¿Cuándo fue la última vez que usted se sentó a evaluar su testimonio? No la historia de cómo el Señor lo salvó, sino el testimonio diario de su vida. ¿Qué es lo que su vida dice acerca de su fe, su conocimiento de Dios y Su Palabra, y su amor por Su pueblo? En términos simples, ¿cuál es su reputación?
Hemos estado examinando la lista de calificaciones del apóstol Pablo para los líderes de la iglesia (1 Timoteo 3:2–3). Muchos de los rasgos del carácter que él describe surgen en la reputación del líder con el tiempo. Pablo no está dando simplemente una lista de cosas que hacer y qué no, pecados pasados o éxitos pasados —él está pintando un retrato vívido del carácter, de cómo debe verse la vida de un pastor piadoso.
La reputación de un pastor es un elemento vital de su ministerio. Aquello por lo que él es conocido en la comunidad, se extiende a la reputación del resto de la iglesia, así como también a la reputación de la Palabra de Dios. Si, por ejemplo, el pastor es conocido por tener una boca sucia y un grosero sentido del humor, eso va a manchar la reputación de toda su congregación. También le indicaría al mundo exterior que el pastor y el resto de la congregación no toman seriamente lo que la Escritura dice acerca de ese tipo de lenguaje (Efesios 5:4; Colosenses 3:8).
Hoy vamos a discutir otro aspecto necesario de la reputación de un pastor —otra cualidad vital que él debe exhibir para ser un pastor piadoso.
No adicto al vino
Pablo dice que el que desea ser un líder en la iglesia, no debe ser adicto al vino (1 Timoteo 3:3). La preocupación del apóstol no es si el hombre en cuestión se embriaga. Obviamente, alguien dado a la ebriedad en ninguna manera va a estar calificado para el ministerio. Más bien, un anciano que “no es dado a la ebriedad” es un hombre que no tiene una reputación de tomador. Él no frecuenta bares o se involucra a sí mismo con las escenas asociadas con beber.
La Biblia señala las trágicas consecuencias cuando los líderes son bebedores. Isaías atacó a los líderes espirituales de Israel por este mismo pecado:
Pero también estos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio (Isaías 28:7).
Isaías 56:9–12 agrega,
Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar. Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado. Venid, dicen, tomemos vino, embraguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente.
Un hombre que es conocido por su costumbre de ‘beber’ no tiene lugar en el ministerio. Él es un ejemplo pobre, y seguramente será la causa de graves pecados y desastres en las vidas de otros quienes siguen su ejemplo —justificando su indulgencia debido a su líder. En cambio, un pastor piadoso debe ser un hombre cuyas asociaciones son radicalmente diferentes de aquellas del mundo, y cuyo ejemplo lleva a otros a una conducta virtuosa, no al pecado.
¿Un poco de vino para el estómago de Timoteo?
Algunos pastores podrían apelar a la exhortación de Pablo a Timoteo de que tomara algo de vino (1 Timoteo 5:23) para defender su propio consumo de alcohol. Pero esa defensa se desmorona bajo una examinación más profunda. En tiempos antiguos, la mayoría de la gente consumía vino debido a que era la bebida más básica. El agua estaba contaminada, y mezclar el vino con agua no solo diluía significativamente el contenido de alcohol, sino que purificaba a la misma. Una mezcla de ocho partes de agua con una parte de vino era habitual, para así evitar algún efecto de disipación.
Timoteo también rechazaba tomar el vino mezclado para no dar un mal ejemplo y causar que alguien tropezara. En consecuencia, él estaba comprometido a la abstinencia, y Pablo tuvo que decirle, “ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5:23). Beber solamente agua contribuía a su mala salud.
Hoy, no aplican las mismas circunstancias. Y aún si usted se suscribe a los beneficios de salud potenciales del consumo de alcohol moderado, la exhortación de Pablo tiene más que ver con cómo usted bebe, que con si lo hace o no. ¿Es un trago ocasional en la privacidad de su hogar? ¿O es un aspecto clave de su persona pública y un tema constante de conversación? En definitiva: ¿Es usted conocido como un bebedor?
Si es así, Pablo dice que usted está descalificado para el liderazgo de la iglesia.
(Adaptado del Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito.)