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Vayamos juntos a Romanos capítulo 5; Romanos, capítulo 5. Y nuevamente, estaremos viendo los primeros 11 versículos en este p dos asaje monumental de la Palabra de Dios que trata con la seguridad de la salvación. Ahora, permítame presentar nuestros pensamientos en esta noche acerca de este tema.

Vivimos en un día de infidelidad. Básicamente, no se puede confiar en los hombres. Hemos aprendido - si es que hemos aprendido algo acerca de los hombres - que usted no puede confiar en ellos. Ellos no guardan sus promesas. No guardan su palabra. Sea que esté hablando de individuos o que esté hablando de naciones, es lo mismo.

No se puede confiar en la gente. No valen lo que dicen en términos de su integridad. Los maridos son infieles a sus esposas, a los votos que han hecho. Las esposas son infieles a sus maridos. Los hijos con mucha frecuencia son infieles en vivir los principios que sus padres les han enseñado y los padres con frecuencia son infieles en darles a sus hijos lo que deben darles. Las personas son infieles a sus promesas, a las promesas que les hacen a sus jefes y a las personas con las que trabajan y demás. Los jefes con frecuencia son infieles al no cumplir con sus obligaciones y responsabilidades para con aquellos que emplean. Y supongo que tendremos que reconocer el hecho también que los cristianos frecuentemente son infieles a Dios; aunque Dios nunca es infiel a ellos.

Ninguno de nosotros puede decir que es inmune a este terrible pecado de ser infiel, el pecado de ser no ser digno de confianza, de no vivir al nivel de su promesa, de no guardar Su Palabra. El único en todo el universo que siempre es fiel y siempre guarda toda promesa en su totalidad es Dios. Y eso, amigos míos, es una verdad muy importante porque es en base a la fidelidad de Dios que todo lo que creemos permanece en pie. Dios debe tener la capacidad de ser digno de confianza. Nuestro destino eterno está en juego. Todo lo que hacemos está en juego. Y si de hecho es refrescante por contraste, es de hecho bendito el poder levantar nuestros ojos por encima de la escena de infidelidad al amado Dios, quien siempre es fiel.

Ahí atrás en el Pentateuco, en ese primer conjunto de libros en el que leemos acerca de Dios y como es Él, leemos esto: “Sabed pues que Jehová tu Dios, Él es Dios, el Dios fiel.” Y el apóstol Pablo dice en 2 Timoteo 2:18: “Él permanece fiel, no puede negarse a sí mismo.” Y lo que el quiso decir con eso es que es Su naturaleza ser fiel a Su Palabra y así será.

Y me encanta la frase de Isaías. Isaías dijo: “Fidelidad es el cinto que está alrededor de la cintura de Dios.” Es aquello que lo rodea y mantiene todo lo demás unido. Su fidelidad es el cinturón que mantiene el resto de Sus atributos en su lugar.

El salmista en el Salmo 36, versículo 5 dice: “Tu misericordia, oh Jehová, está en los cielos y Tu fidelidad hasta las nubes.” Y Jeremías hizo eco de un pensamiento similar cuando dijo: “Grande es Tu fidelidad.”

Y creo que en cierta manera, está inmerso en ese concepto. Grande es tu fidelidad o tu fidelidad llega hasta las nubes, porque realmente no tenemos manera en lenguaje humano de describir la fidelidad infinita de Dios.

En Hebreos 10:23, el escritor dice: “Fiel es el que prometió.” En otras palabras, si Dios hizo una promesa, Él es fiel en cumplirla. Ahora, esas son realmente muestras de una escritura llena de comentarios acerca de la fidelidad de Dios. Y un área en donde Su fidelidad sobresale, es en el área de preservar a Su pueblo para la gloria, preservar a Su pueblo para la gloria. Él sobresale en el área de guardarnos, de asegurarnos en nuestra salvación. Él es fiel en hacer eso. En 1 Corintios 1:9, nos dice que Dios es fiel “Por quien sois llamados a la comunión de Su Hijo.” Y el versículo antes de ese dice: “Dios os confirmará hasta el fin para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.” Pablo está diciendo ‘si son salvos, Dios los va a confirmar a ustedes hasta el final y la base sobre la cual pueden saber eso es que Dios es fiel por quien han sido llamados.’ Si Dios le promete a usted vida eterna, ¿qué le dará? Vida eterna. Dios no es como los hombres, Dios es fiel.

Y ésa es la razón por la que 1 Pedro 4:19 dice esto: “Que los creyentes pueden tener la confianza para hacer esto…” Escuche lo que dice el versículo, “encomendar sus almas a Él, quien es un Creador fiel.” En otras palabras, cuando le entregamos nuestra alma a Dios por la fe en Jesucristo, podemos saber que Dios será fiel para guardarla hasta el final y llevar a Sus hijos a la gloria. Esa es Su promesa. Dios es fiel, entonces, en preservar a Su pueblo para la gloria.

Ahora, esto vuelve a salir una y otra vez en el Nuevo Testamento. No sólo vemos la fidelidad de Dios en el Antiguo, sino también en el Nuevo. Y simplemente un par de pasajes que en cierta manera refuerzan en mi mente, 1 Tesalonicenses 5:23 dice: “El Dios mismo de paz os santifique y oro Dios, porque todo vuestro espíritu y alma y cuerpo sean guardados irreprensibles hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Ahora simplemente escuche eso. El apóstol Pablo dice: “Oro porque todo su espíritu y alma y cuerpo sean preservados irreprensibles hasta la venida del Señor Jesucristo.” Ahora, esa es una oración por seguridad, ¿no es cierto? Que usted será irreprensible a lo largo del tiempo hasta que enfrente a Jesucristo.

Y el próximo versículo dice: “Y Fiel es quien os llamó, quien también lo hará.” Uno de los más grandes pasajes en toda la Biblia acerca de la seguridad del creyente, 1 Tesalonicenses 5:23 y 24. Esto es lo que espero para ustedes, que Dios los preserve y Él los preservará a ustedes. Fiel es el que los llamó, quien también lo hará. ¡Gran declaración de confianza!

En 2 Tesalonicenses capítulo 3, versículo 3, “El Señor es fiel quien nos establecerá y los guardará de maldad; y tenemos esta confianza en el Señor acerca de vosotros, que harán las cosas que os mandamos y el Señor dirigirá vuestros corazones al amor de Dios y a la espera paciente de Cristo.” Él dice tenemos esta confianza con respecto a ustedes, que van a caminar en obediencia y van a vivir de la manera en la que deben vivir porque Dios es fiel y los va a guardar y como dijimos la última vez, Dios lo guarda a usted de su lado y de nuestro lado Él nos capacita para caminar en obediencia. Entonces, perseveramos. Desde el lado divino, Dios nos guarda. Desde el lado humano, permanecemos fieles. Pero es sólo posible permanecer fiel porque Dios, quien nos guarda, nos infunde de Su poder. Y eso es lo que Pablo quiere decir en 2 Tesalonicenses, capítulo 3.

Filipenses 1:6, le recuerdo, lo citamos hace dos semanas atrás: “Estando persuadido de esto: que el que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”

Ahora, todas las Escrituras nos están diciendo lo mismo. Cuando oigo el debate acerca de la seguridad eterna o la perseverancia de los santos y alguien dice, de hecho mi propia hija me dijo el otro día, ella estaba hablando con otra persona joven acerca de que si estaba segura en su salvación; esta otra persona no estaba segura que lo estaba. ‘Papá, ¿me puedes dar un versículo que estás seguro en tu salvación? Sólo uno.’ En cierta manera me quedé boquiabierto en el momento porque inmediatamente pude pensar en unos cincuenta. No es algo que es un argumento débil en base a alguna afirmación oscura en algún lugar. Las Escrituras están repletas de que Dios es fiel en afirmar que aquellos a los que Dios llama, Él los traerá a la gloria. Y hemos estado viendo ese concepto durante las últimas dos semanas.

Ahora, regresemos a Romanos 5; y con eso como modo introducción, queremos decir esto: la idea entera de la seguridad del creyente se basa entonces en la premisa del atributo de Dios que llamamos fidelidad. Y todas estas otras Escrituras que leímos, incluyendo Romanos 5, simplemente nos describen, escuche con atención, simplemente nos describen cómo es que Dios implementa Su fidelidad. Somos guardados por Su fidelidad. Y aprendemos en Romanos 5 y en otros lugares cómo Él implementa esa fidelidad que nos guarda.

Ahora, hay seis eslabones en una cadena inquebrantable que nos unen al Salvador. Hemos estado viendo eso en el versículo 1 y hasta el versículo 11. Y sugerimos estos seis eslabones: primero, paz con Dios; segundo, estar firme en la gracia; en tercer lugar, esperanza de gloria; cuarto, posesión de amor; quinto, certeza de liberación; y en sexto lugar, gozo en Dios.

Ahora, vamos a entrar a estas. Esperamos poder terminarlas en esta noche. Ahora recuerde que el primer eslabón que nos une eternamente con el Salvador es paz con Dios, versículo 1. “Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” En otras palabras, de ahora en adelante Dios está de nuestro lado. Hicimos nuestra paz. Y no es tanto que éramos hostiles en contra de Dios, como lo era el hecho de que Dios era hostil contra nosotros. ¿Se acuerda? Dios estaba enojado por nuestro pecado. Y la Biblia dice que Él está enojado con el impío diariamente, Salmo 7:11. Entonces, estamos seguros porque estamos en paz con Dios. Su enojo ha sido satisfecho. Su ira ha sido satisfecha en la muerte de Jesucristo.

En segundo lugar, estamos seguros porque estamos firmes en la gracia, versículo 2: “Porque también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes.” Ahora, la gracia opera en donde hay pecado. Si usted no tiene pecado alguno, entonces no necesita gracia alguna, ¿verdad? Entonces, la gracia opera en donde hay pecado. Ahora, si estamos firmes en la gracia, entonces cuando pecamos, ¿qué sucede? La gracia opera. ¿Y qué hace la gracia? Perdona nuestro pecado debido a Cristo; y entonces, estamos seguros no sólo porque hicimos la paz con Dios y Su ira ha sido descargada sobre Cristo, sino porque estamos firmes en la gracia. Y la gracia es el favor inmerecido de Dios hacia los pecadores.

En tercer lugar, estamos unidos eternamente al Señor a través de la esperanza de la gloria, final del versículo 2: “Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” Y recuerde que la última vez le dije - y creo que este es un punto tan importante, tan tremendo - que estamos seguros porque Dios nos salvó para llevarnos a la gloria. Hay tres tiempos de la salvación: pasado, presente, futuro. Hemos sido salvados. Estamos siendo salvados. Y seremos salvados. Esperamos la salvación completa, la redención de nuestro cuerpo, la glorificación definitiva y completa. Y vimos Romanos 8 y dijimos: “A quien el Señor justifica, Él también glorifica.” Entonces, Él los ha salvado para llevarnos a la gloria. La salvación ni siquiera sería salvación. Usted ni siquiera podría llamarla así si la pudiera perder. Ni siquiera puede definirla así porque la salvación sólo puede ser definida en tres partes: pasado, esto es hemos sido salvados de los pecados del pasado; presente, estamos siendo salvados; futuro, seremos todavía salvados en gloria futura. Entonces, la esperanza de gloria nos une a Cristo.

Y después, señalamos, versículo 3, no sólo eso sino que también nos gloriamos o nos exaltamos en las tribulaciones porque sabemos que la tribulación no sólo no nos quita nuestra salvación, no sólo no nos debilita; sino que más bien produce paciencia. Y la paciencia produce carácter y el carácter probado tiene una mayor esperanza.

Entonces, Pablo está diciendo que estamos anclados al Salvador por la promesa de la gloria definitiva e inclusive cuando atravesamos las pruebas, eso simplemente incrementa nuestra esperanza de gloria porque las pruebas producen una virtud probada. Y entre más virtud espiritual usted tenga, más maduro será espiritualmente, más confianza tendrá usted en la esperanza de la salvación definitiva. Y esa es la razón por la que el versículo 5 dice: “Y la esperanza no avergüenza.” No es algo de lo que nos avergonzamos porque sabemos que Dios cumplirá lo que ha prometido.

Entonces, la seguridad de nuestra salvación está basada en la paz con Dios, estar firme en la gracia y la esperanza de gloria. Ahora, vayamos al cuarto eslabón y uno con el cual todos estamos familiarizados de manera maravillosa conforme vemos el versículo 5. “Y la esperanza no avergüenza” o no decepciona, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

Ahora, deténgase ahí por ahora. Aquí encontramos el cuarto eslabón y lo llamaremos la posesión del amor. Dios ha iniciado una relación de amor que se extiende por toda la eternidad. Nos hemos vuelto los poseedores del amor. Eso es lo que eso dice. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” por el Espíritu Santo residente quien nos es dado a nosotros. Cuando usted se convierte en cristiano, Dios deposita en usted al Espíritu Santo. Y Pablo, el apóstol, lo llama en Efesios la garantía o el arrabōn. Significa el enganche o garantía o el anillo de compromiso. En otras palabras, cuando usted se convierte en cristiano, se le da una garantía. Y esta es la garantía de su gloria definitiva, la garantía de su salvación definitiva, la garantía del cielo, la garantía de su perseverancia, su seguridad. Y esa garantía no es otro que el Espíritu Santo que se le da a todo cristiano. Y el Espíritu Santo, entonces, produce en nosotros una conciencia del amor de Dios. El escritor del himno lo dijo de una manera muy hermosa cuando dijo “Desde que por la fe vi el arroyo que Tus heridas proveen, el amor redentor ha sido me tema y lo será hasta que muera.”

El concepto más abrumador en todo el cristianismo es que Dios nos ama, ¿no es cierto? Que Dios nos ama. Y francamente este pasaje va más allá de las palabras que pueden distribuir Su grandeza. Y confío en que el Espíritu Santo les ayude a entender esto en palabras que no puedo expresar. Pero lo que aquí dice es que habla de un ministerio personal, interno, íntimo de Dios a través del Espíritu Santo, el cual saca la seguridad del área cognitiva. Saca la seguridad de la mente y la mete en el corazón. No es intelectual. Es emocional. No es tan objetivo, ahora es subjetivo. Dios está dando certeza en nuestros corazones que le pertenecemos a Él al derramar amor.

Ahí en el capítulo 8 de Romanos, versículo 14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.” Hágase una pregunta: “¿Alguna vez ha sido guiado por el Espíritu de Dios? Si alguna vez ha sido guiado para hacer algo para la gloria de Dios, fue el Espíritu de Dios guiándolo a usted. Si usted alguna vez ha sido guiado usted ha alguna conducta justa, si alguna vez ha sido guiado a un estudio intenso y fiel de la Palabra de Dios, si alguna vez ha sido guiado a la oración, si alguna vez ha sido guiado a adorar al Señor Jesucristo con todo su corazón, si alguna vez usted ha sido guiado a alguna de estas cosas, ha sido la guía del Espíritu Santo, ¿verdad? Y si hemos percibido la guía del Espíritu Santo, entonces sabemos que somos los hijos de Dios. Y si alguna vez hemos sentido en nuestros corazones lo que el versículo 15 de Romanos 8 dice ‘clamar Abba, Padre,’ si alguna vez nos hemos sentido como expresando a Dios ‘Papito’; en otras palabras, si hemos sentido intimidado con Dios, ésa es una certeza subjetiva interna de salvación. ¿Lo ve? El incrédulo no siente nada de eso. El individuo no regenerado no percibe afinidad alguna con Dios, no percibe intimidad con Dios, no percibe una comunión real con Dios. Pero para aquellos de nosotros que conocemos a Jesucristo, Dios ha colocado Su Espíritu en nosotros y Su Espíritu en nosotros nos lleva a una relación de amor íntimo con el Dios vivo mismo. Entonces, escuche con atención ahora. La seguridad de nuestra salvación no sólo viene de la revelación externa sino de la revelación interna, no sólo de la mente, el proceso cognitivo, sino del corazón.

Ahora, permítame profundizar con usted en el versículo 5. Dice: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.” Ahora, escuche con atención. Eso no está hablando acerca de nuestro amor hacia Dios. Eso está hablando del amor de Dios por nosotros. ¿Cómo sabe usted eso? Porque el resto del pasaje apunta a eso, versículo 8: “Mas Dios muestra Su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros.” Está hablando del amor de Dios por nosotros. Entonces, la verdad es que el amor de Dios por nosotros ha sido depositado en nuestros corazones por la presencia del Espíritu Santo. ¿Qué estamos diciendo, prácticamente? Que el Espíritu Santo le da al creyente el sentido de que Dios lo ama a él. Eso es algo subjetivo.

Pero enfrentémoslo, somos seres emocionales. Somos seres que sienten y responden al movimiento del Espíritu de Dios. Y la verdad que usted ve le da solidez al resto de las cosas que conocemos en nuestras mentes. Por ejemplo, podemos saber en nuestras mentes que tenemos paz con Dios, debido a que hubo una transacción divina en la cruz en la cual la ira de Dios fue derramada y ahora puede hacer paz con los pecadores.

Podemos saber en nuestras mentes que estamos firmes en la gracia y podemos tener un sentido de esa posición cognitivamente. En otras palabras, podemos decir ‘eso es lógico, eso es razonable.’ Y podemos saber en nuestras mentes que hemos sido redimidos para la gloria futura. Pero Dios va más allá de eso y dice ‘no sólo quiero que conozcas eso en hechos y por revelación, quiero que sientas eso en tu corazón.’ Y entonces, Él derrama en nuestros corazones Su amor a través del Espíritu Santo.

Ahora en este punto quiero decir algo y creo que es muy importante entender esta verdad. Usted perderá el sentido de certeza que viene por el Espíritu ministrándole a usted de que Dios lo ama a usted. Usted va a perder eso si vive en desobediencia. Usted preguntará cómo sé eso.

Escuche atentamente, Gálatas 5:22. “Mas el fruto del Espíritu es,” ¿qué?, “amor.” Repito nuevamente. “El fruto del Espíritu es amor.” Si en su vida, por la desobediencia, usted apaga el Espíritu; si en su vida, por la injusticia, por pecado no confesado, por desobediencia, usted contrista al Espíritu, usted causará que el Espíritu no de fruto. Usted va a estorbar esta operación. Y lo que usted perderá es el sentido de amor.

Ahora, reconozco que el fruto del Espíritu tiene que ver con el amor y demás, quizás en una dimensión más plena, esto es incluyéndolo siendo trasmitido a alguien más; pero también estoy convencido que tiene que ver también con el sentido de que Dios lo ama a usted, porque habla tanto de una realidad interna muy privada, la cual es la segunda nombrada paz y otra realidad interna muy privada, gozo. Entonces, hay un sentido en el cual tenemos que reconocer que aunque Dios ha derramado Su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo, si no estamos caminando en el Espíritu, no vamos a experimentar esa certeza.

Ahora, para ayudarle a entender esto aún más, observe Efesios capítulo 3. Y esto es muy práctico. Efesios, capítulo 3, versículo 13. Y aquí Pablo ora, realmente, por los Efesios, versículos 14. Él dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo.” Y después, él pide esto, versículo 16: “Para que os dé conforme a las riquezas de Su gloria el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu.” Ahora, deténgase ahí. Pablo dice ‘estoy orando por ustedes para que conozcan la fortaleza plena del Espíritu, que conozcan el poder pleno de la operación del Espíritu Santo, que realmente conozcan al Espíritu moviéndose en sus vidas’. ¿Por qué? ¿Por qué?

Versículo 17: “para que,” y estas simplemente se edifican una sobre otra, “quiero que sean fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu”. En otras palabras, si realmente van a ver al Espíritu operando con poder pleno en su vida, tienen que deshacerse de la desobediencia, el egoísmo y el pecado. Y cuando eso se quita, el Espíritu de Dios está operando en fortaleza plena, “Cristo habitará por la fe en vuestros corazones.” ¿Qué quiere decir con eso? Bueno, la palabra morar quiere decir establecerse y estar en casa. Cuando usted es controlado por el Espíritu, entonces Cristo está en casa en su corazón.

El resultado es éste, versículo 17: “Estará arraigado y cementado en amor.” ¿El amor de quién? No el amor que usted tiene por Dios, observe el versículo 18: “Podrá comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura; y de conocer el amor de Cristo.” Puede detenerse ahí. ¿Qué quiere Él que nosotros conozcamos? ¿Qué quiere que experimentemos ahí? ¿El amor de Cristo? ¿No es eso lo que dice en Romanos 5, que es derramado en nuestros corazones? Bueno, si es derramado en nuestros corazones, ¿por qué ora porque lo conozcamos? Porque si es derramado en nuestros corazones, es derramado a través del Espíritu Santo que nos es dado a nosotros; y aquí aprendemos que si no estamos fortalecidos con poder por Su Espíritu no comprenderemos de manera plena Su amor. Esta es la razón por la que, amados, los cristianos que caminan en desobediencia, los cristianos que caminan en patrones pecaminosos, los cristianos que son injustos, no tienen el sentido de estar seguros en su salvación, porque en todo lo que se van a apoyar es en eso que es cognitivo.

Ellos podrán decirnos ‘oh sí, tenemos paz con Dios. Sí, estamos firmes en la gracia. Oh, sí, tenemos la esperanza de gloria.’ Pero no conocen ese ministerio subjetivo interno del Espíritu de Dios afirmándole al alma de ellos en su punto más profundo que ellos le pertenecen a Dios. ¿Se da cuenta? Y entonces, tiene que haber esa obediencia de caminar en el Espíritu para que podamos - me encanta esto en el versículo 18 - comprender, y el verbo significa entender, apropiarse, hacerlo propio. Entonces, el Señor nos ha dado un testigo interno. Necesitamos apropiamos de Él y hacerlo nuestro.

Entonces, cuando usted me pregunta si yo sé si soy salvo y si estoy seguro que estoy seguro, le diré que estoy seguro porque la transacción hizo de la paz y la gracia y la esperanza, una realidad. Pero también le voy a decir que yo sé que pertenezco a Jesucristo porque el Espíritu Santo da testimonio a mi espíritu que yo soy hijo de Dios. ¿Se da cuenta? Eso es Romanos 8. El Espíritu Santo causan en las profundidades de mi corazón que clame a Dios ‘Abba, Padre’. Un término de intimidad, ‘Papito’. Y tengo un sentido en mi corazón que tengo todo el derecho de decirle eso a Él.

Ahora, regresemos nuevamente a Romanos 5. “Porque el amor de Dios ha sido derramado.” ¿Puedo hablar por un momento de la palabra derramado? La palabra expresa la idea de un derramamiento abundante, un derramamiento generoso, un derramamiento copioso. No es que Dios está ahí con un gotero diciendo ‘bueno, no es quiero excederme, así que aquí tienes una pequeña gota de amor.’ Dios no es como nosotros. Nosotros usamos un gotero, Él no. Él lo derrama de manera abundante, generosa.

Recuerdo Juan 7 que dice que cuando reciban al Espíritu Santo, de vuestro vientre fluirán ríos de agua viva. Dios nunca hace nada en gotas. Él siempre lo hace en ríos. El amor de Dios no se nos da a nosotros gota por gota. Es derramado de manera abundante. Y entonces, nuestros corazones están llenos con ese sentido de Su amor conforme el Espíritu de Dios lo confirma a nosotros. ¡Qué gran verdad!

Ahora, de regreso nuevamente al versículo 5, dice que viene a nosotros por el Espíritu Santo que nos fue dado. El Espíritu Santo es el agente mediante el cual Dios opera en la vida del creyente. Él es el regalo de amor de Dios. Ahora, permítame decir tan sólo esto, porque creo que esto podría añadir una dimensión de pensamiento que quizás usted nunca ha tenido. El hecho mismo de que el Espíritu Santo viva en un creyente, es en sí mismo un testimonio masivo del amor de Dios. ¿No es cierto? ¿Le daría Dios Su Espíritu a usted si usted no lo amara? ¿Implantaría Dios Su Espíritu, el tercer miembro de la Trinidad, dentro de la vida de un creyente si Él no amara a ese creyente? El hecho mismo de que el Espíritu de Dios está ahí residiendo en su corazón es un gran testimonio del amor de Dios. Y ese mismo Espíritu, 2 Corintios 1:22 dice que es la garantía, es el enganche, es el anillo de compromiso que prueba de una vez por todas que la salvación final de hecho se cumplirá. En Efesios 1:13 dice que somos sellados por el Espíritu, sellados con el sello de Dios, nunca por ser roto o abierto por nadie más.

Y entonces, Romanos 8, ¿lo puede ver por un momento? Versículo 35 dice esto: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” Esa es una pregunta clave realmente, ¿no es cierto? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Ahora regresamos nuevamente a la pregunta de la seguridad. ¿Quién nos separará? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? ¿Puede eso separarnos? Versículo 37: no, no, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. “Por lo cual y estoy seguro,” dice Pablo, “de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,” esos son hombres de rangos de seres demoniacos, ángeles caídos, “ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta en el versículo 35? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Qué? Nada. Si usted todavía se pregunta si usted está seguro en el Señor, debería leer eso de nuevo. ¡Nada! Pero, el sentido de eso, la certeza de eso en nuestros corazones viene por el ministerio del bendito regalo de Dios, el Espíritu Santo mismo, quien nos es dado para confirmar esa realidad para nosotros. Realmente creo, en base a estas Escrituras, que ningún corazón humano puede conocer verdaderamente el amor de Dios a menos de que el Espíritu Santo esté viviendo en él. Y las únicas personas que tienen al Espíritu Santo ¿son quiénes? Los cristianos. Sólo nosotros sabemos que Dios nos ama y el Espíritu nos apunta a eso. Ahora de nuevo, repito, si un cristiano atraviesa por un período en el que él pierde este sentido de que Dios lo ama es porque él ha apagado el ministerio del Espíritu de Dios.

Veamos el versículo 6. Y Pablo quiere hablar un poco más acerca de este amor y quiere definir la naturaleza del mismo. Y ¡oh, es esto importante! Usted no debe perder aquí su línea de pensamiento. Háblanos de este amor. Háblanos de cómo podemos saber qué tipo de amor es este. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a Su tiempo murió por los impíos. 

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” ¿Qué tipo de amor es el amor de Dios? Ésa es la definición. Ése es el tipo de amor.

Ahora, veamos el versículo 6. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles.” Eso significa impotentes, sin fortaleza para hacer algo que agradara a Dios. Sin fortaleza para vencer el pecado. Sin fortaleza para vencer a Satanás. Sin fortaleza para vencer al mundo. Sin fortaleza para vencer la muerte. Sin fortaleza para vencer el infierno. Sin fortaleza, punto, para vivir una vida justa. Sin la fortaleza para salvarnos a nosotros mismos cuando literalmente estábamos paralizados por nuestro pecado e incapaces de hacer algo al respecto. No teníamos capacidad moral en absoluto. Ninguna. Éramos enemigos del Dios santo.

Dice en Romanos 8:7 que estábamos en enemistad contra Dios. Y en la carne no podemos agradar a Dios. Entonces, éramos impotentes para vencer a nuestro pecado, impotentes para vencer a Satanás, impotentes para vencer la muerte, impotentes para vencer el infierno, impotentes para agradar a Dios; impotentes. Y cuando Dios nos vio a todos nosotros, Él podía ver en nosotros que había algo que lo disgustara, que estuviera lleno de ira y enojo. ¿Por qué? ¿Cuál es la palabra el final del versículo 6? ‘Impíos’, éramos exactamente lo opuesto de Dios. Éramos impíos.

Entonces, aquí están todas estas personas impías, impotentes. Y lo que es sorprendente es que Dios, quien es absolutamente puro, absolutamente Santo, vio a las personas que eran repulsivas para SU naturaleza Santa, quienes eran lo opuesto mismo de todo lo que Él es y los amó.

¿Cuánto? Versículo 6: los amó tanto que en el momento correcto, en la plenitud del tiempo, en el momento apropiado, en el momento que Dios prescribió, Cristo murió por los impíos. Supongo que podríamos entenderlo como si Dios fuera a amar a los buenos, si Dios fuera a amar a los piadosos, si Dios fuera a amar a los puros. Pero el misterio del amor divino es que Él amó a las personas que eran lo opuesto de todo eso.

El gran teólogo y comentarista Hodge ha dicho esto y cito: “Si Dios nos amó porque nosotros le amábamos, Él nos habría amado únicamente mientras le amáramos y en esa condición; y entonces, nuestra salvación dependería de la constancia de nuestros corazones traicioneros; pero así como Dios nos amó como pecadores, así como Cristo murió por nosotros como impíos, nuestra salvación depende no en lo dignos de amor que somos sino en la constancia del amor de Dios.” Fin de la cita. ¡Oh, me encanta eso!

Como puede ver, Dios no lo ama a usted porque es tan digno de ser amado, tan atractivo. A mí tampoco. Dios no nos vio y dijo ‘¡Oh, son irresistibles!’ Nuestro amor está orientado al objeto, ¿no es cierto? En otras palabras, nuestro amor es atraído por la naturaleza del objeto. Digo, básicamente amamos en base al objeto que nos atrae. Usted pasa por el mundo antes de casarse y está viendo a todos lados y dice ‘oh sí, ahí hay un objeto’. ¿Se da cuenta? Y algo acerca de ese objeto extrae amor de usted. O usted dice: ‘tal y tal son tan fáciles de amar’. O decimos: ‘ahora ahí hay un rostro que sólo una madre podría amar’. Como puede ver, básicamente el amor humano se basa en el objeto. Está orientado por el objeto. Pero como puede ver, el amor de Dios es parte de Su naturaleza de tal manera que si usted existe, usted es amado. Y no hubo nada en nosotros que lo atrajera.

Ahora escuche con atención, si no había nada en nosotros que lo atrajera para amarnos en primer lugar, ¿qué habría en nosotros para que Él dejara de amarnos en segundo lugar? No podía haber nada. ¿Se da cuenta del punto que él está presentando? Digo, si Cristo murió por nosotros cuando éramos pecadores impíos, impotentes, horribles y Dios podía amarnos entonces, ¿va a ser algún problema para Él amarnos a nosotros ahora? Cristo murió… Me encanta eso, subráyenlo al final en el versículo 6 “Cristo murió por los impíos.” Oh, eso es maravilloso.

Literalmente dice que Él murió a favor de los impíos o en lugar de los impíos o por causa de los impíos, como usted quiera traducir huper. Puede ser traducido de todas esas maneras. Simplemente, tradúzcalo de esta manera: Él murió en lugar de los impíos, a favor de. ¡Gran verdad! ¡Gran verdad!

En Juan 11, se pusieron de pie y preguntaron si era apropiado que un hombre muriera, huper, por el pueblo, que deba morir a favor del pueblo, por causa del pueblo. En Gálatas 3:13, Cristo se volvió una maldición en lugar de nosotros, en nuestro lugar. ¡Qué maravilla que en el momento apropiado, en la plenitud del tiempo, Él apareció una vez al fin de los tiempos para acabar con el pecado por el sacrificio de sí mismo, la consumación de la historia humana! Y la maravilla de esto es que Él murió con tal amor y que Él amó a las personas impías que no eran dignas de amor.

Eso es tan diferente, dice el versículo 7, tan diferente: “Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo.” Digo, los hombres rara vez mueren por un hombre justo. “Con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.” Y creo que justo y bueno simplemente son sinónimos, están hablando del mismo tipo de persona. Algunas veces en la sociedad humana, alguien podría morir por una persona buena. En otras palabras, alguien podría sacrificar su vida por otra persona buena. Pero el punto del versículo 7 es que nadie, y quiero decir nadie, va a morir por una persona mala, nadie más que Dios. Y ése es el versículo 8.

“Más Dios muestra Su amor.” Y este es el contraste y por qué el amor divino sobrepasa a todos. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Ahora amados, si este pasaje no lo sacude hasta la médula de su ser, es porque usted no sabe cómo Dios odia el pecado. Usted no sabe lo pecaminoso que somos. El Dios infinitamente santo, quien es de ojos más puros como para no poder ver el mal y no poder ver la iniquidad. El Dios que odia todo pecado, toda obra mala, todo pensamiento malo, toda mala palabra, lo desprecia con la furia de todo el cielo, que Él pueda alcanzar y amar a pecadores impíos, impotentes. Esa es la naturaleza que sobrepasa todo amor, el amor divino.

La palabra mostró en el versículo 8 significa probó. Probó la naturaleza de Su amor. El nivel de Su amor, el cénit de Su amor, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Ahora, ésa es la seguridad de nuestra salvación. Voy a resumir esto, escuche con atención. Si Dios puede amarnos cuando somos pecadores impíos, impotentes; si Él nos puede amar lo suficiente como para que Su Hijo muera para salvarnos cuando somos impíos, ¿no nos amará lo suficiente como para guardarnos después de que nos hemos vuelto Sus hijos? ¿Ve el punto?

‘Oh,’ dirá usted ‘pero si pecas, estás expulsado.’ Y la confianza de ese amor, ese amor perdonador, es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo de tal manera que cuando peco, no me agacho y espero a que Dios me golpee y me envíe al infierno. Clamo: ‘¡Oh, Padre, por Tu amor, perdóname!’, porque tengo el sentido de Su amor.

Escuche, véalo de otra manera. Si Dios dio el regalo más grande que Su amor podía dar, el cual es Su Hijo, para salvarnos, y después dio el regalo más grande que Él podía dar, Su Espíritu, para llenar nuestros corazones de amor, ¿hará Él menos para guardarnos? Su amor no ha cambiado. Él nos amó cuando éramos miserables. Y todavía lo hace.

Eso nos lleva a un quinto eslabón en la cadena; y ahora llegamos al resumen. Lo llamo la certeza de la liberación y esto en cierta manera edifica el punto de la paz con Dios. Pero véalo, esto realmente es impresionante, versículo 9. “Pues mucho más, estando ya justificados con Su sangre, por Él seremos salvos de la ira.” ¿Qué estás diciendo aquí Pablo? Bueno, hemos sido justificados por Su sangre. Eso es pasado. Y seremos salvo de la ira en el futuro a través de Él.

Ahora, eso es simplemente una afirmación de un hecho. Ya estamos en una posición de rectitud con Dios por Su sangre y escúcheme con atención, la salvación por definición es pasada, presente y futura. Entonces, si fuimos justificados con Dios, ¿por cuánto tiempo o hasta qué punto fuimos justificados? Para toda la eternidad. Y entonces, seremos salvos de la ira porque no existe algo como una salvación bíblicamente definida de medio tiempo. Usted sólo puede entender la salvación en su totalidad. Y entonces, debido a que fuimos justificados con Dios por la sangre de Jesucristo, seremos salvos de la ira venidera a través de Cristo.

Esa transacción cubre el pasado, el presente y el futuro. Y la ira por venir es el lago de fuego. Usted puede leer acerca de eso en Apocalipsis, capítulo 20, el lago que arde con fuego y azufre en donde los impíos son enviados para siempre.

Ahora Dios es un Dios de ira, pero esa ira que iba a ser derramada sobre los hombres la recibió Jesús. Y cuando creemos en Él, esa ira es hecha a un lado y ya no, como Pablo llama a los hombres en Efesios 2:3, hijos de ira; ése es el objetivo del juicio de Dios. Pero hemos sido salvos de la ira. Esa es la maravillosa promesa, creo yo, que Pablo le hizo a los tesalonicenses. Él dice en el versículo 10: “Y esperad de los cielos a Su Hijo a quien resucitó de los muertos,” esto es Jesús, “quien nos libró,” tiempo presente, “de la ira venidera.” Ningún cristiano jamás va a estar en el juicio. Ningún cristiano jamás va a conocer la ira de Dios. La furia plena de la ira por su pecado, por el pecado de usted como cristiano fue derramada en Jesucristo. Entonces, seremos librados en el futuro.

Ahora, ¿por qué es eso verdad? Observe esto, versículo 10, tan poderoso: “Porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más,” ahí está nuevamente la misma frase, “estando reconciliados seremos salvos por Su vida.” Este versículo me emociona y quiero que lo entienda. Ahora, observe, siga el razonamiento de Pablo, simplemente profundo. “Porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios,” deténgase ahí. ¿Entiende la situación? Si Dios nos trajo a sí mismo cuando éramos enemigos, mucho más estaremos siendo reconciliados; y vamos a detenernos ahí.

Y añadiría esto, ahora que somos Sus amigos. En otras palabras, si Dios nos reconcilió consigo mismo cuando éramos Sus enemigos, ¿no cree usted que Él nos guardará ahora que somos Sus amigos? Usted dice: ‘Oh, pero el pecado se mete en el proceso’. No, no, no, usted no lo entiende. Como puede ver, cuando Él nos reconcilió en primer lugar cuando éramos pecadores impíos, putrefactos, viles, nunca seríamos peor que eso. Y esa no fue una barrera para Su reconciliación en ese entonces, no presenta un estorbo para mantenernos reconciliados ahora. ¿Entiende eso? Entonces, estando ahora justificados, reconciliados, cuando éramos enemigos, ¿no cree usted mucho más que seremos guardados cuando somos Sus amigos? Si Él nos redimió cuando lo odiábamos, ¿no cree usted que Él nos guardará cuando lo amamos?

Ahora, permítame tomarlo de una segunda manera. Y este versículo, todavía no he llegado al corazón de esto. Aquí viene. “Y cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios,” ¿por qué? ¿Por la qué? “Por la muerte de Su Hijo, mucho más estaremos continuamente siendo reconciliados,” y creo que es la idea aquí, “seremos salvos por Su vida.”

Ahora, ¿qué está diciendo esto? Aquí viene. Si Jesús nos salvó en Su muerte, ¿no cree usted que Él nos podría guardar en Su vida? En otras palabras, si un Salvador muerto en la cruz puede redimirnos, ¿no puede un Salvador vivo guardarnos? Una gran verdad, ¿no es cierto? Si Jesús en la muerte proveyó nuestra salvación, ¿qué puede Él estar haciendo ahora en una vida glorificada de resurrección? Como puede ver, ése es el punto. Si Él nos pudo salvar en Su muerte, Él puede guardarnos en su vida. ¡Gran verdad!

Por cierto, sangre en el versículo 9 y muerte en el versículo 10 son sinónimos. Son sinónimos. Mucho más… Esto es lo que la gente en teología llama un argumento a fortiori . Presenta el argumento de lo menor a lo mayor. Si Dios ya hizo lo mayor, nos salvó cuando éramos pecadores miserables, ¿no hará lo menor, guardarnos? Si Cristo hizo lo mayor cuando estaba muerto, ¿no puede hacer lo menor ahora que está vivo? ¡Gran verdad!

Trapp dijo, y cito: “Es una obra mayor traer a hombres a la gracia que estar en el estado de la gracia y llevarlos a la gloria porque el pecado está mucho más distante de la gracia de lo que la gracia está distante de la gloria.” Fin de la cita. Y sea tan amable de notar esto: es todo a través de Jesucristo. Versículo 1: “Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Versículo 2: “Por quien también tenemos entrada.” Versículo 6: “Porque Cristo murió por los impíos.” Versículo 8: “Cristo murió por nosotros.” Versículo 9: “Justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira.” Versículo 10: “Reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, seremos salvos por Su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo.”

Como puede ver, siempre es a través de Cristo. No, Dios nunca nos amó porque éramos dignos de Su amor. Porque éramos atractivos. No lo éramos. Él nos salvó en medio de nuestro pecado y lo hizo para Su propia gloria, para mostrar qué Dios tan lleno de gloria, gracia, misericordia, amoroso era, como para desplegarse a sí mismo a lo largo de la eternidad y, ¿qué tipo de Dios sería si nos diera la espalda? No habría gloria en eso. Ciertamente si Él hizo lo mayor, Él hará lo menor. Si Él nos salvó, Él nos guardará. Éramos enemigos, pero nos hizo Sus amigos. Él nos reconcilió con Dios. Pablo habla de eso en 2 Corintios 5:20 y 21, hemos sido reconciliados con Dios, un gran, gran texto.

Ahora, simplemente esto para que en cierta manera concluyamos nuestro entendimiento del pasaje; observe Hebreos 7:25. Y después, simplemente veremos ese punto final. Es muy breve. En Hebreos 7:25, este es un texto monumental con respecto a nuestro tema. Versículo 25, escuche: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios.” Deténgase ahí. Usted viene a Dios a través de Jesucristo y Él lo va a salvar ¿qué? Perpetuamente. ¿Qué significa eso? A plenitud, al extremo, hasta el fin extremo de la salvación. ¿Cómo va a hacer eso? ¿Qué hay acerca de cuando peca y demás? El resto del versículo: “viviendo siempre para interceder por ellos.” ¿Sabe por qué Cristo nos salva por Su vida? Romanos 5:10, porque mientras que Él está vivo ahora a la diestra del Padre, ¿qué está haciendo? Intercediendo por nosotros, llevando nuestro caso y diciendo ‘Padre, ése es Mi hijo. He llevado su pecado, he llevado su juicio, he llevado Tu ira; deben ser perdonados.’ Y Él intercede viviendo siempre, siempre, siempre, para interceder por nosotros; y de esta manera, lleva nuestra salvación hasta el extremo, hasta el final. Esta es la glorificación definitiva.

Y cuando Jesús dijo “Porque Yo vivo,” Juan 14:19, “vosotros también viviréis,” no sólo estaba hablando de la resurrección ahí, Él estaba diciendo ‘Porque Yo vivo, vosotros también viviréis. Porque Yo vivo ahora yo intercederé por ustedes para asegurarme de que su vida eterna sea eterna.’ Gran verdad.

Entonces, estamos seguros, guardados por Dios porque Él es fiel. ¿Y el medio por el que Él nos guarda? Paz con Dios, estar firme en la gracia, esperanza de gloria, posesión de amor, certeza de liberación y una última en el versículo 11. Simplemente la llamaremos gozo en Dios. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” Ahora, aquí hay otra realidad subjetiva. Otra razón por la que sabemos que pertenecemos a Dios es porque Él llena nuestro corazón de gozo. El fruto del Espíritu es ¿qué? Amor, gozo, paz. Gozo. Y lo vuelvo a decir, la salvación no es meramente un futuro aunque es cierto, es un gozo presente y abundante. Y una de las maneras en la que usted sabe que pertenece a Dios y una de las grandes certezas es ese gozo interno.

Ya se ha hablado de eso. Versículo 2: “nos gloriamos.” Versículo 3 “nos gloriamos”, esta es la tercera vez que se menciona. Tenemos gozo en Dios. El concepto aquí es exaltar, de nuevo, regocijarse de manera jubilosa, estar emocionado. Y entonces, nuestro sentido presente de gozo es una garantía adicional de salvación futura. Ese sentido de gozo interno producido por el Espíritu Santo. El gozo del creyente está en su totalidad en Dios. ¿Y sabe una cosa? Usted no se goza en su propia justicia, usted no se goza en su propia capacidad, en su propia dignidad. Usted se goza en Dios y esa es la razón por la que el salmista dijo: “Oh, exaltad a Jehová conmigo y exaltemos a una Su nombre.” Esa es la razón por la que cuando Clayton, quien nos dirige durante las alabanzas, se pone de pie y mueve su mano, no solamente estamos leyendo palabras de una página, sino que estamos enviando mensajes que emanan de un corazón gozoso. Esa es la razón por la que en el medio de la muerte o el desastre no perdemos nuestra perspectiva porque nos gozamos en Dios, quien guarda a los suyos. El salmista dijo: “Me regocijaré en el Señor, me gozaré en el Dios de mi salvación. E iré al altar de mi Dios, mi Dios, mi gozo exuberante.”

Y entonces, no nos gloriamos en nosotros mismos. No nos regocijamos en nosotros mismos. Nosotros no decimos ‘¡qué maravilloso somos!’ Nosotros no somos el tipo de personas religiosas que se dan palmadas en la espalda por lo bueno que somos. Nos gozamos en Dios.

Creo que el escritor del himno lo dijo, y cito:

“¡Oh, que tuviera lenguas mil para cantar las alabanzas de mi gran Redentor,

Las glorias de mi Dios y Rey, el triunfo de Su gracia!

Mi amo de gracia y mi Dios, ayúdame a proclamar,

A esparcir por toda la tierra las honras de Tu nombre.

Jesús, el nombre que calma nuestros temores, que hace cesar nuestras tristezas.

Es música en los oídos del pecador, es vida, salud y paz.

Él habla y escuchando Su voz, nueva vida reciben los muertos,

Los corazones quebrantados y que lloran se regocijan, los humildes, los pobres, creen.

Él rompe el poder del pecado cancelado. Él libera al prisionero.

Su sangre puede hacer del más sucio limpio. Su sangre habla por mí.

Vean sus pecados en Jesús colocados, el Cordero de Dios fue matado.

Su alma fue una ofrenda hecha una vez por el alma de todo hombre.”

Y después, esta estrofa sobre todas:

“Oh, mudos, de Su amor hablad; y sordos, oíd Su voz;

Oh, cojos, de emoción saltad; ciegos, ved al Salvador.

Señor Jesús, ayúdame Tu nombre a proclamar

A todo el mundo en derredor, Tu grandeza ensalzar.”

 

Fin de la cita. El eslabón final que nos ancla al Salvador bendito, el Señor Jesucristo es que nos gozamos en Dios a través de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido la reconciliación con Dios. Entonces, estamos seguros. ¡Qué gran, gran esperanza es nuestra!

Inclinémonos en oración. Creo que necesitamos en este punto, en el último minuto de nuestro tiempo en esta noche, necesitamos hacernos una pregunta: ¿Tiene usted la seguridad de la que hemos hablado? ¿Sabe usted sin lugar a dudas que usted pertenece a Jesucristo ahora y para siempre? Si no es así, una de dos razones ha causado eso. En primer lugar, usted no conoce a Cristo, usted no es cristiano. Usted no tiene al Espíritu Santo. Usted no está seguro porque no tiene salvación. Entonces, yo abriría mis brazos en el retrato de Cristo si Él estuviera aquí y dijera, “Venid a mi todos los que están trabajados y cansados; y Yo os haré descansar.” Cristo quiere que entre a su salvación, ahora y para siempre. Crea en la sangre de Jesús, Él murió por el pecado, llevó la ira de Dios. Acéptelo como Señor y Salvador. Sólo un necio dice ‘no’. Sólo un necio absoluto se aferra a su propia pecaminosa, a su propio egoísmo, su propia vida vil y tira los dados para ir en contra de la eternidad. Ése es un necio. La sabiduría viene a Cristo. Y no sólo eso asegura el futuro, sino que llena el presente de amor y gozo. Hay gozo, dice en el Nuevo Testamento, al creer.

Pero hay algunos de ustedes que quizás no perciben certeza, quizás no se sienten seguros en su salvación y podría ser que han perdido el testimonio interno del Espíritu afirmando el amor de Dios a ustedes. Y han perdido su gozo en la reconciliación provista, porque están caminando en pecado, están viviendo en desobediencia. Y podría ser algo pequeño, usted sabe. Quizás no pueda ver una maldad que es muy obvia para el mundo entero. Quizás puede ser un pecado pequeño, pero está ahogando su sentido de certeza. Confiese, pídale al Espíritu de Dios que examine su corazón, que le dé ese sentido pleno del amor de Dios y gozo en el Espíritu.

 

 

 

 

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