Al llegar en esta noche a un tiempo de estudio en la Palabra de Dios y al prepararnos a nosotros mismos para la mesa del Señor en un momento, quiero que abra su Biblia una vez más al sexto capítulo de Juan. Le acabo de decir a Chris Mueller que realmente quería que esta fuera una serie de dos partes, dos mensajes que haría en dos domingos, pero la primera vez que lo hicimos tuvimos un musical de niños que estaban visitándonos y no me quedó mucho tiempo. Y entonces, en cierta manera se convirtió en uno corto, uno largo y después, dos semanas de descanso y aquí estamos de regreso.
Pero quiero completar lo que comenzamos en Juan capítulo 6 acerca del tema de tristeza divina por la deserción espiritual. Y creo que, en cierta manera, lamento que ha perdido algo de su impacto en nuestras mentes por el tiempo involucrado, pero confío que, en el futuro, conforme sale la cinta, tenga la continuidad para aquellos que escuchen estas partes secuencialmente.
Juan, capítulo 6, nos provee una muy buena ilustración del problema y la característica de la deserción espiritual. Tomamos como un versículo clave, un versículo casi al final del capítulo, el versículo 66. Y ese versículo dice: “desde entonces, muchos de Sus discípulos,” esto es los discípulos que seguían a Jesús, “volvieron atrás y ya no andaban con Él.” Deserción espiritual. Discípulos que desertaron.
Este no es el único lugar en las Escrituras en donde encontramos cosas así. Se nos recuerda en las parábolas de la tierra y esas tierras que parecían tener vida, parecían tener interés en Cristo y después de un poco de tiempo, cuando la presión y la tribulación vinieron, el sol de la persecución salió y se secaron porque no había una raíz real. Y murieron. Se nos recuerda de esa tierra llena de arbustos y cuando la verdadera semilla habría podido crecer y dar fruto, fue ahogada por los arbustos en esa vida, siendo los afanes de esta vida y las riquezas terrenales y cosas así.
Tampoco olvidamos aquellos que son exhortados en Hebreos, capítulo 3, a no abandonar el día de la salvación, a no apartarse de las cosas que saben que son verdad. Se nos recuerda de aquellos en Primera de Juan 2:19 que habiendo conocido en su mente la verdad, la rechazaron y ya no anduvieron con la verdad de Cristo, sino que se fueron. Y Juan escribe de ellos y dice que salieron de nosotros para que se manifestase que nunca fueron de nosotros.
Entonces, la realidad de la deserción espiritual es algo con lo que las Escrituras tratan desde el principio de la historia de Israel hasta el término del libro de Apocalipsis. Y una deserción espiritual como esa siempre causa tristeza al Señor. Y en este capítulo en particular, el capítulo 6 del Evangelio de Juan, es tan claro como en ningún otro lugar. Podemos percibir el pathos del corazón de Cristo conforme Él enfrenta a los desertores espirituales. Y aunque no lo dice específicamente, yo creo que, en este incidente en particular, es muy probable que Jesús mismo derramó lágrimas por la angustia de Su propia alma al ver la deserción espiritual.
Ahora, al ver el capítulo, hacemos la pregunta ¿qué caracteriza a un desertor espiritual? ¿Qué es lo que buscamos y cómo identificamos a alguien que parece apegarse a Cristo, pero después deserta? Y todo nosotros hemos experimentado con gente así. Todos nosotros, si hemos sido cristianos por alguna cantidad de tiempo.
¿Qué caracteriza a un desertor espiritual? En primer lugar, nos dice en los versículos 1 y 2 que una gran multitud siguió a Jesús, versículo 2. Y señalamos que los desertores espirituales son atraídos por la multitud. Son atraídos por la multitud. La verdad es que, y digo esto no como un asunto de hecho absoluto, sino que, en cierta manera, una opinión que está siendo formulada, creo que es más probable que haya desertores espirituales en una Iglesia grande que en una pequeña, en donde, en cierta manera, hay una mentalidad de pertenecer a un grupo grande. En donde, en cierta manera, hay un aspecto atractivo debido a la diversidad de opciones. Una Iglesia como la nuestra que provee todo tipo de contacto social, todo tipo de oportunidades recreativas, todo tipo de oportunidades musicales y muchos, muchos tipos de relaciones y conferencias y seminarios y campamentos y viajes y demás, provee, creo yo, algo que apela de una manera más atractiva a una persona que no es genuina, por ejemplo, más que una Iglesia muy pequeña con recursos muy limitados, en donde una persona solo puede ir buscando aquello que realmente representa la mente y el corazón de Dios.
Entonces, no quiero decir esto como un hecho absoluto, pero me parece que debido a que estas personas tienden a seguir a la multitud, podemos tender a experimentar mayor deserción espiritual que otros.
En segundo lugar, señalamos en nuestro último estudio que un desertor espiritual está encantado por lo sobrenatural. Hay un aspecto misterioso acerca de Jesús en Juan 6 que atrae a la multitud. Versículo 2: “y le seguía gran multitud porque veían las señales que hacía en los enfermos.” El desertor espiritual tiende a ser la persona que se ve atraída por la multitud y le encanta la promesa de una vida cambiada o una intervención milagrosa por parte de Dios o éxito milagroso en sus negocios o éxito milagroso en su vida social o sus relaciones con otros. Inclusive en el área de paz y gozo.
Él está buscando algo que va a venir de afuera de su pequeño mundo, quizás una intervención sobrenatural para cambiar las cosas de ser la manera en la que son para que sean como le gustaría que fueran. Esos son los que buscan la emoción. Y recordarán que seguían a Jesús. Vieron el milagro ese día, versículos 11 y 12, los alimentó, les dio toda esa comida. Esto le encanta el desertor. Usted no sabe que él será un desertor todavía, sin embargo, ciertamente él usualmente, no siempre, se ve atraído por el encanto sobrenatural. Y parece que en el Nuevo Testamento este tipo de personas siempre quería más milagros, más señales, más maravillas y en muchas ocasiones, inclusive le pidieron a Jesús por favor, si podía ajustarse a ellos al hacer lo que ellos querían.
Lo tercero que mencioné, y vimos esto en los versículos 14 y 15, es que el desertor espiritual tiende a pensar únicamente en cosas terrenales. En el versículo 14 estaban convencidos de que Jesús era el gran profeta mencionado por Moisés en Deuteronomio. En Deuteronomio, Moisés recibió la revelación de Dios de que vendría ese profeta, ese gran profeta, quien traería verdad al mundo. Y ese profeta sería el Mesías. El gran Ungido.
Aquí, ellos están convencidos de que Jesús es ese profeta. Pero en lugar de adorarlo, versículo 15, nos dice “querían apoderarse de Él y hacerle rey”. Querían forzarlo para que derrocara a Roma y proveyera alimento gratis de manera continua. Querían empujarlo, en otras palabras, para que cumpliera con sus metas personales terrenales.
El desertor espiritual es la persona que se ve atraída por la multitud. Se ve atraído y se ve más encantado por las promesas sobrenaturales del cristianismo. Y se aparece con algo en su mente y eso es ver si Cristo le va a ver lo que él o ella quiere en esta tierra. Si es gozo, paz o felicidad o bendición o una relación significativa o éxito o prosperidad o lo que sea, ellos buscan la satisfacción de todas esas cosas terrenales. Y claro que Jesús respondió a eso en Su conversación con Pilato en Juan 18:36 y 37 cuando dijo: “Mi Reino no es de este mundo.”
Pero estas personas no tienen sentido de lo espiritual, no tienen sentido de lo eterno, no les preocupa el plan Divino de Dios. Quieren aquí y ahora lo que Jesús puede dar y si Jesús no les da lo que ellos quieren, no van a quedarse. Todo está en el aquí y el ahora.
En cuarto lugar, vimos que el desertor espiritual tampoco tiene deseo para la verdadera adoración. Y en el incidente comenzando en el versículo 16 y hasta el versículo 21, Jesús caminó sobre el agua, llegó en la pequeña barca con los discípulos y finalmente, el incidente terminó con adoración. Porque en Mateo 14, registrando el mismo incidente en el versículo 23 dice que ellos le adoraron.
Y aquí tenemos en contraste a los adoradores falsos, a los verdaderos discípulos quienes adoraron al Señor Jesucristo. Los creyentes falsos nunca hacen eso. No les interesa la adoración. Básicamente, son egoístas y la religión para ellos es estrictamente utilitaria. Es estrictamente cuestión de pragmatismo. Cómo me va a beneficiar. No hay asombro, no hay maravilla, no hay una alabanza de adoración, no están interesados en la verdadera adoración.
En quinto lugar, vimos que el desertor espiritual es un buscador de la prosperidad personal. Ya hemos mostrado eso en términos de la idea de su deseo de cosas terrenales. Esto lo expande un poco más, comenzando en el versículo 22 hasta el versículo 27, lo único que tienen en mente es la prosperidad personal. Lo único que tienen en mente es lo que ellos quieren. ¿Qué es lo que puedo obtener de Jesús? Y aquí tenía que ser alimento; y como le dije la última vez, la vida para ellos en esa sociedad agrícola básicamente, estaba inmersa en tratar de ganarse el pan. No tenían las opciones sofisticadas que tenemos el día de hoy. En una sociedad, en la que la mayoría de nosotros no tiene absolutamente nada que ver con la producción de lo que comemos, simplemente vamos, lo compramos o le pagamos a alguien para que nos alimente.
Pero estas personas literalmente vivían para comer y la idea o el prospecto de comida gratis les habría dado una vacación total para el resto de su vida. Y entonces, cuando pensaron que Jesús podría proveerles eso, lo buscaron, estrictamente por los panes. Estrictamente por los panes. Y en el versículo 27 Él les recuerda que están ignorando lo eterno y están buscando lo que perece.
De manera típica, un desertor espiritual se acerca a Cristo, cristianos y el cristianismo en la Iglesia para buscar la prosperidad personal. No piensa en la adoración. No le preocupan las cosas celestiales. Las cosas eternas, ni las cosas divinas. Hay un encanto con lo sobrenatural y lo que pueda significar para ellos. Y ciertamente, está el atractivo de la multitud y de todas esas personas que parecen haber encontrado algo que los hace feliz y han encontrado algo significativo en su vida, pero está detrás de este deseo la búsqueda de prosperidad personal que domina el pensamiento.
Eso lleva a una sexta característica o marca de un desertor espiritual. Él demanda cosas de Dios. Demanda cosas de Dios. Comenzando en el versículo 28, vemos la demanda de poder. Ellos dijeron: “¿qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” Y son como Simón en Hechos 8 que quería el poder milagroso de Felipe y dijo: “aquí el dinero, les compro esa magia. Quiero el poder.” Y estas personas son las que demandan poder de Dios. Buscan lo milagroso, lo sobrenatural. Quieren a Dios y quieren que Él les dé poder. Por eso se forman, como les dije, en las reuniones que convocan personas como Kenneth Hagan y Kenneth Copeland y Fred Price en esta área y otros que predican ese tipo de doctrina. Y demandan que Dios les dé poder para que sean prósperos, para que puedan ser eficaces al alcanzar sus metas.
Lo segundo que esta multitud demandó en el versículo 30 fue no sólo la demanda de poder sino la demanda de prueba. “Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces Tú, para que veamos, y Te creamos? ¿Qué obra haces?” Bueno, qué ridículo. Él había alimentado probablemente, y quizás, hasta 30,000 personas. Él había creado comida en Sus propias manos para ellos, no sólo vieron el milagro, sino que se comieron el milagro en una apropiación muy personal. Pero todavía están diciendo “pruébate a ti mismo, pruébate a ti mismo, muestra tus credenciales”.
Y esto es algo, créame que la Iglesia siempre ha tenido que enfrentar con estas personas que siempre están buscando pruebas. No es la fe lo que busca esto. La gente dice: “bueno, tu sabes, si crees en Dios, Él va a hacer un milagro, si crees lo suficiente, con suficiente fuerza, Él hará un milagro. Si no dudas, Él hará un milagro.” Hay gente ahí afuera que está tratando de torcer su fe y, en cierta manera, están tratando de forzar en sí mismos una fe y de forzar en cierta manera, a Dios a hacer un milagro. Eso no es fe. Eso es duda buscando prueba. Eso no es fe.
Existen esas personas que quieren que Dios haga un milagro más grande del último que Él hizo para mostrar Sus credenciales, para presionarlo a ser tan sólo como estas personas querían que Jesús hiciera algo mejor que Moisés. Le recordaron a Jesús que Él sólo les dio una comida y Moisés había alimentado a los hijos de Israel durante todo el tiempo que estuvieron en el desierto con maná del cielo. Y Jesús se dio la vuelta y les recordó que Moisés no los alimentó, sino Dios. Moisés simplemente organizó el proceso de recolecta.
Después, en el versículo 34 ellos demandan algo más. Primero demandaron poder, en segundo lugar, ellos demandaron pruebas y en tercer lugar ellos demandaron provisión. Ellos expresaron: “Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.” Tienes algún tipo de pan especial que va a hacer que estemos tan satisfechos que ya no tendremos hambre. Dánoslo. Dánoslo. Es una respuesta codiciosa a Cristo. Él se está refiriendo, por supuesto, al pan del cielo, la vida eterna que está en sí mismo. Él se está ofreciendo a sí mismo a ellos. Ellos no entienden eso. Ellos dicen: “Tú tienes algún tipo de pan que hace que la gente nunca tenga hambre. Dánoslo en nuestros términos. Pan poderoso para terminar con nuestro hambre.” Muy egoístas. Y como usted puede ver, el espíritu egoísta en todas estas cosas es evidente.
Entonces, el discípulo superficial, el desertor espiritual demanda que Dios haga lo que ellos quieren cuando ellos quieren, que les dé poder, que les dé pruebas, que les dé provisión. Queremos lo que queremos cuando lo queremos. Es como un niño consentido, sin paciencia, sin sentido de su misión.
Y después, en séptimo lugar, el desertor espiritual, y esto es muy importante, no busca una relación personal. El desertor espiritual no está interesado en una relación personal. Usted recordará del versículo 35 al 40 hablamos de esto. Observe cuántas veces en el versículo 35: “Yo soy el pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí cree,” observe esos pronombres personales. Versículo 36: “me habéis visto, no creéis.” Y deben creer, pero no creen, es lo que se implica aquí.
Versículo 37: “al que a Mí viene”. Versículo 38: “Yo he descendido del cielo, Él es el pan. Y lo que Él está diciendo es que deben venir a Mí, creer en Mí, entregar su vida a Mí, recibirme. Versículo 41 en cierta manera lo resume: “Yo soy,” se repite, “el Pan.” Claro que los judíos estaban murmurando cuando Él dijo eso. Pero la idea aquí es que todo en términos de lo que Jesús tiene que ofrecer se conecta o se relaciona con una relación personal. Usted lo recibe, usted lo recibe a Él.
Esta semana alguien me dijo, y de una manera bien intencionada, cuando le pregunté a esta persona si la persona conocía a Jesucristo, la respuesta fue: “he tenido una experiencia religiosa”. He tenido una experiencia religiosa. Y yo le dije: “¿en serio? ¿Cuál fue?” “Bueno, una vez estuve en el norte, en cierto lugar, y de pronto, fui transportado de manera espiritual a la parte sur de California. Y eso fue muy sincero. Y me hallé a mí mismo en cierto lugar reconociendo todo y viendo cosas en ese lugar que no estuvieron ahí la última vez que vi el lugar. Pero la próxima vez que lo vi, ahí estaba. Y entonces, sabía que realmente estaba ahí. Y esa fue una experiencia espiritual. Entonces, realmente creo que Dios está conmigo porque tuve una experiencia espiritual”. A lo cual yo respondí: “¿sabe lo que esa experiencia espiritual significa?” “No”. “Yo sí. No significa nada. No significa absolutamente nada en relación a su relación con Dios. No significa nada. Ni siquiera sé lo que fue. Quizás fue un sueño. Quizás fue una alucinación. Quizás fue demoníaco. Usted no tiene indicación alguna de que fue Dios y no tiene contenido en absoluto”. No, no sólo estamos buscando una experiencia espiritual.
Esta mañana, me dijo un joven, ahí en la recepción de visitas, él dijo: “he estado visitando una Iglesia diferente y hoy vine a visitar tu Iglesia. Y él me dijo: “me gustó, pero tu Iglesia no es tan espiritual como la otra Iglesia a donde he estado asistiendo.” Le contesté: “¿En serio?” Él dijo: “no, ellos son más espirituales.” Yo dije: “bueno, ¿qué quieres decir con eso?” “Bueno, no estoy seguro.” Yo dije: “bueno, ¿qué quieres en la Iglesia? ¿Qué viniste a buscar?” Él dijo: “bueno, quiero aprender acerca de Dios.” Yo dije: “bueno, esta mañana con nosotros ¿no escuchaste cosas acerca de Dios? ¿Aprendiste algunas cosas acerca de Dios?” “Sí.” Y él dijo: “bueno, yo quería entender la Biblia.” Yo dije: “bueno, ¿te ayudé a explicarte algo de la Biblia?” “Sí.” Y le pregunté qué quería. Y dijo: “bueno, no hubo una gran experiencia”. Yo dije: “bueno, sigue viniendo y quizás te acostumbras.”
Si quieres una experiencia, ve una pelea de box. Puedes reírte y llorar y sentir el pathos y sentir y sufrir, sentir un dolor vicario. Puedes agonizar, puedes gritar, puedes alzar los brazos y si quieres puedes desmayarte, si lo único que quieres es una experiencia. Ve a un juego de basquetbol, de baloncesto. Digo, si estás buscando un sentimiento, si solo quieres tener emociones, ve a un funeral y llora o ve a una fiesta y ríete, pero no equipares eso con una relación viviente genuina con Cristo, quizás no tiene nada que ver con eso.
Relación personal… Pero como usted puede ver, el desertor espiritual no está buscando una relación personal, ése es el punto. El discípulo verdadero busca una relación personal. Los desertores, no tienen el deseo de una relación personal con Jesucristo, eso es amenazante para ellos.
Entonces, el desertor espiritual es atraído por la multitud, le encanta lo sobrenatural, piensa únicamente cosas terrenales, no tienes deseos de adoración. Él busca prosperidad personal y por lo tanto, demanda cosas de Dios y no busca una relación personal.
Ahora, eso nos lleva de regreso a donde terminamos. Y vamos a retomarlo brevemente en el versículo 41. La octava marca y esto no siempre puede ser el caso, pero con frecuencia es el caso, él habla en privado en contra de la verdad. Él habla en privado contra la verdad. Ha sido mi experiencia, y creo que es el entendimiento de una experiencia espiritual de manera muy amplia, que la gente que viene a la Iglesia buscando lo que puede sacar u obtener de Cristo y no lo recibe, puede continuar involucrada en el juego en frente de los cristianos, pero comienza a menospreciar y criticar y burlarse de la Iglesia cuando sale.
Versículo 41: “Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.” ¡Qué ridículo! Ellos se rieron hasta burlarse. “Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: ¿Del cielo he descendido?” Sabemos que sólo fue un hijo como cualquier otro hijo y se burlaron de la verdad. “Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.”
Como puede ver, Él despedazó su esperanza de alimento gratuito y estaban enojados. Y una vez que Jesús no les da lo que quieren, la gente comienza a darle la espalda. No hubo un deseo de arrepentimiento, no hubo un deseo de fe. Ellos, básicamente querían comer de las algarrobas de la tierra que únicamente eran apropiadas para los cerdos y no el pan dulce del cielo, por decirlo de una manera simple.
Entonces, cuando no recibieron lo que querían, se burlaron. Así no es cuando alguien verdaderamente viene a Cristo. Entonces, se burlaron. Versículo 44, y Jesús dijo: “Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que Me envió no le trajere; y Yo le resucitaré en el día postrero.” Y ahí tenemos lo mismo, que es sumamente interesante, en donde Jesús casi quiere explicar su incredulidad apoyándose en ¿qué? En la soberanía de Dios. De nuevo, y es casi como si dijera ‘bueno, después de todo no pueden venir a menos de que el Padre los atraiga’. Digo, es casi una manera de decir “bueno, aquí está la respuesta para entender cómo es que me pueden rechazar. Aquí hay una explicación para entender cómo es que puedan decir que no’. No parece haber alguna explicación razonable, pero la hay. Y es que no pueden venir de ninguna manera a menos de que el Padre los traiga. Y si el Padre los trajera, entonces vendrían y se quedarían y Yo los resucitaría en el día postrero.
Él no discute con ellos. Él no dice ‘bueno, si insisten, permítanme hacer algunos trucos más. Permítame realizar algunas maravillas más’. Él no dice eso. Él sólo regresa a Su confianza a la soberanía de Dios. Él dice, de hecho, que el agua no va a subir al monte, las fuentes amargas no dan agua dulce, los árboles malos no dan buen fruto. Y sin un llamado de gracia soberana, nadie puede venir de cualquier manera. Y de nuevo, Él se apoya en la soberanía de Dios.
Pero es típico que un desertor hable mal en contra de una Iglesia. He experimentado eso muchas, muchas veces. La gente viene y hombre, ellos quieren obtener lo que quieren y vienen y están con la multitud y quieren ver lo que Dios va a hacer y vienen con sus metas personales para que Dios haga lo que ellos quieren. Y cuando Dios no hace lo que ellos quieren que haga, entonces comienzan a burlarse. Y me llegan a mí las palabras en muchas ocasiones de gente que vino por un tiempo y después comienza a hablar mal en contra del ministerio porque no se les dio las pequeñas cosas que tenían en su lista.
Un desertor también se caracteriza, y si está siguiendo esto, número nueve en la lista, un desertor también se caracteriza porque no tiene hambre de la realidad divina, de la verdad divina. No tiene hambre de eso. Observe el versículo 45 lo cual es en realidad una cita de Isaías 54:13, pero es una cita representativa de muchos profetas: Jeremías, Joel, Miqueas, Sofonías, Malaquías, todos enseñaron lo mismo y eso era común entre los profetas. Y entonces, está escrito en los profetas, Isaías 54:13 se cita como representando a todos esos profetas. “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de Él, viene a Mí.”
Como puede ver, Él dice “aquellos que vienen son aquellos que han sido enseñados por Dios”. Han sido enseñados por Dios. Esta es una frase hermosa. Es igual a ser traído por el Padre. Versículo 44, el Padre los trae. Versículo 45, el Padre los enseña. Es como si dijera todos los que el Padre trae, Él les enseña; y a todos los que Él trae y vienen y Él les enseña, ellos aprenden.
Entonces, los verdaderos discípulos vienen a Cristo y aman la Palabra. Tienen un hambre de realidad Divina. La atracción de la elección está conectada con la verdad Divina viniendo a través de la Palabra. Y entonces, podemos hacer la pregunta de manera muy simple, hágase esta pregunta: ¿cuál es el anhelo de mi corazón? ¿Acaso es el anhelo de mi corazón un hambre por el pan de la Palabra? Si es así, entonces esa es la marca de un verdadero discípulo.
Si ese no es el hambre de su corazón, si el hambre de su corazón es prosperidad personal, ganancia personal, el engrandecerse a sí mismo, entonces eso es característico de un desertor espiritual. Y cuando usted no recibe lo que quiere, se va a ir. Se va a ir. Subráyelo. ¿Acaso su corazón tiene hambre por la Palabra? ¿Es suficiente el pan del cielo? ¿Es suficiente para usted ser atraído por el Padre y después ser enseñado por Dios? ¿Oír la verdad y aprenderla, ese es el clamor más profundo de su corazón? Y alguien viene a mí, recientemente recibí una carta de alguien que dijo: “Dejo su Iglesia porque quiero ir a un lugar donde pueda ir y tener una experiencia”. Entiendo eso. Algunas personas quieren ser enseñada por Dios, algunas personas quieren tener una experiencia. Y cuando ellas no están sintiendo lo que les gustaría sentir, no están recibiendo lo que quisieran recibir, se van. Entiendo eso. Y quiero creo que, en un sentido, me siento mal por eso, pero en otro sentido, creemos que la prioridad es la Palabra de Dios.
Observe el versículo 46: “No que alguno haya visto al Padre, sino Aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.” En otras palabras, en el versículo 45, Él habló acerca de aprender del Padre y Él quiere asegurarse que nadie piense que hay una manera posible de ver al Dios viviente. Entonces, Él en cierta manera, añade el comentario “ninguno realmente jamás ha visto al Padre excepto el que es de Dios”. Él ha visto al Padre. Y Él lo ve a través del ojo de la fe. Cristo es el que revela la vida eterna de Dios en sí mismo. Dios se comunica a través de Su Hijo.
Entonces, el punto de esta pequeña área en el texto, y quiero que usted lo vea, es que cuando usted tiene fe verdadera, usted tiene un deseo o un hambre de realidad espiritual. Cuando usted tiene una fe falsa, y donde usted tiene un desertor, no está el interés en la enseñanza. No están anhelo de ver a Dios, de conocer a Dios, de tener comunión con Dios a través de Su Hijo. “De cierto, de cierto os digo,” versículo 47, “el que cree en Mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres tuvieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que desciende del cielo para que el que de él come, no muera”. Y continuamente se está ofreciendo a ellos, pero no es lo que satisface sus deseos. No tienen hambre de Él, no tienen hambre de realidad espiritual, simplemente, no lo tienen. No tienen un deseo de apropiarse de ello. No tienen deseo de recibir la realidad Divina.
Y para añadir a esto, también podría decir, si quiere incluir ahí el número diez de su lista, el desertor espiritual no siente un hambre profunda de salvación verdadera, no siente un hambre profunda de la salvación verdadera. Observe el versículo 51 de nuevo. “Yo soy el Pan vivo que descendió del cielo. Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”. Y ahí, Él habla de Su muerte. Si alguien cree en Mí, Él dice, y en Mi muerte por el pecado del mundo y me recibe en su vida personalmente como comer pan, él va a tener vida eterna.
Algunas personas ven a Cristo y simplemente huelen el pan un poco, lo miran, lo analizan, hacen un análisis filosófico al verlo y lo reconocen, lo alaban, lo tocan e inclusive dicen que es excelente, pero nunca saben lo que es tener vida eterna hasta que lo comen o se apropian de manera personal de Cristo por fe, hasta que recibe a Cristo personalmente en su propia vida. Pero algunas personas no sienten un hambre profunda de salvación verdadera. No tienen un hambre real de realidad espiritual, no les interesa la verdad de Dios. Pueden tomarlo o dejarlo. Pueden venir a la Iglesia o no venir a la Iglesia en lo que al mensaje concierne. Pueden quejarse si se tarda más de 10 o 15 minutos. No les interesa la realidad espiritual. Nunca leen la Biblia por si solos. Pueden ir a un estudio bíblico porque creen que pueden obtener algo de ahí para satisfacer su deseo personal y su lista de cosas, pero no la van a estudiar por sí mismos. No van a buscar la realidad espiritual, no van a anhelar el conocer a Dios, no tienen hambre de salvación verdadera.
Entonces, el versículo 52 dice: “Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer Su carne?” Y ellos se burlaron mostrando así su ignorancia abismal”. ¿Qué está enseñando, canibalismo? ¡Esto es ridículo! ¿Cómo es que nos va a dar Su carne? Esto le muestra lo densos mentalmente que estaban espiritualmente. Ni siquiera podían entender la metáfora de Su lenguaje. Obviamente Él no estaba hablando de Su carne física porque en el versículo 51, Él dijo: “y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” ¿Pensaron ellos que Él era lo suficientemente torpe como para suponer que tenía suficiente carne para alimentar al mundo entero? Claro que no quiso decir eso. Pero en su densidad y oscuridad espiritual, no pudieron entender lo que Él quiso decir.
Por cierto, ese ha sido uno de los errores más grandes del catolicismo a lo largo de los años. Los católicos han interpretado erróneamente este pasaje a lo largo de los siglos al punto que ellos de hecho creen que, en el servicio de comunión, se lleva a cabo la transustanciación se lleva a cabo en la hostia y la copa literalmente se convierte en la carne y sangre real de Cristo. Y la multitud de gente que participa de eso literalmente está comiendo de esa carne y sangre transformada milagrosamente de Jesucristo. Y creo que tienen la misma incapacidad de entender la verdad Divina como aquellos que lo escucharon en esta ocasión en particular en Juan 6. Él está hablando de esto. Eso es obvio. De lo que está hablando es de la relación personal de sí mismo, de la apropiación personal.
Ahora, siga su pensamiento en el versículo 54: “El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna.” Él no está hablando de canibalismo. Él está hablando acerca de alguien que acepta Mi encarnación, esto es la carne, y acepta Mi muerte en la cruz, eso es simplemente la sangre derramada. Esto en un sentido es una referencia a Su encarnación y a Su crucifixión. Usted debe aceptar que Dios vino en carne humana y murió en la cruz. Y el que acepta eso, el que come esa verdad y la recibe… “Yo le resucitaré en el día postrero.” Y de manera implícita, así como Me resucitaré a Mí mismo de la tumba, “Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en él.”
Así como cuando usted, escuche, cuando usted recibe la comida, usted se la come, se vuelve usted, ¿lo ha notado? Claro. Y ese es el trabajo de los aminoácidos. No importa lo que coma, se manifiesta en usted. Usted puede comer cualquier tipo de comida. Puede ser un vegetal o mineral o un animal, puede comer pollo y no le empiezan a salir plumas, simplemente es más de usted. Y esa es la operación de su sistema de aminoácidos. Y esa pequeña ilustración de ciencias naturales es la analogía de nuestro Señor. ‘Cuando ustedes beben Mi sangre y comen Mi carne,’ esto es que ustedes reciben Mi encarnación y se apropian de Mi muerte, ‘literalmente se vuelven uno conmigo’. ¿No es éste un pensamiento maravilloso? Yo me vuelvo ustedes. Esa es la razón por la que en Gálatas 2:20 dice: “la vida que vivo la vivo por la fe en el hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Esa es la razón por la que Gálatas 2:20 dice: “y ya no soy yo, sino Cristo vive en mí y recibo vida eterna y recibo vida de resurrección. Y seré resucitado en el día postrero cuando me apropie personalmente de Cristo”.
Y Él lo vuelve a decir en el versículo 57. “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por el Padre, asimismo el que Me come, él también vivirá por Mí”. Ustedes reciben esta vida, la vida misma de Dios. Lo recibe en su vida, recibe vida, la vida de Dios, vida eterna, resurrección, unidad con Cristo, cosas increíbles. Este es el pan que descendió del cielo.
Versículo 58: “Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.” Entienden sus palabras, ¿no es cierto? No es tan difícil. La salvación es una relación, amados. Eso es lo que está diciendo. Es la vida intercambiada, es recibir a Cristo, Él me trae vida eterna, vida de resurrección, vida divina, una vida con Cristo.
Pero Jesús está diciendo eso a estas personas y no están interesados. El versículo 59 dice que Él enseñó estas cosas en la sinagoga enseñando en Capernaúm. No estaban interesados en esto. Como puede ver, esto es algo muy básico. Sólo los hambrientos comen. Sólo los hambrientos comen. El desertor, no tiene hambre de justicia espiritual. El desertor no tiene hambre de salvación porque él está lleno del mundo y está lleno de sí mismo y tiene todas las respuestas y está satisfecho en sí mismo, está alimentado con la comida que perece y la idea del pan de vida es absolutamente ridícula para él.
Permítame hablar del concepto de comer por un momento antes de que concluyamos con esto. El concepto de comer es un retrato muy vívido para expresar apropiación personal de Cristo. Y le voy a decir por qué. En primer lugar, comer es necesario si voy a disfrutar de la ventaja que me puede dar el pan. Yo puedo oler el pan, puedo ver el pan, me puede gustar el pan, puedo apretar el pan, pero no me va a ayudar en nada hasta que yo lo coma. Lo mismo es el caso con Cristo. Usted puede admirar a Cristo a distancia, pueden en cierta manera tocarlo y decir ‘¿no es maravilloso, no es Él hermoso, no es eso maravilloso?, hombre, creo en Él,’ es algo grande. Pero no es sino hasta que usted lo recibe en su propia vida, lo recibe como su propio Señor y Salvador al Dios viviente en carne humana y acepta Su muerte y Su resurrección para beneficio de usted que se apropia de la ventaja que el Pan de vida intenta darle. Entonces, comer es una analogía muy apta.
En segundo lugar, coman no siempre responde a una necesidad percibida. Una necesidad percibida. Esa necesidad se llama hambre. Y permítame decir que no hay nada tan maravilloso como comer cuando usted tiene hambre. Y le voy a decir más, no hay nada tan repulsivo como comer cuando no tiene hambre. Y he experimentado eso en mi ministerio cuando todo el mundo, cuando usted va a un lugar y quieren alimentarle el becerro ya engordado -desayuno, comida y cena. Y cuando todavía usted anda ahí y ha pasado la tarde y ya casi es de noche y todavía no ha podido digerir lo que comió en la mañana y le quieren volver a dar de comer, realmente es repulsivo. Y con frecuencia, hago la analogía de eso con la persona en el mundo que no tiene apetito de cosas divinas. Usted puede metérselos y no hay apetito.
Pero cuando un pecador ama su pecado, cuando un pecador está lleno del mundo, satisfecho de la carne y lleno de la comida que perece, el pensamiento de verdadero pan es ridículo, repulsivo, es nauseabundo, se burla de él. Lo desprecia. Aleja a Cristo de sí mismo. No es sino hasta que un hombre está quebrantado por su pecado y despierta ante la realidad de su condición perdida, su falta de propósito en la vida, no es sino hasta que un hombre o mujer percibe su vacío, su soledad enfrente de Dios, el hambre intensa de su alma que clama por salvación, no es sino hasta que experimenta eso que va a comer con pasión el Pan verdadero.
Y entonces, lo que estamos haciendo en ese sentido es, conforme llevamos el mensaje de Cristo, estamos buscando corazones hambrientos, ¿no es cierto? Entonces, comer es una analogía apta por esta razón. Porque es responder a una necesidad percibida.
Comer también implica apropiación. Apropiarse de algo. La comida es tomada y se vuelven nosotros. Y comer también es personal. Alguien no puede comer por usted. Si hubiera podido haber hecho eso hace años atrás, lo habría hecho, porque me ocupo tanto que no tengo tiempo ni de comer. He pensado que alguien coma por mí, pero realmente no creo que eso va a funcionar muy bien. Yo tengo que hacer eso de manera personal, tengo que hacer eso por mí mismo. Nadie puede hacer eso por mí mismo.
Entonces, cuando el Señor seleccionó el comer como la analogía aquí, realmente escogió una analogía maravillosamente rica. Cristo es el pan vivo. Cristo es el pan de vida. Si vamos a derivar algo de esto, debe ser tomado por nosotros, esto es por la fe lo recibimos como Señor y Salvador, el que vivió por nosotros, murió por nosotros y resucitó. Eso sólo va a ocurrir cuando tenemos hambre de eso. Sólo nos va a beneficiar conforme literalmente nos apropiamos de la vida de Cristo en nosotros de tal manera que se vuelve uno con nosotros y eso debe ser hecho personalmente, no puede ser hecho por los otros, por nadie más.
Entonces, el desertor espiritual no está interesado… No está interesado. Él no tiene hambre por un Pan así. Y si usted trata de darle eso, él usualmente se va.
Bueno, esas son algunas de las marcas. Veamos la respuesta en el versículo 60. “Al oírlas, muchos de Sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” Por cierto, estos no necesariamente son verdaderos creyentes, como lo veremos en el versículo 66. Ellos dijeron: Esto es duro. Y con esto, quieren decir esto se puede rechazar, esto es ofensivo.
¿Qué es lo ofensivo y qué es lo difícil en esto? Le voy a decir lo que es. Muy fácil. Jesús está diciendo: “Yo soy la fuente de vida espiritual, sólo Yo”. Y ellos están diciendo: “espera un momento, eso puede cuestionarse”. Entonces, aceptar Tu carne y Tu sangre, eso se puede cuestionar. No les gustó lo estrecho que era lo que él dijo.
¡Oh!, les atrajo a la multitud, les encantaron los milagros y no podían pensar en nada en este mundo que no quisieran tener que Él no les pudiera dar. Pero no tenían deseo alguno de adorarlo. Entonces, sólo buscaron ganancia personal. Querían demandar lo que ellos quisieran que les pudiera dar. No había un deseo de relación. No había hambre de realidad espiritual. No había una necesidad percibida de arrepentimiento y salvación. No tenían interés en Su muerte por el pecado.
Y entonces, en el versículo 61 Jesús percibió su respuesta y cuando Jesús supo en sí mismo que Sus discípulos, ahora pueden marcar ahí la palabra discípulo, que no significa nada más que un seguidor verdadero o falso aquí, cuando Él supo en Su interior, por Su omnisciencia, estaban murmurando por esto… “Sabiendo Jesús en sí mismo que Sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?” ¿No creen que Yo soy el único que puede satisfacer el clamor de su corazón? Versículo 62: “¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?” En otras palabras, si Yo solo despego como un cohete y regreso al cielo, ¿entonces van a creerme? Si Yo regreso al cielo, ¿entonces van a creer que Yo vine del cielo? Y esta es una declaración interesante porque eso es precisamente lo que hizo, ¿verdad? En Su ascensión, pero no antes de los ojos de nadie, antes de los ojos de Sus discípulos quienes eran verdaderos creyentes.
Entonces, en el versículo 63, Él dice: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.” Y lo que está diciendo es: miren, no se queden atorados en lo físico. La comida de la que estoy hablando significa aceptar Mis palabras, aceptar la verdad que estoy hablando.
Pero, versículo 64, “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar”. Él sabía quiénes eran los desertores. Él era omnisciente. Oh, había algunas cosas que Él escogió no saber, como el tiempo y las sazones que el Padre escogió para el futuro. Pero había algunas cosas que Él escogió saber en Su omnisciencia. Y una de esas áreas fue quién era el desertor y quién era el traicionero. Quién era el traidor. Y con qué profundidad eso debió haber lastimado Su alma perfecta. “Yo sé quiénes son,” Él dijo. Yo sé eso.
Y de nuevo, versículo 65, Él se apoya en la soberanía y Él dice esto casi en un soliloquio una vez más: “Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a Mí, si no le fuere dado del Padre.” Esa es siempre Su explicación. Bueno, lógica y racionalmente y de manera razonable, no puede entender por qué no creen. Pero entiendo que no puedan entender a menos que les sea dado de Mi Padre. Una expresión de respuesta a Su propio dolor de rechazo se apoya en la soberanía.
Y después, dice esto en el versículo 66: “desde entonces, muchos de Sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con Él”. Desertores espirituales superficiales. Y creo que en este momento Jesús sintió un dolor como una espada que penetraba en Su propio corazón, como una lanza que era metida en Su costado. Yo creo que el dolor aquí debió haber sido por lo menos igual al que soportó en la cruz. Y yo creo que, en un sentido emocional, Su corazón estaba totalmente quebrantado. Y muchos de estos discípulos se apartaron. Ellos, que lo hirieron profundamente porque Él no quiere que los hombres perezcan. Y aunque Él se está apoyando en la soberanía de Dios, Él todavía está enfrentando un dolor profundo por su incredulidad.
Y observe la respuesta en el versículo 67. Esto nos ayuda a entender al Cristo compasivo: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?” Y usted tiene que entender el texto griego, dice “ustedes tampoco se van a ir, ¿o sí? Es casi patético, casi como decir: “no van a hacerme esto, ¿o sí?, por favor”. Espera una respuesta negativa en el griego; y entonces, lo expresa de esa manera, “ustedes no se van a ir, ¿verdad?”
Y el dulce Pedro, responde en el versículo 68: “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Él sabía. Él sabía que no estaba hablando de comer Su cuerpo y beber Su sangre. Él sabía que estaba hablando de recibir Su carne y Su sangre. Y él sabía que eso significaba recibir Sus palabras, Su verdad. Y Pedro, responde no por sí mismo, ¿a quién iremos? Y él incluye a todos esos discípulos genuinos que todavía quedan.
Versículo 69: “Y nosotros hemos creído y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” ¡Oh, qué bendición! Aquí, por la gracia de Dios, del Padre que los llamó, hay algunos que piensan en cosas celestiales. ¡Oh, qué cambio, qué refrescante! Algunos buscan adorar, algunos buscan una relación personal con Cristo. Algunos, quienes entienden Su verdad y buscan arrepentimiento y buscan salvación, ¡qué bendición! ¡Qué bendición! Son genuinos.
Pero no termina ahí. Versículo 70 del capítulo, termina con dos versículos finales: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido Yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” Pedro estás equivocado. Yo sé que dijiste ‘nosotros’, Pedro. Pero no son los doce, con sólo once. Uno de ustedes es un diablo. “Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.”
Escuche, algunos desertores espirituales desertan antes. Algunos desertores espirituales se meten al grupo más ínfimo y desertan mucho tiempo después. Judas es el prototipo. El desertor prototipo. La ilustración perfecta para concluir. Escuche: Judas fue atraído a Jesús por la multitud. A Judas le encantaba lo sobrenatural. Judas sólo pensaba en cosas terrenales. Él no tenía deseos de adorar a Cristo. Él únicamente buscaba ganancia personal. El dinero era su dios. Él demandaba lo que quería. Y cuando no lo recibió, él trató de vender a Jesús por todo lo que pudo tener. Él nunca tuvo una relación íntima con Cristo. El no tuvo entendimiento alguno de la verdad divina y Él nunca tuvo hambre de salvación genuina. Él es el desertor modelo. Me gustaría que Él fuera el único, pero no es así. Ha habido millones que se han unido a Judas en el beso del desertor para traicionar al Hijo de Dios. Y eso entristece el corazón del Salvador.
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