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¿Está aburrido de su iglesia local? ¿Está cansado de las mismas cuatro paredes, de hablar con las mismas personas y de sentarse semana tras semana a escuchar al mismo pastor?
Si usted ha sucumbido a la idea errónea y pecaminosa de que la iglesia está destinada a satisfacer sus deseos siempre cambiantes, y de que la iglesia está destinada a satisfacer los gustos personales y seguir los caprichos del mundo, le tengo buenas noticias.
La iglesia Oasis VR[1]VR es un acrónimo para Virtual Reality que se traduce: realidad virtual. es una iglesia que existe únicamente en el metaverso, que Facebook describe como “un conjunto de espacios virtuales donde usted puede crear y explorar con otras personas que no comparten el mismo espacio físico que usted”.
“Diseñamos experiencias eclesiásticas creativas en realidad virtual para personas que se entusiasman con los espacios digitales y las nuevas oportunidades. La Iglesia Oasis es para personas que están aburridas de la forma en que sus antepasados asistían a la iglesia”, afirma la iglesia en su sitio web. “Pueden ser creativos exploradores del metaverso y personas que no se sentirían cómodas entrando en un edificio. La iglesia Oasis VR se acercará a personas perseguidas en otros países. Tendremos un fuerte componente de alcance misionero dando dispositivos Oculus a los necesitados y dando apoyo a los creyentes perseguidos en todo el mundo”.
En un reciente servicio dominical, los líderes de la iglesia Oasis VR dieron a conocer su nueva construcción futurista que se completó con un estudio interactivo del libro de Rut en la Biblia. Escenas del libro de cuatro capítulos cobraron vida visualmente en 3D mientras el público leía la historia, teletransportándose de una escena a otra con un discurso atrayente.
Esta cita proviene de un artículo publicado en The Christian Post el verano pasado, titulado: "Cómo la revolución digital está interrumpiendo la Iglesia y forzándola a salir de los edificios". Este articulo forma parte de al menos media docena de artículos publicados en el sitio web en los últimos meses, en los que se promocionan la viabilidad y las innovaciones de las "iglesias" digitales.
¿Desestigmatizando a los que interrumpen?
Así describe la tendencia el autor del artículo:
“A medida que el interés de los cristianos aumenta rápidamente gracias al uso de las tecnologías digitales, ha coincidido con una asombrosa interrupción en la membresía física de las iglesias, que según algunos expertos en tecnología seguirá desplazando a las iglesias físicas que se niegan a adaptarse a la revolución digital. Y el desplazamiento continuo se está haciendo aún más evidente a raíz de la pandemia de COVID-19”.
El concepto de interrupción y perturbadores es un tema frecuente en todos estos artículos, por lo general sin ninguna de las connotaciones negativas de desorden y destrucción que normalmente conllevan estas palabras. A menudo, suena claramente halagador. Francamente, resulta desconcertante ver a alguien alentar la interrupción de la iglesia, cualquiera que sea el contexto.
Lo que uno llega a comprender, es que esta noción de interrupción como algo positivo ha sido tomado de la jerga del mundo de la tecnología, donde el cambio repentino y radical es comúnmente fomentado e incluso deseado. Es un mundo marcado por la búsqueda incesante de la innovación, junto con la obsolescencia instantánea y la desechabilidad de todos los sistemas y plataformas actuales. Lo que está claro es que los autores han adoptado algo más que la jerga vernácula.
De hecho, esa es precisamente la mentalidad que promueven los llamados expertos en iglesias virtuales citados en los artículos. Como dice uno de ellos, un hombre llamado Chestly Lunday: “Jesús entendió la interrupción y Él mismo fue un agente disruptivo. Y su consejo para todos nosotros, los irruptores, es que sigamos la corriente, no intentemos salvar el pasado, eso no se puede hacer. Y si tratas de mezclar lo nuevo con lo viejo, perderás ambas cosas en el proceso".
Lunday es descrito en el artículo como: “Un experto en liderazgo innovador que ha ayudado a iglesias y empresas a liderar en la era digital", aunque es difícil encontrar pruebas de su experiencia o influencia fuera de su propio sitio web. Sin embargo, él presenta su nuevo diseño para la iglesia y explica por qué cree que el modelo antiguo es obsoleto.
"La Iglesia del futuro es una red. Y tendrá una base digital. No tendrá una base geográfica. Se construirá sobre relaciones y propósito", él afirma…
Según Lunday: “La necesidad principal de edificios eclesiásticos físicos era proveer contenido y comunidad. La posibilidad de acceder al contenido y a la comunidad en línea ha hecho que los edificios tradicionales de las iglesias sean irrelevantes…
"Si puedo ayudar a las iglesias... a empezar a pensar en cómo crear una comunidad en un espacio digital asíncrono que no se base en que todo el mundo vea el mismo contenido al mismo tiempo, sino que sea según la demanda, y que siga teniendo eventos y reuniones, ya sea virtual o físicamente, esas son las cosas que me gustaría ver en la iglesia", explicó Lunday. "Creo que se sienten amenazados porque no es lo que conocen. No es con lo que se sienten cómodos. No es lo que les gusta".
“Incluso si muchas iglesias tradicionales deciden remodelar sus ministerios hoy en día, dijo Lunday, no hay garantía de que sobrevivan”.
Sí, ha leído bien. Estos expertos en iglesias virtuales quieren reducir la comunión de los santos a un grupo de redes sociales a las que uno acude cuando le conviene, y la predicación de la Palabra de Dios simplemente se reduce al contenido que uno ve cuando le apetece. No se trata simplemente de un nuevo modelo de iglesia basado en la tecnología. Sino que tienen como propósito practicar una eutanasia al cuerpo de Cristo.
Advertencia para la iglesia consumista
La tendencia a reimaginar la Iglesia para adaptarla a los gustos del consumidor no es nada nuevo—John MacArthur lleva décadas advirtiéndonos de su peligro. Su libro Avergonzados del Evangelio, publicado por primera vez a principios de los años 90, describe los intentos fallidos y errados de la iglesia por atraer al mundo imitando su estilo y persiguiendo sus caprichos fugaces. Así es como John describe esta búsqueda inútil:
“Hace poco pasé un tiempo leyendo más de diez de los últimos libros publicados sobre el ministerio y el crecimiento de la iglesia. La mayoría de estos libros tenían largas secciones dedicadas a la definición de una filosofía de ministerio. Ni siguiera uno de ellos hizo referencia a las instrucciones que Pablo dio con tanto esmero a Timoteo. De hecho, para la definición de su filosofía ministerial, ¡ninguno de ellos extrajo algún elemento de las epístolas pastorales del Nuevo Testamento! La mayoría tomaban prestados los principios de administración moderna de negocios, técnicas de mercadeo, teoría de gerencia, psicología, y otras fuentes similares. Algunos trataban de ilustrar sus propósitos con el uso de anécdotas bíblicas, pero ninguno de ellos sacó su filosofía de las Escrituras, ¡aunque gran parte del Nuevo Testamento se escribió con el fin explícito de instruir a las iglesia y pastores sobre estas cuestiones!
“Lo desafortunado es que la filosofía de ministerio orientada al mercado apela a la peor tendencia anímica de nuestra era. Complace a personas cuyo primer amor son ellos mismos y a quienes no les importa Dios de no ser porque puedan tenerle sin que intervenga en sus estilos de vida egoístas. Si a esa clase de personas se le promete una religión que les permitirá seguir con comodidad en su materialismo y amor a sí mismos, van a responder en multitudes a la invitación.
“Pablo previó la llegada de un tiempo así. Casi al final de su segunda epístola a Timoteo, tras exponer los principios que ya hemos listado, Pablo resumió sus consejos a Timoteo en este conocido versículo: “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Ti. 4:2). Luego, el apóstol añadió esta advertencia profética: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (4:3, 4).
“Es claro que en la filosofía de ministerio de Pablo no había lugar para la teoría de dar a las personas lo que quieren, que prevalece tanto en la actualidad".[2]John MacArthur, Avergonzados del evangelio (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 2001), 28–29.
Al leer los artículos en The Christian Post, da la impresión que los expertos en iglesias virtuales tampoco han pensado en absoluto en el diseño de Dios para Su iglesia, ni en las exhortaciones de Pablo a evitar el comezón de oídos (2 Tim 4:3), y la adaptación de la iglesia al modelo del mundo. Por el contrario, parecen estar adoptando las mismas motivaciones ministeriales contra las que las Escrituras advierten.
¿Es pecaminoso transmitir un servicio dominical?
Vale la pena decir por adelantado que no estamos argumentando en contra de aprovechar los avances tecnológicos para la obra del reino de Dios. Por eso es que Gracia a Vosotros y Grace to You ya no continúan promocionando los sermones de John MacArthur en cintas de casete—Entendemos la importancia de la innovación, y damos gracias a Dios por los recursos para llegar al mundo a través de los medios masivos de comunicación.
Pero no buscamos la innovación para impresionar al mundo, y desconfiamos de la rapidez con que el medio puede abrumar e incluso corromper el mensaje. Estas preocupaciones quedan ilustradas en otra cita de The Christian Post, en la que el autor resume las ideas de Jeff Reed, un promotor de la iglesia virtual. "Reed explicó que las tendencias que ha visto surgir en medio de la interrupción digital de la Iglesia, muestran que las iglesias digitales están llegando a un tipo de persona diferente del que alcanza la iglesia tradicional. La Iglesia ya no es de una talla única y los mensajes deben adaptarse a un público específico" (énfasis añadido). El esfuerzo por crear una iglesia virtual no es más que el más reciente intento de contextualización, que atenta contra la pertinencia y aplicabilidad perpetuas de la Palabra de Dios, que a su vez subdivide y desconecta a su pueblo.
Entonces, ¿es pecaminoso transmitir un servicio de la iglesia? Por supuesto que no. Pero no podemos permitir que la facilidad de la transmisión de los servicios de la iglesia eclipse la necesidad de compañerismo, adoración corporativa, rendición de cuentas y todas las otras características irremplazables de reunirse consistentemente con el pueblo de Dios.
En 2010, el libro Ashamed of The Gospel fue revisado y actualizado para su reedición. Para entonces, la Iglesia de Grace Community había comenzado a transmitir sus servicios dominicales. Esta es la manera en que John MacArthur describió los beneficios de dicha tecnología, advirtiendo al mismo tiempo contra su mal uso:
“En muchas iglesias de la actualidad, nunca verá a un pastor que en la transmisión en vivo pueda mirarlo a los ojos. Los servicios se transmiten desde un lugar remoto a una pantalla de vídeo gigante o, preferiblemente, al dispositivo electrónico de su casa. Incluso se puede asistir al culto en pijama, sin levantarse de la cama. Sorprendentemente, algunas iglesias anuncian sus transmisiones por Internet de un modo que parece sugerir que sus espectadores pueden disfrutar de estas ventajas. ("Usted puede literalmente adorar con nosotros en cualquier lugar. Es un tipo diferente de comunidad de iglesia y otra forma de estar conectado").
“Por supuesto, no hay nada intrínsecamente malo en transmitir por Internet o por televisión el culto de una iglesia. Las transmisiones en directo por Internet o los servicios de culto televisados pueden ser una gran ventaja para las personas que físicamente no pueden estar allí (como una persona enferma o alguien que está en un viaje de negocios y, por tanto, fuera de casa durante el fin de semana). Nosotros transmitimos nuestros cultos en beneficio de los misioneros extranjeros recluidos que quieren estar al tanto de lo que ocurre en casa. Además, durante muchos años, hemos transmitido nuestros sermones grabados por radio y ahora también, por televisión. Así que no estoy criticando en absoluto los medios masivos de comunicación o la transmisión por Internet como medios para hacer llegar el mensaje a más gente.
“Pero la facilidad de este tipo de comunicación significa que los pastores deben empezar a insistir más que nunca en la importancia de la comunión, la responsabilidad y la participación en el cuerpo de Cristo a nivel local. Un servicio de culto por Internet no es una forma adecuada de ‘conectarse’ con el cuerpo de Cristo. Las personas inclinadas a eludir la participación personal en la Iglesia disponen ahora de una gran variedad de alternativas a través de Internet. Pueden tranquilizar su conciencia con la impresión de estar participando en la Iglesia, pero no con la realidad".[3]Traducción de Ashamed of the Gospel,(Wheaton: Crossway, 2010), 62–63.
En pocas palabras, la "iglesia virtual" no es una opción para los hombres y mujeres que realmente aman al Señor, Su Palabra o Su pueblo. En las próximas semanas, consideraremos el diseño de Dios para Su iglesia, y cómo estas falsificaciones digitales en realidad corrompen y anulan muchas de las características claves y bendiciones más grandes que provee el diseño de Dios en la iglesia local.