La descripción bíblica de la creación asombrosa de Eva la encontramos en Génesis 2:20-25:
… Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
En otras palabras, Dios llevó a cabo un procedimiento quirúrgico sobre Adán. La Escritura describe la operación con detalles sorprendentes. Adán fue anestesiado, no por medios artificiales, sino que simplemente Dios lo hizo caer en un sueño profundo. En tal estado (especialmente en un mundo que todavía era un paraíso perfecto), sin duda que Adán no sintió dolor. Pero aún más significativa es la tranquilidad pura y confiada del sueño de Adán, que hace una ilustración perfecta de cómo se manifiesta siempre la gracia de Dios. La gracia nunca se instala por medio de un esfuerzo, actividad o decisión de nuestra parte, sino que fluye libremente de la soberana voluntad de Dios.
No existe ninguna indicación de que Adán le haya pedido a Dios una esposa. Adán tampoco tenía condiciones personales que constituyeran méritos para recibir la generosidad de Dios. Fue iniciativa de Dios quien sin otra ayuda que sus manos hizo esto posible como una expresión de gracia y benevolencia para con Adán. Éste contribuyó solo aportando una costilla, pero incluso eso lo hizo mientras dormía. El trabajo fue totalmente de Dios.
A Adán Dios le abrió el costado, le retiró cuidadosamente una costilla y le cerró la incisión. Con tal cirujano infinitamente experimentado, y en un paraíso donde aún no había entrado el pecado, el riesgo de infección era de cero, no había que temer molestias posoperatorias y se contaba con la total seguridad de que no quedaría siquiera cicatriz.
Dios tomó un hueso repetido que Adán nunca extrañaría e hizo para él lo único de lo que carecía: un alma gemela. Adán perdió una costilla, pero ganó una compañía amorosa, creada especialmente para él por el Dador de “toda buena dádiva y todo don perfecto” (Santiago 1:17). La expresión hebrea que describe cómo Dios “hizo [de la costilla] a la mujer” demuestra un diseño y una construcción cuidadosa. Literalmente, significa que Dios construyó una mujer. Cuidadosamente estructuró una nueva criatura con los atributos perfectos para que fuera compañera ideal de Adán.
Especialmente creada por Dios para él de su propia carne y huesos, Eva encajaba con Adán en todos los sentidos. Es una ilustración maravillosa de la bondad de la gracia de Dios y de la perfecta sabiduría de su voluntad. Dios la creó mientras Adán dormía, sin ningún tipo de sugerencia. Sin embargo, ella llenaba cualquier necesidad que Adán pudiera tener, satisfacía cualquier ansia que pudiera sentir y deleitaba cualquiera facultad de sus sentidos. Respondía a su necesidad de compañía; era una fuente de placer y de alegría e hizo posible la procreación de la raza humana. Complementaba a Adán perfectamente, y expandía las fronteras de su existencia.
El Edén era ahora realmente un paraíso.
¡Cuando Adán despertó y se encontró con Eva, debió haberse sentido rebosante de alegría!
La amó en cuanto la vio. Sus primeras palabras al conocerla expresan un profundo sentido de asombro, de deleite genuino y de satisfacción: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Evidentemente, sintió a Eva como un nexo profundo y personal. Un incalculable tesoro que requiere ser protegido, un colaborador digno para apoyarlo y una esposa complaciente que lo amaría a cambio. De inmediato, la quiso y la abrazó como parte de sí mismo.
Creo que el método singular de la creación de Eva se enfatiza deliberadamente con el fin de recordarnos algunas verdades cruciales sobre la condición de la mujer en general.
La igualdad fundamental de Eva con Adán
La mujer fue “sacada del hombre”. Compartían la misma naturaleza esencial. No fue un tipo diferente de criatura; era exactamente de la misma esencia que Adán. No era en ningún sentido un personaje inferior creado simplemente para servirlo, sino que era su homólogo espiritual, su equivalente intelectual y, en todo sentido, su compañera perfecta.
La unión en la relación matrimonial
La manera en que Eva fue creada, nos recuerda la unión que debe existir en cada relación matrimonial. Jesús se refiere a la creación de Eva en Mateo 19:4-6, para probar que el plan de Dios para el matrimonio, fue establecido desde los albores mismos de la historia de la humanidad; y está basado en los principios de la monogamia, lo solidario y lo inviolable. “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.
Así que el principio de “una sola carne” está perfectamente ilustrado en el método aplicado en la creación de Eva. En realidad, allí es donde ese principio encuentra su verdadero origen.
El significado del matrimonio entre un hombre y una mujer
Las circunstancias de la creación de Eva ilustran: cuán profundamente significativo es el matrimonio entre un hombre y una mujer. No se trata solo de una unión física, sino además de una unión del corazón y del alma. Eva era el complemento para cada necesidad de Adán, diseñada por Dios para ser su ayuda idónea ideal. Y la intimidad de su relación con su marido deriva de haber sido sacada literalmente de su costado.
(Adaptado de Doce Mujeres Extraordinarias )