Dígame que le parece este consejo extraído de un libro cristiano contemporáneo:
Sugerimos apartar 15 minutos en la mañana y otros 15 minutos en la tarde para la preocupación activa. Si surgen preocupaciones durante otras horas del día, la persona debe anotarlas en una tarjeta y prometer tratarlas durante el período designado. Vivir sin preocupaciones implica restringir la preocupación natural que todos sentimos a un tiempo determinado de solo 1 por ciento de un día de 12 horas.[1] Frank Minirth, Paul Meier, y Don Hawkins, Worry-Free Living (Vida sin preocupaciones) (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1989), 113-14.
¿Recuerda lo que dijeron Jesús y Pablo acerca de la preocupación? No sugirieron que lo hiciéramos dos veces al día; ellos nos mandaron que no lo hiciéramos en lo absoluto. La sugerencia de arriba tiene tanto sentido ¡cómo recetar un tiempo límite para pensamientos lujuriosos o cualquier otro pecado que les viene con naturalidad a los pecadores!
Por favor no me malinterprete: Yo no estoy en contra de todas las clases de consejería. Aunque me he sentido obligado a advertir en contra de la consejería que se hace llamar cristiana pero que usa medios no bíblicos para resolver problemas espirituales como la ansiedad. Estoy agonizantemente consciente de la profunda necesidad de la gente por saber lo que dice la Escritura acerca de las dificultades que enfrentan. Por eso soy un ávido defensor de la consejería bíblica y espiritual. Hay una gran necesidad dentro de la iglesia de gente dotada, calificada y bondadosa para que se pongan al lado de aquellos que están ansiosos, plagados de culpa, deprimidos o temerosos. Dentro de mi propia iglesia empezamos un ministerio que capacita a nuestros miembros en consejería bíblica para que amorosamente podamos ayudarnos mutuamente a aplicar soluciones bíblicas a nuestros problemas.
Lleva tiempo pensar detenidamente en las soluciones a los problemas importantes. Para atacar la ansiedad de una manera bíblica, primero necesitamos conocer los principales pasajes bíblicos acerca del tema. Luego necesitamos considerar esos pasajes en su contexto, no simplemente citarlos y recitarlos sin pensar o usándolos como objetos de utilería para una linda historia o como una sugerida técnica de modificación de conducta. “Porque cual es su pensamiento en su mente, tal es él (Prov. 23:7).
A medida que realineamos nuestra manera de pensar sobre la ansiedad con lo que Dios dice acerca de ella en su Palabra y por qué, seremos personas distintas. Estaremos listos para aplicar su preciosa Palabra a nuestros corazones. No solamente sabremos que no debemos preocuparnos; tendremos confianza y éxito en hacer algo al respecto. Y podemos ser agresivos en nuestra manera de hacerlo.
He titulado el libro Venza la Ansiedad porque quiero que sepa que usted puede vencer sus ansiedades. Cada capítulo y un apéndice especial al final le mostrarán maneras bíblicas específicas en que usted podrá hacer exactamente eso. Tengo plena confianza en que le parecerán prácticas, haciendo posible que usted diga con el salmista:
“Cuando yo decía: ‘Mi pie resbala’,
tu misericordia, oh SEÑOR, me sustentaba.
En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,
tus consolaciones alegraban mi alma”
(Sal. 94:18,19).
(Adaptado de Venza la Ansiedad)