Ahora, llegamos a Marcos capítulo 14, y para esta noche, versículos 27 al 31. Esta mañana nos quedamos en el versículo 26 conforme la celebración de la Pascua del Jueves por la noche terminó, una celebración que comenzó alrededor de la puesta del sol y no terminó sino hasta después de la medianoche, unas seis horas que pasó nuestro Señor comiendo la última Pascua y presentando la primera Comunión. En y en torno a eso, todo tipo de acontecimientos importantes se llevaron a cabo.
Y nuestro Señor enseñó de manera amplia a Sus apóstoles, dándoles promesas las cuales están incluidas para nosotros en los capítulos maravillosos del evangelio de Juan, comenzando con el capítulo 13 y llegando hasta el capítulo 16, cerró la noche con la gran oración sumo sacerdotal registrada en el capítulo 17. Cuando la noche finalmente terminó, cantaron un himno, Salmo 136, y se fueron. Recogemos la historia en ese momento mismo en el versículo 27.
“Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no. Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.”
Esto nos ayuda a entender la debilidad de los seguidores de Jesús. Recuerde que nuestro Señor dijo, como se registra en Marcos 8:38, que “cualquiera que se avergonzara de Él, se avergonzaría de ellos.” Ciertamente Judas entra en la categoría de aquellos que se avergonzaron de él de manera permanente y final. Pero, ¿qué pasa con los otros 11? ¿Cuán diferentes eran ellos de Judas? No traicionaron al Señor; no venderían al Señor; no habrían entregado al Señor, pero ciertamente parecen avergonzarse de identificarse con Él. Y antes de que termine la historia, por supuesto, nadie se muestra más avergonzado de identificarse con Cristo que Pedro.
La vergüenza de Judas fue la vergüenza de la incredulidad. La vergüenza de los 11 fue la vergüenza de la debilidad. La vergüenza de Judas era irrecuperable, irremediable. La vergüenza de los discípulos fue temporal y podría convertirse en fe. De hecho, su historia realmente termina en términos de cómo los vemos en el capítulo quinto de Hechos y el versículo cuarenta y uno, donde dice de los apóstoles: "Se fueron de la presencia del Concilio" - eso es el mismo Sanedrín judío: "regocijándose de haber sido considerados dignos de sufrir vergüenza por su nombre". Judas salió y se ahorcó y se fue a su lugar, el lago de fuego, porque su vergüenza era permanente. Los discípulos terminaron ofreciendo sus vidas en la muerte de los mártires porque se recuperaron de su vergüenza temporal. La diferencia es que pertenecen al Señor y los recursos del Señor estaban a su disposición.
Entonces, lo que aprendemos aquí no se trata de la vergüenza de Judas, no de una vergüenza permanente incriminante, sino de una vergüenza temporal de la que los seguidores de Jesús pueden recuperarse y de hecho lo hacen. Es una experiencia que todos hemos tenido porque ha habido momentos en que, en los que cada uno de nosotros se ha avergonzado de identificarse con Cristo porque pensamos que nos rechazarían, porque pensamos que veríamos hostilidad, porque pensamos que podría traer consecuencias negativas.
Fue Martyn Lloyd-Jones quien dijo: “Si nunca te has avergonzado de proclamar abiertamente el evangelio, no es porque seas tan valiente; es porque probablemente no entiendes el evangelio. Porque si realmente proclamas el evangelio completo, tienes que confrontar al pecador de una manera que hará que el pecador rechace lo que dices junto contigo. Y eso puede llevarnos al silencio.”
Por lo tanto, será útil para nosotros comprender cómo estos hombres pasaron por esa experiencia de vergüenza y al final salieron valientes. Y eso es exactamente lo que hicieron. Sin embargo, este texto no dice nada realmente de manera específica sobre nuestro Señor - realmente se trata de ellos, que serán esparcidos, que serán recuperados. Y luego las afirmaciones de Pedro. Pero lo que brilla a través de esto es la majestad, y la magnificencia y la gloria del Hijo de Dios.
Ahora, si está mirando hacia atrás en los versículos 27 al 31 y está diciendo, "¿Dónde está?", Por eso estoy aquí. Quiero ayudarlo a ver lo que de otro modo no vería. Aquí tiene, de forma clara, un ejemplo de debilidad humana por parte de los creyentes en Cristo. Aquí tiene, en cierto sentido, lo bajo para Sus apóstoles. Pero en ese contexto, lo que realmente se manifiesta aquí es la majestad brillante de Jesucristo.
Ahora, para establecer la escena una vez más, en los cuatro evangelios - Mateo, Marcos, Lucas y Juan - si sumara todos los capítulos y todos los versículos que hablan de la vida de nuestro Señor, desde el nacimiento hasta Sus años de silencio, sería un total de 4 capítulos de 89 capítulos. Cuatro capítulos sobre su vida hasta los treinta años cuando comenzó su ministerio. Habrían 29 capítulos de los evangelios dirigidos a la última semana y 13 capítulos dirigidos al viernes, el último día. Entonces, de repente, estamos tratando con mucha información porque este es el momento más importante.
Ahora recuerde, la comida de la Pascua, el jueves por la noche después de la puesta del sol, siendo comida, terminó con la sección final del Hallel, luego la cuarta copa y luego el Salmo 136, donde cada versículo termina con "Porque para siempre es su misericordia". Y luego se fueron. Una noche llena de promesa, una noche llena de promesa y esperanza. Juan 18:1 dice que se fue con sus discípulos y se dirigió al Monte de los Olivos. Obviamente, comenzando en el versículo 27, aquí es cuando ocurre el incidente, después de que han dejado el aposento alto y se dirigen al Monte de los Olivos.
Ahora, en el Monte de los Olivos, en la cuesta del Monte de los Olivos, había un jardín llamado el Jardín de Getsemaní donde había un lagar de aceitunas. Porque el Monte de los Olivos se llamaba Monte de los Olivos porque era un olivar. Lo que iba a pasar en ese monte, en medio de la noche, era un encuentro con Judas y se llevaría a cabo el arresto de Jesús. Sería juzgado por la mañana, crucificado más tarde por la mañana, para morir por la tarde como sacrificio del Cordero. Siempre será conocido como el Cordero. En el libro de Apocalipsis, se le llama Cordero más que cualquier otro término. Creo que unas 20 veces en el libro de Apocalipsis, lo cual le da usted la vista celestial y futura de Cristo, se le llama el Cordero.
Entonces, el Cordero, que será matado en pocas horas, guía su pequeño grupo al Monte de los Olivos. Saliendo del aposento alto, alrededor de la medianoche, por la puerta del templo hacia la ladera oriental del monte del templo, estando elevado el monte del templo, bajarían por la pendiente, por el lado este, al otro lado del valle de Cedrón, donde el arroyo de Cedrón estaría corriendo en esta época del año, en la primavera, una época de lluvia, y el agua corriendo en el arroyo se mezclaría con la sangre de todos los corderos que estaban siendo sacrificados, y la sangre bajaría por la cuesta hasta ese pequeño arroyo.
Y Jesús entonces cruzaría el arroyo sangriento que estaba drenando fuera del templo. Mientras se dirigían en esa dirección, las casas de la ciudad se iluminarían con velas porque todos estarían despiertos, todos los acontecimientos emocionantes de ese fin de semana. Y algunos de ellos de Galilea estarían celebrando esa noche la cena de Pascua. Otros estarían preparando la cena de Pascua para el día siguiente. Las puertas del templo debían abrirse a la medianoche para dejar entrar a otros peregrinos para la Pascua del viernes.
Entonces, cruzarían el arroyo y subirían la cuesta occidental del Monte de los Olivos, quizás a lo largo del lugar donde Él se había sentado con ellos el miércoles por la noche y les había dado el gran mensaje acerca de su segunda venida. Es posible que al Señor se le haya recordado, mientras iban en esta caminata corta, el hecho de que básicamente estaba siguiendo la misma ruta por la que había caminado David cuando huía de la persecución de Absalón, según 2 Samuel 15. Recordará que David subió al Monte de los Olivos descalzo y llorando.
Entonces, mientras los doce abandonan la ciudad palpitante para encontrar la tranquilidad en un lugar muy conocido, están a punto de tener un enfrentamiento con el Señor en el que afirman su confianza, y fuerza y valentía, y Él les dice la verdad sobre lo que harán. En esta confrontación y denuncia de su debilidad, se ve la majestad de Cristo. No tiene sentido mirar la debilidad de ellos. Vemos eso y con eso nos podemos identificar. Pero lo que el Espíritu Santo ha puesto en este texto que no está necesariamente en la superficie es lo que les voy a mostrar mientras vemos a nuestro Señor.
En primer lugar, vamos a ver Su conocimiento: Su conocimiento. Concluiríamos que son ignorantes; no conocen el futuro; no saben lo que se avecina. Incluso no están seguros de lo que les dijo; no están seguros de poder aceptarlo. En medio de su ignorancia, están llenos de miedo y duda que se convertirán en pánico, terror, harán que huyan e incluso nieguen a Cristo repetidamente, como en el caso de Pedro. Eso es en el contexto de su ignorancia. El miedo surge de su ignorancia.
En contraste con eso está el conocimiento de Cristo. Un conocimiento maravilloso, maravilloso y sobrenatural. Veamos el versículo 27. “Jesús les dijo: 'Todos os escandalizaréis'”. Increíble. "'Todos ustedes se apartarán'". El verbo griego es skandalizō. Se escandalizarán. Se ofenderán. Van a desertar. Eso, queridos amigos, es indicativo de Su conocimiento sobrenatural. Él sabía que harían eso. Él no lo sabía porque le dieron esa información. Le dieron el testimonio opuesto, pero Él sabía porque sabía todo. Las cosas que aún no habían sucedido le eran tan conocidas como las que habían sucedido. Conocía los momentos que estaban por venir. Conocía las horas que estaban por venir. Sabía lo que pasaría esta noche.
En Mateo 26 dice: "Todos ustedes se apartarán esta noche". Sabía lo que estaba por venir en las mismas horas que tenían por delante. Vio las nubes negras. Sintió que la trama de los judíos llegaba a su fin. Anticipó la llegada del séquito de soldados romanos, el Sanedrín y Judas al jardín en medio de la noche. Todo le era conocido porque, por favor observen, estaba escrito. Estaba escrito. Él lo sabía, y había sido escrito en la Escritura, e incluso cita la Escritura en el versículo 27.
La Escritura de Zacarías 13:7, “Heriré al Pastor, y las ovejas serán dispersadas”. “Escrito está” es una fórmula común del Antiguo Testamento. Jesús dijo: "Sé lo que va a pasar porque sé todo, incluso lo que no ha pasado, y sé lo que dice la Escritura". Entonces, Él lo sabía. Él conocía los eventos del futuro y conocía el significado del pasado. Sabía lo que vendría porque lo sabía todo. Y supo cómo interpretar Zacarías 13:7, "Heriré al Pastor, y las ovejas serán dispersadas". Él sabía. También conocía su propio futuro, que sería abatido y que eso los llenaría de miedo y terror y se dispersarían.
Si regresa al capítulo trece de Zacarías, solo por un momento, encuentra un poco del contexto en el que se da esta profecía. Versículo 7: “Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos". Esto es asombroso. Asombroso. Zacarías ha estado hablando de falsos profetas. Ha estado hablando de falsos profetas que serían heridos en sus casas de ídolos, las casas donde adoran a los ídolos.
Pero ahora, se vuelve al Pastor verdadero y dice: “'Pastor de Dios, Mi Pastor, compañero mío', declara Jehová de los ejércitos, “'ese Pastor, ese Pastor verdadero también será herido'”. Y aquí Jehová es el que habla, y el Mesías es de quien Él habla. Esta es una profecía mesiánica. Jesús otra vez fue afligido por Dios. “'Despierta, oh espada, contra Mi Pastor'”. Dios está llamando Su propia espada contra Su propio Pastor. Es Dios quien golpea al Mesías. "'Oh espada, golpea al Pastor'".
Y nuevamente digo que no fue Judas quien lo llevó a la cruz, aunque él tuvo una función. No es el Sanedrín, los romanos. No es Pilato, Caifás o Herodes. Es Dios. Mi Pastor, representante personal de Dios. Mi asociado. Mi compañero, dicen algunos textos. Literalmente, el hebreo es el Hombre de Mi unión, el Hombre que está unido a Mí, Mi igual. Y la palabra para hombre aquí no es la palabra hebrea normal para hombre; es la palabra para un hombre fuerte o valiente. Todas estas son referencias mesiánicas no solo al Mesías, sino al Mesías que es el Hijo de Dios.
Entonces, el profeta dijo que Dios mismo, con Su propia espada, matará a Uno que es Su representante personal, que es Su igual. Esta es la declaración de que la naturaleza de Cristo tiene la misma esencia que Dios mismo. El resultado de que el Pastor sea herido por Dios será la dispersión de las ovejas, la dispersión de las ovejas. Algunos ven esto como una referencia no solo a los apóstoles. Algunos lo extenderían a la dispersión de toda la nación, la dispersión mundial de Israel después de su rechazo de Jesucristo. Pero ciertamente se refiere principalmente a los apóstoles, porque así es como Jesús lo aplica. Si Él es el exégeta de Zacarías 13: 7 y lo aplica a los apóstoles, ciertamente debe aplicarse principalmente a ellos, y podría extenderse al hecho de que Israel, en su rechazo, también fue disperso.
Pero el énfasis principal aquí es para los apóstoles, porque así es como nuestro Señor lo interpreta. Los 12, o los 11, se convierten en las primeras bajas, en cierto sentido, de Su muerte. Habrá más bajas. ¿Ve cómo termina Zacarías 13:7? Zacarías 13:7 tiene un final bastante interesante. Se lo señalaré nuevamente porque se refiere, creo yo, más allá de los apóstoles. “'Haré volver mi mano contra los pequeñitos'". ¿Qué es eso? “'Haré volver mi mano contra los pequeñitos’". Eso probablemente se refiere al hecho de que Dios va a permitir que los suyos sean perseguidos, que sean perseguidos. Por el bien de la pureza de la primera iglesia y la pureza del evangelio, vendrá la persecución. Llegó primero a los apóstoles y luego a la primera iglesia, como sabemos, y continúa a lo largo de la historia.
El punto aquí es simplemente este. Jesús conocía el futuro. Él sabía lo que venía. Él sabía lo que le iba a pasar a los discípulos. Él sabía lo que le iba a pasar a la nación. Él sabía que la persecución seguiría contra ellos y contra los creyentes incluso más allá de ellos. Todo esto fue escrito por adelantado en las Escrituras del Antiguo Testamento. Él sabía todo lo que estaba pasando con Judas, todo lo que estaba pasando con los judíos, como todo pasaría a ser el centro de atención en unas pocas horas y qué sucedería. Este no es un simple hombre; este es el Mesías, el Hijo de Dios.
Los mejores, los más devotos, los más verdaderos de los verdaderos en Israel fueron los 11 apóstoles. Eran creyentes verdaderos en Cristo. Le habían confesado como Señor, Dios y Mesías. Se les había dado la salvación. Eran los devotos. Fueron los mejores. Pero la verdad sobre ellos fue realmente triste. ¿Por qué el Señor supondría que eso les pasaría a ellos? Porque lo sabía y porque estaba escrito. Y esto es tan importante, yo creo, para que aprendan una lección de que nadie puede conocer el futuro sino Dios, y nadie puede predecir lo que vendrá excepto Dios, y Él lo hizo.
David Thomas escribió: “Cristo sabía bien todo lo que le sobrevendría esa noche. No solo vio todas las nubes que ennegrecerían sus cielos, sino que conoció cada trueno, cada relámpago, cada gota de lluvia que enviarían sobre su espíritu esa noche. Todo fue conocido y arreglado de antemano. La expectativa misma de todas las pruebas de nuestra vida nos aplastaría mucho antes de que llegaran, pero Cristo tenía esa magnanimidad sublime que le permitió mirarlas en toda su enormidad en la distancia, acercarse a ellas sin un paso vacilante, entrar en ellas con espíritu de lealtad inconquistable al cielo, y atravesarlas con la energía moral de Dios”. Fin de la cita.
Si supiéramos todo lo que nos va a pasar en el futuro, estaríamos traumatizados hasta la parálisis. Nuestro Señor conocía cada detalle, cada movimiento que vendría sobre Él y sus seguidores. Los discípulos pensaron que se conocían a sí mismos; no se conocían. No se conocían.
Entonces, vemos, en primer lugar, que Su conocimiento se manifiesta en este incidente. En segundo lugar, vemos Su valentía, Su valentía. Él dice - regrese al texto - “Todos os escandalizaréis. Todos os escandalizaréis.". Esa es una profecía. "Todos quedarán atrapados en una trampa". Eso es lo que significa esa palabra.
"El temor del hombre pondrá lazo", dice Proverbios 29:25. “Todos ustedes van a quedar atrapados por su miedo; van a terminar siendo desleales. Van a ser atraídos al pecado de infidelidad por el miedo a la persecución. Me van a dejar, como dijo Zacarías. Se van a dispersar”. Y eso es exactamente lo que sucedió. Cuando hubo presión y Cristo fue llevado cautivo para ser matado, los inseparables 11 se separaron. Destruyó a ese pequeño grupo que había estado junto durante tres años.
Algunas relaciones continuaron, Pedro y Juan se ven juntos, pero el grupo esencialmente se disolvió. Esto explica, por ejemplo, la ausencia de Tomás el domingo por la noche después de la resurrección. Esto explica por qué usted tiene dos discípulos que simplemente se desvían del camino a Emaús. Estos hombres que habían sido inseparables durante tres años ahora están fragmentados. Esto explica por qué, en Galilea, cuando el Señor se les apareció, solo estaban siete de ellos juntos cuando el Señor los encontró junto al lago. Y fue solo un tiempo después, Mateo 28:16, que los 11, menos Judas, por supuesto, volvieron a reunirse.
Fueron reunidos de nuevo para Su ascensión. Fueron reunidos de nuevo para el envío del Espíritu Santo. Pero en el día de la muerte del Señor, su pequeño grupo se fragmentó por miedo. "Todos os escandalizaréis de mí, de mí". Nuestro Señor quiso decir que identificarse con Él sería una amenaza para sus vidas. Llegaría a ser peligroso estar asociado con Cristo. Así es como lo percibieron. Estaban dispuestos a matar a Cristo, y lo hicieron. Los discípulos solo pudieron interpretar el hecho de que su conexión cercana con Cristo podría significar que ellos eran los siguientes, y no estaban dispuestos a pagar ese precio por estar asociados con Jesús; no estaban listos para entregar sus vidas.
Y Mateo 26:56 dice: "Todo esto sucede para que se cumplan las Escrituras de los profetas" Entonces todos los discípulos dejándole, huyeron ". Corrieron por sus vidas. No podían afrontar el peligro. Qué amor superficial le devolvieron por Su amor perfecto. Eso es tan cobarde, tan cobarde.
Hay que reconocer que identificarse con Jesucristo puede ser peligroso. Puede ser peligroso hoy y ha sido peligroso a lo largo de toda la historia de la iglesia. Hebreos 11 habla de cómo Moisés estuvo dispuesto a soportar el oprobio de Cristo incluso en su época. En lugar de disfrutar de los placeres del pecado por una temporada, estaba dispuesto a arriesgar su vida.
Pero esa noche, el precio simplemente fue demasiado alto. El momento fue demasiado aterrador, y huyeron a un lugar seguro y se dispersaron. El repentino evento los disolvió literalmente. Pedro se esconde en la oscuridad en los márgenes a la distancia, tratando de lidiar con la tensión que siente entre su amor por Cristo y su miedo por su propia vida. Y son débiles y cobardes.
Y en contraste con eso, ¿qué ve usted? La valentía asombrosa de Cristo. Y esta es nuevamente la razón por la que digo que este pasaje lo presenta a Él sin siquiera decirlo. Él tiene valentía más allá de cualquier mortal para soportar el odio, para soportar el dolor, para soportar la indignidad, para soportar la traición, para recibir el beso del traidor, para afrontar la muerte, la muerte en la cruz, para soportar el pecado de buena gana por el bien de los hombres que lo abandonaron en su hora más oscura. Hombres que no solo se dispersaron en la cruz, sino que durmieron en la hora de Su agonía en el huerto.
Su conocimiento es perfecto, teniendo como trasfondo la ignorancia de ellos, y Su valentía es magnificencia, teniendo como trasfondo la cobardía de ellos. Él destaca de los cobardes ignorantes que eran los mejores hombres, pero no rivalizan con la virtud de Él. Él es majestuoso en contraste, y sus discípulos defectuosos no pueden disminuir la majestuosidad y dignidad que vemos en la persona de Él. Es difícil comprender realmente la decepción que debió haber sentido nuestro Señor. Ellos estaban avergonzados de él. Avergonzados ser identificados con Él.
Y, sin embargo, en Hebreos nos dice que no se avergüenza de llamarlos a ellos y a nosotros hermanos. Pablo se eleva por encima de esto, ¿no es así? - en Romanos 1:16 dice: “No me avergüenzo del evangelio de Cristo. Es el poder de Dios para salvación”. Le dice a Timoteo: "No me avergüenzo de sufrir por Cristo”. ¿Por qué deberíamos avergonzarnos? Aparentemente, Timoteo estaba luchando con esto incluso más adelante. Y Pablo le escribe, en ese mismo capítulo - 2 Timoteo 1 - "No te avergüences del Señor". Pedro envía el mismo mensaje en 1 Pedro 4, "No se avergüencen de Cristo". Todo esto indica que no somos impenetrables al mismo tipo de vergüenza momentánea, temporal que nos llega por miedo.
Entonces, vemos la ignorancia; no saben lo que se avecina. Y la cobardía - temen por sus vidas - de los discípulos contra el hermoso telón de fondo del magnífico conocimiento de Cristo, la omnisciencia sobrenatural y Su valentía maravillosa al entrar en el vórtice de este huracán de ira divina que está a punto de estallar sobre Su cabeza y quitarle Su vida preciosa. Y en todo esto, Él será absolutamente abandonado por aquellos que deberían haberlo apoyado.
También vemos aquí Su poder. Versículo 28, "Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea". Nuestro Señor ve más allá de la cruz, ¿a qué? - a la resurrección. "Después que haya resucitado". Esa es otra indicación de Su omnisciencia. Él sabe que morirá. Él sabe que se dispersarán, pero también sabe que será resucitado de los muertos. Él lo ha dicho una y otra vez. Él morirá y resucitará. Es registrado que Él ya ha dicho eso específicamente tres veces en el evangelio de Marcos. Él creyó lo que Abraham creyó, Hebreos 11, versículos 17 al 19, que si Dios le quitaba la vida a Isaac, Él lo resucitaría de los muertos.
Bueno, Jesús no solo creyó en Su resurrección, Él sabía que pasaría porque Él conocía todo. Él sabía que tenía poder sobre la muerte. Él había demostrado ese poder al resucitar a otros de los muertos. Recientemente, de hecho, resucitó a Lázaro de los muertos. Los discípulos tenían miedo de la muerte; esa es la razón por la que corrieron, tenían miedo, esa es la razón por la que se dispersaron. Tenían miedo a la muerte esa es la razón desparecieron en la oscuridad y en la multitud, por así decirlo, que llenaba a Jerusalén. Todo esto porque tenían miedo de la muerte.
Nuestro Señor no tenía miedo de la muerte. el vio la muerte en la cara. No fue la muerte lo que el temía. El horror que le sobrevino en el huerto no era por la muerte, aunque Él nunca había muerto, claro, y solo era una muerte física, pero temía los horrores de una manera normal de la ira de Dios, y temía ser Él que llevaría el pecado, porque Él nunca había sido tocado por la iniquidad. Esa es la razón por la que Él clamó, de manera necesaria, Pase de Mí esta copa. Él no tenía miedo de la muerte misma, porque Él sabía que Él, como Apocalipsis 1 lo dice, tenía las llaves de la muerte y del infierno.
La Escritura enfatiza fuertemente Su poder de resurrección. Al comienzo de Su ministerio, en Juan 2, versículos 19 al 21, Él dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré.” En Juan 5, Él dijo que Dios le había dado el poder delegado, toda autoridad y todo poder para la resurrección, y Él resucitaría a personas, algunas para vida y algunas para condenación. En Juan 6 Él dice: “Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí, y no perderé a ninguno de ellos, sino que los resucitaré.” Él dijo: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis”. Él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida, el que en mí cree, no morirá jamás.”
Una y otra vez Él expresó de manera repetida Su poder de resurrección. El escritor de Hebreos dice que Él “despedazó el poder de Satanás quien tenía el poder de la muerte temporalmente.” Entonces, Jesús aquí dice: “Después de que haya resucitado.” Sin duda Él sabía que sería resucitado. Como dije, Él lo dijo repetidamente. Y después Él dijo, iré delante de vosotros a Galilea. Literalmente, los guiaré hacia adelante. Eso es lo que eso significa. No significa, iré ahí, y en algún momento ustedes se aparecerán. Los guiaré ahí personalmente. Los pastorearé a Galilea.
Él hace una promesa, entonces, de regresar después de Su muerte y reunir personalmente, escuche, a las ovejas dispersas. Reunirlas personalmente. Y eso es lo que él hizo. Él los reunió. No tomó mucho tiempo. Mateo 28, Jesús los encontró, los saludó, los trajo de regreso como el capítulo 28 de Mateo sigue, No teman. Vayan y díganle a mis hermanos que vayan a Galilea y ahí me verán. Él los reunió ahí.
Pero los once discípulos se fueron a Galilea, versículo 16, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron, le adoraron, pero algunos dudaban. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Todos estuvieron juntos cuando Él ascendió de un área cerca de Jerusalén. De nuevo, todos estaban juntos. Todos estuvieron juntos en el aposento alto cuando el Espíritu Santo vino. Él recuperó a todos. él restauró a todos. Este no fue un tipo de deserción irremediable como la de Judas. Esto no es apostasía, este es un fracaso momentáneo, fe débil, amor débil, cobardía. Pero nuestro Señor los recuperó a todos. Él prometió que lo haría, y lo hizo. Entonces, aquí vemos Su conocimiento contra la ignorancia de ellos, Su valentía contra la cobardía de ellos, Su poder contra la debilidad de ellos.
Hay algo más, me imagino, qué decir aquí acerca del contraste. Y simplemente llamémoslo Su humildad. Y en un sentido, se contrasta contra la soberbia de ellos. Versículo 29: “Entonces Pedro le dijo,” aquí está la confianza soberbia de Pedro, quien habla y todo están de acuerdo, como dice al final del versículo 31, “aunque todos se escandalicen, yo no.” Esta es la confianza soberbia de Pedro. Esto realmente es soberbia muy, muy persistente.
¿Por qué? Porque si usted regresa al aposento alto, regresemos por un momento breve, quizás unas cuantas horas antes por la noche, y Jesús está sentado en la mesa, en el aposento alto, participando de la pascua. Le dijo Simón Pedro, en Juan 13:36: “Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; más me seguirás después.” Y Él se está refiriendo a regresar al cielo, y esto está en el futuro para ti. Le dijo Pedro, esto es en el aposento alto, horas antes, Señor, “¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.” Increíble. “Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.” Él le dijo eso a Pedro horas antes, sentado en la mesa en el aposento alto.
Ahora, aquí estamos, en el Monte de los Olivos, y Pedro todavía está haciendo la misma declaración insistente: “Aunque todos se escandalicen, yo no.” En otras palabras, Señor, estás equivocado. ¿No cree usted que él pensó en esas palabras de nuestro Señor? si yo hubiera estado sentado en el aposento alto, y Jesús me hubiera visto a los ojos y hubiera dicho, Te digo, me vas a negar 3 veces antes de que el gallo cante, eso habría quedado grabado firmemente en mi mente.
La respuesta de Pedro debería haber sido, Señor, ¿cómo puedo evitar hacer eso? Pero él es tan insistente en su fortaleza imaginaria que se ve como soberbio. Yo jamás haría eso. Todos los demás podrían hacerlo; yo no. “Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.” Y Jesús le da la misma advertencia por segunda vez.
Bueno, Pedro no creyó eso. En el versículo 31: “Mas él con mayor insistencia decía,” vehementemente es otra manera de traducir eso. él está rechazando obstinadamente el conocimiento de nuestro Señor de la debilidad de Pedro. Pedro realmente revela su soberbia aquí. La conversación se extiende un poco más. Observe Lucas 22. Usted recordará esto. No es solo lo que tenemos en Marcos. Tenemos que agregar lo que pasó en Lucas 22. Esto es muy conocido.
Versículo 31: “Simón, Simón,” Hmmm, Él lo llamó por su nombre viejo porque estaba actuando como su viejo hombre. Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; Increíble, pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo, esta es la tercera vez, que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. Me negarás en tres ocasiones separadas, independientes. Incluso vas a negar que me conoces.”
Esa es la tercera vez. Le dijo que lo negaría en tres ocasiones. Y, por cierto, en esas tres ocasiones, hubieron negaciones múltiples. Y él dice, “Esta es una prueba severa Pedro. Esta es una prueba satánica. Satanás quiere zarandearte. Satanás está metido en esto: tratando de desacreditar la virtud de la fe de Job sin tener éxito, tratando de desacreditar la virtud de la fe salvadora concedida a Pedro sin tener éxito, aunque hay un fracaso momentáneo, tratando de desacreditar la fe salvadora del apóstol Pablo al golpearlo con un mensajero satánico, metiendo una estaca en su carne como Pablo se refiere a eso en 2 Corintios.
Satanás está ocupado en tratar de despedazar la fe salvadora, y no lo puede hacer. Necesita permiso, y el Señor le da permiso para que cuando Pedro se recupere, pueda ayudar a fortalecer a otros hermanos, porque ha pasado por la más terrible de las tentaciones viniendo de Satanás mismo. Pero cuando Él dice, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo, Él usa el plural en Lucas 22, y esto significa no solo Pedro, Él usa el plural, humas, sino “todos ustedes”.
Pedro pensó que era fuerte. Incluso pensó que era un rival para sus enemigos, y que se levantaría por encima de las amenazas de ellos. Pedro incluso pensó que era un rival para Satanás, más que un rival. Ese es terreno bastante peligroso, él estuvo cerca de Judas, en peligro serio. Soberbio. Buscó prominencia. Dispuesto a permanecer de pie solo, se coloca en un lugar muy vulnerable, en terreno muy peligroso. Y, por cierto, Satanás se había metido antes con él. ¿Se acuerda de Mateo capítulo 16, cuando dijo: “no, no, Jesús, no vas a morir, no vas a morir” y Jesús dijo, quítate de delante de mí, Satanás?
Y también se acuerda de que Satanás entró en Judas, Juan 13:27, exactamente ahí en el aposento alto. Y Judas se fue para cumplir con su traición. Ahora Satanás va detrás de Pedro, y va detrás del resto de ellos. ¿Cómo podían ser ellos tan osados y tan soberbios? Cuando eran pecadores, cuando eran débiles, e iban a pasar por un ataque satánico. Pedro y el resto que se unieron en esto, y todos se metieron. También todos decían lo mismo, dice el versículo 31. Todos vivieron con una impresión acerca de su fortaleza espiritual.
Tres pecados realmente serios, soberbios. Contradijeron al Señor que dijo que ellos harían esto; lo negaron. Pedro pecó en segundo lugar al afirmar que era más fuerte que el resto y al, en tercer lugar, confiar en su propia fortaleza. Moriré, moriré antes de negarte. Él no solo es soberbio, es enfáticamente soberbio. Enfáticamente.
Y Jesús es igual de enfático. De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. Esta noche misma. Pedro va a darle la espalda a Cristo. Él, con un juramento y una maldición, va negar a Cristo en cuestión de horas, y lo hará con la misma vehemencia y la misma actitud enfática que demuestra aquí. Proverbios 29:23 dice: “La soberbia del hombre le abate;” “Cuando viene la soberbia,” Proverbios 22:2 dice, “viene también la deshonra.”
¿Qué es esto de un gallo cantando? Los judíos dividían la noche en 4 segmentos. ¿Se acuerda de esto? Desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana era la noche. Y el primero era llamado tarde, 6 a 9, 9 a 12 era llamado medianoche; 12 a 3 era llamado el canto del gallo, y 3 a 6 era la mañana. Pedro, antes de las 3 de la mañana, Me habrás negado 3 veces. Antes de que el gallo cante dos veces, Me habrás negado 3 veces. Y así fue. Conocemos el resto de la historia, y llegaremos a esto.
Y cuando él oyó al gallo cantar, ¿qué hizo? Mateo nos dice y Lucas nos dice que salió y lloró amargamente. Todos vivían con la misma impresión. Pedro dice: “Si me fuera necesario morir contigo, no te negaré.” También todos decían lo mismo. Son soberbios a un grado muy, muy feo. Tan soberbios que contradicen al Señor. Tan soberbios que estiman excesivamente su propia fortaleza espiritual. Tan soberbios que no están preparados para lo que está por venir. Y contra esa soberbia fea está esta humildad sorprendente de Cristo, quien humildemente afronta la cruz. Abandonado por ellos, aborrecido por Su propia nación, rechazado, Él es magnífico en humildad a diferencia contrastante de la soberbia, fea, jactanciosa, de los apóstoles.
Entonces, digo en esta experiencia aquí, mientras que vemos el lado feo de esto, vemos la ignorancia y la soberbia de los apóstoles, también vemos la majestad de Cristo en un contraste maravilloso y hermoso. Necesito decirle que lo que dije al principio es muy importante. Esta no fue una deserción definitiva. La de ellos no fue una apostasía. Fueron restaurados. De hecho, fueron restaurados después de la resurrección, esa noche misma, sin Tomás presente. Volvieron a ser reunidos el domingo después, el primer día de la semana, cuando todos estuvieron ahí con Tomás. Fueron reunidos, finalmente, en Galilea. Todos estuvieron ahí cuando Jesús ascendió, y todos estuvieron ahí en el Día de Pentecostés. Fueron restaurados.
Y después, como les dije en Hechos 5:41, después de esto, estuvieron dispuestos a sufrir por Cristo y ser matados si era necesario. No se avergonzaron, Hechos 5:41. ¿Qué hizo la diferencia? Le voy a decir lo que hizo la diferencia. Lo que hizo la diferencia fue la venida del Espíritu Santo. Hechos 1:8, “Recibiréis poder después de que el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes.”
Se acuerda de que Jesús les prometió, en el aposento alto, en el evangelio de Juan, El Espíritu Santo ha estado con ustedes, ese es un concepto del Antiguo Testamento, pero estará en ustedes. No es cuestión de que si el Espíritu Santo estuvo o no con el pueblo en el Antiguo Testamento. Sí, Él estuvo con el pueblo en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo hay una dimensión que es desconocida en el pasado porque nuestro Señor dice: “Él ha estado con ustedes, Él estará en ustedes. Y el poder será acelerado.” Y nunca se avergonzaron después de que el Espíritu vino sobre ellos en Hechos capítulo 2, en el Día de Pentecostés. Nunca volvieron avergonzarse. Salieron y predicaron valientemente a Cristo. Pedro, por tradición, fue crucificado de cabeza. El esto fueron martirizados hasta Juan, el último de ellos, que fue exiliado a Patmos y murió en exilio, ahí, por la causa de Cristo.
Y a lo largo de la historia, esto es lo que los creyentes han hecho. Han sido fieles hasta el final. La historia del martirio comienza con estos hombres, los apóstoles, pasa por la historia humana. Algunos de nosotros conocemos la historia de aquellos que entregaron sus vidas por el evangelio. Todos conocemos del Libro de los Mártires de Foxe y lo que pasó en Inglaterra y en otros lugares. Conocemos esa historia que incluso llega a nuestra época en la actualidad.
Cuando los cristianos son confrontados con Cristo como tan censurables y tan aborrecidos, que si no lo niegan perderán sus vidas, la historia es que los creyentes perderán sus vidas en lugar de negar a Cristo. Serán veraces.
Esta semana estaba leyendo del islam. Y hay algunas cosas muy interesantes de su teología. Una de ellas es que, si su vida es amenazada, usted puede mentir de que es musulmán. Puede mentir por lo que sea. Puede mentir por dos razones. Razón número uno, para proteger su vida. Y número dos, para extender la causa del islam. Esto está en sus escritos. Como consecuencia de esto, realmente no puede creer en nada de lo que dicen, porque pueden mentir para protegerse y extender su causa. Alá perdonará esas mentiras en base a que protege a un musulmán y extiende el islam.
Eso es bastante diferente del testimonio cristiano. Los creyentes dicen la verdad, aún si eso significa la muerte. ¿Cómo somos capacitados para tener esa fortaleza? ¿Cómo somos capacitados para tener esa determinación, esa valentía? Es por el poder del Espíritu Santo. Dice usted, Bueno, no sé si podría hacer eso. No sé si podría afrontar eso. Sabe, yo creo que todos debemos tener ese tipo de falta de confianza, ese tipo de falta de confianza saludable y no sobrestimar cómo sería nuestro compromiso en ese tipo de hora. Pero habiendo dicho eso, al mismo tiempo, ¿se acuerda de las palabras de nuestro Señor? Y este es un buen lugar para terminar en esta noche.
Veamos Juan 15: “Si el mundo os aborrece,” versículo 18, “sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron,” tomado de los salmos.
“Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu Santo, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio. Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.”
“Pero ahora voy al que me envió,” en otras palabras, Jesús dice es apropiado decirles ahora que esto va a venir. El sigue y habla de esto y todo concluye, me encanta esto en el versículo 32, “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
Va a venir, prepárese. Usted tiene al Espíritu Santo, y usted tiene la promesa de triunfo. Y después Él hizo algo que nos selló. Él oró como lo vemos en Juan 17. Versículo 15: “No ruego, Padre, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” “Mas no ruego,” versículo 20, “solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, todos los que siguen a los apóstoles en fe, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Versículo 24, “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
Somos protegidos de una deserción total por la voluntad de nuestro Salvador quien, en esta oración intercesora, ora según la voluntad del Padre porque nada, nada, nos separe de Él. Nada.
Si usted fuera a enfrentar el tipo de situación que estos hombres enfrentaron, el tipo de persecución y martirio que creyentes a lo largo de los años han enfrentado y algunos enfrentan hoy día, se lo puedo prometer, con la confianza en las oraciones de nuestro Salvador, de que en esa hora la gracia que usted necesita, y quizás incluso las palabras que usted necesita hablar le serán concedidas a usted, y que, como un creyente verdadero, su fe no falle. Mientras tanto, que nos levantemos por encima de nunca avergonzarnos de Cristo, ¿verdad? Oremos.
Nunca queremos ser una decepción para Ti, Señor nuestro. Sabemos que nos amas perfectamente, Tú nos amas de manera consumada, completa. Nunca jamás queremos avergonzarnos de Ti. En algunos actos de protección personal, preservación personal, no por causa de nuestras vidas, sino por causa de eliminar el conflicto, por causa de ser aceptados, nos avergonzamos de hablar la verdad.
Que podamos, decir, como el Apóstol Pablo, No me avergüenzo del evangelio de Cristo porque sé que es el poder de Dios para salvación. Que nunca estemos avergonzados de Ti. Que nos levantemos por encima de nuestra propia debilidad en Tu fortaleza. Que venzamos nuestra tendencia hacia el fracaso y la protección personal por el poder del Espíritu Santo que nos capacita y nos fortalece para ser todo lo que podemos ser. Que estemos de pie en la fila larga de aquellos que han vivido e incluso enfrentado la muerte siendo fieles a Ti. Tú eres digno de esa fidelidad y ese tipo de integridad, y queremos darte eso.
Capacítanos, Señor. Diríamos, de manera muy distinta a Pedro y el resto, en nuestra propia fortaleza no podemos, pero en Tu fortaleza podemos no avergonzarnos incluso hasta el punto de muerte y también en todo punto corto de ella. Danos, entonces, esa valentía que debemos tener para hablar Tu evangelio glorioso.
Y te agradecemos otra vez por un retrato de la majestad de nuestro Salvador en Su conocimiento, en Su humildad, y en su poder, e incluso brilla mediante esta decepción enorme en la hora crucial de Su vida. Ayúdanos a darle honor siempre y nunca ser una decepción. Esa es nuestra oración y ese es nuestro deseo, porque esa es Su voluntad para nosotros. Te agradecemos, Señor, por la promesa de capacitación y poder disponibles para nosotros si somos obedientes con gusto. Te agradecemos en el nombre de Tu Hijo, Señor. Amén.
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