Abramos nuestras biblias conforme estudiamos la Palabra de Dios en esta noche, en el tercer capítulo de Santiago. El tercer capítulo de Santiago. Mientras que están haciendo eso, simplemente les cuento un pequeño incidente personal que ocurrió en mi vida. Hace unos años atrás, cuando estaba pastoreando aquí en Grace, fui al dentista para mi revisión de cada 5 años. Y él estaba revisando mi boca, haciendo lo que los dentistas hacen con todas esas cosas que tocan.
Y cuando terminó, él dijo, “Tienes un problema.” Él dijo, “Tienes un tumor más bien grande en tu lengua.” Lo cual no es algo que un predicador quiere oír. Él dijo, “No sé si es benigno o maligno, pero necesitas ir con un cirujano y que te lo quite”. Le pregunté qué tan grande era. Él dijo, “Es más grande que tu pulgar. Está ubicado en algún lugar en la parte de atrás donde no lo puedes ver.” Y me acuerdo que le dije al dentista en ese momento, “Miré, si usted empieza a tocar mi lengua, realmente me está afectando. Vivo por mi lengua”.
Y desde ese entonces, he pensado en eso muchas veces. Hicieron la cirugía 2 días después, y lo que encontraron era benigno, y hasta donde sé, no he encontrado ninguna recurrencia. Aunque admito que no he estado con un dentista por un tiempo. Pero he pensado en eso muchas veces. Esa afirmación cuando llega a mi lengua y empieza a meterse con mi lengua realmente me está afectando. Y eso es muy cierto en otra manera de lo que quise decir.
La lengua realmente es usted, realmente lo es. La lengua es una chismosa y delata al corazón. Jesús dijo, “De la abundancia del corazón habla la boca.” La lengua es el revelador del corazón. Ahora, en este tercer capítulo, Santiago presenta la cuestión de la lengua como otra prueba de fe viva, porque la fe verdadera será demostrada por las palabras, y así será también con la fe falsa. Nada delata más al corazón que la lengua.
Y es de mucha preocupación para Santiago. Él menciona la lengua en todo capítulo. La menciona dos veces en el capítulo 1, versículos 19 y 26. La menciona en el capítulo 2, versículo 12. La menciona en el capítulo 4, versículo 11. La menciona en el capítulo 5, versículo 12. Y pasa gran parte del capítulo 3, tratando específicamente del tema de la lengua.
Ahora, como recordará, Santiago está siendo usado por el Espíritu Santo para mostrarnos que los verdaderos creyentes, quienes han sido engendrados por la Palabra de Dios, como él lo expresó en el capítulo 1, versículo 18, manifestarán esa nueva vida en la manera en la que viven. Se manifestará por su resistencia en las pruebas, como vimos en el capítulo 1. Se manifestará por su humildad en la tentación, que también vimos en el capítulo 1. Se manifestará por su obediencia a la Escritura, que también vimos en el capítulo 1.
Por su preocupación amorosa por los necesitados, imparcialidad, que vimos en el capítulo 2. Se mostrará por su vida como modelo de buenas obras, que vimos en el capítulo 2, versículos 14 al 26. Y ahora, dice él, la vida nueva, la transformación, la salvación se mostrará en la forma en que la gente habla. Su lengua, sus palabras demostrarán su corazón. Y por eso Santiago ordena aquí, que reconozcamos que la fe viva se manifiesta en el control de la lengua.
Ahora, a lo largo de los versículos que comienza en el tercer capítulo, hasta el versículo 12, las palabras boca y lengua se usan con frecuencia con referencia a hablar. Y quizás deberíamos decir desde el principio que Santiago habla de la boca y habla de la lengua, y en cierto sentido los personifica. Alguien ha preguntado por qué Santiago no usa el corazón, por qué no dice que el corazón es el problema, porque dice la lengua. La lengua solo reacciona al corazón. La boca solo responde al corazón.
Pero en el pensamiento hebreo la distinción entre el hombre y el miembro culpable, no se distingue tan claramente. El hebreo francamente se enfoca muy a menudo en el miembro culpable más que en el problema del corazón. Por ejemplo, leemos sobre pies presurosos para derramar sangre. Como si los pies fueran los culpables de un asesinato. Leemos sobre ojos de adulterio, como si los ojos fueran culpables, cuando sabemos por supuesto que es la persona interior. Pero en el deseo hebreo de expresión concreta y expresión práctica, con frecuencia hablaban del miembro mismo del cuerpo como si fuera el culpable. Y así, cuando Santiago habla de la boca y la lengua, no es que, de hecho, él culpa a la boca y a la lengua como si operaran independientemente de cualquier otro curso, es simplemente que son el órgano mediante el cual el corazón se expresa a sí mismo.
Y así Santiago, en cierto sentido personifica la lengua como el símbolo viviente de lo que hay en el corazón. Los rabinos, puede ver esto en el Salmo 64 y el versículo 3, solían decir que la lengua era una flecha. Y la razón por la que dijeron que la lengua era una flecha, en lugar de que la lengua era un cuchillo, fue porque una flecha mata a distancia. Y la letalidad de la lengua es que podía matar sin siquiera estar cerca de la víctima. La lengua es una flecha mortal.
En ningún lugar es más visible la unión de la fe y las obras que en sus palabras y en mis palabras. Que pensamiento. De hecho, alguien dijo, “Todos llevamos un arma oculta.” Todo lo que tenemos que hacer es abrir la boca y no está oculta.
¿Se da cuenta de que usted habla entre 18 y 25,000 palabras al día? Algunas personas han dicho que los hombres hablan 25,000 palabras al día y las mujeres 30,000 palabras al día. No sé quién contó eso, pero la dificultad es que cuando el hombre llega a casa del trabajo ya ha gastado sus 25,000 y la mujer no ha comenzado con sus 30,000.
Ella ha estado esperando esa oportunidad. Pero hablamos una gran cantidad de palabras al día. Alguien calculó que probablemente armamos un libro, 54 páginas todos los días. Y en un año probablemente produciremos alrededor de 66 libros de 800 páginas. Esto puede sorprenderle. Si usted es una persona normal, pasará una quinta parte de su vida hablando. Eso es algo interesante.
Probablemente, recuerde cuando era niño, yo sí, y siempre que iba al médico, mis padres me llevaban al médico, lo primero que decía el médico era, “Déjame ver tu lengua.” Y Santiago está diciendo lo mismo, “Déjame ver tu lengua.” La enfermera pone un termómetro debajo de su lengua y le indica su temperatura física. Santiago dice que su lengua misma tomará su temperatura espiritual.
Nada es más propenso a revelar una depravación total que nuestra boca. Como la gente en el patio le dijo a Pedro, la forma que hablas te delata. Bueno, querían decir algo diferente, pero eso es algo obvio. Y en dado que Dios hizo tus hijos, por Su palabra, Él asume que serían conocidos por sus palabras, y que habría alguna conexión entre Su palabra y que los produjo ellos y las palabras de ellos, que es el resultado de ese producto.
Me parece interesante también que en Génesis capítulo 3, versículo 12, encontramos que el primer pecado real después de la caída fue un pecado de la lengua. Es como si en la caída la primera expresión de pecado salió directamente de la boca porque peca con mayor facilidad. Adán dijo, “La mujer que me diste.” Y calumnió a Dios después al culpar a Dios por el pecado.
Y cuando el Apóstol Pablo caracterizar la caída del hombre, cuando él quiere describir todos los rasgos desagradables de la depravación del hombre, y cuando quiere describir la miseria del hombre en su condición pecaminosa, se concentra en la lengua. Y en Romanos capítulo 3, palabras muy conocidas, en el versículo 13 dice que así es cómo se describe un pecador. Sepulcro abierto es su garganta y con su lengua engañan. Veneno serpientes hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. El punto focal de nuestra condición caída y depravación es la boca.
Cuando Isaías, queriendo confesarle a Dios su pecaminosidad total en medio de una visión de la santidad de Dios, se expresó a sí mismo diciendo, “Soy un hombre de boca sucia.” Nada marcaba más la pecaminosidad de un hombre que su boca. Una boca sucia es lo más representativo de la depravación. Entonces, la boca es el monitor de la condición humana. Entonces, las palabras correctas, serán la manifestación de una vida recta. Eso es lo que está diciendo Santiago.
Y entonces, en el capítulo 3, nos llama a medir nuestras palabras para ver si son consistentes con lo que decimos que es la realidad de nuestra fe. Controlar la lengua entonces, es esencial, y Santiago nos da cinco razones contundentes. Cinco razones contundentes, para el control de la lengua, y esta noche veremos las primeras dos.
Número uno. Santiago nos llama a controlar la lengua porque su potencial para condenar es muy grande. Su potencial para condenar. Versículos 1 y 2, “Hermanos míos, no os hagáis maestros, muchos de vosotros sabiendo que recibiremos mayor condenación, porque todos ofendemos muchas veces.” Y nos detendremos en ese punto.
Santiago habla de condenación o juicio. Y todo el contexto de lo que dice al principio, aunque no menciona la lengua allí, es una cuestión de hablar. Y la implicación de lo que está diciendo es debes tener mucho cuidado de no empujarte a un lugar de maestro, porque un maestro básicamente comercia con su lengua, y tienes una gran propensión a abusar de eso, y a traer sobre ti mismo juicio potencial.
Ese es el punto que él está presentando. Y él comienza con los maestros, comenzando desde arriba, si el habla es la marca de la verdadera fe. Y si usted regresa al capítulo 1, versículo 26, él dice que, si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. Una fe que no transforma la lengua no es una fe salvadora en absoluto.
Entonces, dado que el habla es la marca de la verdadera fe, debe ser una medida adecuada, entonces de aquellos que articulan la fe, de aquellos que enseñan la fe. Esto también por cierto señala el hecho de que la fe muerta, la fe falsa, la hipocresía y el engaño es un peligro para todos los hombres, incluso para los que son maestros en la iglesia, e incluso los que enseñan necesitan hacer un inventario personal de sus palabras para ver si su fe es real. Y habiendo presentado el tema al nivel de los maestros al principio, luego pasará a tratar de manera más general a todos, y el habla de todos.
Ahora, regresemos y veamos más de cerca el versículo 1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros, muchos de vosotros.” Y en realidad el “hermanos míos,” viene después de eso en el texto griego, por lo que comienza con esta declaración muy fuerte, que no muchos se conviertan en maestros.
Ahora, eso no es para negar el hecho de que Dios quiere que enseñemos Su Palabra, porque Dios quiere que hagamos eso. El Señor quiere que expresemos Su verdad. Atrás en Números capítulo 11, versículos 26 al 29, tenemos un relato, Moisés hablando, y Moisés dice en el versículo 29, “Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta y que Jehová pusiera Su Espíritu sobre ellos.”
En la situación ahí con Eldad y Medad, Moisés dice, “No estoy menospreciando el papel de un profeta. Deseo a Dios que todos hicieran eso.” Y hay un sentido en el que deseamos que todos fueran predicadores y todos fueran maestros. Y ciertamente en Mateo 28, todos somos llamados a ir al mundo y hacer discípulos, enseñándole a la gente que guarde todo lo que Cristo ha mandado. Esto no está negando eso.
Y hay algunos que se ven obligados a predicar. Pablo dice en 1 Corintios 9, “Ay de mí si no predico.” Y en 1 Timoteo 3, “Si alguno anhela obispado”, que implica principalmente enseñar, “buena obra desea”. Esto no es para hacer a un lado eso o contradecirlo, pero es para decir que no nos embarcamos en un ministerio de enseñanza sin un sentido de la seriedad involucrada.
Y no hay duda de que en la asamblea a la que escribe Santiago, hubieron algunos errores al considerar esta gran seriedad, y la gente aspiraba y ascendía al papel de maestro, simplemente sin considerar las implicaciones de esto. Y entonces, él dice hermanos míos, y por eso habla de aquellos que nombran el nombre de Cristo dentro de la iglesia. Quiero evitar que se apresuren de una manera tonta a desempeñar el papel de enseñar. ¿Por qué? Debido al gran potencial de pecar con su lengua. Y cuando usted peca con su lengua en privado, eso es una cosa, pero cuando peca con su lengua en público, eso es otra cosa. Y el potencial de condenación es mucho mayor para el que se encuentra en un nivel amplio de proclamación verbal.
Ahora, ¿qué quiere decir con, "hagáis maestros"? ¿De qué tipo de maestro está hablando? Empecé a pensar en eso y me pregunté exactamente qué tenía él en mente. La palabra es didascaloi, es la palabra que se puede traducir como maestro en los evangelios. Entonces, podríamos concluir que aquí se refiere a un maestro reconocido, que él está diciendo, “No se apresure a estar en el lugar de enseñanza. No se apresure a estar en la función de predicación. No se apresure a entrar en algún ministerio oficial en el que se convierta en proclamador y maestro de la Palabra de Dios.”
Y entre los judíos, y recuerden que Santiago le escribe a aquellos con herencia judía y antecedentes judíos. Entre los judíos había maestros oficiales, había rabinos oficiales, hombres como Nicodemo, quién fue reconocido como maestro en Israel. Habían hombres que en esa posición amaban su título, amaban su honor, amaban su reconocimiento, amaban su poder, amaban su prestigio.
De hecho, dondequiera que iba un rabino lo trataban con gran respeto. De hecho, se creía que el deber de un hombre para con su rabino excedía su deber para con sus padres, porque sus padres solo trajeron a la vida de este mundo, pero su maestro lo trajo a la vida del mundo venidero. De hecho, se dijo que, si los padres de un hombre y el maestro de un hombre eran capturados por un enemigo, primero se debía a rescatar al maestro.
Si el rabino y los padres necesitaban ayuda, era un deber ayudar al rabino primero. Era cierto que a un rabino no se le permitía cobrar dinero por enseñar, y que se suponía que debía mantener sus necesidades corporales trabajando en un oficio, pero se decía que era un trabajo especialmente piadoso y meritorio llevar un rabino a su casa y apoyarlo con todo lo que necesitara.
Entonces, era sumamente fácil para un rabino convertirse en una especie de persona de quien Jesús describió como un tirano espiritual, un ornamento ostentoso de piedad, un amante del lugar más alto en cualquier función, una persona que se gloriaba en el respeto casi servil que otros le daban en público. Y fue esa clase de actitud la que Jesús condenó tan enérgicamente y deliberadamente en Mateo 23, versículos 4 al 7. Ese honor egoísta que provenía de motivos mal intencionados sería ajeno a cualquier verdadero seguidor de Jesucristo. Y, sin embargo, ciertamente hubieron personas en la congregación a la que escribe Santiago que buscaron ese lugar de maestro porque estaban enamorados de toda el aura de estar en esa posición.
Y también, podría concluir que, en la época de la primera iglesia, también habían maestros llamados oficialmente. Habían apóstoles, profetas, pastores, evangelistas y también maestros. La expresión se menciona de manera muy clara en 1 Corintios 12:28, y usted puede decidir si es pastor o maestro en Efesios 4:11, o pastores y maestros. Pero habían aquellos que eran pastores, evangelistas, maestros, apóstoles y profetas, y ellos eran los maestros oficialmente reconocidos en la iglesia.
Pero más allá de eso, también hubieron algunas oportunidades no oficiales para enseñar. Por ejemplo, era posible en una sinagoga judía que los maestros no oficiales se pusieran de pie y hablaran. Cualquiera, por ejemplo, que fuera respetado, que fuera reverenciado, que tuviera algún tipo de credencial y alguna razón para ser escuchado, podía ascender a enseñar en una sinagoga, aunque no hubiera sido educado adecuadamente o no hubiera sido educado adecuadamente por esa sinagoga o por cualquier instrumento reconocido de esa sinagoga.
Una ilustración clásica de eso sería nuestro Señor Jesucristo, quien se levantó en la sinagoga de Nazaret. Se puso de pie para leer las Escrituras y luego se sentó a hablar. Fue un orador invitado, por así decirlo. En Hechos 13, cuando Pablo y Bernabé son enviados desde la iglesia en Antioquía, los versículos 5 y 15 los hacen llegar a una situación en la que se les da la oportunidad de levantarse en una sinagoga y enseñar.
Y entonces, hubieron maestros oficiales, y luego hubieron oportunidades no oficiales para enseñar también. Creo que eso es cierto en la iglesia del primer siglo. Si usted ve 1 Corintios 14, encontrará comenzando, creo que alrededor del versículo 26, Pablo habla del hecho de que esa iglesia en Corinto muchas personas estaban hablando. Él dice, “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.”
Y luego él regula eso diciendo cómo se debe hacer y cómo no se debe hacer. Pero en la iglesia del primer siglo, aparentemente, había algún formato en el que la gente podía levantarse y dar una enseñanza, una doctrina, una revelación o lo que fuera. Entonces, usted tenía como en la sinagoga, maestros oficiales y maestros no oficiales en la iglesia. Maestros oficiales, y nuevamente, maestros no oficiales.
Y eso no es tan extraño para nosotros. Tenemos eso incluso ahora, en nuestra iglesia, por ejemplo, eso. Tenemos pastores, maestros, evangelistas y maestros oficialmente reconocidos, designados de manera oficial que están apartados específicamente para la función de enseñar. Y luego hay muchos de ustedes que enseñan, tal vez enseñan un estudio bíblico en casa. Tal vez enseñan una clase de niños. Tal vez se ponga de pie para dar una doctrina, una Palabra del Señor, un entendimiento de las Escrituras en una reunión cristiana o algo así. Así que no creo que queramos limitar a Santiago.
Volvamos al versículo y veamos lo que dice. Básicamente, él dice un principio simple, “Que no muchos se conviertan en maestros.” Y no creo que podamos ver en eso más de lo que hay ahí. Sea muy cauteloso cuando se embarque en el papel de maestro en cualquier nivel, ya sea oficial o no oficial, debido al potencial tremendo de condenación que su lengua provocará.
Para volver al capítulo 1, versículo 19, “Por esto mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar.” Y esto en un contexto de explicar la Palabra de Dios. Pronto para escuchar la Palabra de Dios y tardo para hablarla. Pero a pesar de esto, hubieron y hay muchos que quieren aferrarse a la prominencia, que están impresionados con la autoridad y el honor, y que piensan absolutamente poco o nada en la responsabilidad y la rendición de cuentas de tal acción.
Pablo al instruir a Timoteo se refiere a tales hombres. En el capítulo 1 de 1 Timoteo él dice, “Hay algunos que se han desviado de la verdad a vana palabrería – versículo 7 – queriendo ser doctores de la ley sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” Fue en la iglesia de Éfeso, sin duda, entre los santos reunidos, a quienes Santiago escribe, que habían algunos que aspiraban al papel de enseñar, y que no tenían la menor idea de las implicaciones posibles de enseñar errores. Es una verdad aterradora.
Debe darse a todo aquel que aspire a ese puesto. Santiago no está restringiendo los genuinamente dotados, no está restringiendo los genuinamente calificados, no está restringiendo los genuinamente llamados, no está reprimiendo a los sinceros y conocedores, pero él está diciendo, “Esfuércense mucho por determinar la seriedad del papel de la enseñanza.” Antes de que – como se dice el dicho, antes de que a usted se le vaya la lengua, no solo tiene en mente a los falsos maestros, sino también a maestros ignorantes, no calificados, no preparados y mal instruidos.
Moisés le dijo a Aarón, “Esto es lo que habló el Señor.” Levítico 10:3, y se lo diré. Eso se me queda en la mente y se me ha quedado por un tiempo. Esto es lo que habló el Señor, “Hay una cosa que he puesto, una carga continua en mi propio corazón ante el Señor en oración cada vez que hablo, y es Señor, por favor déjame decir lo que Tú quisiste decir.” Y ningún maestro debería decir menos que eso nunca. Es una gran responsabilidad que no se debe tomar de manera pronta ni ligera.
La responsabilidad del maestro se da dos veces en el libro de Ezequiel, capítulo 3, versículos 17 y 18, capítulo 33, versículos 7, 8 y 9, donde al maestro se le advierte realmente que es una especie de atalaya en el muro para advertir a la gente, y es mejor que tenga cuidado de que lo haga bien, o puede mancharse las manos con la sangre de la gente. En otras palabras, hay un sentido en el que hay una gran responsabilidad.
Pablo casi con un suspiro de alivio en Hechos 20 dice, “Estoy limpio de la sangre de todos. No he rehuido a anunciaros todo el consejo de Dios”. He cumplido con mi deber. Hebreos 13:17 dice que, tenemos que rendir cuentas a Dios por cómo le damos liderazgo, dirección y enseñanza al pueblo de Dios. Realmente es un asunto serio.
Ni siquiera necesitamos ir a pasajes como 2 Pedro 2 y el libro de Judas, donde Dios pronunció un juicio aterrador sobre un falso maestro. Pero incluso el que se esfuerza por enseñar la verdad debe comprender algo de la tremenda responsabilidad que asume al hacerlo. Es de extrañarse que John Knox no la primera vez que subió a un púlpito llorara tan incontrolablemente que tuvieron que sacarlo porque estaba tan abrumado con la tarea que tenía. No se apresure usted a asumir la responsabilidad de maestro.
Esta semana compartí con algunos miembros de nuestro personal una cita de un predicador llamado Bruce Tillman. Él dijo, “No hay un honor especial en la predicación. Solo hay un dolor especial. El púlpito llama a sus ungidos como el mar llama a sus marineros. Y así como el mar golpea y magulla y no descansa, predicar, predicar realmente es morir desnudo poco a poco, y saber que cada vez que lo haces, que debes hacerlo otra vez.”
No agranden las filas de los predicadores, dice un traductor. ¿Por qué? Porque la lengua tiene tanto potencial para condenar, versículo 1, "sabiendo que recibiremos mayor condenación", y el "nosotros," es el "nosotros" de la identificación. Santiago se coloca a sí mismo como alguien que es un maestro. No quiere advertir a los demás sin incluirse a sí mismo. Es una advertencia severa en relación a la responsabilidad de cualquiera que enseñe.
Tenemos una tremenda responsabilidad ante Dios cuando enseñamos a cualquier nivel. Es por eso que dice en 2 Timoteo 2, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado como obrero, que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” Hay vergüenza relacionada con enseñar errores, y también hay juicio relacionado con enseñar errores.
Por eso en 1 Timoteo capítulo 4, el Apóstol Pablo le dice a Timoteo, “Mira, nútrete con las palabras de la fe y de la buena doctrina. Desecha las fábulas profanas y de viejas.” Y más abajo, en el mismo texto, “Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.” Y más abajo, “Ocúpate en estas cosas. Y de nuevo, ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.” Un asunto muy, muy, muy importante.
La palabra condenación es crima, es un término neutral, pero generalmente se usa en el Nuevo Testamento para empresas expresar un juicio negativo. El tiempo futuro aquí probablemente ve el juicio en el futuro cuando estaremos ante el Señor. Para un falso maestro inconverso será el tiempo de la segunda venida en un juicio terrible. Ese tiempo del que habla Judas, cuando Judas dice, “Vino el Señor con sus santas decenas de millares para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras limpias que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.” Eso en un contexto de falsa enseñanza.
Entonces, el juicio futuro para un incrédulo será en la segunda venida de Cristo. El juicio futuro para un creyente ciertamente sería en el tribunal de Cristo, cuando estaremos cara a cara con Él para recibir cualquier recompensa que Él considere conveniente y apropiada darnos. 1 Corintios 4 dice que en ese momento el Señor aclarará lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones, y entonces, cada uno recibirá su alabanza de Dios. Y Pablo dice, “Mira, voy a esperar hasta ese momento para que mi ministerio sea evaluado.” Es algo pequeño lo que piensan. Es algo pequeño lo que pienso. Es algo muy importante lo que Dios piensa, y yo ministro en vista de lo que se avecina.
Y les puedo decir, me han preguntado en varias ocasiones, para quién preparo yo mis sermones. Un periodista me dijo, “Cuando se escriben periódicos para el octavo grado, ¿para quién preparas tus sermones?” Y dije, “Puede que no entiendas esto, pero los preparo para Dios. Mi única preocupación es que Dios esté complacido y Su nombre sea honrado y Su palabra sea tratada de manera justa y honesta. Y si pienso que he hecho menos de lo mejor de esa manera, la vida se vuelve miserable en el nivel más profundo para mí.”
Entonces, ser maestro de la Palabra de Dios es una ocupación muy peligrosa para cualquiera debido al poder de la lengua, para hablar errores o para hablar mal o para hablar inapropiadamente o para tergiversar a Cristo o al Espíritu Santo. Y es por eso que incluso el Apóstol Pablo se mostró reacio, se mostró reacio, hasta que lo presionaron para hacerlo. Y usted recuerda, se convirtió en una conversión maravillosa en el camino a Damasco, pero pasó mucho tiempo en realidad antes de que comenzara a expresar las cosas de Dios. Dios lo llevó al área nabateo de Arabia y lo entrenó durante 2 años, y lo trajo de regreso listo para proclamar. Esta es una gran responsabilidad.
Dice usted, bueno, tal vez algunos de nosotros podemos evitarlo. Vea el versículo 2, “Porque todos ofendemos muchas veces.” Y la implicación que Santiago está estableciendo aquí es – y la boca es ciertamente una de las principales. Todos pecan de muchas maneras. Y esta única forma, la boca, se encuentra en la advertencia con respecto a apresurarse a la posición de enseñar.
Él dice todos ofendemos. Esta es una palabra completa sobre la depravación de todos. Proverbios 20, versículo 9 dice, “¿Quién podrá decir yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?” La respuesta es nadie. 2 Crónicas 6: 36 dice, “No hay hombre que no peque,” amigos, no se puede decir más claro que eso – “no hay hombre que no peque. Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.” Así que todos pecamos, y todos pecamos en muchas maneras.
La palabra aquí es la palabra tropezar, la cual es un sustituto de la palabra pecados, significa un lapsus moral, un fracaso en hacer lo correcto, una ofensa contra Dios es la idea. Todos lo hacemos. Es tiempo presente. Todos lo hacemos comúnmente, y todos lo hacemos de muchas maneras. De muchas maneras, todos, continuamente todos nosotros fallamos en hacer lo correcto, y la lengua es una forma muy muy dominante en la que fallamos. Y entonces, tiene un gran potencial para condenarnos.
Ahora bien, si bien en cierto sentido esta es una confesión de parte de Santiago, es más una observación de la verdad que una confesión personal. Lo que él está diciendo es, no se apresure a pasar su vida usando su boca si se da cuenta de lo potencialmente desastroso que es, debido a que usted es un pecador, usted lo va a tomar con bastante renuencia en lugar de apresuradamente.
Las Escrituras se refieren al desastre de la boca. La Biblia – y acabo de escribir una lista de cosas mientras revisaba las Escrituras – la Biblia se refiere directa o indirectamente a una lengua inicua, una lengua engañosa, una lengua mentirosa, una lengua perversa, una lengua sucia, una lengua corrupta, una lengua amarga, una lengua iracunda, una lengua astuta, una lengua aduladora, una lengua calumniadora, una lengua chismosa, una lengua mordaz, una lengua blasfemadora, una lengua necia, una lengua jactanciosa, una lengua murmuradora, una lengua quejumbrosa, una lengua quejumbrosa, una lengua que maldice, una lengua contenciosa, una lengua sensual, una lengua vil, una lengua que habla, una lengua susurrante, una lengua exagerada, etc. ¿Se vio a sí mismo en algún lugar de ahí?
No es de extrañarse que Dios pusiera la lengua que usted tienen una jaula detrás de sus dientes encerrada por su boca. Me atrevo a decir, que la mayoría de los problemas se relacionan con la lengua, la mayoría de ellos. Alguien dijo, “Recuerda que tu lengua está en un lugar húmedo y puede resbalar fácilmente.”
La forma más fácil de pecar es pecar con la lengua. Nada es más representativo de la pecaminosidad del hombre que su boca, y no hay manera más fácil de pecar que con la boca, porque usted puede decir lo que usted quiera decir, no hay restricciones. Usted no puede cometer ningún acto malvado que quiera hacer, porque tal vez las circunstancias no estén ahí para que lo haga, pero usted puede decir absolutamente cualquier cosa, pero su lengua tiene un potencial tremendo para condenarlo a usted.
Para ver esto desde la perspectiva de nuestro Señor, vaya a Mateo capítulo 12, Mateo capítulo 12, versículo 34, muy incisivo. Y aquí Jesús está en un diálogo muy intenso con los fariseos, quienes lo han acusado de hacer sus obras por el poder del infierno en lugar del cielo. Y Jesús responde a ellos en el versículo 34 y dice, “Oh generación de víboras, ¿cómo podéis hablar lo bueno siendo malos?” Esa es solo una verdad básica. Santiago volverá a ese mismo principio más adelante. “¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Espero que hablen como hablan porque sus corazones son como son. El hombre bueno del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas. Más yo os digo que – observe esto – de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Hombre, que declaración.
Escuche esto, ¿se da cuenta usted de que en el juicio final su destino eterno puede ser determinado por sus palabras? Dice usted, “Pensé que era justificado por la fe en Jesucristo.” Eso es correcto. Pero la justificación que usted recibe por la fe en Jesucristo se manifestará en sus, en sus palabras. De tal manera que usted literalmente puede ser juzgado de acuerdo con sus palabras porque sus palabras son un chismoso, delatan su corazón. Y entonces, al final es correcto decir que serán juzgados por sus palabras.
En cuanto a si debe entrar el reino de Dios todo o ser excluido del reino, sus palabras, dice usted, el Señor lleva un registro de las palabras de todos, es fácil para Él. Ni siquiera tiene que escribirlas. ¿Sabe qué incluso la ciencia tiene algunas cosas interesantes que decir? Hace algunos años leí acerca de un hombre que encendió su televisión en Londres, Inglaterra y vio un programa de media hora que salió de Texas.
Él tenía tanta curiosidad por el programa que llamó a la estación y se enteró de que era un programa local, que se había transmitido 3 años antes. La única explicación que tenía algún sentido sobre cómo lo captó en su televisor fue el hecho de que científicamente, una vez que algo sale al aire, permanece ahí, y de alguna manera encuentre el camino hacia su receptor. Los científicos dicen que las ondas sonoras puestas en movimiento por cada voz realizan un viaje interminable a través del espacio que, si tuviéramos los instrumentos adecuados, lo suficientemente delicados y sofisticados, y el poder para recuperar esas ondas, podríamos recrear cada palabra que cada persona ha dicho, aterrador. Dios tiene esa máquina.
Y entonces, hay un sentido real en el que las palabras de los hombres serán la base de su juicio, porque son el juez absolutamente exacto de su alma. El corazón de un hombre es el almacén, y sus palabras indican lo que ahí se almacena. Proverbios 15:28 dice, “La boca de los impíos derrama malas cosas.” Entonces, cuando usted entrega su vida a Cristo y su vida se transforma y usted tiene un corazón nuevo, tiene un vocabulario nuevo, y ciertamente ese gran regalo debe cultivarse. Yo creo que Dios nos da un corazón nuevo y con él viene una lengua nueva, pero incluso esa lengua nueva es víctima de la antigua caída. ¿No es así?
Entonces, Santiago dice, “Controla tu lengua porque tiene mucho potencial para condenar.” En segundo lugar, tiene un gran poder de control. No solo tiene potencial para condenar, sino que tiene poder para controlar, y esto es absolutamente fascinante. Espero que podamos llegar a esta dramática percepción espiritual. Todos pecan con la lengua. Santiago dice en el versículo 2, “Si alguno no tropieza o no ofende en palabra, este es varón perfecto.” Las únicas personas que no pecan con la boca son las personas perfectas.
Ahora, hay una especie de debate interesante sobre lo que Santiago quiere decir. Aquí quiere decir perfecto, teleios, quiere decir perfecto en el sentido de absolutamente perfecto como Dios, como Cristo. Bueno, podría significar eso, podría estar diciendo si un hombre jamás tropieza en sus palabras u ofende en sus palabras, él sería un hombre absolutamente perfecto, eso es correcto.
Y si él está diciendo eso, entonces realmente está diciendo, “Ninguno de ustedes es perfecto. Así que olviden la idea de que creen que no pueden tropezar con sus palabras, porque solo las personas perfectas no hacen eso, y nadie es perfecto.” Por otro lado, él podría estar usándola la palabra teleios para expresar madurez. Y lo que está diciendo entonces, en un sentido general es que, si un hombre en no sigue tropezando con su boca o las palabras, es un hombre maduro. Esto es ha alcanzado la madurez espiritual. Él es como Cristo, aunque no exactamente como Cristo.
No sé si podamos ser dogmáticos en cuanto a qué se refiere exactamente Santiago, pero consideremos los dos. Y digamos que Santiago podría estar diciendo que, si usted jamás hace eso con la boca, es perfecto, y nadie puede ser perfecto. Y si usted controla su lengua, está demostrando madurez espiritual. Yo en cierta manera me inclino hacia esa postura. Santiago está diciendo que solo las personas maduras espiritualmente pueden controlar su lengua.
El único, el único ser humano que vivió y que tuvo una lengua absolutamente perfecta, fue Jesucristo, y en Juan 7:46, recuerda lo que dijeron, “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre.” Él fue perfecto en lo que dijo, absolutamente sin error. Escuche esto, “El cual no hizo pecado ni se halló engaño en su boca. Ningún pecado en su vida. Ningún pecado en su boca.”
Y entonces podemos decir, por lo tanto, que en la medida en la que nuestra santidad se acerca a la santidad de Cristo, en ese grado seremos conformados a su imagen, en ese grado nuestras palabras serán piadosas. Y vea lo que dicen, versículo 2, “Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” Capaz también de refrenar todo el cuerpo.
Ahora, ¿entiende esto? Y este es un pensamiento espiritual tremendamente práctico. Creo que nunca antes había comprendido esto. Si una persona puede dominar su lengua, él puede dominar sus malas tendencias en todo su cuerpo, y eso significa en su persona. Ahora, dice usted cómo llegas a esa conclusión. En Santiago, escuche, la lengua, debido a que es la expresión instantánea del corazón, debido a que puede pecar con mayor facilidad y con mayor frecuencia que cualquier otro miembro del cuerpo, solo por las circunstancias no puede ponerse en posición de pecar en todos los sentidos con su corazón, su cuerpo, pero siempre está en posición de pecar con su lengua, debido a que la lengua puede pecar con tanta facilidad, debido a que es un monitor tan evidente de la depravación. Si usted puede controlar la lengua, el mayor, el mayor pecador en su cuerpo, entonces al controlar al mayor habrá ganado control sobre el menor. ¿Ve eso?
La persona que controla la lengua también controlará el cuerpo con todos sus otros impulsos. Dado que la lengua responde más inmediatamente y más rápidamente y más fácilmente al pecado, si estuviera controlada, las partes que responden más lentamente también serán controladas porque los medios de la gracia divina aplicados a los mayores también se aplican a los menores. Qué principio.
¿Sabe lo que eso me dice? Eso me dice que, si quiero enfocar mi vida cristiana en una cosa, si quiero ponerme en marcha, si quiero controlar toda mi vida espiritual, debo trabajar en mí, ¿qué?, mi lengua. Bueno, ahora nos damos cuenta de que no es completamente posible tener una lengua sagrada por completo, pero en la medida en la que uno controle su lengua, controlará su cuerpo, ¿por qué?, porque cualquier dinámica espiritual que funcione para controlar su lengua funcionará para controlar el resto de usted.
Pero lo hace tan simple y tan dinámico si tan solo podemos concentrarnos en la lengua. ¿No es eso práctico? Quiero decir, simplemente enfóquese en eso, concéntrese en su boca. Y si el Espíritu Santo lo hace con el control del miembro más volátil y más potente, el resto será sometido.
Warren Weirsbe, cuenta la historia de un amigo pastor que se le acercó y le dijo que tenía un miembro de su iglesia que era un chismoso notorio. Ella colgaba el teléfono casi todo el día compartiendo cositas con cualquiera que la escuchara. Ella vino a este pastor amigo de Warren Weirsbe un día y le dijo, “Pastor, el Señor me ha convencido de mi pescado de chismes. Mi lengua me está metiendo en problemas a mí y a otros.” Él dice mi amigo sabía que ella no era sincera porque había pasado por esa rutina muchas veces. Y cautelosamente preguntó, “Bueno, ¿qué planeas hacer?” Muy piadosamente ella dijo, “Quiero poner mi lengua en el altar.” A lo que mi amigo respondió con calma, “No hay un altar lo suficientemente grande.”
Bueno, no quiero discutir con él, pero creo que hay un altar lo suficientemente grande. Creo que tenemos concentrarnos en nuestra boca, eso es lo que dice Santiago. Bueno, que simplificación. Solo concéntrese en lo que dice, y cualquier medio de gracia, y cualquier dinámica de compromiso espiritual que cuide su lengua, al controlar eso controlará al resto de usted. El salmista lo expresó de esta manera en el Salmo 39, versículo 1, “Yo dije atenderé a mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno.” Ese es el lugar para comenzar, amados. Ese es el lugar para comenzar.
Para ayudarnos a entender eso, Santiago nos da dos ilustraciones, versículo 13, aquí dice él, “Nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan. Y dirigimos así todo su cuerpo.” Aquí está la Ilustración número uno, hombre, esta es una ilustración de primera clase. Para mostrar que, si usted controla la lengua, controla todo. Él usa un caballo. ¿Cómo controla usted un caballo? Controla un caballo controlando su lengua. Pone un trozo de metal en la boca de un caballo, se pone en su lengua. Y luego le pone un arnés alrededor, se lo sube por la cabeza, toma algunas riendas, y cuando jala eso, jala ese bocado de metal contra la lengua del caballo. Así que es una muy buena ilustración. Al controlar la lengua del caballo controla los movimientos del caballo. Un caballo, por cierto. déjeme decirle, es inútil sin eso.
¿Alguna vez conoció usted un caballo que se ofreciera como voluntario para arar un campo? Solo se aparece un día, “Me gustaría arar su campo, señor.” ¿Alguna vez conoció usted un caballo que se ofreciera como voluntario para jalar un carro? ¿Qué tal un caballo voluntario para llevar un jinete? Usted tiene que domarlos, ¿verdad? Y los doma con un pedazo en la boca y controla todo el cuerpo controlando la lengua. Puede dirigir todo el cuerpo, eso es lo que dice Santiago, usted consigue el control de su lengua y puede dirigir todo su cuerpo. Todo lo demás se alinea. Qué ilustración tan gráfica.
De hecho, esto es lo suficientemente axiomático como para que haya sido un material estándar para escritores y hombres sabios en ese tiempo y lugar, y Santiago puede incluso estar tomando la Ilustración de alguien más. Pero el punto está claro, al controlar la lengua toda la vida se dirige a un propósito útil. Sin el control de la lengua, el caballo es absolutamente inútil. ¿Quiere saber algo? Un caballo indomable y desenfrenado no sirve para nada, simplemente corre.
Otra ilustración queda en el versículo 4, “Mirad también.” Dice él. Aquí hay otra, “Las naves, aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón, por donde el que las gobierna quiere, o donde quiera el impulso del piloto.” Esa es otra ilustración muy vívida. Un barco enorme, y dice, “Bueno, no eran tan grandes en ese día.” Bueno, el de Hechos 27, si mal no recuerdo, tenía 276 pasajeros. Ese es un barco de bastante buen tamaño, impulsado en un tremendo Euroclidon, euroaquilo, ese viento del noreste que vino, ese gran barco conducido a través del Mediterráneo, por supuesto estaba fuera de control en Hechos 24, pero bajo control fue guiado totalmente por el timón. Ese pequeño timón mueve ese barco enorme.
He estado, este verano estuve en un barco de 70,000 toneladas, es una ciudad, absolutamente una ciudad flotante entera, miles de personas en ella. Y este pequeño timón lo mueve a través del mar. Subí a las habitaciones del capitán y luego al puente de dirección, y hay un tipo con esta cosita en la mano, moviendo esa ciudad a todas partes y a cualquier lugar, metiéndola en un muelle, ni siquiera toca el muelle, tal control.
Eso es lo que dice Santiago, si puede controlar la pequeña lengua, usted puede mover todo lo demás. La idea es esta, escuche, la potencia aplicada en el punto correcto es suficiente para controlar todo el barco. Y el poder aplicado en el punto correcto, que es la boca, es suficiente para controlar a toda la persona. Y ese es el segundo punto. Santiago dice que controle su lengua porque tiene el poder de controlarlo a usted. Es poder de controlarlo a usted.
Hable solo palabras amables. ¿Puedo ser realmente práctico con usted? Hable solo palabras amables. Hable solo palabras amables. Hable solo palabras amorosas, palabras verdaderas, palabras reflexivas, palabras santas, palabras sensibles, palabras edificantes. Hable solo palabras amables, palabras de consuelo, palabras de bendición, palabras de humildad, palabras de sabiduría, palabras de acción de gracias. Hable solo palabras desinteresadas y palabras pacíficas. Y si hace usted eso, controlará todas las demás partes de su vida, porque la única forma en que usted pueda hacer todo eso es estando bajo el poder del Espíritu de Dios. Pero el punto focal es concentrarse en el control de su lengua. Hombre, eso simplifica las cosas conceptualmente.
Su lengua es como un interruptor maestro. Un comentarista escribe, “Si nuestra lengua estuviera tan bien controlada que se negara a formular palabras de autocompasión, imágenes de lujuria, pensamientos de ira y resentimiento, entonces estas cosas se cortarían antes de que tuvieran la oportunidad de vivir. El interruptor maestro las ha privado de cualquier poder para cambiar ese lado de nuestras vidas. El control de la lengua es más que una evidencia de espiritualidad, de madurez, también es el medio para lograrlo. El interruptor maestro, que idea.
En la parte de atrás de mi casa tengo este pequeño panel de interruptores en el que tengo muchos de estos pequeños interruptores encendidos, ya sabe, apagadores. Y uno en la parte inferior es un interruptor maestro, y puede apagar lo que quiera, puede jugar con todos los demás todo el tiempo, simplemente puede apagar todo presionando el interruptor maestro, y entonces es absolutamente irrelevante lo que haga con los demás. Eso es esencialmente lo que dice este escritor. Su lengua es el interruptor maestro. Jale esa cosa y nada más funcionará. Todo lo demás se vuelve intrascendente. Y él lo resume en el versículo 5, “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas.” Deténgase ahí.
¿Qué quiere decir él? Es un fanfarrón, presume de grandes cosas. ¿Sabe por qué? Puede hacer grandes cosas. Hombre, es potente. Está orgulloso de su poder de control y realmente puede hacerlo. Es un instrumento poderoso. Puede derribar a la gente. Puede derribar iglesias. Puede destruir relaciones. Puede arruinar un matrimonio. Puede devastar una familia. Puede destrozar una nación. Puede conducir al asesinato. Puede conducir a la guerra. Por otro lado, puede edificar. Puede crear amor, entusiasmo, aliento, consuelo, paz, gozo. Lo poderoso, poderoso que es la lengua. Y si la domamos y la controlamos, puede controlar el resto de nosotros.
Entonces, Santiago dice, “Observa tus palabras. ¿Son las palabras de la fe viva? Y esfuérzate por controlar tu lengua debido a su poder para condenarte y su poder para controlarte.” Qué palabra tan práctica es esa para nosotros. Inclinamos juntos en oración. Y justo antes de orar, hay mucho más que decir, y realmente creo que el Señor nos va a instruir a medida que avancemos en la siguiente parte de este próximo día del Señor. Pero hagamos un pacto juntos, y esto ha estado en mi corazón toda la semana, simplemente no ha sido dicho.
Me resisto a hacer anuncios públicos sobre lo que voy a hacer, pero en mi corazón le he pedido al Señor que comience a ayudarme, a diario, para comenzar cada día con un deseo consciente de dejar que el Espíritu de Dios controle mi lengua, dejar que el Espíritu de Dios controle mi lengua. Después de todo, como dice Colosenses, capítulo 3, “Si me he vestido del nuevo hombre, entonces yo debería dejar a un lado toda ira, malicia, calumnia y lenguaje injuriosos de mi boca, y nunca mentirle a nadie, y hacer a un lado todo el viejo hombre con sus malas prácticas. Si soy una nueva criatura en Cristo, no hay lugar para eso.
¿Y cómo puedo controlar todas las áreas potenciales de mi vida? Santiago dice, “Controla tu lengua.” Así que simplemente hagamos un pacto en nuestro corazón diariamente por comenzar ese día con un esfuerzo consciente que lo sostenga a usted a lo largo del día para permitir que mi lengua sea un instrumento de gracia y bendición y verdad para todos los que me escuchan hablar. Y conforme yo me dedico una lengua controlada por el Espíritu, todo lo demás se alineará. Oremos en silencio cada uno de nosotros, invitando al Espíritu de Dios a trabajar de esa manera en nuestras vidas.
Padre, te pedimos que nos des la gracia por Tu Espíritu para controlar nuestra lengua. Incluso aquellos de nosotros que somos redimidos, que tenemos una fe viva, que somos verdaderamente transformados, que tenemos un corazón nuevo, un corazón que produce cosas buenas, y encontramos que hay muchas de esas cosas viejas todavía allí, que quedan en nuestra carne.
Señor, ayúdanos a someternos al Espíritu en la punta de nuestra lengua, para que nuestro hablar sea siempre con gracia, sazonado con sal, fortaleciéndonos unos a otros. Perdónanos, perdónanos, Señor, por las violaciones en las palabras tan frecuentes, y santifica nuestra boca, y así todo nuestro cuerpo para Tu gloria, en el nombre de Cristo. Amén.
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