En los últimos dos domingos por la noche, cuando he estado con ustedes, hemos estado hablando del tema de la elección divina. Quién escogió a quién. Y comprendo que esta no es una controversia pequeña. Cuando usted habla de la doctrina de la elección, hay muchas personas que sienten, como lo señalé en nuestro mensaje original, que esta es una doctrina peligrosa. Que esta es una doctrina que vuelve a Dios un monstruo. Que esto es casi blasfemo. Que esto es un tipo de herejía.
Y, sin embargo, sin importar cuánto la razón humana, la preferencia humana pueda luchar contra esta doctrina, es enseñada de manera inescapable en las Escrituras. Y necesitamos doblar nuestras rodillas ante esta gran verdad de la elección divina. Y una vez que lo hacemos, se puede convertir para nosotros en la más preciada de todas las doctrinas.
Entiendo lo que la Biblia dice acerca de estos temas de la salvación. Y entiendo que la Biblia dice en 1 Timoteo 2:4 que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la Verdad. También sé que la Biblia dice en 2 Pedro 3:9 que Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Y sé que la Biblia dice que se nos manda a predicar el Evangelio a toda criatura. Y sé que la Biblia manda a todos los hombres en todo lugar a arrepentirse y que Dios demanda que todos consideren a Su Hijo, en quien tiene complacencia, y lo oigan.
Y que el Evangelio es esencialmente un mandato. Hablamos acerca de él como un regalo. Hablamos acerca de él como una oferta. Pero esencialmente es un mandato a creer en el Señor Jesucristo. También entiendo que la Biblia enseña la responsabilidad humana y la voluntad humana. La Biblia dice “escoged hoy a quién serviréis”. Sé que Jesús dijo “venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y Yo os daré descanso”. Yo sé que Él dijo “el que quiera venga y tome gratuitamente del agua de la vida”. Y Jesús hizo la pregunta “¿por qué moriréis?, no queréis venir a Mí,” dijo Él, “para que tengáis vida”. Y sé que Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén y dijo: “aunque me hubiera gustado reunirlos como una gallina reúne a sus polluelos, no quisisteis.” Sé que Dios lloró por una Israel rebelde, incrédula y lloró a través de los ojos de Jeremías como se registra en Jeremías capítulo 13.
También sé que la Biblia condena a toda la gente como pecadores. Y todos los pecadores son culpables a nivel personal de violar la ley santa de Dios y merecen la ira Divina y el castigo eterno. Y sé que la Biblia indica que todos los pecadores tienen suficiente revelación como para ser responsables por su pecado. Mediante la creación en Romanos 1 y mediante la conciencia en Romanos 2, al pecador se le ha dado luz, la cual, si es seguida, lleva a la Verdad. Si no la siguen, perecerán bajo la ira de Dios.
Ahora, entiendo todo eso y también usted; y todo eso está en las Escrituras. Pero al mismo tiempo, sin contradicción alguna, sólo en una dificultad aparente en nuestras mentes, hay un misterio que se desarrolla en las Escrituras que nos dice que ningún pecador es capaz de entender la Verdad. El hombre natural no entiende las cosas de Dios, son incomprensibles para él. La predicación de la cruz es locura para él. Ningún pecador por sí mismo es capaz de arrepentirse.
De hecho, como dice Hechos 11:18, la única manera en la que un pecador jamás podría arrepentirse es si Dios le concede arrepentimiento. E inclusive el creer va más allá de la capacidad de los seres humanos. Juan 1 dice: “mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hijos de Dios, a los que creen en Su Nombre que nacieron no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” El creer no viene por la voluntad del hombre o la voluntad de la carne.
La Biblia entonces dice que la gente es incapaz de comprender la Verdad, la Verdad del Evangelio. Ellos entonces son incapaces de arrepentirse. Son incapaces de creer. De tal manera que la única manera en la que un pecador puede ser redimido es por la obra de Dios. Dios tiene que conceder entendimiento, conceder arrepentimiento, conceder fe. Dios tiene que superar la muerte espiritual y dar vida, superar la ceguera espiritual y dar vista, superar la ceguera espiritual y dar verdad, superar el amor por el pecado y reemplazarlo con un deseo por la justicia.
Si alguien llega a ser salvo, es porque Dios supera todas las incapacidades naturales normales. Esa es la razón por la que decimos que la salvación es toda de Dios. No es sólo toda de gracia, es toda de Dios. Ahora, eso es nunca de manera independiente de la voluntad humana, nunca viola la voluntad humana. La realidad profunda inescrutable es que nadie jamás escogería a Cristo si Dios no lo hubiera escogido primero a él. Somos salvos y tenemos vida porque Dios escogió libremente dárnosla.
Comencemos en Juan 6:64. A lo largo de estos primeros dos mensajes, les he dado muchas escrituras para que las consideraran. Aquí hay otra que pueden añadir a su lista. Versículo 64. Jesús dice: “ahora, hay algunos de vosotros que no creen, porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, como también quién era el que lo traicionaría,” esto es, Judas. Versículo 65: “y Él estaba diciendo: “por esta razón os he estado diciendo que nadie puede venir a Mí a menos de que le haya sido dado del Padre.””
No sé si se puede decir eso con mayor claridad. No pueden venir, no quieren venir, a menos de que Dios le conceda a usted el entendimiento, el arrepentimiento y la fe. Ahora, eso es lo que le dijimos en los primeros dos mensajes, que la salvación es una obra de Dios. Y eso nos deja con una pregunta muy, muy importante que debemos responder en esta noche y es esta pregunta: ¿por qué Dios hizo esto? ¿Por qué tomó Él esta decisión? ¿Por qué Dios escogió rescatar a pecadores de Su juicio justo?
Y la respuesta es realmente asombrosa. Para entender por qué Dios hizo esto, quiero ayudarle a entender algunos textos muy, muy poderosos de las Escrituras. Comencemos en Tito, capítulo 1. Tito, capítulo 1. Y quiero que usted entienda el panorama general de esta doctrina gloriosa de la elección. Al principio de Tito, Pablo se presenta a sí mismo. Y él se presenta a sí mismo en modos que son esenciales a su llamado. Él es: “un siervo de Dios y apóstol de Jesucristo.” En el sentido amplio, él sirve a Dios. En el sentido más específico, él sirve a Dios como un apóstol de Jesucristo.
Ahora, al cumplir su servicio a Dios y su apostolado en nombre de Jesucristo, hay varios elementos en su ministerio. En primer lugar, él dice: “conforme a la fe de los escogidos de Dios.” O como algunas traducciones lo expresan: “por la fe o para la fe de los elegidos de Dios.” Entonces, lo primero que Pablo dice es que Dios lo ha llamado a ese servicio.
Y, por cierto, la conversión de Pablo y el llamado de Pablo es una descripción de la conversión de todo pecador. Él va camino a Damasco. Su corazón está lleno de odio por Cristo. Él se dirigía a perseguir a más creyentes. Él es detenido y salvado soberanamente por Dios. Él entonces se convierte en un siervo de Dios y en un apóstol de Jesucristo y su primera tarea es para la fe de los escogidos. Esto quiere decir que él debe traer al Evangelio a los elegidos para que lo puedan oír y creer.
Bueno, debido que Pablo no sabe quiénes son los elegidos, debido que no hay una manera de identificarlos, debido a que el decreto de Dios y Su manera soberana es secreta y escondida, Pablo entonces predica el Evangelio donde quiera que va, sabiendo que el Señor lo usará para traer el Evangelio a los elegidos quienes creerán. Esto es el evangelismo, y éste fue el primer aspecto del ministerio de Pablo. Éste es el ministerio del evangelismo. Usted trae el Evangelio a los elegidos para que puedan oírlo y creer.
Y después hay un segundo aspecto de su ministerio. Comienza con evangelismo y se mueve hacia la edificación. Él dice que no sólo es llamado por Dios para representar a Jesucristo al traer la Verdad a los elegidos, para que la puedan oír y creer, sino que para aquellos que creen, él trae el conocimiento de la verdad que es según la piedad. Ése es el segundo aspecto. Una vez que la gente ha creído, necesitan ser instruidos con la verdad para que puedan crecer en la semejanza a Cristo.
Entonces, usted podría decir que el primer aspecto de su ministerio fue salvación, el segundo la santificación. Él dice ‘yo predico el Evangelio para que los elegidos puedan oírlo y creer y enseñó la Palabra de Dios para que aquellos que creen, puedan entender la Verdad la cual produce piedad.’
Y hay un tercer aspecto del ministerio y es verdad para él y para todos nosotros, versículo 2: “en la esperanza de la vida eterna.” El tercer aspecto es ese elemento de aliento y consolación y esperanza que ve hacia la gloria futura. Entonces, resumiéndolo, él dice: “en primer lugar, yo predico el Evangelio para que los elegidos puedan oírlo y creer. Después, enseñó la Palabra para que aquellos que creen puedan crecer en el conocimiento de la Verdad hacia la piedad. Y después, les hablo acerca de la vida eterna venidera para que puedan vivir en esperanza y esa esperanza se convierte en su gran consuelo.”
Entonces, en su ministerio hay el aspecto de salvación, un aspecto de santificación, un aspecto de glorificación. Y todos tenemos esa responsabilidad. Digo, eso es lo que todos hacemos, traemos el Evangelio y después, aquellos que creen, los instruimos para que puedan crecer. Y después, llenamos sus mentes con la esperanza de lo que está por venir en la herencia gloriosa que nos aguarda en el futuro.
Pero quiero que se enfoque en el versículo 2. Tito 1:2. “Todo esto,” dice él, “todo esto, desde la justificación a través de la santificación a la glorificación, todo esto viene de Dios quien no miente y quien lo prometió.” Y dice, “hace eras atrás.” El griego dice “antes de que comenzara el tiempo.” Antes de que comenzara el tiempo. Antes de que comenzara el tiempo, Dios prometió que Él salvaría y santificaría y glorificaría a creyentes.
Ahora, la pregunta es antes de que el tiempo comenzara, ¿a quién hizo Él esta promesa? Ciertamente no se lo prometió a ningún ser humano, porque no había ninguno. Antes de que el tiempo comenzara es antes del día uno de la creación. Él ciertamente no le prometió eso a ángeles porque no hay ángeles salvos, hay ángeles santos quienes nunca caen, quienes nunca cayeron y hay ángeles caídos quienes nunca son redimidos; sino que se dirigen a un lago de fuego preparado para ellos. Nunca ha habido la salvación de ningún ángel. Entonces, él no hizo una promesa de salvación y santificación y glorificación a los ángeles y él no se la hizo a personas porque no había ninguna persona. De hecho, es muy probable que cuando fue hecha esta promesa no había ningún ángel tampoco, ya que los ángeles parecieron ser creados alrededor del mismo tiempo que el resto de la creación fue creada.
Entonces, ¿a quién le hizo esta promesa? Bueno, tiene que ser una promesa inter Trinitaria. Tiene que ser Dios haciendo una promesa dentro de la Trinidad. ¿Y a quién entonces está haciendo esta promesa? Acompáñame a la segunda carta de Pablo a Timoteo y sigamos el camino de esto. Segunda de Timoteo, capítulo 1, en el versículo 9. El versículo 8 termina con una referencia a Dios y después, el versículo 9 dice refiriéndose a Dios: “quien nos salvó y llamó con llamamiento Santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús, y aquí está exactamente la misma frase griega como en Tito 1:2, “antes de los tiempos de los siglos.” O antes de comenzar el tiempo.
No sé por qué los traductores en Tito 1:2 la tradujeron hace épocas atrás y aquí la misma frase la traducen desde toda la eternidad en algunas versiones. Lo que significa es antes de que el tiempo comenzara. Lo que significa es antes de que hubiera tiempo, Dios prometió salvar a pecadores y santificarlos y glorificarlos.
La pregunta es a quién le hizo la promesa. No se la hizo a los pecadores. No estaban ahí. ¿A quién se la hizo? Bueno, el versículo 9 y dice “nos fue dada en Cristo Jesús.” Y le quiero decir que ahí está la clave. El Padre le hizo una promesa al Hijo. La totalidad de la salvación viene de Dios. Todo tiene que ver con Su propio propósito y es concedida a favor de Cristo. Entonces, lo que usted tiene, para entender esta gran doctrina de la elección es esto: El Padre, en algún punto en la eternidad pasada, le dice al Hijo: “Yo voy a redimir pecadores y lo voy a hacer por Ti. Lo voy a hacer por Ti.”
¿Por qué haría Dios eso? Porque Él ama al Hijo y en el capítulo 17 de Juan, como veremos más adelante, el Hijo celebra el amor mutuo que tiene con el Padre. Y el amor da y el Padre determina en Su amor eterno dentro de la Trinidad que Él expresará Su amor por el Hijo al darle al Hijo un regalo. Y ese regalo, esencialmente va a ser una humanidad redimida, por así decirlo, Él le da a Su Hijo una novia.
En el mundo antiguo, los padres escogían las novias para sus hijos. Así era hecho. Nadie escogía para sí mismo. Esa era la responsabilidad del padre. Y aquí usted tiene el patrón Divino conforme Dios determina que Él escogerá una novia para Su Hijo. Es una manera en la que el Padre podía expresar Su amor a Su Hijo. Es un modo que Él determinó hacerlo, que le daría a Su Hijo una humanidad redimida.
Siga ese pensamiento al capítulo 6 de Juan, una sección de las Escrituras a las que nos referimos con frecuencia en nuestros estudios en la Palabra de Dios porque es tan importante. En Juan, capítulo 6, versículo 37. Esto es crítico. “Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí.” Aquí es donde tiene que ser entendido. Toda persona salva es un regalo del Padre al Hijo. El Padre determinó en la eternidad pasada que Él le daría al Hijo una novia, que Él le daría al Hijo una humanidad redimida. La Biblia nos dice que Él de hecho escribió sus nombres en el libro de la vida del Cordero sabiendo que inclusive desde antes de la fundación del mundo, el Cordero tendría que ser inmolado para pagar el precio para esa redención.
Siempre hubo un precio pagado por una novia, pagado al padre por el que tomaba la novia. En este caso, el Padre tuvo que entregar a Su propio Hijo, el Hijo tuvo que entregar Su propia vida para pagar el precio para comprar a Su novia. Todo individuo salvo es parte de esa novia. Inclusive los santos del Antiguo Testamento están incluidos en la novia y establecen su residencia en la nueva Jerusalén, que desciende del cielo como una novia adornada para su marido, se convierte en la ciudad capital de la eternidad, la ciudad novia. La totalidad de la historia redentora tiene que ver con el Padre buscando una novia para Su Hijo. Y el Padre determinó antes de la fundación del mundo quién sería la novia y escribió los nombres de tal manera que toda persona que viene a Cristo es dada a Cristo por el Padre. Simplemente, es una verdad asombrosa y gloriosa.
De hecho, observe el versículo 44: “ninguno puede venir a Mí si el Padre que me envió no le trajere.” Usted no puede venir. Usted no puede entender. Usted no puede arrepentirse. Usted no puede creer. Es simplemente lo que leímos en el mismo capítulo, versículos 64 y 65. “Os he dicho nadie puede venir a Mí si no le fuere dado del Padre.” Esta es una concesión Divina.
Entonces, ¿cómo es que la gente salva? Son escogidos. Sus nombres son escritos en el libro de la vida del Cordero antes de la fundación del mundo. Cada uno de ellos es un regalo personal del Padre al Hijo.
Y después, de regreso al versículo 37, “todo lo que el Padre me da vendrá a Mí.” Si usted es dado, usted vendrá. Eso es lo que los teólogos a lo largo de los siglos han llamado gracia irresistible. Si usted es elegido, si usted es un regalo del Padre al Hijo, usted vendrá. A usted se le dará vida y entendimiento y arrepentimiento y fe. Y el versículo 37 dice: “y al que a Mí viene, no le echo fuera.”
¿Por qué? ¿Por qué hay algo inherente de valor en el pecador? No. Esta es una de las ilusiones evangélicas en la actualidad, que somos tan maravillosos que Dios no puede resistirnos. Él simplemente nos ama tanto por lo que somos. No es eso en absoluto. El valor no está en el regalo. El valor está en el dador del regalo. Es debido a que el Hijo ama de manera tan perfecta al Padre que lo que el padre le da al hijo adopta un valor infinito debido al dador, no el regalo.
Digo, creo que entendemos eso en el sentido natural. Hay personas que nos dan regalos que amamos que adoptan un valor que va mucho más allá de su valor inherente que estar ahí en la repisa. No es que no haya algo particularmente glorioso maravilloso en nosotros, es debido a que hemos sido dados al Hijo por el Padre que nos volvemos preciados al Hijo. Y Él nunca rechazaría un regalo de Su Padre.
Y después, versículo 39: “y esta es la voluntad del Padre, el que me envió, que de todo el que me diere no pierda Yo nada.” No pierda Yo nada. “Sino que lo resucite en el día postrero.” Versículo 40: “y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y crea en Él”, porque el Padre le permite hacer eso, lo capacita para hacer eso, “toda persona que hace eso tenga vida eterna y Yo le resucitaré en el día postrero.”
¿Está comenzando a entender? El Padre escoge una novia, escribe el nombre, en el tiempo, conforme la historia se desarrolla, aquellos a quienes el Padre ha escogido son dados al Hijo conforme se arrepienten y creen, el Hijo los recibe, el Hijo no los rechaza, el Hijo nunca pierde a uno de ellos, sino que los resucita en el día postrero. Y no está en basado en un valor inherente en nosotros. Nosotros nos volvemos preciados porque al Hijo le encantan los regalos de Su Padre.
Este mismo lenguaje lo volvemos a ver en el capítulo 17 de Juan. Si quiere acompañarme ahí, algunos lo han llamado a este capítulo el lugar santísimo de las Escrituras. Aquí usted entra a la profundidad de la comunión dentro de la Trinidad entre el Padre y el Hijo. En Juan 17, Jesús está hablándole al Padre acerca de nosotros, hablándole al Padre acerca de Su novia. Aquellos que el Padre le ha dado.
Versículo 9: “Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo. No estoy hablando del mundo, sino por los que me diste. Porque Tuyos son.” Y en ese sentido, los elegidos han sido de Dios desde que fueron escogidos. Siempre le han pertenecido a Él. Y Él se los da como regalo de amor al Hijo. Y el Hijo dice que está pidiendo por ellos. “Estoy orando por ellos. No estoy orando por el mundo, sino por aquellos que Tú me has dado.”
Versículo 11. Él se adelanta a Su partida, acercándose a la cruz. Y dice: “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en Tu Nombre, para que sean uno, así como nosotros.” Ahora, este es realmente un momento profundo en la oración de Jesús. Dice que está por partir. “Y ellos van a estar aquí y Yo voy a Ti. Te estoy pidiendo, Padre, que los guardes. Yo los he guardado hasta ahora. Las cosas van a cambiar. Y quiero que Tú los guardes.”
Versículo 12, dice: “Cuando estaba con ellos en el mundo, Yo los guardaba en Tu nombre; a los que me diste, Yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.” Judas, claro, quien nunca fue real.
Como puede ver, Jesús dice: “Yo los guardé, Padre, los guardé porque Tú me los diste a Mí.” Yo pienso que Jesús está sintiendo la separación que está por venir. Y Él está diciendo “Padre, va a venir un tiempo aquí durante el cual Yo no los voy a poder guardar. Padre, ¿podrías guardarlos durante ese tiempo cuando Yo no los podré guardar y cuando Yo regrese a Ti, los guardarías también?” En ese momento, cuando Jesús fue separado de Su Padre, Dios entró en acción y guardó a los Suyos. Y desde que Cristo ascendió a la gloria, Él envió al Espíritu Santo quien es la garantía, el enganche que nos guarda, que nos sella.
¿Por qué todo esto? Porque somos preciados. ¿Por qué somos preciados? No porque somos inherentemente mejor que cualquier otra persona, sino porque hemos sido dados al Hijo como regalos de amor del Padre. De nuevo, en el versículo 24: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo” Padre, quiero que vean mi gloria. Padre, quiero que ellos vengan a la gran boda, quiero que Tú los guardes. Él no perderá a ninguno. El Padre no perderá a ninguno. El Espíritu nos sella para la redención eterna.
¿Cuál es el propósito de todo esto? Bueno, el Padre ha escogido darle al Hijo una novia. ¿Por qué razón? Para amar al Hijo por siempre, para servir al Hijo para siempre, para adorar al Hijo para siempre, para glorificar al Hijo para siempre.
Digo, tan sólo piense en esto, digo, desde el punto de vista de una analogía muy terrenal sería como decirle a su esposa, caballeros “oye, yo te amo tanto, simplemente no sé cómo expresar ese amor y entonces, lo que he hecho es que he recolectado a un grupo enorme de personas y van a pasar todo su tiempo y van a usar toda su energía siguiéndote a donde quiera que tú vayas, sirviéndote, alabándote. Van a ser tu propio privado de aleluyas, simplemente exaltando tus virtudes, haciendo todo lo que tú quieres que ellos hagan. Y no sólo eso, sino que van a reflejar tu gloria, van a ser tan parecidos a ti como sea posible. Ellos van hacer un coro aleluya enorme de clones. Simplemente, vamos a irradiar todo lo que es hermoso acerca de ti.”
Usted dice eso es raro. ¡Claro! Porque no podemos concebir que ningún ser humano merezca ese tipo de alabanza. Pero Cristo sí y en la mente del Padre, Él es digno de una humanidad redimida quien va a llenar los cielos eternos con alabanza y honra dadas al Hijo. Estarán, como los retrata Apocalipsis 4 y 5, congregados en torno al trono de Dios clamando por los siglos de los siglos que “digno es el Cordero. Digno es el Cordero.” Y ellos servirán a Cristo y aún más que eso, ellos serán hechos como Él porque le verán como Él es. Tendrán un cuerpo semejante a Su cuerpo de resurrección, Filipenses 3:20-21 dice.
Tanto como la humanidad glorificada puede ser como la deidad encarnada, seremos como Cristo. Ésta es la manera en la que uno debe entender la lección. Ésta es la manera en la que uno debe entender la elección. Esto es lo que Pablo llama en Filipenses 3 el premio del supremo llamamiento, el premio de ser llamado es ser hecho como Cristo. Ser hecho como Cristo para que podamos reflejar Su gloria, de tal manera que Él es el prōtotokos, el primordial, el premier entre muchos hermanos, esto es entre muchos que son hechos como Él. Vamos a llevar Su imagen.
La historia redentora termina cuando el último nombre sea redimido. Se acaba. Y al final, el Padre habrá congregado a la novia en total y habrá presentado a la novia a Su Hijo. Y será que, en esa ubicación final y gloriosa, la nueva Jerusalén, que es adornada como una novia para su marido, eternamente será la ciudad de la novia. Y todos los santos de todas las edades van a constituir esa humanidad redimida y todo lo que haremos por los siglos de los siglos de los siglos será honrar al Señor Jesucristo. Y eso satisfará al Padre, quien tiene un amor perfecto por el Hijo.
Permítame mostrarle otra característica asombrosa de esto. Pase a 1 Corintios 15.1 Corintios 15. Hay mucho acerca de la consumación aquí, del fin de todo. Pero el versículo 25 habla de cómo Cristo va a reinar y finalmente va a colocar a todos Sus enemigos a Sus pies. Esto está viendo hacia el final de todo. Y el versículo 26, la abolición de la muerte que viene al final mismo de este universo como lo conocemos.
Y al final del versículo 27 dice: “porque todas las cosas las sujetó debajo de Sus pies.” Ahí es donde el Padre lleva a la novia y le entrega la novia al Hijo.” Todo está ahí. Todo está sujeto a Él, lo cual significa toda la humanidad redimida. Todos estaremos allí. La historia de la redención será terminada. Esta tierra y universo como los conocemos serán disueltos como los elementos derritiéndose en el calor ardiente, dice Pedro. Todo se habrá acabado, la historia humana. Y la novia estará completa y será entregada al Hijo, todo colocado en sujeción a Él.
Y después, observe el versículo 28, realmente asombroso. “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas para que Dios sea todo en todos.” ¡Hombre!, esa es una mirada asombrosa a la gloria de nuestro futuro.
¿Que está diciendo? Está diciendo esto: que cuando el Padre le de la novia al Hijo, cuando todo se haya acabado y la redención se haya terminado y todos los redimidos sean congregados, y el Padre le haya dado al Hijo la novia, el Hijo en un acto de amor recíproco le entrega la novia y a sí mismo de regreso al Padre para que Dios sea todo en todo.
Si usted tiene alguna comprensión superficial de la salvación, esto lo ha llevado a lugares adonde su mente nunca antes estado. Estamos siendo salvados, amados, porque estamos en medio de una expresión gloriosa, Divina de amor entre el Padre y el Hijo. Va mucho más allá de nosotros. Somos, en un sentido, salvados no como un fin en nosotros mismos, sino como un medio para alcanzar un fin. Nosotros no merecemos ser salvos. El infierno no es injusto. El infierno es justo. El castigo eterno es justo.
Pero Dios es misericordioso hacia nosotros no por algún valor que poseamos, sino porque Él valora a tal grado a Su Hijo como para darle a Su Hijo una humanidad redimida, quien lo adorará para siempre por salvarnos, añadiendo una dimensión de adoración y alabanza que los ángeles no pueden dar. Y el Hijo, habiendo recibido a su novia, se entregará a sí mismo y a Su novia de regreso al Padre en un acto recíproco de amor.
Aquí es donde todo termina finalmente. Esto es lo que Pablo debe haber tenido en mente cuando él escribió a los gálatas y dijo: “tengo dolor hasta que Cristo sea formado totalmente, completamente en ustedes.” “Quiero presentarlos,” les dijo a los corintios, “como una virgen pura a Cristo.” Él entendió esto.
Esta doctrina de la elección no es algo filosófico. No es alguna abstracción. Es el corazón y el alma de toda la redención. Y usted es un cristiano porque el Padre lo escogió a usted, el Padre escribió su nombre, el Padre lo atrajo y, por lo tanto, usted vino. El Hijo lo recibió y el Hijo no lo perderá y el Hijo lo resucitará a usted y el Padre lo glorificará a usted porque eso es lo que Él determinó hacer en el principio. Usted es preciado por lo que usted ha sido escogido a ser a lo largo de toda la eternidad.
El precio - el Padre le dijo al Hijo, “hay un precio para tu novia,” y fue un precio profundo. Él llevó en Su propio cuerpo nuestros pecados en la cruz. Fuimos redimidos no con cosas corruptibles como oro y plata, sino con la sangre preciada, la sangre de Cristo como un Cordero sin mancha. Él, quien era y rico, el Hijo, rico en riquezas celestiales se volvió pobre para que nosotros mediante Su pobreza nos pudiéramos volver ricos.
¿Sabe una cosa?, cuando usted piensa en la doctrina de la elección desde ese punto de vista, simplemente es tan asombroso. El Padre hace al hijo pecado para pagar el precio para una novia indigna. No somos muy diferentes de la esposa Oseas sea quien era una prostituta; y Oseas salió al mercado y pagó el precio para comprarla y sacarla de su prostitución. Y después, él escogió amarla como si fuera una virgen, dice. Somos una novia preciada, comprada con el empobrecimiento del Hijo y mediante Su propia muerte somos preciados ahora porque hemos sido escogidos por el Padre para el Hijo.
Permítame decirle al cerrar cómo usted debe pensar acerca de la doctrina de la elección. La elección aplasta el orgullo. Eso es lo primero en lo que quiero que usted piense. No produce nada más que humildad. No es que usted creyó porque usted fue más inteligente que alguien más o mejor que alguien más o más sabio que alguien más. Es que usted fue escogido. Spurgeon llamó a esta doctrina la doctrina que más despojaba en todo el mundo. Él dijo: “yo no sé de nada, nada de nuevo que sea más humillante que esta doctrina de la elección.” Él dijo: “algunas veces me he caído postrado ante ella cuando me esfuerzo por entenderla. Pero cuando me acerqué y un pensamiento me poseyó, Dios me ha escogido a mí desde el principio para salvación, me tambaleé por ese pensamiento poderoso y descendió de la elevación mi alma postrada y quebrantada diciendo ‘Señor, no soy nada. Yo soy menos que nada. ¿Por qué yo? ¿Por qué yo?’”
Eso, mi querido amigo, aplasta todo orgullo. Es el corazón mismo de la adoración, ¿no es cierto? Por otro lado, esta doctrina que exalta Dios. Esto le da toda la gloria Dios. Esta doctrina declara que el entendimiento de la verdad, la creencia en la verdad, el arrepentimiento del pecado y el poder para la obediencia al Evangelio, todo viene de Dios. ‘No a nosotros, no a nosotros oh, Jehová, sino a Tu nombre da gloria.’
Y creo que esta doctrina, en tercer lugar, no sólo aplasta el orgullo y exalta a Dios, sino que produce gozo. De hecho, planta en su corazón una especie de gozo abrumador. Es el misterio de esta doctrina que contribuye al gozo. Es la falta de esperanza en nuestras propias habilidades que fortalece ese gozo. Digo, simplemente continúo estando aplastado de gozo.
El Salmo 65:4 dice “bienaventurado el hombre o el varón a quien Tú escoges y haces que se acerque a Ti.” Si el Señor no nos hubiera escogido nosotros, seríamos como Sodoma, destruidos. En lugar de sentarnos y cuestionar los sentimientos racionales que algunas veces se apegan a esta doctrina, celébrela. Usted ha sido amado por Dios con un amor eterno.
En cuarto lugar, es una verdad que concede privilegios. Nos concede beneficios inexpresables. Y beneficios que nunca jamás podríamos ganarnos. Hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
No sólo eso, en quinto lugar, es una doctrina que produce santidad. Yo no sé usted, pero yo no puedo pensar en nada más motivador para vivir una vida piadosa que gratitud por este llamado santo. Realmente creo que entender la doctrina de la elección es producir la motivación más significativa para la vida Santa. Spurgeon dijo, nuevamente: “Nada, nada bajo la influencia de gracia del Espíritu Santo puede hacer de un cristiano más santo que el pensamiento de que él es elegido. ¿Pecaré después de que Dios me ha escogido? ¿Trasgrediré contra tal el amor? ¿Me desviaré en contra de tal misericordia? ¿Menospreciaré una bondad eterna como esa? Mi Dios, debido a que Tú me has escogido, Te amaré, viviré para Ti, me entregaré a mí mismo a Ti para siempre.
Y número seis, da fortaleza. Francamente, me hace estar en paz en toda situación. Soy elegido. Y Filipenses 1:6 dice: “el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Y si el Padre lo atrae a usted y usted viene y usted cree, y el Hijo lo recibe, y Él nunca lo pierde a usted sino que lo resucita en el día postrero, ahí hay gran aliento, gran fortaleza sin importar cuáles son las circunstancias de la vida.
Hay cierta valentía, cierta confianza, cierta firmeza, una fortaleza, una falta de temor, si usted quiere, que pertenece a aquellos que comprenden que son elegidos. Y que los dones y llamados de Dios son irrevocables. Esta es la bendición de esta doctrina. Aplasta el orgullo, exalta Dios, produce gozo, concede privilegios, promueve la santidad y da fortaleza.
¿Y debemos atrevernos a ignorar una doctrina como esta? Si la ignoramos o la negamos o la rechazamos, le robamos la gloria a Dios. Debemos glorificar a Dios como nuestro de Redentor. Debemos glorificar a Dios como el dador de vida y entendimiento y arrepentimiento y fe de la cual somos incapaces. Si nosotros negamos esta doctrina, entonces nos quedamos con un mal entendimiento de nuestra propia debilidad y perdemos el sentido entero del panorama de toda la historia de la redención.
Y en este punto alguien dirá: ‘bueno, ¿cómo sabes si eres elegido?’ ¿Crees en el Evangelio? ¿Te has arrepentido del pecado? ¿Deseas obedecer al Señor? ¿Amas al Señor Jesucristo? Ésa es la prueba porque eso no es posible fuera de la obra poderosa soberana de Dios.
Podríamos decir mucho más acerca de la doctrina de la elección, pero estamos estudiando algunas cosas muy importantes. Comenzamos con la perseverancia, que nuestra salvación es eterna. Y le dije que tiene que ser eterna porque está basada en la elección. Y entonces, retrocedimos a la doctrina de la elección.
Y ahora vamos a retroceder a otra doctrina, la doctrina de la depravación humana. La razón por la que usted no podría ser salvo a menos de que Dios escogiera salvarlo a usted es porque usted es incapaz de creer. Y eso nos presenta la doctrina de la depravación.
La gente que no entiende la preservación, perseverancia o la seguridad eterna no la comprende porque ellos no entienden la doctrina de la elección. Las personas que rechazan la doctrina de la elección y creen que el pecador escoge creer por sí mismo no comprenden la doctrina de la depravación. Si usted va a creer que los pecadores pueden ser salvos por sí mismo, entonces no sólo es una obra de Dios, es algo que los pecadores hacen; entonces, usted no comprende la naturaleza del pecado.
Entonces, el próximo domingo por la noche vamos a continuar en nuestro viaje en retroceso a lo largo de la doctrina a la doctrina de la depravación. Oremos.
Padre, Te damos gracias por esta verdad gloriosa tan conmovedora y abrumadora. Todo esto va más allá de nosotros. Simplemente nos deja cojeando por un lado y abrumados de gozo por otro lado. Te damos gracias por redimirnos. No sabemos por qué nos escogiste. No sabemos por qué Tú nos despertaste o por qué inclusive en esta noche aquí en esta Iglesia Tú despertarás de los muertos a otros y Tú harás que ellos puedan entender lo que nunca antes habían entendido como vimos en los testimonios de bautismo en esta noche.
Como Tu poder despedazador entra y trae vida en donde hay muerte y luz en donde hay oscuridad y verdad en donde hay engaño y arrepentimiento en donde hay amor a la iniquidad. Pero oh, Dios cómo Te agradecemos porque nos has escogido y Te pedimos que Tú continúes que sigamos siendo llenos de alabanza. Que nos volvamos bien versados en esta vida, en hacer lo que haremos para siempre, alabando y glorificando Tu Nombre por nuestra redención.
Y oramos en esta noche, Señor, porque Tú salves a otros pecadores, añadiéndolos a Tu Iglesia, a Tu novia y nos uses como instrumentos como Pablo usaste a para traer la Verdad para que los elegidos puedan oírla y creerla y para que aquellos que creen, puedan tener el conocimiento que produce piedad y aprendan a vivir en la esperanza de nuestra gloria eterna.
Sabemos que esto es lo que Tu planeaste antes de que el mundo comenzara y Tú lo concluidas. Te alabamos y Te agradecemos y estamos abrumados de gozo porque nos has elegido. Respondemos sólo como podemos responder, en obediencia y fidelidad a Ti, para expresar nuestro amor, Te amamos porque Tú nos amaste primero. Nos ofrecemos nuevamente a Ti en el nombre de Tu Hijo. Amén.
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