El campo misionero más importante para el pastor no es su congregación o la comunidad que le rodea —es su propio hogar. Sus habilidades para comunicar el evangelio, ser un ejemplo piadoso y liderar a otros en santificación y devoción, nunca están tan precisamente exhibidas como en las vidas de su familia.
Es por eso que Pablo incluyó la calidad de la vida hogareña de un hombre como una de las calificaciones clave para el liderazgo en la iglesia.
Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidara de la iglesia de Dios?). (1 Timoteo 3:4–5)
No es suficiente para un obispo el tener una vida personal ejemplar, él también debe tener una vida hogareña ejemplar. Él no debe ser como Locuacidad del Progreso del Peregrino, “un santo afuera, y un demonio en el hogar”. La familia es el campo de prueba para las habilidades de liderazgo.
A lo largo de la historia, algunos han promovido el celibato para los líderes espirituales. Tal división existió en Éfeso (1 Timoteo 4:3). Sin embargo, en contraste, la Palabra de Dios asume que un líder estará casado y tendrá una familia. Si bien eso no elimina a los hombres solteros, es sin embargo la norma. Los líderes espirituales tienen que ser líderes exitosos en la familia.
Liderazgo en el hogar
La palabra “gobierne” significa que el anciano preside o tiene autoridad en su casa. En el hogar, como en la iglesia, el plan de Dios para el hombre es que asuma el rol de liderazgo.
Pablo también se preocupa por la calidad del liderazgo de los ancianos. “Bien” es kalos, una palabra rica que también podría ser traducida excelentemente. Su significado puede ser mejor entendido al compararla con agathos. Agathos significa inherentemente o moralmente o prácticamente bueno. Kalos lo lleva un paso más allá y agrega la idea de estéticamente bueno, hermoso y atractivo a la vista. El liderazgo de un anciano en el hogar debe ser no solo intrínsecamente bueno, sino también visiblemente bueno.
Es posible para un hombre reunir las calificaciones morales para ser pastor y aun así estar descalificado por su evidente falta de liderazgo en el hogar. Un hombre que vino a Cristo más tarde en la vida, después de que su esposa e hijos han establecido patrones de conducta, y tuvo un hogar en caos, puede servir al Señor, pero no como un anciano o diácono (1 Timoteo 3:12).
“Casa” incluye la familia de un anciano y más, porque abarca a todo lo conectado con el hogar. Él debe ser un buen mayordomo de su casa y sus finanzas —todas las personas y recursos sobre los que él tiene responsabilidad. Alguien, por ejemplo, que manejó bien su familia, pero administró mal su dinero y posesiones, estaría descalificado.
Además, un líder en la iglesia debe mantener a “sus hijos en sujeción con toda honestidad”. Esa calificación no está pensada para excluir a los hombres sin hijos, simplemente asume que estarán presentes. Hupotagē (“en sujeción”) es un término militar. Habla de alinearse en rangos bajo alguien en autoridad. Los hijos de un anciano deben ser respetuosos y bien disciplinados. “Honestidad” incluye gentileza, humildad e idoneidad. Podría traducirse respeto, o magnificencia. Los hijos de un anciano deben traer honor a sus padres. La obvia implicación es que su familia está ordenada, disciplinada, no rebelde, como Pablo agrega en Tito 1:6, “no estén acusados de disolución ni de rebeldía”.
¿Por qué su liderazgo en el hogar importa en la iglesia?
La razón por la que un líder de la iglesia debe tener un hogar bien administrado es obvia: “pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1 Timoteo 3:5).
Un anciano es responsable de liderar al pueblo de Dios a la santidad, a la obediencia y a ser un buen testimonio —asuntos fundamentales que deben ser probados y demostrados en su propio hogar. Establecer una cultura en la iglesia para resolver conflictos, construir la unidad, mantener el amor y servir el uno al otro es un desafío que comienza en el hogar. Si él triunfa en su familia, es probable que triunfe en la familia de Dios. Si no, está descalificado.
(Adaptado del Comentario del Nuevo Testamento MacArthur: 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito.)