La verdad de la Palabra de Dios siempre es contracultural y cuando se trata del concepto de ser un esclavo, ciertamente no es la excepción. De hecho, es difícil imaginar un concepto más ofensivo a la sensibilidad moderna que este de la esclavitud. La sociedad occidental, en particular, pone un precio alto a la libertad personal y a la libertad de elección. Por tanto, presentar las buenas nuevas en términos de la relación entre un esclavo y su amo va en contra de todo lo que nuestra cultura aprecia. Tal enfoque es controversial, antagónico y políticamente incorrecto. No obstante, esa es precisamente la forma en que la Biblia habla sobre lo que significa seguir a Cristo.
La esclavitud en la enseñanza de Jesús
Al presentar el evangelio a través del lente de la esclavitud, estamos siguiendo el ejemplo de Jesús mismo. Nuestro Señor ni apoyó ni denunció la institución de la esclavitud que existió en sus días. Sin embargo, la consideró una analogía apropiada para ilustrar ciertas verdades acerca del evangelio y el reino de Dios. Como lo explica un erudito:
“Jesús normalmente evocó la figura del esclavo en sus enseñanzas... para los comentaristas modernos, los esclavos y la esclavitud, con frecuencia han sido, ante todo, metafóricos. Para Jesús, eran parte de la estructura de la vida diaria. Jesús se apoyó en la figura del esclavo para su discurso no porque la figura de la esclavitud era parte de su herencia filosófica o retórica sino porque los esclavos eran comunes al mundo donde vivía: preparando alimentos, cosechando grano y recibiendo los golpes”[1]Jennifer A. Glancy, Slavery in Early Christianity (Minneapolis: Fortress Press, 2006), p.129. En los evangelios, por ejemplo, el centurión gentil (Lucas7:2-10) y el sumo sacerdote judío (Mateo 26:51; Marcos 14:47; Lucas 22:50; Juan 18:10, 17-18, 26).
Jesús trazó muchas de sus ilustraciones y parábolas en base al mundo del esclavo de sus días[2]Karl Heinrich Rengsfort escribió: “Esto también es verdad en las parábolas pero el compromiso total de douloi y la afirmación total de kyrios sirven aquí para ilustrar el señorío incondicional de Dios y la responsabilidad incondicional de los creyentes hacia Él” (Gerhard Kittel y Gerhand Friedrich, eds.; Geoffrey Bromiley, trad., Theological Dictionary of the New Testament Abridged in One Volume [Grand Rapids: Eerdmans, 1985], s.v. “Doulos”, p.184). Los esclavos debían estar trabajando en los campos, recolectando el fruto de una viña, invitando a los convidados a una boda, velando por las labores de la casa o ayudando con las ocasiones especiales de la familia[3]Cp. Mateo 13:27-28; 21:34-36; 22:3-10; 24:54; Marcos 12:2-4;13:34; Lucas 14:17-23; 15:22; 20:10-11). No obstante, cualquiera que fuera la representación específica, Cristo repetidamente utilizó las imágenes del esclavo como la mejor analogía para clarificar realidades espirituales profundas.
A partir de las enseñanzas de Jesús[4]Cp. Mateo 10:24; 18:23, 26-33; 24:45-50; 25:14-30; Lucas 6:40; 12:37-47; 17:7-10; 19:13-22; Juan 13:16; 15:15-20 aprendemos que el esclavo no es mayor que su amo; no conoce los planes de su amo. Ellos son responsables ante el amo por cómo usan sus recursos, incluso en su ausencia. También son responsables de cómo tratan a sus compañeros esclavos y son objeto del castigo considerable si son despiadados con otros. Se espera que los esclavos obedezcan y honren a sus amos sin quejas; no obstante, al esclavo fiel se le honrará por su servicio diligente. Por lo demás, los esclavos pueden esperar que los desconocidos los traten de la manera que tratan a su amo. Si al amo se le trata con desprecio, los esclavos no deben esperar que su trato sea mejor.
Jesús también utilizó el término esclavo para definir la realidad de lo que significa seguirlo a Él. El discipulado, como la esclavitud, implica una vida de autonegación, una disposición humilde con respecto a los otros, una devoción incondicional solo al Amo, una disposición a obedecer sus mandamientos en todo, un fervor por servirle incluso en su ausencia y una motivación que viene de saber que Él está satisfecho[5]Cp. Mateo 24:44-46; 25:21; Marcos 10:44; Lucas 6:46; 12:37; 14:26-33; 16:13; Juan 14:15,21. Aunque ellos fueron una vez los esclavos del pecado, los seguidores de Cristo reciben libertad espiritual y descanso para sus almas a través de la relación salvadora con Él[6]Vea Juan 8:34, 36 y Mateo 11:28-30.
Opuesto al trasfondo histórico de la esclavitud, el llamado de nuestro Señor al autosacrificio se vuelve mucho más vívido[7]Como explica Michael Card: “‘Tome su cruz y sígame’. Estas son palabras de Jesús como esclavo, pues la crucifixión era la muerte de un esclavo (Mateo 10:38; 16:24)… ‘Tomad mi yugo’, invita Jesús. Tome su lugar junto a otros que están esclavizados por mí y por el evangelio” (A Better Freedom [Downers Grove, IL: Inter Varsity, 2009], p.23). La vida de un esclavo consistía en una rendición absoluta, sumisión y servicio a su amo; las personas en los días de Jesús reconocerían inmediatamente el paralelo. La invitación de Cristo a seguirlo era una invitación a ese mismo tipo de vida.
(Adaptado de Esclavo)