enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia entre el pueblo. Y Su fama se esparció por Siria. Y le trajeron a toda la gente enferma que era traída con diferentes enfermedades y tormentos; y aquellos que estaban poseídos por demonios, aquellos que tenían epilepsia, los que tenían parálisis, los sanó.
Y usted sigue a Mateo y llega al capítulo 8. Y algunos de ustedes recordarán que en el capítulo 8, versículo 16 dice: “Cuando llegó la tarde, le trajeron a mucho que estaban poseídos por demonios y echó fuera los espíritus con Su palabra y sanó a todos los que estaban enfermos para que se cumpliera lo que fue hablado por el profeta Isaías. Ahora escuchen, no lo sanó por causa de ellos nada más, no sólo por el bienestar de ellos y ya. Sino para que pudiera demostrar Su poder, Él no sanó a todos porque todos tenían fe. En absoluto. Él no sanó a todos ellos porque eran dignos. Él los sanó para mostrar que podía sanar toda enfermedad y que no había límite para Su capacidad.
Capítulo 9, versículo 35: “Jesús iba por todas las ciudades y villas enseñando en las sinagogas y predicando el Evangelio del Reino y sanando toda enfermedad, toda dolencia entre el pueblo.” Y en el capítulo 11, versículo 5, los ciegos reciben vista, los cojos caminan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres les es predicado el Evangelio. Y así fue. Él demostró que Él era Dios, el Mesías, el Rey.
Ahora, si usted ha estado con nosotros en nuestro estudio de Mateo, usted sabe que éste es el enfoque de Mateo. Es lo que Mateo quiere que entendamos, que Él es el Rey. Entonces, Mateo nos ha hablado de Su linaje. Él tiene el linaje del Rey. Él nos ha hablado de Su llegada. Él tuvo el nacimiento de un rey, un hijo nacido de una virgen. Él nos habló de su adoración. Otros reyes se postraron ante Él. Nos habló de su expectativa. De cómo lo esperaban. Nos habló de cómo las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en Su nacimiento. Nos habló del heraldo real, Su precursor, Juan el Bautista. Nos habló de Su afirmación en la cual el Padre habló en Su bautismo. Él nos habló de Su ventaja cuando Él conquistó a Satanás en la tentación. Nos habló de Su actividad de sanar y predicar. Él los habló de Su autoridad en Su sermón en los capítulos 5 al 7; y ahora nos habla de Su certificación, Su poder milagroso. Y a lo largo del capítulo 8 y 9, hemos visto los milagros de Jesús; y Mateo nos da tres grupos de tres milagros.
En el capítulo 8, vemos el primer grupo de milagros que tratan con la enfermedad. Del capítulo 8, versículo 23 al capítulo 9, versículo 17, el segundo grupo trata con el desorden, tanto en el mundo físico como espiritual y moral. Y ahora, el tercer grupo, y el que vamos a estar viendo en los siguientes días, tiene que ver con la muerte. La enfermedad, el desorden y la muerte. Este es el clímax. Jesús puede resucitar a los muertos.
Ahora, en esta sección, usted tiene tres milagros. El primero, de hecho, tiene un milagro en un milagro; pero hay tres milagros separados. El primero, resucitar a los muertos; el segundo, dar vista a los ciegos; el tercero, dar la capacidad de hablar a los mudos. Ahora, los últimos dos pueden parecer menos maravillosos que la resurrección y podría preguntar por qué Mateo incluiría la capacidad de dar vista y de poder hablar en una sección que habla de Su poder sobre la muerte; y no estoy seguro que puedo ser dogmático en la respuesta a eso, fuera de que me parece que es una ilustración maravillosa del poder resurrección de Jesús. En primer lugar, Él resucita a una persona entera de los muertos; y después, Él muestra cómo es que Él puede resucitar a todos al mostrarles cómo Él les puede dar vida a las partes muertas. El que puede dar vista a ojos muertos y dar la capacidad de hablar a una lengua muerta, también puede resucitar a los muertos porque eso es sólo la suma de las partes. Entonces, Él tiene poder sobre aquello que está muerto.
¿Puede Jesús vencer la muerte? ¡Qué mensaje es ese! G. B. Hardy, el científico canadiense, dijo en una ocasión: “Cuando veo a la religión, tengo dos preguntas. Pregunta número uno, ¿alguna persona ha conquistado jamás la muerte? Pregunta número dos, si lo hicieron, ¿pueden también darme a mí una manera para que yo también la conquiste? Él dijo que verificó la rumba de Buda; y estaba ocupada. Verificó la tumba de Confucio; y estaba ocupada. Y también verificó la tumba de Mahoma; y estaba ocupada. “Y llegué a la tumba de Jesús y estaba vacía. Y dije: “Ahí hay uno que conquistó la muerte.” E hice la segunda pregunta, ¿proveyó un camino para que yo lo hiciera? Y abrí la Biblia y Él dijo: “Porque yo vivo,” ¿qué?, “Vosotros también viviréis.”
Esa es la pregunta. Jesús, ¿puedes conquistar la muerte? ¿Eres Tú el que puede revertir la maldición? ¿Acaso Tú, como dice Apocalipsis 1, tienes en Tu mano las llaves de la muerte y el Hades? Si Tú eres ese, muéstranos, demuéstralo.” El mismo Jesús que estuvo de pie ante la tumba de Lázaro y gimió, quien lloró con María, es el mismo Jesús que le dijo a Marta “Yo soy la resurrección y la vida. El que en Mí cree, aunque estuviere muerto, vivirá; y el que viviere y creyere en Mí, nunca morirá. ¿Crees esto? Sí, Jesús tiene poder sobre la muerte. Y en ningún lugar lo ve usted de manera tan clara como cuando resucita a esta niña muerta en esta situación.
Ahora, vamos a hacer algunos comentarios elementales al llegar al texto. Tiene un milagro dentro de un milagro, pero el milagro dentro del milagro de resurrección, esto es, el que tiene que ver con el problema de sangre, es realmente parte del milagro de la resurrección ya que provee el retraso que es necesario para que ocurra la muerte y entonces haga que la resurrección sea tan dramática como es posible. Entonces, realmente tiene un milagro dentro de un milagro; y si en cierta manera pudiera explicar esto, quisiera darle un sermón dentro de un sermón… Y quisiera que entendiera el milagro y el poder de Cristo. Pero al mismo tiempo, quiero que vea, conforme avanzamos a lo largo de estas dos cosas maravillosas que suceden aquí, quiero que vea no sólo la historia de lo que sucedió sino un sermón dentro de un sermón. Quiero que vea como Jesús trató con la gente porque en ningún otro lugar es visto de manera tan maravillosa como es aquí.
Toda Su ternura, toda Su sensibilidad, toda Su gentileza, toda Su apertura, todo lo que Él es en amabilidad amorosa está aquí. Y todo Su poder está aquí. Y toda Su dinámica está aquí. Y toda la maravilla de Su majestad está aquí. Y aquí usted tiene un vistazo maravilloso de cómo trató con la gente y se vuelve un patrón para nosotros en cómo tratar con ellos también. Entonces, observe eso conforme avanzamos.
Ahora, voy a usar el bosquejo basado en cómo Jesús trató con la gente para avanzar a lo largo de este relato tremendo. Conforme veo esto desde el principio, veo en primer lugar que al tratar con la gente, Jesús fue accesible. Él fue accesible.
Versículo 18. “Mientras Él les decía estas cosas, vino un hombre principal.” Ahora, deténgase allí. Mientras Él les estas cosas, ¿qué cosas? A ellos. ¿A quiénes? Tenemos que hacer esas preguntas, ¿no es cierto? ¿A quién le estaba hablando acerca de qué? ¿Recuerda lo que estaba pasando aquí? Expulsaron a los demonios del maníaco en Gadara y los enviaron a un grupo de cerdos. Él había calmado el mar y el viento. Puede estar seguro de que esa noticia se esparció rápidamente. De hecho, cuando llegamos de regreso a Capernaúm, esa pequeña villa en el punto que está más arriba, al norte del mar de Galilea en donde Pedro vivía, cuando Él regresó a esa villa después de ese incidente increíble en Gadara, Él se estaba quedando en la casa de Pedro. Y los discípulos de Juan el Bautista vinieron y le dijeron “¿Por qué no estás ayunando? ¿Y por qué todos Sus discípulos y el Señor están comiendo así? ¿Por qué no están ayunando? ¿Por qué no cumplen los ayunos prescritos?
Y con eso en mente, llegamos al versículo 18. “Mientras Él les decía estas cosas,” en respuesta a los escribas y fariseos y los discípulos de Juan el Bautista, “vino un hombre principal.” Si puede estirar su mente por un momento, esto me habla de la accesibilidad de Jesús. La gente podía llegar a Él. Digo, Él estaba ahí. No estaba en un lugar inaccesible, no es un gurú religioso que tiene metros de altura con lirios a Su alrededor. Él es accesible. Él no vive en un monasterio. No es jerarquía. No tiene que ir al tercer vicepresidente y avanzar a lo largo de la fila. Él se movía entre la gente. Él era Dios en el mundo de los hombres y como puede ver, la esencia de la encarnación.
“Que Dios,” dice Juan 1, “estableció, levantó Su tienda con los hombres, Su tabernáculo.” Él estaba en las calles. Estaba en las villas. Él caminó por los caminos polvorientos. Él estaba en las sinagogas. Él estaba en los hogares porque era lo único que tenía para quedarse. Él no tenía una casa, un hogar. Él se codeaba ahí con la gente del templo. Era accesible.
Un día, llegaron muchas persona en Mateo 19 y trajeron a muchos niños. Y en cierta manera, empujaron ahí a sus pequeños porque querían que Jesús los tocara. Y los discípulos dijeron: “Quiten a estos niños de aquí.” Aléjenlos de aquí. Jesús dijo: “No, dejen que los niños, los pequeños se acerquen a Mí porque de los tales es el Reino de los cielos.” Él congregó a los pequeños. Él era accesible a los adultos, a los niños. Adonde quiera que iba, Él se movía en una multitud.
En una ocasión, Él dijo que tenía compasión de la multitud porque habían estado con Él tres días. ¿Se imagina eso? ¿Usted cree que le hicieron preguntas cuando se acercaron a Él? ¿Usted le haría preguntas? ¿Usted cree que trajeron todos sus problemas? ¿Usted se los traería? Bueno, si usted supiera que había uno que tenía todas las respuestas. Él estaba aconsejando. Él estaba sanando. Él estaba enseñando. Él estaba en medio de la gente, puede imaginarse, por tres días enteros; y Él dijo: “Tengo compasión de ellos.”
Imagínese las conversaciones. Las necesidades interminables, las preguntas interminables… Inclusive, en ocasiones tuvo que retirarse al monte de los Olivos para tener un tiempo solo para hablar con el Padre. Y hubo ocasiones en las que Él tuvo que decirle a alguien ‘no le digas a la gente de este milagro’ debido a la presión que vendría como resultado de ello. Y ahí estaba Él, el Maestro del mundo, el Creador del universo, el Rey de Reyes y el Señor de señores; y ahí está caminando por los montes de Galilea. Y los pequeños niños entran y salen y la gente lo detiene y habla. Y ahí está en las villas y junto al mar, junto la costa, en la arena y en un barco, sobre el agua y en las calles llenas de Jerusalén. Y siempre, siempre rodeado de gente. Él era accesible. ¿Sabe lo que eso me dice? Eso me dice que Dios es accesible. ¿No es eso bueno? Porque este es Dios desplegándose a sí mismo. Él era accesible a las multitudes…
Y en esta ocasión en particular, dos personas están en la multitud. Una es un hombre principal, un líder, un gobernante. El otro, una dama enferma. Uno es alguien que es prominente; y la otra persona, una rechazada. Uno es rico y la otra pobre. ¿Puede imaginarse la variedad de gente que habría estado en una multitud como esa? Los fariseos estaban tratando de hacerlo tropezar y condenarlo; y la gente simplemente está tratando de analizarlo. Y están todos los que están dolidos, los que sufren, los que están enfermos, todos los que tenían ansiedades, todos los que eran mendigos, los pobres, los marginados, los esclavos, los cautivos, todos los que estaban sufriendo así como también los que querían que sus necesidades fueran satisfechas.
Y me emociona que Él es accesible a las multitudes, que puedan acercarse a Él; pero permítame darle un segundo paso. Jesús no sólo era accesible, si en cierta manera pudiera cambiar un poco la palabra, Él también estaba disponible. Y con eso, no me preocupa tanto la multitud como el individuo. Él no solo fue accesible en el sentido de que usted podía acercarse a Él, sino que Él estaba disponible en el sentido de que Él podía acercarse a usted. Esta es una realidad maravillosa, que Jesús fuera sensible a los que estaban en la multitud; y Él se movía hacia esa persona con una disponibilidad real. No estoy pensando tanto en la multitud, como he dicho. Estoy pensando en el individuo.
Bueno, regresemos al versículo 18 y veamos lo que sucede. “Mientras Él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante Él. Y dice aquí, vean esto, esto es asombroso. Muy asombroso. ¿Por qué es tan asombroso? Bueno, este hombre era un líder, Marcos agrega que era uno de los líderes de las sinagogas. Y Lucas dice que era rosh hakkaneseth, lo cual significa que era el anciano principal de la sinagoga y su nombre era Jairo. ¿Sabe quién era este hombre? Él era el representante número uno de la institución religiosa en Capernaúm. Él era el anciano principal no en el templo de Jerusalén sino en la que sinagoga en Capernaúm.
Ahora, las sinagogas eran lideradas por ancianos. Ellos eran los líderes espirituales. Ellos administraban el lugar. Tenían que coordinar y asegurarse de que todo se condujera de manera apropiada, toda la adoración pública. Eran hombres de gran influencia; y a partir de ese grupo, había muchos ancianos. Elegían a alguien para que fuera la cabeza que presidía, que supervisaba, que designaba al predicador y al que oraba. Y era el que leía de la ley y el responsable de administrar toda la sinagoga. Y aquí está el número uno. Y es el epítome de la institución religiosa; y si usted sabe algo de los Evangelios, sabe que la institución religiosa estaba opuesta a Cristo. A lo largo de Su vida, pelearon contra Él.
Y este hombre es visto como el epítome de eso; inclusive bien puede haber sido un fariseo. No lo sabemos, pero tenía mucha presión a su alrededor para ser un religioso tradicional judío. Y viene a Jesús. Ahora, usted podría esperar que viniera y dijera que era el anciano principal de la sinagoga, ‘me gustaría hablar con usted.’ ¿Podríamos, si es tan amable, hablar en privado? No es lo que hizo. No se protegió a sí mismo. Es sorprendente.
Miren al versículo 18. “Él vino y se postró ante Él.” Ahora, esa palabra en griego se postró o adorar significa postrarse ante alguien y besar sus pies o besar el borde de su atuendo o besar el piso enfrente de él. Ahora esta es una persona hereje, este Jesús; y los fariseos están tras Él. Y la institución religiosa está buscándolo. Y este hombre hace lo que uno haría en esa cultura únicamente hacia una deidad, alguien que era divino, alguien quiera santo de una manera no humana o algún rey que había dicho que era rey y decía que de hecho, era divino. Usted no hacía esto a los seres humanos a no ser que fueran sobrenaturales en algún sentido.
Y creo que es maravilloso, a Mateo le encanta utilizar la palabra postrarse o adorar. Lo usa trece veces, porque encaja con un rey, ¿no es cierto? Este hombre adoró. Pero ¿qué es lo que hizo que ese hombre hiciera eso? ¿Cómo es posible que alguien hiciera eso? Les voy a decir. Muy sencillo. Versículo 18. ¿Saben lo que le dijo? “Mi hija acaba de morir. Mi hija acaba de morir.” Ahora, el relato de Mateo es breve. El de Lucas es más extenso y el de Marcos aún más largo.
Y los otros escritores del Evangelio nos dicen que la primera vez que el hombre habló a Jesús le dijo: “Mi hija está muriendo.” Y más adelante, se le informa que estaba muerta; y él le dijo a Jesús que estaba muerta. Mateo simplemente lo condensa, dejando algunos asuntos preliminares; y en este momento, Mateo simplemente dice: “Mi hija está muerta.” Y los otros escritores nos dicen que la pequeña niña tenía 12 años de edad. Y 12 años y un día, en la cultura judía, significaba que eras una mujer. Para un hombre, tener 13 años y un día, y tienes el bar mitzvah.
Siempre hemos sabido que las mujeres estaban adelante de nosotros, ¿no es cierto? Doce años y un día. Simplemente había llegado a la edad de florecer como mujer. Acababa de florecer. Doce años de brillo, de resplandor del sol se habían convertido en la sombra de la muerte. ¿Y saben por qué vino? A él no le importaba la presión social. A él no le interesaba el prestigio. A él no le preocupaba la institución religiosa. Su hija estaba muerta y no había recursos en su sistema para enfrentar eso. Y creo que Dios ya había estado obrando en su corazón, porque su fe es increíble. Él dice: “Ven y pon Tu mano sobre ella y vivirá.” No hay una mancha de duda, ¿no es cierto? Él se tragó su orgullo. Él le dio la espalda a la presión social. Él le dijo adiós a la institución religiosa y vino a Jesús y cayó postrado sobre su rostro y probablemente besó Sus pies y dijo ‘mi hija está muerta’.
Ahora permítame decirle dos cosas acerca de este hombre. Número uno, él tenía una necesidad profunda y esa es la razón porque la gente viene a Cristo. Si usted no tiene una necesidad, no va a venir. Recientemente un hombre me dijo: ‘no tengo necesidad de Cristo’. Bueno, si usted no tiene necesidad de Cristo, no va a venir; y debemos orar porque usted tenga necesidad de Él. Debemos orar porque usted tenga necesidad profunda, porque usted conozca el dolor. Porque usted conozca la desesperación, porque usted conozca la pérdida de todos sus recursos que lo lleven a Cristo. Me es evidente que el hombre en su mente probablemente ya había creído en el poder de Cristo. Probablemente estaba asombrado por Cristo; pero quizás hasta este punto. Él había titubeado un poco. Pero ahora, cuando su hija estaba muriendo y ahora estaba muerta, vino en desesperación.
Su motivo no fue totalmente puro. No solamente vino por la maravilla de Jesucristo. No vino solamente porque tenía un gran amor por Cristo. Él vino solamente porque tenía dolor, un dolor profundo y conoció un dolor que nunca antes había experimentado en su vida. Estaba sufriendo como nada de lo que había sufrido antes en su vida y había alivio. Y esto era determinante. Su corazón estaba literalmente destrozado.
Y es la gente que tiene necesidad que viene. Y esa es la razón por la que cuando el Evangelio es predicado con receptividad a los pobres y a los enfermos y a los débiles y a los cautivos y a los prisioneros… Entonces Él vino; y aunque su fe fue inadecuada, su motivo era un poco egoísta, Jesús estaba disponible.
Hablé de su necesidad. Permítame hablar por un minuto de su fe. Esto lo segundo que lo hizo venir. Realmente creía que Jesús tenía el poder de hacer eso y esta es una fe maravillosa. Sabe usted que cuando regresa al capítulo 8, por ejemplo, hubo un centurión que dijo que su siervo estaba en casa enfermo, paralizado. ¿Se acuerda de eso? Y el amo dijo: “Si hablas la palabra, mi siervo será sanado,” y Jesús dijo: “no he visto una fe tan grande en ningún otro lugar en Israel.” Este hombre tenía la fe suficientemente grande como para que creer que Jesús podía sanar a su siervo con una palabra. Y si esa es la fe más grande que Él había visto en Israel, ¿qué tipo de fe es creer que Jesús podía colocar Su mano en una persona muerta y resucitarla de los muertos cuando nunca antes había sido hecho?
Esto sobrepasa eso. El hombre tiene una fe maravillosa. Es aún mayor que la fe de Marta. Marta le dijo Jesús ‘Oh, si tan solo hubieras estado aquí cuando estaba enfermo, podrías haber hecho algo. Y ahora está muerto. Es demasiado tarde.’ Ella ni siquiera creía en el poder de la resurrección. Y creo que este hombre tenía la fe de ser redimido. Y creo que antes de que terminara el día, entró al Reino de Dios; y el Señor inclusive mete ahí otro pequeño milagro que realmente es maravilloso. Jesús está en esta gran multitud y otro milagro sucede y Jesús ni siquiera está involucrado en el milagro. Es involuntario. Él dice que sintió que el poder salió de Él.
Y cuando voltea y dice: “¿quién es?” Dios hizo eso para retrasar todo esto, retrasar Su llegada a la casa para asegurarse de que la niña estuviera muerta. ¿Qué hizo Jesús en respuesta a su necesidad y a su fe? Versículo 19. Me encanta esto. Dice, ‘Jesús arriba y lo siguió.’ Arriba y lo siguió. Él no dijo ‘bueno, tu sabes, tengo esta junta muy importante aquí con esta multitud y ciertamente no sé cómo me voy a poder salir. Digo, hay mucha gente enferma.’ Él arriba y siguió.
A veces, el Señor quiere que satisfagamos la necesidad individual. Felipe tuvo estas grandes reuniones y había multitudes de personas que venían, ustedes saben. Gran avivamiento, gente salvándose; y Felipe estaba predicando por todos lados. Ahora, no sé si el Señor simplemente lo escogió contra su voluntad o no, pero la Biblia dice en Hechos: “El Señor tomó a Felipe, wshhhhh-pbbbt, y lo aventó en Gaza.” Y dijo, tengo una persona que quiero que conozcas y aquí viene un eunuco en su carro y lo lleva a Cristo. Y después, cuando todo se acabó, el Señor lo volvió a tomar y lo llevó volando vía el Espíritu Santo de regreso donde estaba antes de que viniera.
Hay ocasiones en las que hay una necesidad tremenda en la vida de un individuo. Jesús, siempre es sensible a eso. ¿Qué es lo que dice en Juan 6:37? “El que a Mí viene no le echaré fuera.” Él es alguien accesible a la multitud. Él está disponible al individuo. ¿Puedo enfatizar algo, un punto más en esta mañana y decir que Jesús también se podía tocar? No sólo accesible y disponible, ahora nos estamos acercando.
Miren el versículo 20. Jesús ahora fue con Jairo. Y entonces, también fueron los discípulos, versículo 19; Marcos y Lucas nos dicen que también lo hicieron las multitudes. Y entonces ahora, todos estas personas comienzan a moverse hacia la casa de Jairo; y hay muchas personas juntándose alrededor de Él. Surgen preguntas y todo lo que siempre sucedía. Y he aquí una vez más, una vez más, algo asombroso, impresionante… He aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía 12 años se le acercó por detrás… Y no van a creer esto… Tocó el borde de Su manto. Usted preguntará si eso está mal.
Bueno, en esencia las mujeres no andaban por todos lados tocando a los hombres; y la palabra tocarlo no quiere decir simplemente tocar. Quiere decir agarrar. Es la misma palabra usada en Juan 20, cuando María quería alcanzar. Y dice que ella tocó a Jesús y Él dijo ‘no me toques, todavía no ha ascendido a Mi Padre.’ Lo que estaba haciendo era aferrarse a Él. Y Él dijo: “No puedes aferrarte a Mí, tengo que regresar al cielo y enviar al Espíritu Santo. No puedes mantenerme aquí.” Y esta mujer se aferró a Él.
Usted preguntará si eso está mal. Bueno, tenía un problema, como puede ver. Ella tenía un problema de sangre. Ella había estado enferma con flujo de sangre desde hacía doce años. Una niña de 12 años, una mujer con un problema de sangre por 12 años. Jairo tenía una pequeña niña. Le dio 12 años de rayos de sol. Y esta mujer había conocido doce años de sombra. Doce años de risa, doce años de lágrimas. Una interrupción que se convierte en una oportunidad.
Ahora, ¿qué es lo que significa estar enferma con flujo de sangre? Bueno, básicamente, durante 12 años, esta mujer no podía dejar de sangrar quizás debido a un fibroma en el vientre. Algo que sería tratado fácilmente mediante cirugía el día de hoy. Pero ella estaba permanentemente inmunda, incapaz de lidiar con esto. Lucas dice que ella no podía ser curada. Incurable. Marcos dice que gastó todo su dinero en doctores y estaba peor. Lucas no dijo eso, porque él era un doctor.
Pero desde el punto de vista judío, usted que no podía imaginarse algo peor que ser una mujer con un problema de sangre. Era humillante más allá de cualquier otra cosa excepto quizás de la lepra. Por ejemplo, era muy común en Palestina; existía este asunto de problema de sangre. Y el Talmud, la codificación judía de la ley, dio 11 curas diferentes para que esto pudiera ser tratado. Algunas de ellas eran como tónicos, hierbas y astringentes. Y no sé si eran eficaces o no, pero tenía usted que atravesar por todo esto. Y muchas de ellas eran supersticiosas. Por ejemplo, le daré algunas ilustraciones de las muchas. Una de esas era que tenía que llevar las cenizas de un huevo de avestruz en una bolsa de lino en el verano y transferirlas a una bolsa de algodón en el invierno… Otra, la cual es peor, es que tenía que andar cargando en su persona cebada que había sido encontrada en el excremento de una asna blanca. Ahora, eso realmente extraño.
Ahora, estas eran cosas supersticiosas que eran hechas para tratar de enfrentar este tipo de problema. Pero el horror de la enfermedad se debía a que se decía en Levítico 15:25, escuche esto, esta es la ley de Dios dada a Israel: “Y la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será inmunda como en los días de su costumbre. Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la impureza de su costumbre. Cualquiera que tocare esas cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche.”
Lo que Levítico dijo es que esa es una mujer inmunda con un flujo de sangre. Toda cama que ella toque, es inmunda. Todo aquello en lo que ella se siente, es inmundo. Todo lo que ella se ponga es inmundo; y toda persona que la toque, es inmunda. Por lo tanto, ella fue ex comunicada de la sinagoga. Su marido se divorció de ella. Esa fue excluida de toda relación humana. Durante doce años esta querida mujer vivió en aislamiento total, por no decir nada de las cosas médicas complicadas por este problema. Nunca fue capaz de ir al templo. Nunca fue capaz de ir a la sinagoga. Ya no podía estar con su marido, con su familia. Una mujer triste; y ella tocó a Jesús. ¿Por qué?
Las mismas dos razones. Ella tenía una necesidad profunda; y ella creyó. Ella tuvo una necesidad profunda. Digo, ella perdió todo sentido de propiedad. Había una desesperación ahí. La gente dice ‘mira, me gustaría venir a Cristo, pero ciertamente no podía ir ahí a ese cuarto, a ese lugar’. Está bien. Tú no estás lo suficientemente desesperado. Cuando llegas al punto de desesperación, si la puerta no está abierta, la vas a derribar. Hay cierta desesperación. Esta mujer estaba ahí y dice que ella tocó el borde de Su manto.
Ahora, en el Antiguo Testamento, en Números 15:37 al 41 y Deuteronomio 22:12, se le dijo a los judíos que tenían que marcar sus atuendos con un zizoth. Y es la palabra en hebreo. Básicamente, se traduce en el Antiguo Testamento como borde. Crosbedon es la palabra griega; y básicamente significa borla. Y ellos hacían esto: ellos tejían un hilo azul en su manto; y tejieron cuatro borlas en su manto, cuatro borlas de una especie de color azul. Un color azul brillante, que eran tejidas con cierto tipo de hilo siete veces alrededor y ocho veces; y había un significado de acuerdo a los diferentes números.
Pero la suma total, sin entrar a detalle, era que los hilos eran colocados para representar la Palabra de Dios. Fidelidad, lealtad a la Palabra de Dios y santidad con el Señor. De tal manera que cada vez que un judío iba a algún lugar, el mundo sabía que él pertenecía Dios. Y cada vez que se quitaba su ropa o se la ponía, veía esas cosas y era un recordatorio para él. Tenemos algo de eso hoy en día. Algunas personas tienen una pequeña cruz quizás, la llevan como una señal o quizás un pez; y cada vez que usted se quita eso o se lo pone o lo ve, usted quizás se acuerda a quién le pertenece. Y así era para ellos.
Claro, esta era para ellos la señal de ser santos al Señor. Y en Mateo 23:5 dice que los fariseos hacían que los suyos fuera muy grandes. Entonces, entre más grande era tu borla, más santo eras, ellos pensaban. Y podría interesarle saber que en ciertas épocas en Europa, cuando los judíos han sido perseguidos, todavía las han usado, pero las usaban en su ropa interior. Y en tiempos contemporáneos, en la actualidad, los encuentra todavía en el manto de oración de un judío ortodoxo. Pequeñas borlas azules.
Y en la parte de atrás del Señor, en cierta manera se movían un poco conforme avanzaba entre la multitud. Y esta dama dice aquí, esto es muy interesante, versículo 21, véalo. Dice: “Si tocare”… En el griego… “Ella se decía continuamente a sí misma, si tocare solamente Su manto, seré salva.” Ella seguía diciendo una y otra vez, conforme luchaba por agarrar esa borla. La agarró y ¿sabe lo que sucedió cuando la agarró? Fue sanada instantáneamente. Y dice que el Señor sintió que el poder salió de Él. Fue involuntario, porque todo lo que Él hizo, lo hizo de acuerdo con el poder y la voluntad del Padre, ¿no es cierto? Ni siquiera estuvo involucrado en esto; Él preguntó quién me tocó antes de que supiera en Su humanidad quién, ella fue sanada.
Si usted ve toda la información, la sanidad, la curación vino primero, instantáneamente conforme ella se agarró. ¿Y sabe lo que sucedió? Esta multitud moviéndose a la casa de Jairo y de pronto esta mujer agarra esa borla, se congela la escena y todo sale de enfoque y sólo ve a dos personas: la mujer y Jesús. Y los otros Evangelios nos dicen que Él dijo “¿Quién me tocó?” Y los discípulos dijeron ¿Estás bromeando? ¿Quién te tocó? Hay gente que está tocándote por todos lados. Míralos, están por todas partes. ‘No,’ Él dijo, ‘hubo alguien especial. Sentí que salió poder de Mí. ¿Quién fue?’
Ella tenía fe, ¿no es cierto? Ella dijo si tan sólo pudiera tocar eso. Usted dice bueno, no es exactamente algo maduro. No, es casi como superstición, ¿no es cierto? Es casi como algo mágico. Bueno, dice usted, el Señor no va a responder a eso. Escuche, la fe que es como un grano de mostaza va a mover una montaña. El Señor va a tomar una fe inadecuada como la del hombre que es ciertamente egoísta y va a tomar una fe inadecuada como la de la mujer que es algo supersticiosa y va a moverse a partir de ahí para llevarla a ser fe salvadora. Él no podía dejar que esa mujer se fuera. De lo contrario, lo único que iba a recordar era quizás la superstición. Él tenía que empujarla, moverla, acercarla a la plenitud de una relación.
Realmente no creo que ella fue sanada por su fe. Creo que ella fue sanada por la soberanía de Dios. Dios escogió sanarla. Jesús simplemente dijo ‘sentí poder salir de Mí.’ Jesús sanó a multitudes de personas que no tuvieron fe. Dice usted, ‘bueno, dice que su fe la hizo que se sanara.’ Oh, eso es diferente. Entonces usted preguntará qué quiere decir diferente. ¿Está listo para oír esto? Dice que su fe hizo que se sanara. Y no utiliza la palabra para sanidad, eahohmy, la palabra habitual para sanidad. ¿Sabe qué palabra utilizó? Sodzo. La palabra significa ser salva. Su fe la había ¿qué? Salvado.
Jesús hizo milagros por todos lados, sanó a todo el mundo de todo, pero salvó sólo a aquellos que tuvieron fe. Él sanó personas que no tenían fe. Ciertamente el siervo del centurión no tuvo fe alguna. Lo vimos antes. No, lo que vemos aquí es el uso de la palabra única; y por cierto Mateo, Marcos y Lucas todos utilizan la palabra sodzo, que significa ser salvo. Y creo que hay un elemento redentor en su fe. Oh sí, quería ella simplemente agarrarse; y era una especie de superstición en un sentido. Jesús no lo dejo ahí. Él la sacó y la salvó.
El gobernante tenía un motivo inadecuado. Él fue egoísta y ella tuvo una fe inadecuada. Fue superstición; y sin embargo, Jesús redimió a ambos. Es como el hombre que dijo Jesús, creo. Ayuda mi incredulidad. Llévame de donde estoy con mi pequeña fe y muéveme a la fe salvadora. Como puede ver, Jesús siempre conoció la diferencia entre la multitud tibia y el alma fiel que buscaba agarrarse. Él conocía la diferencia, y Él lo percibió cuando ella lo tocó.
Jesús es accesible, ¿no es eso maravilloso? Él está disponible. Él puede ser tocado. Y lo hemos estado diciendo esta mañana, todas sus ansiedades, todas sus preocupaciones, tráiganlas al propiciatorio y déjenlas ahí. Nunca hay una carga que Él no puede llevar, ¿no es cierto? Él lo toma a usted de donde está. Hay mucho más en esta historia. Apenas pude comenzar, pero creo que no puedo pensar en un mejor lugar para detenerme el día de hoy que recordarle que Jesús es accesible, disponible, y puede tocarlo a usted. Pero hay dos cosas, escuche con atención, que lo van a traer a usted a Él. Una es una necesidad profunda, un sentido de desesperación por su condición y la segunda es gran fe. ¿Cree usted? ¿Ha visto su vida y ve que es menos de lo que debe ser y quiere alcanzar, quiere agarrarse? Ver a alguien que la transforma.
Escuche estas palabras… “Como ella, querido Señor, yo también vengo. Enfermo, manchado por el pecado en medio de la multitud. No me atrevo a decirle a todos los oídos los anhelos que a Ti te doy a conocer. Ayuda, ayuda Señor de gracia. Ningún ojo más que el Tuyo puede ver los montes de años que han pasado. Toda ayuda humana es en vano, pero Tú puedes sanar mis heridas y secar mis lágrimas. ¡Oh Dios, si yo tan sólo pudiera tocar Tu virtud salvadora alma a alma, entonces, así podría ser ayudado! Que todos los hombres sepan que Jesucristo me ha sanado.”
Usted puede tocarlo. Él está disponible. Él está accesible. Él es Dios moviéndose en este mundo vivo para tocar su vida. Oremos juntos.
Nuestro Padre, ¡cuán agradecimos estamos de que viniste a este mundo y estableciste Tu tabernáculo con los hombres, que Tú no eres el Dios de los deístas que le dio cuerda todo y se fue y todos está desintegrando! Que algún día la maldición será revertida. Algún día no habrá más dolor y tristeza y enfermedad y lágrimas y muerte. Y Señor, gracias por demostrar esto. Gracias por Tu poder para resucitarnos… Gracias por lo que hemos aprendido de cómo Tú llevas a cabo Tu obra con las personas. Gracias porque eres un Dios al que podemos venir. Un Dios que viene a nosotros, un Dios que puede ser tocado con los sentimientos de nuestras enfermedades. Que se preocupa. Que es sensible. Que ama, que tiene compasión. Aquellos de nosotros que hemos sentido nuestra necesidad profunda hemos venido a Ti con fe y hemos sido redimidos.
Y oramos por aquellos que están congregados en este lugar, cuyas necesidades no han sido satisfechas, que sienten el dolor, el sufrimiento, que todavía no se ha movido hacia Ti. Que haya un sentido tal de desesperación tal que no haya otro lugar al cual acudir, a nadie más a quién acudir más que a Ti. Que Tú tomes su fe simple y la lleves a florecer a una fe salvadora plena. Señor, haznos ser agradecidos. Como vimos antes en la canción, sabemos que moriste, sabemos que resucitaste. Que le contemos a otros que necesitan saber que Tú estás disponible para ellos, para darles vida abundante y eterna. Oramos estas cosas en el nombre de Cristo. Amén.
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