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¿Ha visto alguna vez a un deportista o a un músico ofrecer “una actuación inspirada”? O quizás, ¿alguna vez ha oído a su pastor predicar lo que podría llamarse “un sermón inspirado”?
La mayoría de nosotros hemos oído utilizar la palabra “inspirado” en esos términos, pero francamente yo cuestiono ese tipo de terminología. Si la gente hace actuaciones inspiradas o predica sermones inspirados, ¿cuál es la diferencia entre todo eso y lo que llamamos Escritura inspirada?
Tal vez parezca que estoy insistiendo o siendo quisquilloso, y tal vez lo sea, pero por una muy buena razón. Ahora que la autoridad de las Escrituras está siendo atacada por todos lados como nunca antes, es importante que el cristiano entienda la definición bíblica de la “inspiración”. En el Nuevo Testamento, el término “inspiración” se reserva únicamente para la Palabra de Dios. La Biblia fue escrita por hombres especialmente seleccionados en condiciones especiales y el canon está cerrado. Hoy en día no hay canciones, ni libros, ni visiones, ni poemas, ni sermones inspirados.
Pero para entender la diferencia entre la inspiración bíblica y la forma más bien informal en que nos referimos a algo o alguien como “inspirado” hoy en día, tenemos que mirar de cerca lo que la Escritura tiene que decir. La inspiración está estrechamente ligada a otro término — “revelación”. La revelación es la manifestación de Dios y de Su voluntad. La inspiración es la forma en que lo hizo. Para revelarse a Sí mismo, Dios usó a seres humanos que escribieron el Antiguo y el Nuevo Testamento con el fin de plasmar en palabras exactas y autorizadas el mensaje que Dios quería que recibiéramos.
Para llegar a una definición correcta de la inspiración bíblica, debemos examinar algunos conceptos erróneos que tienen algunas personas cuando hablan de la inspiración de las Escrituras.
La teoría de la inspiración natural
En primer lugar, la inspiración no es un logro humano de alto nivel. Hay personas —sobre todo ciertos teólogos— que dicen que la Biblia no es más inspirada que la Odisea de Homero, el Corán de Mahoma, La Divina Comedia de Dante o Hamlet de Shakespeare. En otras palabras, quienquiera que haya redactado la Biblia estaba simplemente trabajando a un alto nivel de genialidad. “Oh, sí”, dicen estos defensores de la inspiración natural, “la Biblia está llena de errores y equivocaciones y es ciertamente falible en muchos puntos, pero en lo que respecta a su ética, su moral y su visión de la humanidad revela una genialidad de muy alto nivel”.
Este punto de vista exalta entonces a los autores humanos de la Biblia, pero niega que Dios haya tenido realmente algo que ver con su autoría. Dios no escribió la Biblia, lo hicieron hombres inteligentes.
Este es un punto de vista interesante, pero no se sostiene. Para empezar, los hombres inteligentes no escribirían un libro que los condenara a todos. Hombres inteligentes no escribirían un libro que proveyera salvación de una fuente externa. Los hombres inteligentes quieren proveer su propia salvación; no quieren tener que confiar en un sacrificio perfecto hecho por el Hijo de Dios. Y otra cosa: incluso el más inteligente de los hombres nunca podría concebir una personalidad como Jesucristo. Ni siquiera el escritor de ficción más dotado podría fabricar un personaje que superara a cualquier ser humano que haya vivido en pureza, amor, rectitud y perfección.
La teoría de la inspiración parcial o conceptual
En segundo lugar, la inspiración no es una cuestión de que Dios actúe sólo a través de los pensamientos de los escritores. Hay algunos teólogos, predicadores y otros eruditos bíblicos que enseñan la inspiración por pensamiento o concepto. En otras palabras, dicen que Dios nunca dio a los escritores de la Biblia las palabras exactas que escribirían. Dios les dio ideas generales y ellos pusieron estas ideas en sus propias palabras. Por ejemplo, Él plantó el concepto de amor en la mente de Pablo y un día Pablo se sentó y escribió 1 Corintios 13.
El punto de vista del pensamiento o concepto de la inspiración afirma que Dios sugirió una tendencia general de revelación, pero que se les dio libertad a los hombres para decir lo que quisieran y por eso (en opinión de los que adoptan esta postura) hay tantos errores en la Biblia. Este punto de vista niega la inspiración verbal. Niega que Dios haya inspirado las palabras mismas de las Escrituras. Este punto de vista de la inspiración ha sido popular entre los teólogos neo-ortodoxos (que en general creen que la Biblia contiene la Palabra de Dios, pero no es la Palabra de Dios).
Pero en 1 Corintios 2:13, Pablo dejó claro que hablaba “no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (énfasis añadido). En Juan 17:8, Jesús dijo: “Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron”.
Dios se comunica con palabras. Cuando Él envió a Moisés de regreso de su escondite en el desierto para sacar a los israelitas de Egipto, Dios no le dijo a Moisés: “Yo inspiraré tus pensamientos. Estaré con tu mente y te diré qué pensar”. No, Dios dijo: “Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éx. 4:12). En Mateo 24:35, Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Dios es el autor de las palabras mismas de la Biblia. Esa es una de las razones por las que, en mis predicaciones y enseñanzas, explico cuidadosamente los pronombres, las preposiciones e incluso las pequeñas conjunciones. Todos esos “pequeños detalles” contienen a menudo implicaciones profundas y verdades espirituales.
No podemos tener geología sin rocas, ni antropología sin hombres. No podemos tener una melodía sin notas musicales, ni podemos tener un registro divino de Dios sin Sus palabras. Los pensamientos son transportados por palabras y Dios reveló Sus pensamientos en palabras. Las palabras mismas de la Escritura son inspiradas. La Escritura es revelación verbal.
Los teólogos utilizan el término “inspiración verbal plenaria” para afirmar claramente que todas (plenaria) las palabras (verbales) de la Escritura son inspiradas, no solo algunas de ellas. Y esto nos lleva al siguiente punto.
La teoría de la inspiración existencial
En tercer lugar, la inspiración no es un acto de Dios sobre el lector de las Escrituras. Algunos teólogos de hoy enseñan lo que yo llamo “inspiración existencial”. En otras palabras, la única parte de la Biblia que es inspirada es la parte que a usted le pone los pelos de punta. Lee un pasaje y de repente siente una especie de “escalofrío ético”. Cuando siente esa sensación, ese pasaje en particular es inspirado —para usted. Pero, dicen estos teólogos, no toda la Biblia es inspirada. Los escritores de la Biblia no escribieron la revelación de Dios. Ellos escribieron un testimonio de la revelación de Dios en sus propias vidas.
Todo eso significa que la Biblia no es realmente autoritativa. No es la Palabra de Dios; simplemente “contiene la palabra de Dios”. Si usted le pregunta a uno de estos teólogos: “¿Cómo llegó la Biblia a ser inspirada?”. Él dirá: “Ah, sí...” y luego lanzará su explicación de su “experiencia personal” de su “salto de fe”. Si se le pregunta qué entiende exactamente por su propia experiencia o salto de fe, dirá que no se puede definir; es simplemente un acontecimiento existencial.
Hay otros teólogos que hablan de desmitificar la Biblia. En otras palabras, quieren deshacerse de los mitos que creen que están en las Escrituras. Así que eliminan cosas como la preexistencia de Cristo, el nacimiento virginal, la deidad de Cristo, Sus milagros, Su muerte sustitutiva, Su resurrección, Su ascensión y Su regreso y juicio final. Ellos quitan todo eso y afirman que, históricamente, nada de esa información es verdad. Pero sostienen que, espiritual y existencialmente, la Biblia es verdadera siempre y cuando produzca escalofríos.
Quizás nada de esto tenga mucho sentido para usted. Tampoco tiene mucho sentido para mí. Si la Biblia está llena de mentiras de principio a fin, ¿por qué acudiría a ella en busca de la verdad espiritual? Me parece que si Dios quisiera que yo confiara en el carácter espiritual de la Biblia, Él se aseguraría de que el carácter histórico y factual de la Biblia corroborara sus verdades espirituales.
Algunas personas se niegan a creer que Dios haya obrado el milagro de darnos, a través de la inspiración, una Biblia infalible; pero, sin embargo, esos mismos escépticos están dispuestos a creer que Dios realiza diariamente el milagro mayor de permitirles encontrar y ver en una palabra falible del hombre la Palabra infalible de Dios. Soren Kierkegaard —de quien algunos dicen que fue el padre del movimiento existencialista— escribió: “Sólo la verdad que te edifica es verdad”. No estoy de acuerdo en absoluto. ¿Cómo es posible tener una experiencia divinamente correcta a través de un libro equivocado? Si la Biblia está llena de mentiras en otras áreas, ¿por qué voy a creer sus afirmaciones y declaraciones espirituales? Jesús dijo en Juan 17:17: “Tu palabra es verdad”. La verdad es la verdad y algo falso no se convierte en verdad simplemente porque alguien decida que se siente inspirado.
La teoría de la inspiración dictada
En cuarto lugar, la Biblia no es producto de un dictado mecánico. A los teólogos liberales y neo-ortodoxos les gusta burlarse de los eruditos fundamentalistas conservadores y afirmar que en realidad enseñan que la Biblia fue dictada con algún tipo de método mecánico. Los escritores de la Biblia no eran escritores; eran taquígrafos, autómatas espirituales que se limitaban a reproducir lo que Dios les dictaba literalmente al oído.
Pero es obvio que no fue así en absoluto. El argumento clave contra el dictado mecánico es que en cada libro de la Biblia se encuentra la personalidad del escritor. Cada libro tiene un carácter y una forma de expresarse diferentes. Cada autor tiene un estilo diferente. Sí, supongo que Dios podría haber utilizado el dictado y habernos dado la verdad de esa manera. De hecho, Él realmente no tenía que usar hombres. Él podría simplemente haber dejado caer todo sobre la Tierra en forma de placas de oro (como a los mormones les gusta decir del Libro de Mormón).
No sé por qué Dios usó hombres, pero lo hizo. Hay variaciones en el estilo de la escritura bíblica. Hay variaciones en el lenguaje y el vocabulario. De autor a autor hay personalidades distintas, y hasta se pueden sentir sus emociones mientras vierten la Palabra de Dios en papel.
Sin embargo, cabe preguntarse cómo es posible que la Biblia sea las palabras de hombres como Pedro y Pablo y, al mismo tiempo, las palabras de Dios. Parte de la respuesta a esta compleja pregunta es simplemente porque Dios ha hecho de Pablo y Pedro y de los otros escritores de la Escritura los hombres que Él quería que fueran.
Dios hizo de los escritores de las Escrituras los hombres que Él quería que fueran formando sus propias personalidades. Él controló su herencia y sus ambientes. Él controló sus vidas, al mismo tiempo que les dio libertad de elección y voluntad, y los convirtió en los hombres que Él quería que fueran. Y cuando estos hombres eran exactamente lo que Él quería que fueran, dirigió y controló su libre y voluntaria elección de palabras para que escribieran las mismas palabras de Dios.
Dios los convirtió en el tipo de hombres que Él podría usar para expresar Su verdad y entonces Dios literalmente seleccionó las palabras de sus vidas y sus personalidades, vocabularios y emociones. Las palabras eran palabras de ellos, pero en realidad sus vidas habían sido tan moldeadas por Dios que eran las palabras de Dios. Por lo tanto, es posible decir que Pablo escribió el libro de Romanos y al mismo tiempo decir que Dios lo escribió, y estar en lo correcto en ambos casos.
Hemos considerado cuatro puntos de vista incorrectos sobre la inspiración; ¿cuál es el punto de vista correcto? La propia Escritura ofrece información abundante sobre esta cuestión. La próxima vez, veremos lo que la Palabra de Dios tiene que decir sobre su propia inspiración.