Incluso cuando adoramos al Dios verdadero, nuestra adoración puede seguir siendo inaceptable para Él si la ofrecemos de forma incorrecta o con una actitud equivocada.
La forma incorrecta
Un estilo de adoración corrompido muy común es adorar al Dios verdadero a nuestra manera. Como hemos visto anteriormente, Nadab y Abiú, Saúl y Uza fueron culpables de adorar a Dios a su manera, sin tener en cuenta Su revelación. Eso es adoración falsa, al igual que adorar a un ídolo de piedra es adoración falsa, y Dios no lo acepta.
Los fariseos también intentaron adorar al Dios verdadero con un sistema propio y Jesús les dijo: “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” (Mt. 15:3). Su adoración era abominable porque se basaba en sus deseos y no en la Palabra de Dios.
La actitud equivocada
Pero hay un tipo de adoración mucho más sutil que cualquiera de los tres que hemos mencionado hasta ahora en esta serie: La adoración al Dios verdadero con una actitud equivocada.
Quizás usted no adore a dioses falsos ni imágenes del Dios verdadero. Y tal vez no sea culpable de inventar su propia forma de adoración. Pero ¿adora con la actitud correcta? ¿Pone todo su corazón en la adoración? Cuando llega el momento de dar, ¿da lo mejor de todo lo que tiene? ¿Está lleno de asombro y reverencia? No muchos pueden responder a esas preguntas de manera afirmativa sin dudarlo ni poner condiciones.
En Malaquías 1, Dios denuncia al pueblo de Israel por la insuficiencia de su adoración. Él dice: “Ustedes traen a mi altar alimento contaminado” (Mal. 1:7 NVI). Estaban tratando el asunto de la adoración con desdén y frivolidad. Al ofrecer animales ciegos, cojos y enfermos (v. 8) en lugar de traer lo mejor que tenían, estaban demostrando desprecio por la seriedad de la adoración. En el versículo 10, Dios dice: “Yo no tengo complacencia en vosotros… ni de vuestra mano aceptaré ofrenda”. Rechazó aceptar su adoración porque su actitud no era la correcta.
Amós también da una idea de la intensidad del odio de Dios hacia la adoración con una actitud incorrecta. En Amós 5:21–23, Dios dice:
“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”.
Oseas vio la misma verdad. Oseas 6:4–6 dice:
“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece. Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale. Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”.
Israel ofrecía hipocresía, no adoración. Sus ofrendas eran vacías. Al igual que muchos hoy en día, eran culpables de dar a Dios el símbolo, pero no la realidad.
Isaías 1 contiene la misma acusación:
“¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos” (vv. 11–15).
Lea atentamente a los profetas menores. La aterradora realidad es que la destrucción de Israel y Judá se debe al hecho de que no adoraban a Dios con la actitud adecuada.
¿Y ahora qué?
Gran parte del mundo ofrece una adoración falsa, el tipo de adoración que se centra en adorar la imagen que aparece en una tortilla, en las cosas materiales, en la forma ritual o incluso en las bendiciones divinas. Pero incluso si evitamos esos engaños, tendemos a ofrecer un tipo de adoración autodeterminada, diseñada principalmente para complacer a los adoradores. Y, aun así, en el mejor de los casos, nuestra adoración se ofrece a menudo con una actitud equivocada o poco entusiasta. Dios no aceptará tal adoración. La Biblia es explícita al respecto.
Debemos buscar una comprensión bíblica de la adoración. Dios lo ha ordenado. Nuestro ministerio depende de ello. Es crucial para nuestra relación con Él y nuestro testimonio en este mundo. No podemos permitirnos ignorarlo. Hay demasiado en juego.
Teniendo esto en cuenta, nuestra serie sobre la adoración pasará ahora de lo que las Escrituras prohíben en la adoración a lo que prescriben. Durante las próximas semanas, aprenderemos cómo describe la Biblia la verdadera adoración.

(Adaptado de Adorar: ¡La máxima prioridad!)