¿Qué califica a un hombre para el ministerio pastoral? Basado en la abundancia de líderes autoproclamados e irresponsables en las iglesias evangélicas modernas, parece que muchas de las personas que asisten a la iglesia o no saben, o no les importa. La comunidad a la que asisten puede profesar la autoridad de la Escritura en su declaración doctrinal, pero sus prácticas revelan que no es nada más que una muestra simbólica de ortodoxia. Las iglesias que verdaderamente están sometidas a la autoridad de la Palabra de Dios buscan líderes calificados, y los evalúan en base a los estándares bíblicos.
El apóstol Pablo no pudo haber sido más claro acerca de lo que califica bíblicamente a un hombre para el ministerio pastoral o el liderazgo en la iglesia. En 1 Timoteo 3:2–3 él escribe:
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro.
Si bien esas calificaciones parecen ser bien directas, mucha gente en el púlpito y en los bancos de las iglesias las han pasado por alto o ignorado completamente. Han permitido que sus congregaciones sean invadidas por pastores y ancianos a quienes les falta entrenamiento adecuado, el rendir cuentas debidamente y —lo peor de todo— el carácter apropiado para mantener el puesto. Y en vez de seguir las instrucciones de Pablo, estos disidentes eclesiásticos han formado sus iglesias tras su arrogante semejanza.
La gente de Dios necesita la protección que viene de saber qué dice Su Palabra acerca de qué buscar en un pastor y qué evitar. Con ese fin, hemos estado examinando las cualidades y características que Pablo usa para describir a un pastor piadoso.
Sobrio
Pablo escribe que el pastor piadoso es sobrio. La traducción literal de la palabra nphalios es “no mezclado con vino.” Pero debido a que la Escritura condena la embriaguez y no el tomar, es probable que Pablo use la palabra metafóricamente, refiriéndose a la necesidad de los pastores de estar alertas, vigilantes y lúcidos. En ese caso, no es meramente una prohibición en contra de la embriaguez, sino cualquier cosa que pudiera entorpecer sus sentidos, distraer su atención o inhibir la habilidad de cumplir correctamente con su deber.
John MacArthur explica el punto de Pablo en esta manera:
Beber es solamente un área en donde puede ocurrir el exceso. Comer en exceso ha sido llamado el pecado del predicador, y a menudo eso es una crítica precisa. Si un hombre no puede ejercitar dominio propio y disciplina sobre algo tan básico como sus apetitos físicos, él prueba que es irresponsable, inmaduro y no apto para liderar. Un líder que manifiesta cualquier tipo de excesos no controlados debilita su testimonio y entorpece su utilidad. El punto de Pablo es claro: los líderes espirituales piadosos deben ser moderados y balanceados en cada área de la vida.
Prudente
Un líder en la iglesia también debe ser prudente. John MacArthur ofrece la siguiente descripción de un hombre prudente:
El hombre prudente es bien disciplinado y sabe cómo ordenar sus prioridades correctamente. Es una persona que es seria acerca de las cosas espirituales. Eso no significa que es frío y sin sentido del humor, sino que él ve al mundo a través de los ojos de Dios. Las realidades de que el mundo está perdido, es desobediente a Dios y condenado al infierno no tienen lugar para la frivolidad en su ministerio. Tal hombre tiene una mente firme y segura. Él no es apurado en sus juicios, sino reflexivo, comprometido y cauto.
El pastor prudente sigue el consejo de Pablo en Filipenses 4:8:
Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Las iglesias impulsadas por el consumidor no ponen valor en el liderazgo prudente. Ellos creen que el crecimiento de la iglesia es alcanzado por exhibiciones que contienen trucos poco convincentes y travesuras infantiles. Ellos prefieren hacer exegesis de sus propias ilustraciones antes que del texto bíblico.
El pastor prudente es, en las palabras de John MacArthur, un hombre cuya “mente es controlada por la verdad de Dios, no los caprichos de la carne”. Su mente mora en cosas que son loables y puras (Filipenses 4:8). Él entiende la gran responsabilidad de influenciar almas por la eternidad. Y, por lo tanto, depende de los cimientos inamovibles de la Escritura en lugar de las arenas movedizas de la cultura.
Los requerimientos de Dios para los líderes en Su iglesia son rigurosos y extendidos. La sobriedad y la prudencia son sólo dos de las piezas en el panorama mucho más amplio de lo que significa ser irreprensible. La primera epístola de Pablo a Timoteo describe muchas otras características y estándares fundamentales del carácter para los pastores piadosos. La próxima vez, vamos a ver lo que John MacArthur tiene que decir acerca de otras dos de ellas —decoro y hospitalidad.
(Todas las citas son del: Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito.)